Hypomnemata
En junio de 2013, expertos de todos los colores y posiciones se apresuraron a discutir sobre al instauración de una crisis: crisis de representación, crisis económica, crisis política, crisis de las instituciones, etc.
Aturdidos, no sabían muy bien lo que estaba pasando, no estaban seguros de si el temblor fue el efecto del movimiento de las placas tectónicas o sus reacomodos.
Se sintió el temblor, y en la ansiedad de explicarlo o reclamarlo para su predilecta ideología, muchos se procuraron una embriaguez de emergencia, con copas de sensatez.
Algo sucedía allí, pues la frescura de la revuelta bailaba en las calles con danzarines borrachos, sensuales e iracundos.
Un efecto singular de las revueltas y de toda insurgencia: despertar el miedo y propiciar la puesta en escena de la prudencia de gobernantes y directores de conciencias para conseguir que expliquen convincentemente su política.
Cuando estalla una revuelta, orden y contraorden (élites y líderes) se unen en una petición generalizada de calma, en un llamado desesperado por orden.
Aturdidos, no sabían muy bien lo que estaba pasando, no estaban seguros de si el temblor fue el efecto del movimiento de las placas tectónicas o sus reacomodos.
Se sintió el temblor, y en la ansiedad de explicarlo o reclamarlo para su predilecta ideología, muchos se procuraron una embriaguez de emergencia, con copas de sensatez.
Algo sucedía allí, pues la frescura de la revuelta bailaba en las calles con danzarines borrachos, sensuales e iracundos.
Un efecto singular de las revueltas y de toda insurgencia: despertar el miedo y propiciar la puesta en escena de la prudencia de gobernantes y directores de conciencias para conseguir que expliquen convincentemente su política.
Cuando estalla una revuelta, orden y contraorden (élites y líderes) se unen en una petición generalizada de calma, en un llamado desesperado por orden.
También entre los que se rebelan hay los que de inmediato se adhieren a la prudencia, pasando de rebeldes a revolucionarios juramentados, agentes de cierto contraorden que busca la construcción de un nuevo orden idílico. Al verse en la vanguardia, sucumben a la razón, incluso aunque mantengan la íntima convicción de que todo se mueve.
Pero hay los que más allá de la sorpresa o por el horror, afirman aún con riesgo de muerte y con su cuerpo en juego, que el planeta sigue girando.
Son los iracundos, los indisciplinados, los incontrolables, los intemperantes, los insoportables, en fin, una fuerza ingobernable.
Afirman la vida, no por convicción sino porque las cosas vivas se transforman de manera irreversible. La vida cambia, la forma como la encaramos, la existencia de cada uno.
Casi dos años después de junio de 2013, las calles de varias ciudades de Brasil fueron tomadas de nuevo, esta vez por las sobras de "verde amarelo" que dejó la reciente "Copa Recopa", como alertó el gobierno federal.
No hay paralelo.
Junio de 2013 fue un acontecimiento.
Marzo de 2015 fue una marcha en el interior de una alegada crisis.
Expuso los efectos de la restauración: la crisis anunciada por las élites intelectuales bien pagadas por sus patrones empresariales y gubernamentales “reaparece”, ahora, como una explícita demostración del lugar de la derecha en todos los gobiernos. ¡Pero esa derecha quiere mas!
Todo lo que se dice en contra de los partidos, los sindicatos, los parlamentos y las instituciones representativas se notó por primera vez en las elecciones de finales de 2014, y luego en las disputas resentidas entre candidatos oponentes, ganadores y perdedores.
Se sabe de donde vienen los términos izquierda y derecha: del lugar que ocupaban en la Asamblea del Estado francés jacobinos y girondinos.
Además, se sabe que cortar cabezas no es un privilegio de unos u otros, aunque los creadores de "la verdad," por uno u otro bando, se acusan mutuamente de ordenar el genocidio.
Cortar cabezas, prácticar genocidios, condenar al ostracismo, eliminar al otro, todas son prácticas políticas apropiadas para la nación, el pueblo, la raza, la burguesía, la gran masa abúlica y famélica.
Y eso no es lo mismo que decir: todo es igual. Es sólo para verificar la obediencia de los que siguen en disputa ante la misma racionalidad de miedo, esperanza u omisión.
La derecha somnolienta, autodeclarada democrática, que tomó las calles en marzo de 2015 es sala y antesala del fascismo burbujeante de sangre, y estará sedienta de más sangre para garantizar su bienestar cotidiano.
No se trata de disputas partidistas, sino de una manera de hacer e imaginar cierto cálculo sobre la vida regulada de cada ciudad, con los ciudadanos transformados en policías de si mismos y de los otros.
