Humberto Decarli
En la década de los ochenta del pasado siglo, Lula Da Silva junto a Lech Walesa representaron al nivel mundial el auge del sindicalista honesto y luchador. En los astilleros de Gdansk el polaco emergió como un líder indiscutible frente al oso soviético y su fuerza se basó en los obreros de esa localidad que transmitió a toda Polonia la identidad del país de Pilsudski frente a la potencia oriental, su histórico enemigo. Lula en Brasil creó una referencia en las zonas industriales y formó el Partido del Trabajo en una nación donde la pobreza y la desigualdad poseen rasgos profundos.
Liderazgo labrado
El obrero brasileño forjó su liderazgo con base en el esfuerzo y el trabajo. Su actuación se expresó en la lucha cotidiana por las reivindicaciones de los trabajadores y más allá, la aspiración de controlar el poder para desde ese espacio realizar un proyecto de país.
Lula, al igual que Evo Morales, son dirigentes fogueados en la movilización, vivieron la represión y fueron una referencia para el país. Distinto al caso de Hugo Chávez, quien por azares de la vida asumió la responsabilidad de una asonada fracasada que no encabezaba. Unos segundos de televisión marcaron un hito mediático donde la gente identificó a alguien reemplazante del puntofijismo que estaba agonizante.
El agujero negro del modelo político
Así como la física nos enseña que los agujeros negros con su altísima gravedad atrapan toda materia e incluso ondas como los fotones de luz sin dejar nada por fuera, los modelos políticos son estructuras bien consolidadas en las cuales hay perímetros bien diáfanos de las que no se puede salir.
La democracia representativa ha ido degenerando, sobre todo en naciones escasas de institucionalidad, hasta convertirse en una simbiosis de intereses políticos con los negocios y las corporaciones. Si Lula emergió apoyado en la clase trabajadora al comienzo, luego se fue pragmatizando y se transformó en un instrumento de las cuotas de poder. Para ello se alió al gran capital nacional e internacional y formó una entente donde sostenía con fuerzas su gobierno aunado a ciertas alianzas con otras organizaciones políticas del clientelismo, como el PMDB del vicepresidente Michel Temer.
El proceso de descomposición
El comportamiento gubernamental comenzó a develarse cuando surgieron sospechas de negociados y sobornos. José Dirceu, con el mismo cargo que ahora Dilma quiere darle inmunidad a Lula, el de ministro jefe del gabinete, fue enjuiciado y apresado por diferentes hechos punibles contra la cosa pública. Sin embargo, todavía no había avanzado la investigación para llegar a la actualidad.
Ulteriormente el presidente de Odelbrecht fue detenido y recientemente condenado a dieciocho años de cárcel por distintos sobornos a Petrobras para obtener contrataciones. El procesamiento se amplió y el ex presidente brasileño fue detenido para declarar porque se había negado a hacerlo voluntariamente.
Cada vez más se tiene conocimiento de actos de aprovechamiento del dinero público por parte de los cuadros gubernamentales de Lula y Dilma. Seguramente se ampliará en la medida que avancen los resultados con lo cual se expresa el altísimo nivel de corrupción de estos gobernantes. Adicionalmente se conocerá, por razones obvias, los negociados de las empresas brasileñas con la administración de Hugo Chávez.
La decepción
Quienes creen que la izquierda, al mando del poder estatal, es una opción positiva frente a las posiciones conservadores de la sociedad, están recibiendo un palmario mentís de sus posiciones ideológicas. Frente al envilecimiento propio de la defensa del statu quo se presentaban como posibilidades alternas para cambiar la sociedad. No obstante, ha ocurrido lo contrario. Los revolucionarios, al detentar el poder, se comportan igual o peor que los derechistas. Y en Brasil no ha habido una excepción al respecto porque tanto Lula Da Silva como Dilma Rousseff han demostrado una conducta propia de los negociados de la democracia representativa en una escala mayor a la imaginada.
