Jorge Juárez Li
Este artículo pretende mostrar cómo los jóvenes a través de la música buscan hacer política, y además cómo la música puede generar espacios alternativos en torno a identidades comunes y a compromisos colectivos. Para ello haremos un recorrido histórico desde el nacimiento de la subcultura punk, veremos su relación con la ideología anarquista, su influencia en la movida subte limeña de la década de los 80 y su actual expresión en el movimiento denominado anarcopunk.
Pero ¿por qué hablar del movimiento anarcopunk, y no mejor hablar de temas más relevantes para el país, como los partidos políticos o la gobernabilidad? Considero que mi generación nació en un momento distinto al de nuestros padres, en medio de un cambio de época que merece nuevas preguntas y nuevas alternativas. Ya no podemos ver la realidad con los mismos anteojos que nuestros antecesores, hoy la política y la participación deben reinventarse y estar acordes con los nuevos cambios.
Durante la década de los 80’ los jóvenes en el Perú vivían en un contexto en el cual existían ofertas políticoculturales por parte de partidos, que les brindaban un marco interpretativo para dar lectura a su realidad. Hoy la figura ha cambiado rotundamente y se escucha hablar de las crisis de representatividad e institucionalidad (social y política) en el país, de la indiferencia juvenil hacia participar en política, de los cupos juveniles para regidores, etc. Por ello no podemos esperar que los jóvenes se sigan desenvolviendo políticamente como hace veinte años. En ese sentido, se hace necesario investigaciones que den luces acerca de cómo algunos grupos de jóvenes buscan, a través de la música, el arte, la literatura, hacer política.
El nacimiento del punk
El rock irreverente, contestatario y encarnado en bandas rockeras juveniles, se había convertido en la década de los 70’ en un enorme monstruo mercadotécnico. Además, por la misma época se daba la popularización de la música disco, creando todo ello un ambiente de descontento en una juventud que no se reconocía con el rumbo que había tomado el rock. “Este hecho para Guillot provoca la puesta en marcha de un proyecto artístico conocido como ‘punk’, que busca romper ideológicamente y musicalmente con la escena oficial”(Murrugarra, 2001: 26). Pero además el punk surge en respuesta a un modelo social que excluía a los jóvenes de la clase obrera en Inglaterra; y en clara oposición al fenómeno hippie surgido una década antes. Posteriormente también el punk llegaba a EEUU, poniendo en evidencia la crisis del modelo capitalista[1].
A pesar de la clara oposición entre hippies y punks, Carles Feixa, en su libro “De jóvenes bandas y tribus”, encuentra paralelismos entre ambas subculturas. Por supuesto que el optimismo colorista de los hippies frente al pesimismo oscuro de los punks puede leerse como metáforas de dos épocas distintas: la felicidad de los sesenta frente a la crisis de los setenta (Feixa, 1997).
Es importante tener en cuenta que al interior de la contracultura punk podemos encontrar varias tendencias. Para poder ubicarnos en esa diversidad tomaremos el modelo de Carles Feixa (que también aplica en la contracultura hippie) que plantea dos grandes polos: el polo expresivo y el activista. El primero propugnó el discurso de la autodestrucción, del nihilismo cínico; mientras que el segundo, el polo activista, está conectado con múltiples iniciativas político-culturales (Ibíd.: p. 153).
Entonces, el punk no se mantuvo homogéneo en su interior, sino que devino en heterogeneidad ideológica y además en nuevas formas musicales. La heterogeneidad ideológica punk (mencionada en el párrafo anterior) se debió al acercamiento mutuo entre bandas punk de Londres y organizaciones anarquistas. Con este acercamiento cultural-político, las bandas punk anarquistas se alejaban del polo destructivo nihilista del no-futuro, para acercarse al polo activista de un futuro mejor. Una banda que expresa la fusión del punk y el anarquismo son los Crass surgidos en Inglaterra, que marcan un camino para las futuras bandas anarcopunk[2].
Con el punk vuelven a la luz las consignas anarquistas y la autogestión encontró oyentes en jóvenes que hablaban del hazlo tu mismo. Sin embargo, como dijimos, el punk fue absorbido rápidamente por los medios y las grandes casas discográficas; incluso para muchos críticos de rock y arte, el punk muere en 1977, fecha en que pasó a ser parte del sistema.
