Raúl Vejar (Correo del Caroní)
Mientras el país sufre su peor crisis económica, los guayaneses no solo atribuyen preocupaciones a la falta de alimentos y al bajo poder adquisitivo. La crisis energética, el aumento de la inseguridad dieron la bienvenida a 2016, y se convirtieron en protagonistas de estos últimos 3 meses.
Este sábado no hubo gran número de colas en la ciudad, en comparación con otros fines de semana. No existió gran afluencia porque no hubo comida. Aun así, las caras de necesidad relucieron en la calle. Con la baja posibilidad de conseguir productos de la cesta básica, Yanitsa López intenta en Puerto Ordaz cada ocho días lo que no consigue en San Félix. Este “viaje”, relata Yanitsa espera por queso amarillo y arroz en el centro de Puerto Ordaz, se prolonga a una hora, pero cuando termina su jornada del día en horas pico, el regreso en transporte público la deja con un mal sabor de boca. En La Fuente, de la carrera Guasipati, se formó una cola desde las 4:00 de la mañana para vender queso amarillo, pernil y dos kilos de arroz por persona.
Promesas alimenticias sin resultados
López vive con sus ocho hijos. Cuenta que en pasadas ocasiones, los mayores se unen a su travesía para ayudarla; sobre todo el primogénito, que tiene 23 años. Según cuenta, en ella predomina la intranquilidad debido a la difícil alimentación de su familia: “No se encuentra nada, me preocupo por ellos, porque quiero que estudien, pero si no hay comida ¿cómo van a ir con hambre al liceo?”. Los ciudadanos son evidencia de que 2016 continúa con el panorama ˗en materia de alimentos y dificultad para conseguirlos- que dejó la huella de la escasez el año pasado, y que ni el aumento de la gasolina ha podido darle solución aún, a pesar de las promesas de reestructuración de Maduro. López sostiene que solo manda a sus hijos a estudiar si cuentan con el alimento en el hogar; por esto, hace lo que está en sus manos para llevar la comida a la mesa, como por ejemplo “pasar hambre y sol” durante horas de cola. Y la larga espera, la travesía en bus y el calor no parecen ser su única molestia. Se queja que después del trayecto llega a su casa pero no tiene “agua ni jabón” en esta.
Sin cambios
En Abasto Bicentenario, en Puerto Ordaz, la perseverancia no es por comida, sino por pañales. Y, en la cola, madres con niños en brazos esperan su turno bajo el sol, como de costumbre. Una de ellas es Carolina González y está sola con su bebé de 3 años desde las 5:00 de la mañana. Vive en Vista El Sol, San Félix y, según comenta, dispone de su tiempo para hacer cola a pesar de la desorganización que, en ocasiones, concluye en peleas entre los mismos ciudadanos: “Aquí pasa de todo, peleas, de todo”. Y su desasosiego tiene bases: la zozobra y trifulcas que se originan por la escasez de alimentos son frecuentes.
Ejemplo de esto, el saqueo en centro de acopio de Mercal, Ciudad Piar, el pasado 18 de febrero, cuando cientos de personas reaccionaron de forma violenta a las medidas económicas anunciadas por el presidente Nicolás Maduro para aquel entonces; de igual forma, los saqueos en mercados de San Félix, el año pasado, que dejaron un muerto y 60 detenidos.
En 2015, abundaron los reportes de madres y ancianos expuestos a la crueldad de las colas. El panorama sigue siendo el mismo. 4 meses tiene el bebé de Angélica Meneses, quien estuvo desde las 6:00 de la mañana en cola por pañales, detergente y champú. Llegó tarde, dice, y solo podrá comprar pañales si no se acaban antes de su turno. Pronostica que, si le iba bien, podía salir a las 11:00 de la mañana de la cola. Ha tenido días más complicados, asegura. Para González también existe el perenne miedo que le provoca la inseguridad, sobre todo cuando le toca viajar en transporte público, caída la tarde, una vez realizada su jornada: “Bueno, sí me preocupa, pero ¿qué vamos a hacer?”, comenta, resignada.
Más penurias guayacitanas
No es solo la falta de comida y que Ciudad Guayana haya registrado la inflación más alta del país en los últimos meses de 2015. A pesar de que es considerada una de las urbes más peligrosas del mundo, tampoco existe mano dura que calme el azote del hampa. La urbe acumula más de 150 muertes violentas en los primeros tres meses de 2016, y la parroquia Dalla Costa ocupa el primer puesto dentro de este período. A esto puede agregarse la crisis energética que sigue causando pérdidas en el sector comercial guayanés, ante la falta de previsiones de los organismos del Estado.
Por si fuera poco, la desaparición de un puma por descuido del zoológico Loefling, que tiene a 76 trabajadores desplegados en la búsqueda, es otro detonante de preocupación en la ciudad.
[Tomado de http://www.correodelcaroni.com/index.php/cdad/item/43920-quiero-que-mis-hijos-estudien-pero-si-no-hay-comida-como-van-a-ir-con-hambre-al-liceo.]
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