Verba Volant
El 25 de enero de 2015 el partido socialdemócrata Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) ganó las elecciones generales y al día siguiente formó una coalición gubernamental junto con el partido derechista Griegos Independientes (Anel). Denominador común de ambos partidos era su oposición a los memorandos que durante los últimos cinco años han conducido a una buena parte de la población a la pobreza y la indigencia, y han echado los cimientos del predominio de un neoliberalismo totalitario, quizá sin precedentes en la historia del Estado griego.
Unos días después comenzaron las “negociaciones” entre el gobierno griego y los representantes del Fondo Monetario Internacional, del Banco Central Europeo y de la Unión Europea, o sea la llamada Troika, a la cual el gobierno llamó eufemísticamente “instituciones”, pensando que algo cambiaría si le cambiaba de nombre. Desde el primer momento era claro que los europeos (y en parte el Fondo Monetario Internacional) no tenían la intención de firmar un “acuerdo decente” como lo llamaba torpemente el gobierno, teniendo ilusiones falsas sobre el papel de dichas formaciones y corporaciones capitalistas. Era claro que el neoliberalismo europeo quería humillar y deslegitimar al gobierno socialdemócrata, proponiéndole cada vez más medidas neoliberales.
El 25 de enero de 2015 el partido socialdemócrata Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) ganó las elecciones generales y al día siguiente formó una coalición gubernamental junto con el partido derechista Griegos Independientes (Anel). Denominador común de ambos partidos era su oposición a los memorandos que durante los últimos cinco años han conducido a una buena parte de la población a la pobreza y la indigencia, y han echado los cimientos del predominio de un neoliberalismo totalitario, quizá sin precedentes en la historia del Estado griego.
Unos días después comenzaron las “negociaciones” entre el gobierno griego y los representantes del Fondo Monetario Internacional, del Banco Central Europeo y de la Unión Europea, o sea la llamada Troika, a la cual el gobierno llamó eufemísticamente “instituciones”, pensando que algo cambiaría si le cambiaba de nombre. Desde el primer momento era claro que los europeos (y en parte el Fondo Monetario Internacional) no tenían la intención de firmar un “acuerdo decente” como lo llamaba torpemente el gobierno, teniendo ilusiones falsas sobre el papel de dichas formaciones y corporaciones capitalistas. Era claro que el neoliberalismo europeo quería humillar y deslegitimar al gobierno socialdemócrata, proponiéndole cada vez más medidas neoliberales.
Cada vez que el gobierno proponía algo, los chantajistas europeos exigían más medidas penosas, más privatizaciones, más pobreza para el pueblo griego. Los medios de desinformación masiva se dedicaron a una verdadera orgia de aterrorización, con programas propagandísticos en la tele y la radio literalmente durante las 24 horas del día. No pararon ni siquiera cuando perdieron el referéndum. Era claro que algo importante estaba en juego para sus patrones.
Aquí queremos señalar tres cosas. La primera es que la intención del gobierno ha sido la firma de un acuerdo con medidas que no aliviarían mucho a la clase trabajadora, pero le permitiría que continuara gobernando como un gobierno socialdemócrata en un entorno totalmente neoliberal. Era claro que aparte de esta aspiración ingenua la coalición gubernamental no tenía ningún plan alternativo en caso que le fallara. La segunda es que después de las elecciones, el líder del partido derechista Nueva Democracia no dimitió, esperando obviamente que la Troika acabara con la coalición gubernamental entre socialdemócratas y nacionalistas, para tomar de nuevo el Poder. Por lo menos esto le habrían prometido sus patrones políticos y económicos. La tercera es que los tres partidos neoliberales que apoyaron el “sí” en el referéndum, ante un Grexit se coordinaron y ofrecieron su apoyo al gobierno, declarando que votarían a favor de cualquier acuerdo con las “instituciones”, contrarrestando cualquier pérdida de votos por parte de diputados gubernamentales más radicales.
Hacia finales de junio parecía que las “negociaciones” estaban llegando a un punto muerto. Los acreedores presentaron una propuesta mucho peor que los memorando anteriores. El gobierno estaba atrapado. Por un lado si aceptaba tal propuesta ante los ojos de los votantes se asemejaría o se igualaría a los gobiernos neoliberales anteriores. Por otro lado, si rechazaba la propuesta, las élites europeas no tendrían el menor escrúpulo de echar a Grecia de la eurozona y de la Unión Europea. Lo que sucedería era bien conocido a todos. El Banco Central Europeo estaría constantemente devaluando la nueva moneda griega y la Unión Europea sabotearía los pocos productos que aún produce Grecia, después del expolio del país por las multinacionales, de la eliminación de su agricultura, ganadería e industria, y del aumento desproporcionado intencionado del sector terciario.
Y por supuesto en este caso saldrían perjudicados los verdaderos amos del país: Estados Unidos. Grecia es uno de los mejores clientes de la industria de armas de EE.UU. En este caso Grecia no podría comprar armas, petróleo, e.tc., a las multinacionales de intereses norteamericanos con una moneda constantemente devaluada. Dejamos de lado la suma importancia geopolítica que tiene Grecia para los intereses y planes de EE.UU. en el Mediterráneo Oriental.
El gobierno pues, estando atrapado, echó a la mesa la carta del referéndum, sabiendo que el pueblo votaría en contra de la propuesta europea. Efectivamente, el 5 de julio, con los bancos cerrados, el 61,3% votó en contra de la propuesta europea, en un referéndum en el que el porcentaje de la abstención llegó al 38%. Unos días más tarde el gobierno regresó a la mesa de las “negociaciones” con los chantajistas europeos esperándolo en la esquina. Esta vez los neoliberales recordaron a los socialdemócratas griegos y a sus muletas nacionalistas quien es el verdadero amo en Europa. Propusieron una serie de medidas aún peores que las anteriores, las cuales el gobierno aceptó ante la posibilidad de una salida de la eurozona, con todo lo que esto puede acarrear y conllevar en un entorno neoliberal.
Las nuevas medidas que se votarán en el Parlamento son las más duras que se le imponen al país por el Capital nacional y trasnacional en la historia contemporánea del Estado griego. El neoliberalismo ha dejado claro que no consentirá ningún paréntesis izquierdista-socialdemócrata. Para nosotros la respuesta a las metodizaciones de los de arriba, tanto neoliberales como socialdemócratas, es clara: No a neoliberalismo, no a la socialdemocracia. Sin embargo, este “no” no es suficiente. Los de abajo tienen que auto-organizarse y responder de una manera combativa a la embestida del neoliberalismo. Si no, la esclavización total de la sociedad griega (y no sólo de ella) y la imposición del totalitarismo neoliberal están algo más que ante portas.
[Tomado de http://verba-volant.info/es/el-neoliberalismo-ha-mostrado-sus-dientes-a-los-pueblos-europeos.]
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