España y Latinoamérica
Si bien Inglaterra y EEUU tenían bandas exponentes de la movida punk, fue el punk combativo del país Vasco el que influyó en la realidad latinoamericana y en la movida local, pues ellos eran los únicos del primer mundo que cantaban punk en español. La influencia fue musical y organizativa -propagando la autogestión como medio de organización-, y a la vez se dio a través de las letras de crítica abierta al sistema. Representaba, para algunos críticos, un movimiento musical y contracultural de gran trascendencia.
Según Uzcátegui, el punk latinoamericano tiene su propio matiz dada la realidad socioeconómica y política de nuestros países. Mientras para los ingleses o los estadounidenses el hazlo tu mismo era una opción, aquí representaba la única posibilidad de hacer las cosas. Mientras en el primer mundo las cuatro notas del punk eran romper con una estética musical predominante, en Latinoamérica era la única posibilidad compositiva y de creación artística en un entorno presionado por la supervivencia cotidiana (Uzcátegui, s/f).
Referido a los anarcopunk, los anarquistas opinan que “parecen ser -en América Latina, al menos- una de las principales vertientes a través de las cuales se expresa el reciente despertar anarquista (...) [y] se han transformado en uno de los vectores especialmente fértiles para la circulación y multiplicación de propuestas libertarias. Sus formas comunicativas son heterodoxas y se manifiestan habitualmente como contraseña generacional más que como un lenguaje susceptible de traducirse en forma inmediata a los códigos políticos del momento”[3].
Actualmente la movida anarcopunk es un fenómeno que se expresa a través de colectivos en Latinoamérica y en otras partes del mundo. Existe la Internacional Anarco Punk[4] (IAP) y hasta el momento se han realizado bianualmente cinco encuentros internacionales anarcopunk.
La movida subte en el Perú de los 80
El rock subterráneo surge en el Perú a fines del segundo gobierno de Fernando Belaunde[5], marcando un antes y un después en el desarrollo del rock nacional, pues a partir de ese momento se empieza a componer en castellano, expresando una posición política en las letras, a diferencia de bandas anteriores que cantaban covers en ingles y con letras que no reflejaban el espíritu de la mayoría de jóvenes.
El primer número del fanzine Tarántula (Lima 1994. N. 0) define al rock subterráneo como “la música de compromiso social y político que se desenvuelve al margen de los canales comerciales manteniendo una total autonomía con respecto a sus producciones y una relación estrecha entre la música y el ambiente sociopolítico en el cual el músico interactúa, desarrollándose como una opción a la música comercial (lo “Standard”) y a toda la industria de la cultura en general”[6].
Hay que señalar que nuestro rock estuvo fuertemente influenciado por el movimiento punk, que si bien llegó con algunos años de retraso, encontró en la realidad social peruana un terreno fértil para su desarrollo. “Un gran número de desempleados; gente sin oportunidades de estudios superiores; testigos y víctimas de una recesión económica cada vez peor; inseguridad política; “violencia”; futuro incierto; fue el contexto de la juventud ochentena”(Murrugarra, 2006). En un espacio marcado por las levas y la inseguridad, tener un discurso contra el Estado guardaba relación con Sendero Luminoso; sin embargo, para Cornejo el espacio subte canalizó la frustración y la violencia contenida de muchos jóvenes (Cornejo, 1998: 126). Fue el espacio subte el que permitió elaborar un discurso que no podía ser dicho en la esfera pública, un discurso oculto, emitido al interior de los conciertos y en las maquetas; un discurso que permitió que muchos jóvenes digan lo que creían y lo que les disgustaba sin ver peligrar sus vidas.
Claro, el espacio subte fue golpeado en algunas oportunidades por las fuerzas del orden, que esperaban a los jóvenes a la salida de los conciertos para levarlos. La verdad es que en momentos de crisis, violencia y autoritarismos, los espacios culturales albergan a grupos de personas y crean solidaridades. En un momento donde los espacios institucionalizados parecen no funcionar o son peligrosos, surgen otros espacios menos evidentes pero en ocasiones mucho más efectivos.
