Enzo del Bufalo
La peculiar reacción del presidente Maduro y del señor
Cabello frente a la abrumadora derrota electoral del 6D, ha escandalizado a
muchos opositores y sorprendido a lo que queda del chavismo honesto. Yo, en
cambio, estoy muy agradecido a esta dirigencia chavista, que en virtud de su
barbarie emocional y extraordinaria limitación intelectual ha sabido hacer
transparente y evidente para todos, la verdadera naturaleza de este movimiento
neoarcaico, llamado chavismo. Naturaleza que la astucia política de Chávez
lograba ocultar, como le corresponde hacer a un hábil demagogo.
Cuando el presidente les dice a sus ex votantes que ya no
le dará más viviendas y otros funcionarios se quejan de que, no obstante los
regalos preelectorales, el pueblo no haya cumplido con su compromiso de votar
por ellos, están denunciando el no cumplimiento del contrato social implícito
en este tipo de movimiento social, que establece un intercambio de “pan por
poder”. Esta consigna inspirada por el viejo estalinismo significa que las
masas le dan poder al líder, sometiéndose totalmente a su voluntad hasta el
extremo en que el líder se convierte en la personificación del pueblo mismo
(muchos recordarán lo que se decía: “cuando habla Chávez habla el pueblo”,
seguido del eco de sus partidarios que gritaban “yo soy Chávez”, “Chávez somos
todos”, en un arranque erótico de unión místico-política de la masa con su
líder). Por su parte el líder, tal como hacia el faraón egipcio, le “regala”, o
mejor "derrama" sobre el pueblo las migajas de la renta petrolera de
la cual se apropia como personificación también del Estado. Maduro podría tener
razón al decirle a esos tránsfugas que, aunque tiene el dinero para construir
500 mil viviendas el año que viene, ya no le dan ganas de hacerlo: porqué
repartir esas migajas entre una masa tan ingrata y sobre todo tan incumplida;
no vale la pena, mejor agregar esos milloncitos al pote que se reparte entre
los dirigentes corruptos, que esos sí son fieles chavistas (¡sic!). En efecto,
la verdadera razón de ser de la dirigencia chavista –salvo los soñadores que
nunca faltan- fue siempre, desde el inicio, la de apropiarse del Estado para
poder privatizar la renta petrolera entre ellos. Dije que Maduro podría tener
razón como parte agraviada por incumplimiento contractual, pero en verdad no la
tiene porque fue su gobierno el primero en incumplir su obligación de dar “pan”
a cambio del poder recibido, generando esta terrible escasez e inaudita
inflación para un país petrolero con su política económica que pasará a la
historia como la peor falla de inteligencia humana de todos los tiempos.
La mayoría de las personas honestas que en algún momento
creyeron que un movimiento de esta naturaleza podía ser una opción para
aproximarse a una sociedad de personas libres e iguales ya ha recapacitado,
aunque muchos creen todavía que el movimiento se malogró por culpa de los
corruptos y los ineptos. Esta explicación es simplemente arcaica, y fue muy
empleada en la época del derrumbe del estalinismo. La verdad es que está en la
naturaleza de estos movimientos crear inevitablemente una nueva estratificación
despótica una vez que toman el control del Estado, la cual crea un mecanismo
que privilegia necesariamente a los más viles y sumisos que son por lo general
también los más incapaces y los menos escrupulosos.
A los amigos chavistas que sinceramente creen que son de
izquierda debo decirles que los llamados “corruptos” son en realidad unos
“acumuladores originarios de capital”, como los habría llamado Marx. Estoy
seguro que a algunos de ustedes este nombre le suena. De manera pues chavistas
honestos den gracias a la Divina Providencia por este milagro de emplear la
torpeza ilimitada de estos personajes, que normalmente son unos mentirosos
compulsivos, para hacerles proferir la Gran Verdad del chavismo, haciéndola
además manifiesta con apodíctica evidencia, como les gustaba decir a los
filósofos del siglo XVIII.
El problema no se reduce simplemente a la ineptitud y a la
corrupción de una dirigencia, que, dicho sea de paso, fue rigurosamente
seleccionada por el Comandante a su imagen y semejanza, salvo por la habilidad
política que él astutamente procuró evitar cuidadosamente para que nadie le
hiciera sombra. De nada les servirá buscar en la vieja terminología trotskista
palabras como el burocratismo, etc. que sólo revelan una profunda ignorancia de
lo que en realidad es el Estado. Si de verdad quieren ser de izquierda,
entonces deben montarse en la tendencia que conduce a la construcción de una
sociedad de personas libres e iguales, y para ello el primer paso es ayudar
activamente a expulsar democráticamente del poder a esta casta de “acumuladores
originarios de capital” lo antes posible, y luego empezar a entender de una vez
por todas que esa tendencia no pasa por el control del Estado (que nunca será
otra cosa de lo que siempre ha sido desde su inicio en la Mesopotamia del IV
milenio a.C.: organización para la captura de excedente), sino por la
constitución de espacios de libertad en el seno de la microfísica social
convirtiendo a esas masas depauperadas, que fácilmente pueden ser manipuladas
por la demagogia populista, en individuos soberanos. Pero este trabajo político
requiere de una economía próspera en la cual pueda sustentarse la constitución
de esta nueva subjetividad. Esto exige que entiendan también de una vez por
toda que no hay economía moderna que no sea capitalista. Por su puesto hay
capitalismos pésimos como el chavista y otros menos malos. Pero la organización
de la economía propia de la sociedad de personas libres e iguales es algo que
no está aún al alcance de la humanidad en general y nada tiene que ver con ese
oprobio llamado economía socialista. Así pues amigos míos (es un decir) Maduro
sí es el hijo de Chávez después de todo, y en este espejo deben mirarse todos
ustedes y si logran ver lo que Dorian Gray veía en su pintura, entonces quizás
haya alguna posibilidad de redención para ustedes.
Tomado de las Redes Sociales
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