Luis Jiménez P.
A propósito del Diferendo Territorial por el Esequibo y de considerar a Venezuela como nuestra casa, como si fuéramos los venezolanos una gran familia, valga este intento por definir a nuestra “Guayana” reconocida político y territorialmente como los Estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro, como nuestro “gran patio trasero”, gran solar, gran terraza, que precisamente colinda con ese otro “patio” que decimos que es nuestro, pero está ocupado por un vecino que no termina de ser nuestro amigo por la disputa en cuestión.
Resulta que en la disputa consideramos que allí hay “salvajes” molestosos, selvas y sabanas, ríos y montañas que parecieran dificultar nuestros planes de “civilizar” ese patio, para acomodar otros hermanos que por lo general son guerreros que nos ayudarían a acabar con ese salvajismo y luego instalarnos nosotros cómodamente a veranear.
A propósito del Diferendo Territorial por el Esequibo y de considerar a Venezuela como nuestra casa, como si fuéramos los venezolanos una gran familia, valga este intento por definir a nuestra “Guayana” reconocida político y territorialmente como los Estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro, como nuestro “gran patio trasero”, gran solar, gran terraza, que precisamente colinda con ese otro “patio” que decimos que es nuestro, pero está ocupado por un vecino que no termina de ser nuestro amigo por la disputa en cuestión.
Resulta que en la disputa consideramos que allí hay “salvajes” molestosos, selvas y sabanas, ríos y montañas que parecieran dificultar nuestros planes de “civilizar” ese patio, para acomodar otros hermanos que por lo general son guerreros que nos ayudarían a acabar con ese salvajismo y luego instalarnos nosotros cómodamente a veranear.
Lo que no vemos es como está nuestro patio trasero ocupado, como lo conservamos y hasta como tratamos a nuestros “salvajes”. Nuestro patio trasero está invadido por nuestros vecinos (guyaneses, brasileros y colombianos), quienes incursionan constantemente a sacar tierra y no precisamente para sus materos. Los vecinos brasileños y colombianos también tienen la manía de llevarse cuanto palo encuentran en nuestro patio y que para hacer parrilla, lo mismo hacen con los bichos que allí pululan, también pa´la parrilla.
Mientras, nuestros hermanos “civilizados” y guerreros, a quienes encargamos de cuidar ese patio, unos se dedican a negociar a nuestras espaldas con esos vecinos, no solo con los palos, la tierra y los bichos, sino que hasta nuestras mujeres negocian, ni hablar que allí tenemos nuestro principal generador de energía, que también negociamos un enchufito con los brasileros mientras nuestros hermanos del norte sufren de apagones constantes.
Lo peor es que al hermanito que de verdad se dedica a cuidar nuestro patio lo dejamos solito y a merced de los vecinos y nuestros “negociantes”, permitiendo que hasta le vendan más caro cuanto necesita (allí se inventó el bachaqueo en tiempos de la IV).
Con esta visión del patio trasero, entonces pregunto:
¿Cómo reclamarle al vecino que nos devuelva lo nuestro?
¿De verdad nuestros vecinos sienten que lo merecemos cuando tenemos abandonado y negociamos el ya ocupado? (Hasta los chinos ya están buscando pedacitos).
¿Si maltratamos a nuestros “salvajes”, que vamos a hacer con los “salvajes” de ese otro patio?
¿A caso no fue primero su casa, su patio, antes de que nos lo apropiáramos?
Y si ese otro patio nos pertenece ¿Cómo es que no hemos hecho carreteras, aeropuertos y colonias con al menos modestos hoteles, que nos acerquen hasta allá a todos?, no digo dentro, pero al menos en su orilla.
¿No deberíamos derribar fronteras, hermanarnos todos, hasta con los vecinos y reconocer nuestros “salvajes” y los suyos, que al fin y al cabo son herencia de nuestros ancestros caribes y arawakos, como los auténticos dueños de ese patio?
Por eso digo: El Esequibo es Arawak, Akawaio, Patamona, Arekuna, Makushi, Wapishana y Wai Wai, lo demás son pretensiones de negocios y poder. De vuelta a la revuelta del Rupununi.
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