Un elemento central en la movida subte es la música que fue capaz de juntar a personas de distintas realidades y gustos en una misma escena. Sin embargo, con el tiempo (a mediados de los 80’) la escena que había permanecido junta se separa por cuestiones musicales, pero también por cuestiones sociales y raciales. En este contexto es que surge una segunda generación de bandas, que tenían como referentes importantes la primera generación subte. Además, esta segunda generación experimentó una multiplicidad de opciones musicales.
De los 90 hasta la actualidad
La década de los 90’ empieza con el gobierno de Fujimori, marcada por ajustes estructurales y un claro autoritarismo. En esta década los circuitos político-culturales se diluyen y, a diferencia de la década anterior, ya no se ofrecen marcos de interpretación, ni espacios de participación. Este contexto de crisis económica y política afectó a la movida subte que parecía desaparecer; sin embargo, entre los años 1993 y 1994, una nueva hornada subte emergió.
Murrugarra califica a los subtes de los 90’ según dos corrientes: los radicales y los moderados (Ibíd: 38). También en el libro “Incendiar la Ciudad”, que nos retrata la movida subte de finales de los 80 y principios de los 90, deja entrever dos posiciones: por un lado, la de aquellos que veían en la movida “una escena de artistas que no copiasen nada de otros países”; y por otro lado, los que veían en la movida un espacio político, ligado a las masas populares.
También a mediados de los 90’ aparecen en escena varias bandas locales que se nombraron a sí mismas “anarcopunk”, y que compartían escenarios con bandas punk rockers y hardcore. Hasta aproximadamente el año 2000 siguieron organizando conciertos juntos y respetando cada uno su posición; sin embargo, las tensiones se hicieron notorias y se produjo una división, momento desde el cual han venido haciendo conciertos y actividades por separado.
Una vez dividido el circuito entre punk y anarcopunk, los segundos continuaron con sus actividades (publicaciones de fanzines, marchas contra las corridas de toros, contra McDonald) y empezaron un trabajo más intenso en la divulgación de su tendencia; ya establecidos en locales permanentes.
Ideológicamente los anarcopunk se definen como anarquistas, antisexistas, antimilitaristas, antiautoritarios, anticapitalistas y antiestatales. Ellos buscan la libertad y anular cualquier jerarquía. Su propuesta de sociedad es una autoorganizada, autogestionada, sin partidos y federada.
Un punto central es que las bandas anarcopunk expresan su ideología política a través de la música. En una declaración que hace “Viruta”, integrante de la banda Generación Perdida, dice: “Consideramos que nuestra vida misma es política... y la banda la hemos hecho más que nada para difundir el mensaje anarcopunk; utilizamos la música para manifestar nuestras ideas” (Chirinos, 2003). La movida no sólo es en el Perú, sino que también existen colectivos en Tacna, como el Colectivo “Jóvenes en Pie de Lucha”; y en Cajamarca, como el Colectivo “Kontracultura Libertaria”.
Al interior de la movida subte existen una serie de criticas a los anarcopunk de Lima hechas por otros actores subterráneos[7]. Las críticas, entre otras cosas, señalan que hay un marcado sectarismo, porque consideran tener la “verdad absoluta; que son hipócritas, pues hablan del no consumo de drogas y alcohol, y a escondidas las usan; y que son politiqueros, razón por la cual han ocasionado que el rock subte pierda su característica musical y de expresión artística; etc.
También existe la autocrítica hecha por la banda anarcopunk mexicana Fallas del Sistema que dice: “a pesar de nuestro discursivo interés en temáticas sociales, el movimiento anarcopunk agota sus energías en el mantenimiento de una escena musical, sí contestataria, sí con parámetros distintos que el negocio musical, pero recurrentemente encerrado en un circulo cerrado de entendidos”[8]. Relacionada a esta idea, está la conclusión parcial a la que se llegó en un conversatorio anarcopunk, donde se habló de la importancia de participar en espacios de debate junto a colectivos políticos y culturales de otras tendencias ideológicas.
