Rubén A. Hernández
Con la llamada Operación Libertad y Protección del Pueblo (OLP), se termina de caer la careta anticapitalista y humanista del Gobierno de Nicolás Maduro. El supuesto combate a grupos paramilitares y otros delincuentes, no ha sido más que un pretexto ideal para reprimir brutalmente a los habitantes de las zonas humildes de Venezuela, y asesinar, torturar y desaparecer numerosos ciudadanos, muchos de ellos con ninguna o poca relación con la delincuencia. Represión que tiene como objetivo controlar y amedrentar a los pobres, quienes obviamente han sido los más afectados por el repunte actual del alto costo de la vida, y por otras situaciones negativas en el marco de la crisis económica y del ejercicio gubernamental plenamente subordinado al gran capital local y foráneo, y para colmo salpicado por la corrupción. Saben bien las autoridades “revolucionarias” que la molestia de millones de venezolanos es cada vez mayor, y es una bomba que de estallar afectaría notablemente a las élites política y económica.
En tal contexto se aprecia claramente el papel del Estado burgués, específicamente su carácter de monopolizador de la violencia legítima en beneficio de los intereses de la minoría adinerada. A estas alturas ya el Gobierno “socialista” difícilmente soporta críticas constructivas, y menos va a tolerar protestas, en especial si son llevadas a cabo por personas humildes, terriblemente perjudicadas por lo que ocurre en el país. Por criticar y denunciar fue desaparecido el luchador anticapitalista Alcedo Mora, activista merideño a quien pasaron factura por sacar a la luz la corrupción en PDVSA, y alertar sobre los vínculos nefastos de la “Revolución” con la burguesía y con grupos poderosos de dudosa legalidad.
Es tan feroz la escalada represiva de los cuerpos policiales y militares en Venezuela, que recientemente fueron desalojados centenares de pobladores del eje panamericano (Caracas), quienes incluso sufrieron el robo de dinero y objetos por parte de algunos funcionarios, según el testimonio de lugareños (Ver http://periodicoellibertario.blogspot.com/2015/07/radio-ali-primera-habitantes-de-la.html).
Tras lo mencionado en la referencia anterior, cabe preguntarse, ¿cuál ha sido la posición del Defensor del Pueblo respecto a la OLP, y en general ante la escalada represiva? Aunque cueste creerse este personaje, que defiende no se sabe a qué pueblo, ha dado su total apoyo; bueno en realidad no sorprende, pues el organismo al que pertenece forma parte de la institucionalidad al servicio del Statu Quo capitalista en Venezuela, para el que los delincuentes sólo se hallan entre los pobres.
En realidad no hay que darle muchas vueltas al asunto, y es que el Gobierno dizque revolucionario de Maduro está aplicando una estrategia que en el periodo puntofijista se denominaba Plomo al Hampa, ideal no para combatir a los delincuentes sino para controlar y reprimir a las masas (incluido el famoso procedimiento disparar primero y averiguar después). Si en verdad se quisiera luchar contra la delincuencia común y de élite, se tendría que desmontar el Estado burgués, dada la naturaleza delincuencial del capitalismo. El socialismo primero, y el comunismo luego, son los únicos caminos para forjar al hombre nuevo, solidario, respetuoso, pacífico, humano en toda la extensión de la palabra.
Con la llamada Operación Libertad y Protección del Pueblo (OLP), se termina de caer la careta anticapitalista y humanista del Gobierno de Nicolás Maduro. El supuesto combate a grupos paramilitares y otros delincuentes, no ha sido más que un pretexto ideal para reprimir brutalmente a los habitantes de las zonas humildes de Venezuela, y asesinar, torturar y desaparecer numerosos ciudadanos, muchos de ellos con ninguna o poca relación con la delincuencia. Represión que tiene como objetivo controlar y amedrentar a los pobres, quienes obviamente han sido los más afectados por el repunte actual del alto costo de la vida, y por otras situaciones negativas en el marco de la crisis económica y del ejercicio gubernamental plenamente subordinado al gran capital local y foráneo, y para colmo salpicado por la corrupción. Saben bien las autoridades “revolucionarias” que la molestia de millones de venezolanos es cada vez mayor, y es una bomba que de estallar afectaría notablemente a las élites política y económica.
En tal contexto se aprecia claramente el papel del Estado burgués, específicamente su carácter de monopolizador de la violencia legítima en beneficio de los intereses de la minoría adinerada. A estas alturas ya el Gobierno “socialista” difícilmente soporta críticas constructivas, y menos va a tolerar protestas, en especial si son llevadas a cabo por personas humildes, terriblemente perjudicadas por lo que ocurre en el país. Por criticar y denunciar fue desaparecido el luchador anticapitalista Alcedo Mora, activista merideño a quien pasaron factura por sacar a la luz la corrupción en PDVSA, y alertar sobre los vínculos nefastos de la “Revolución” con la burguesía y con grupos poderosos de dudosa legalidad.
Es tan feroz la escalada represiva de los cuerpos policiales y militares en Venezuela, que recientemente fueron desalojados centenares de pobladores del eje panamericano (Caracas), quienes incluso sufrieron el robo de dinero y objetos por parte de algunos funcionarios, según el testimonio de lugareños (Ver http://periodicoellibertario.blogspot.com/2015/07/radio-ali-primera-habitantes-de-la.html).
Tras lo mencionado en la referencia anterior, cabe preguntarse, ¿cuál ha sido la posición del Defensor del Pueblo respecto a la OLP, y en general ante la escalada represiva? Aunque cueste creerse este personaje, que defiende no se sabe a qué pueblo, ha dado su total apoyo; bueno en realidad no sorprende, pues el organismo al que pertenece forma parte de la institucionalidad al servicio del Statu Quo capitalista en Venezuela, para el que los delincuentes sólo se hallan entre los pobres.
En realidad no hay que darle muchas vueltas al asunto, y es que el Gobierno dizque revolucionario de Maduro está aplicando una estrategia que en el periodo puntofijista se denominaba Plomo al Hampa, ideal no para combatir a los delincuentes sino para controlar y reprimir a las masas (incluido el famoso procedimiento disparar primero y averiguar después). Si en verdad se quisiera luchar contra la delincuencia común y de élite, se tendría que desmontar el Estado burgués, dada la naturaleza delincuencial del capitalismo. El socialismo primero, y el comunismo luego, son los únicos caminos para forjar al hombre nuevo, solidario, respetuoso, pacífico, humano en toda la extensión de la palabra.
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