Ambos lados y la misma cosa, la política en el espejo: derecha e izquierda.
Los anarquistas fueron los primeros en notar esto, luego de la experiencia parlamentaria de Proudhon durante la "Primavera de los Pueblos" [1848].
Libertarios, como Max Stirner en la misma década de 1840, indicaron este juego político de abstracciones, utilizadas en la construcción de "verdades" que buscan gobernar y suprimir la singularidad de cada persona.
Las luchas de los siglos XIX y XX giraron en esa disputa estatal entre socialistas y liberales, los primeros igualitaristas y los segundos a favor de la libertad individual. Los eventos a lo largo del siglo XX confirmaron aquel análisis inicial de los libertarios.
Por tanto, el conservadurismo de hoy en las calles y en las redes sociales no es nuevo, tampoco deriva de las jornadas de junio 2013 como causa o distorsión.
Él está inscrito en la historia pasada y reciente de un Brasil sometido a las oligarquías, los dirigentes sindicales que cohabitan con el Estado, a los intelectuales iluminados, a las vanguardias artísticas patrocinadas, a los barones de los "mass media", a las bodas de celebridades, a los pastores pentecostales, los partidos y movimientos sociales mesiánicos, a los "emprendedores"; en fin, a las modulaciones de una élite ampliada con sus poses, distinciones y apellidos, y a la mayor cantidad de mendigos desesperados.
Hoy en día, cuando se anuncia una "nueva derecha" nacionalista, amante de Miami, defensora de la reducción de la edad penal y la pena de muerte, asentada en el dinero de la agroindustria y nostálgica de la dictadura cívico-militar, uno tiene que preguntarse: ¿cuál derecha?, ¿cuál izquierda?
El temor por el crecimiento de esta derecha ha sido el lastre de un gobierno que se dice progresista y de izquierda. Pero la derecha siempre ha estado ahí, incluso al lado del mismo gobierno. Cuando mucho, ese sector reaccionario asume la conducta colonizada de siempre: aparece institucionalizado y comedido copiando a esa extrema derecha europea de Pegida [nueva ultra germana] y similares.
Así como la izquierda, que comparte la misma racionalidad colonizada y se apresura en imitar a la nueva izquierda europea, a su vez irónicamente inspirada en la vieja izquierda latinoamericana; así como los guerrilleros europeos reflejaban tácticas y estrategias de lucha armada de América Latina en la década de 1980; todo muy europeo, ¡todo viejo!
De hecho no es una cuestión de edad, de ser novedoso o antiguo.
Hay cierta forma de hacer e imaginar globalmente, desde finales de 1970, como reacción a los rebeldes de 68, que requiere innovación, creatividad, jovialidad de perfomance, un poquito de ánimo contestatario (¡no mucho!), y la transgresión renovadora ante el orden.
Lo que gobierna las conductas económicas también gobierna la política institucional, y por eso tanta difusión de viejas novedades.
El plato se sirve lleno a los directores de conciencia y a los jóvenes escolarizados e hiperconectados que debaten en torno a la última de todos los tiempos de la semana pasada.
El siglo XX demostró que el igualitarismo anunciado por la izquierda socialista no ha superado el nivel del despotismo, y la libertad individual, defendida por la derecha liberal, es sólo un culto desaforado a la seguridad.
En un momento en que muchos desean orden y seguridad, izquierda y derecha disputan proyectos y proyecciones, saltan como marionetas en torno al centro, y dejan constancia de sus "progresos".
Los rebeldes e insurgentes siguen libres, iguales y diferentes. Se atreven a saber lo que representan y no dudan acerca de a quién atacar. Su presencia desata los pactos de los adversarios complementarios y los une institucionalmente en torno a una frágil seguridad armada y monitoreada.
Los libertarios no son nuevos. Se han endurecido como críticos y enemigos jurados de izquierda y derecha, institucionalizada o no. Siempre han estado allí, listos para entrar en conflicto, como una poderosa minoría que perturba el sueño de los contendientes.
Miran hacia arriba, no para gobernar o elaborar tratados filosóficos. Aprensivos, ven en el espacio exterior, hacia las estrellas vivas, cuyas luces todavía no vemos, a las galaxias, a la oscuridad del universo teñida de claridad, más allá de la Tierra que gira y su ocupación capitalista.
[Fragmento de texto original en portugués publicado por el boletín electrónico Hypomnemata # 175, São Paulo, abril 2015, accesible en http://www.nu-sol.org/hypomnemata/boletim.php?idhypom=209. Traducido al castellano por la Redacción de El Libertario.]
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