Ante tal cúmulo de evidencias la izquierda tradicional, para no perder su identidad, pretende justificar lo acontecido en Planalto. Han denunciado la perpetración de un golpe judicial o una asonada revestida de legalidad igual a la invención de un bloqueo americano para darle sentido a la miseria cubana o a una guerra económica contra Venezuela para explicar el desastre nacional.
Evo Morales ha pedido una reunión urgente de Unasur para tratar ambos casos, el brasileño y el venezolano, es un esfuerzo para maquillar el fracaso de políticas económicas, sociales y morales de estas gestiones gubernamentales. El presidente venezolano ha manifestado su solidaridad con Lula para identificarse con otro régimen corrupto.
Resultados
Haciendo abstracción del desenlace de las investigaciones y los juicios penales en Brasil, queda pendiente una duda respecto al porqué ocurre estas actuaciones de parte de quienes se arrogan el derecho de cambiar la sociedad. Posiblemente puedan encausar a los dos personajes reos de delitos en el ejercicio de su desempeño como presidentes y haya secuelas inimaginables porque en el país de la samba todavía queda alguna autonomía del poder judicial.
Una apreciación en perspectiva nos indica que independientemente de quien ejerza el mandato hay espacios limitados para su accionar, esto es, los linderos de la gestión están determinados por el esquema político existente. Y la democracia representativa da para eso y mucho más. Es el poder la quintaesencia del problema.
Quien administre el poder es irrelevante. El gerente puede ser de derecha o izquierda, revolucionario o reaccionario, conservador o liberal, avanzado o atrasado, pues el resultado será el mismo. Eficacia o carencia de éxito en la ejecución de la dominación. Por esta razón los miembros del Foro de Sao Paulo son otra versión de la misma moneda. Constituyó en su momento la presentación de una senda de salvación de la maltrecha gobernabilidad latinoamericana. Y los Chávez, Lula, Dilma, Correa, Morales, Ortega y compañía son muestras de ese rol previsto por los petit comité que dirigen el planeta. Allí estriba la razón por la cual ocurren estas supuestas paradojas.
En la década de los ochenta del pasado siglo, Lula Da Silva junto a Lech Walesa representaron al nivel mundial el auge del sindicalista honesto y luchador. En los astilleros de Gdansk el polaco emergió como un líder indiscutible frente al oso soviético y su fuerza se basó en los obreros de esa localidad que transmitió a toda Polonia la identidad del país de Pilsudski frente a la potencia oriental, su histórico enemigo. Lula en Brasil creó una referencia en las zonas industriales y formó el Partido del Trabajo en una nación donde la pobreza y la desigualdad poseen rasgos profundos.
Liderazgo labrado
El obrero brasileño forjó su liderazgo con base en el esfuerzo y el trabajo. Su actuación se expresó en la lucha cotidiana por las reivindicaciones de los trabajadores y más allá, la aspiración de controlar el poder para desde ese espacio realizar un proyecto de país.
Lula, al igual que Evo Morales, son dirigentes fogueados en la movilización, vivieron la represión y fueron una referencia para el país. Distinto al caso de Hugo Chávez, quien por azares de la vida asumió la responsabilidad de una asonada fracasada que no encabezaba. Unos segundos de televisión marcaron un hito mediático donde la gente identificó a alguien reemplazante del puntofijismo que estaba agonizante.
El agujero negro del modelo político
Así como la física nos enseña que los agujeros negros con su altísima gravedad atrapan toda materia e incluso ondas como los fotones de luz sin dejar nada por fuera, los modelos políticos son estructuras bien consolidadas en las cuales hay perímetros bien diáfanos de las que no se puede salir.
La democracia representativa ha ido degenerando, sobre todo en naciones escasas de institucionalidad, hasta convertirse en una simbiosis de intereses políticos con los negocios y las corporaciones. Si Lula emergió apoyado en la clase trabajadora al comienzo, luego se fue pragmatizando y se transformó en un instrumento de las cuotas de poder. Para ello se alió al gran capital nacional e internacional y formó una entente donde sostenía con fuerzas su gobierno aunado a ciertas alianzas con otras organizaciones políticas del clientelismo, como el PMDB del vicepresidente Michel Temer.