Finalmente, queda reflexionar acerca del carácter integrador y movilizador que tiene la música, y cómo a través de ella se puede hablar de distintos temas políticos, culturales, sociales y de la vida cotidiana. Además, la música significa para algunos jóvenes un primer paso para conocer las ideas anarquistas; un segundo paso será participar en conversatorios, conciertos, adquirir libros. Sin embargo, algunos van a quedarse en la esfera musical y a otros, una vez escuchados los discos de bandas anarcopunk, les parecerá que no es música de su agrado y optarán por otro tipo de música. Como diría Rafael Uzcátegui:
“(...) es la música la que genera identidad y cohesión en el conjunto de iniciativas. Como todo, esta preponderancia tiene sus virtudes y limitaciones. Su acierto se refleja en la capacidad de aglutinación de voluntades en los tiempos de la degradación de la política. Los viejos oradores anarcosindicalistas son relevados por la amplificación de canciones sobre una tarima. A falta de organizaciones y libros, muchos jóvenes... iniciaron su búsqueda por el anarquismo seducido por la música de bandas punks” (Uzcátegui, s/f).
Notas:
[1] Resulta interesante mencionar la polémica que existe en torno al país donde nació el punk; para algunos el punk nació en EEUU mientras que para otros nació en Inglaterra.
[2] http://crass77.tripod.com.br/crassrj/id27.html
[3] Los Sediciosos Despertares de la Anarquía. El Mapa del Despertar en América Latina. EN: www.ecn.org/communitas/ca/peru.html
[4] Es una red no lucrativa de comunicación y organización formada por colectivos e individualidades anarcopunk que funciona horizontalmente en forma de asamblea mediante un sistema de comisiones rotativas cada dos años
[5] Alrededor del 83 y el 84.
[6] Cita hecha por Emilio Humberto García Vega en el artículo La Subterraneidad del Rock Nacional. EN: Flecha en el Azul. Nº 14, 2000. p.52
[7] Información obtenida por conversaciones informales y lecturas de fanzines.
[8] www.nodo50.org/ellibertario
Este artículo pretende mostrar cómo los jóvenes a través de la música buscan hacer política, y además cómo la música puede generar espacios alternativos en torno a identidades comunes y a compromisos colectivos. Para ello haremos un recorrido histórico desde el nacimiento de la subcultura punk, veremos su relación con la ideología anarquista, su influencia en la movida subte limeña de la década de los 80 y su actual expresión en el movimiento denominado anarcopunk.
Pero ¿por qué hablar del movimiento anarcopunk, y no mejor hablar de temas más relevantes para el país, como los partidos políticos o la gobernabilidad? Considero que mi generación nació en un momento distinto al de nuestros padres, en medio de un cambio de época que merece nuevas preguntas y nuevas alternativas. Ya no podemos ver la realidad con los mismos anteojos que nuestros antecesores, hoy la política y la participación deben reinventarse y estar acordes con los nuevos cambios.
Durante la década de los 80’ los jóvenes en el Perú vivían en un contexto en el cual existían ofertas políticoculturales por parte de partidos, que les brindaban un marco interpretativo para dar lectura a su realidad. Hoy la figura ha cambiado rotundamente y se escucha hablar de las crisis de representatividad e institucionalidad (social y política) en el país, de la indiferencia juvenil hacia participar en política, de los cupos juveniles para regidores, etc. Por ello no podemos esperar que los jóvenes se sigan desenvolviendo políticamente como hace veinte años. En ese sentido, se hace necesario investigaciones que den luces acerca de cómo algunos grupos de jóvenes buscan, a través de la música, el arte, la literatura, hacer política.
El nacimiento del punk
El rock irreverente, contestatario y encarnado en bandas rockeras juveniles, se había convertido en la década de los 70’ en un enorme monstruo mercadotécnico. Además, por la misma época se daba la popularización de la música disco, creando todo ello un ambiente de descontento en una juventud que no se reconocía con el rumbo que había tomado el rock. “Este hecho para Guillot provoca la puesta en marcha de un proyecto artístico conocido como ‘punk’, que busca romper ideológicamente y musicalmente con la escena oficial”(Murrugarra, 2001: 26). Pero además el punk surge en respuesta a un modelo social que excluía a los jóvenes de la clase obrera en Inglaterra; y en clara oposición al fenómeno hippie surgido una década antes. Posteriormente también el punk llegaba a EEUU, poniendo en evidencia la crisis del modelo capitalista[1].
