Gustavo Godoy
En la novela futurista Un mundo feliz del escritor británico Aldous Huxley, nadie es infeliz. No hay pobreza, enfermedad o guerra. Nadie envejece. No existe el miedo, ni la desesperanza. Todo es divertido. Hay de todo para todos. Es un paraíso de consumo. Se practica el sexo libre. Una droga llamada soma es la gran panacea para cualquier problema. Todos están satisfechos y bien cuidados.
En esta realidad ficticia, todo es estandarizado, fácilmente consumible, siempre igual y previsible. El orden, la limpieza, la producción y el consumo son la norma del día. Henry Ford, el inventor de las primeras cadenas de montajes, es considerado como uno de los fundadores de la sociedad de consumo. En la novela, Ford es “Dios”. Se exclama “Ford mío” en vez de “Dios mío”.
Este futuro perfecto descrito por Huxley produce escalofríos en vez de ganas de vivir en él. Aldous Huxley publico esta sátira social en 1932. Después de visitar los Estados Unidos, escribió su novela de ciencia ficción a manera de crítica ante lo que veía venir. A Huxley le preocupaba la Americanización del mundo. En el periodo de las dos guerras mundiales se podía anticipar un porvenir repleto de cosas, pero carente de sentido.
En la novela futurista Un mundo feliz del escritor británico Aldous Huxley, nadie es infeliz. No hay pobreza, enfermedad o guerra. Nadie envejece. No existe el miedo, ni la desesperanza. Todo es divertido. Hay de todo para todos. Es un paraíso de consumo. Se practica el sexo libre. Una droga llamada soma es la gran panacea para cualquier problema. Todos están satisfechos y bien cuidados.
En esta realidad ficticia, todo es estandarizado, fácilmente consumible, siempre igual y previsible. El orden, la limpieza, la producción y el consumo son la norma del día. Henry Ford, el inventor de las primeras cadenas de montajes, es considerado como uno de los fundadores de la sociedad de consumo. En la novela, Ford es “Dios”. Se exclama “Ford mío” en vez de “Dios mío”.
Este futuro perfecto descrito por Huxley produce escalofríos en vez de ganas de vivir en él. Aldous Huxley publico esta sátira social en 1932. Después de visitar los Estados Unidos, escribió su novela de ciencia ficción a manera de crítica ante lo que veía venir. A Huxley le preocupaba la Americanización del mundo. En el periodo de las dos guerras mundiales se podía anticipar un porvenir repleto de cosas, pero carente de sentido.
Otro escritor británico George Orwell, sobre todo en su novela distopica 1984, temía de un mañana donde los libros fueran prohibidos, donde la verdad fuera censura y donde la gente fuera contralada mediante la represión por parte de un Estado totalitario. Sin embargo, Huxley lo que le inquietaba era un futuro donde nadie le interesara leer los libros, sin importar que estuviera permitido o no. Huxley creía que la pasividad, el egoísmo y la indiferente de una población atontada por lo trivial eran más graves que la represión. En la actualidad, la gente es contralada, no por el terror como lo pensaba Orwell, sino por la superficialidad y la comodidad de una sociedad de masas y de consumo. El placer y el deseo tienen el poder de esclavizar tanto con la fuerza o el miedo.
En la parte final de la novela Un mundo feliz, transcurre una conversación muy interesante donde el personaje de John El salvaje, indignado ante ese lugar que presencio, reclama su derecho a la incomodidad. “Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero bondad, quiero el pecado”. El otro personaje responde con asombro “Usted quiere el derecho a ser infeliz”, “por no hablar del derecho a envejecer y a volverse feo e impotente, el derecho a tener sífilis y cáncer, el derecho a tener hambre, a no saber qué ocurrirá mañana….”. John El salvaje después de un largo silencio respondió, “Si, eso quiero” . John prefería vivir con riesgos que ser un autómata dentro de un sistema perfecto y completamente seguro.
En la sociedad contemporánea, la felicidad esta erróneamente asociada con la satisfacción de las necesidades físicas y los deseos múdanos. Incluso, se considera el sufrimiento, los obstáculos y el esfuerzo como opuestos a la felicidad. Contrariamente, los sabios de la historia como Aristóteles, Confucio, Buda, Lao Tzu , entre otros, nos han advertido desde tiempos remotos que mientras más buscamos la felicidad en las circunstancias externas más nos alejaremos de ella. Eso se debe a que la felicidad es esencialmente un hecho interno, depende exclusamente de nosotros mismos. La felicidad es el resultado de llevar una vida rica en valores y provista de sentido. Darle un significado a nuestra existencia nos aportará la plenitud existencial.
Contrario a la opinión mayoritaria, la felicidad no es sobre tenerlo todo. Tampoco es la ausencia de la tristeza, el dolor o el malestar. La felicidad es elegir la actitud más elevada en cada circunstancia que se nos presenta. Es un acto de voluntad. Una elección. Es una disposición mental optimista ante el pasado, el presente, y el futuro. Es perdonar. Dar gracias a la vida por lo que somos. Es los momentos simples de la vida: un café, un amigo, una canción, una montaña, un libro, la mujer. La felicidad es querer lo que se hace, amar a los demás, y vivir por nosotros sueños.
En las palabras de Viktor Frankl "La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida."
En la parte final de la novela Un mundo feliz, transcurre una conversación muy interesante donde el personaje de John El salvaje, indignado ante ese lugar que presencio, reclama su derecho a la incomodidad. “Yo quiero a Dios, quiero poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero bondad, quiero el pecado”. El otro personaje responde con asombro “Usted quiere el derecho a ser infeliz”, “por no hablar del derecho a envejecer y a volverse feo e impotente, el derecho a tener sífilis y cáncer, el derecho a tener hambre, a no saber qué ocurrirá mañana….”. John El salvaje después de un largo silencio respondió, “Si, eso quiero” . John prefería vivir con riesgos que ser un autómata dentro de un sistema perfecto y completamente seguro.
En la sociedad contemporánea, la felicidad esta erróneamente asociada con la satisfacción de las necesidades físicas y los deseos múdanos. Incluso, se considera el sufrimiento, los obstáculos y el esfuerzo como opuestos a la felicidad. Contrariamente, los sabios de la historia como Aristóteles, Confucio, Buda, Lao Tzu , entre otros, nos han advertido desde tiempos remotos que mientras más buscamos la felicidad en las circunstancias externas más nos alejaremos de ella. Eso se debe a que la felicidad es esencialmente un hecho interno, depende exclusamente de nosotros mismos. La felicidad es el resultado de llevar una vida rica en valores y provista de sentido. Darle un significado a nuestra existencia nos aportará la plenitud existencial.
Contrario a la opinión mayoritaria, la felicidad no es sobre tenerlo todo. Tampoco es la ausencia de la tristeza, el dolor o el malestar. La felicidad es elegir la actitud más elevada en cada circunstancia que se nos presenta. Es un acto de voluntad. Una elección. Es una disposición mental optimista ante el pasado, el presente, y el futuro. Es perdonar. Dar gracias a la vida por lo que somos. Es los momentos simples de la vida: un café, un amigo, una canción, una montaña, un libro, la mujer. La felicidad es querer lo que se hace, amar a los demás, y vivir por nosotros sueños.
En las palabras de Viktor Frankl "La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida."
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