El proceso de descomposición
El comportamiento gubernamental comenzó a develarse cuando surgieron sospechas de negociados y sobornos. José Dirceu, con el mismo cargo que ahora Dilma quiere darle inmunidad a Lula, el de ministro jefe del gabinete, fue enjuiciado y apresado por diferentes hechos punibles contra la cosa pública. Sin embargo, todavía no había avanzado la investigación para llegar a la actualidad.
Ulteriormente el presidente de Odelbrecht fue detenido y recientemente condenado a dieciocho años de cárcel por distintos sobornos a Petrobras para obtener contrataciones. El procesamiento se amplió y el ex presidente brasileño fue detenido para declarar porque se había negado a hacerlo voluntariamente.
Cada vez más se tiene conocimiento de actos de aprovechamiento del dinero público por parte de los cuadros gubernamentales de Lula y Dilma. Seguramente se ampliará en la medida que avancen los resultados con lo cual se expresa el altísimo nivel de corrupción de estos gobernantes. Adicionalmente se conocerá, por razones obvias, los negociados de las empresas brasileñas con la administración de Hugo Chávez.
La decepción
Quienes creen que la izquierda, al mando del poder estatal, es una opción positiva frente a las posiciones conservadores de la sociedad, están recibiendo un palmario mentís de sus posiciones ideológicas. Frente al envilecimiento propio de la defensa del statu quo se presentaban como posibilidades alternas para cambiar la sociedad. No obstante, ha ocurrido lo contrario. Los revolucionarios, al detentar el poder, se comportan igual o peor que los derechistas. Y en Brasil no ha habido una excepción al respecto porque tanto Lula Da Silva como Dilma Rousseff han demostrado una conducta propia de los negociados de la democracia representativa en una escala mayor a la imaginada.
Ante tal cúmulo de evidencias la izquierda tradicional, para no perder su identidad, pretende justificar lo acontecido en Planalto. Han denunciado la perpetración de un golpe judicial o una asonada revestida de legalidad igual a la invención de un bloqueo americano para darle sentido a la miseria cubana o a una guerra económica contra Venezuela para explicar el desastre nacional.
Evo Morales ha pedido una reunión urgente de Unasur para tratar ambos casos, el brasileño y el venezolano, es un esfuerzo para maquillar el fracaso de políticas económicas, sociales y morales de estas gestiones gubernamentales. El presidente venezolano ha manifestado su solidaridad con Lula para identificarse con otro régimen corrupto.
Resultados
Haciendo abstracción del desenlace de las investigaciones y los juicios penales en Brasil, queda pendiente una duda respecto al porqué ocurre estas actuaciones de parte de quienes se arrogan el derecho de cambiar la sociedad. Posiblemente puedan encausar a los dos personajes reos de delitos en el ejercicio de su desempeño como presidentes y haya secuelas inimaginables porque en el país de la samba todavía queda alguna autonomía del poder judicial.
Una apreciación en perspectiva nos indica que independientemente de quien ejerza el mandato hay espacios limitados para su accionar, esto es, los linderos de la gestión están determinados por el esquema político existente. Y la democracia representativa da para eso y mucho más. Es el poder la quintaesencia del problema.
Quien administre el poder es irrelevante. El gerente puede ser de derecha o izquierda, revolucionario o reaccionario, conservador o liberal, avanzado o atrasado, pues el resultado será el mismo. Eficacia o carencia de éxito en la ejecución de la dominación. Por esta razón los miembros del Foro de Sao Paulo son otra versión de la misma moneda. Constituyó en su momento la presentación de una senda de salvación de la maltrecha gobernabilidad latinoamericana. Y los Chávez, Lula, Dilma, Correa, Morales, Ortega y compañía son muestras de ese rol previsto por los petit comité que dirigen el planeta. Allí estriba la razón por la cual ocurren estas supuestas paradojas.