A pesar de la clara oposición entre hippies y punks, Carles Feixa, en su libro “De jóvenes bandas y tribus”, encuentra paralelismos entre ambas subculturas. Por supuesto que el optimismo colorista de los hippies frente al pesimismo oscuro de los punks puede leerse como metáforas de dos épocas distintas: la felicidad de los sesenta frente a la crisis de los setenta (Feixa, 1997).
Es importante tener en cuenta que al interior de la contracultura punk podemos encontrar varias tendencias. Para poder ubicarnos en esa diversidad tomaremos el modelo de Carles Feixa (que también aplica en la contracultura hippie) que plantea dos grandes polos: el polo expresivo y el activista. El primero propugnó el discurso de la autodestrucción, del nihilismo cínico; mientras que el segundo, el polo activista, está conectado con múltiples iniciativas político-culturales (Ibíd.: p. 153).
Entonces, el punk no se mantuvo homogéneo en su interior, sino que devino en heterogeneidad ideológica y además en nuevas formas musicales. La heterogeneidad ideológica punk (mencionada en el párrafo anterior) se debió al acercamiento mutuo entre bandas punk de Londres y organizaciones anarquistas. Con este acercamiento cultural-político, las bandas punk anarquistas se alejaban del polo destructivo nihilista del no-futuro, para acercarse al polo activista de un futuro mejor. Una banda que expresa la fusión del punk y el anarquismo son los Crass surgidos en Inglaterra, que marcan un camino para las futuras bandas anarcopunk[2].
Con el punk vuelven a la luz las consignas anarquistas y la autogestión encontró oyentes en jóvenes que hablaban del hazlo tu mismo. Sin embargo, como dijimos, el punk fue absorbido rápidamente por los medios y las grandes casas discográficas; incluso para muchos críticos de rock y arte, el punk muere en 1977, fecha en que pasó a ser parte del sistema.
España y Latinoamérica
Si bien Inglaterra y EEUU tenían bandas exponentes de la movida punk, fue el punk combativo del país Vasco el que influyó en la realidad latinoamericana y en la movida local, pues ellos eran los únicos del primer mundo que cantaban punk en español. La influencia fue musical y organizativa -propagando la autogestión como medio de organización-, y a la vez se dio a través de las letras de crítica abierta al sistema. Representaba, para algunos críticos, un movimiento musical y contracultural de gran trascendencia.
Según Uzcátegui, el punk latinoamericano tiene su propio matiz dada la realidad socioeconómica y política de nuestros países. Mientras para los ingleses o los estadounidenses el hazlo tu mismo era una opción, aquí representaba la única posibilidad de hacer las cosas. Mientras en el primer mundo las cuatro notas del punk eran romper con una estética musical predominante, en Latinoamérica era la única posibilidad compositiva y de creación artística en un entorno presionado por la supervivencia cotidiana (Uzcátegui, s/f).
Referido a los anarcopunk, los anarquistas opinan que “parecen ser -en América Latina, al menos- una de las principales vertientes a través de las cuales se expresa el reciente despertar anarquista (...) [y] se han transformado en uno de los vectores especialmente fértiles para la circulación y multiplicación de propuestas libertarias. Sus formas comunicativas son heterodoxas y se manifiestan habitualmente como contraseña generacional más que como un lenguaje susceptible de traducirse en forma inmediata a los códigos políticos del momento”[3].
Actualmente la movida anarcopunk es un fenómeno que se expresa a través de colectivos en Latinoamérica y en otras partes del mundo. Existe la Internacional Anarco Punk[4] (IAP) y hasta el momento se han realizado bianualmente cinco encuentros internacionales anarcopunk.
La movida subte en el Perú de los 80
El rock subterráneo surge en el Perú a fines del segundo gobierno de Fernando Belaunde[5], marcando un antes y un después en el desarrollo del rock nacional, pues a partir de ese momento se empieza a componer en castellano, expresando una posición política en las letras, a diferencia de bandas anteriores que cantaban covers en ingles y con letras que no reflejaban el espíritu de la mayoría de jóvenes.
El primer número del fanzine Tarántula (Lima 1994. N. 0) define al rock subterráneo como “la música de compromiso social y político que se desenvuelve al margen de los canales comerciales manteniendo una total autonomía con respecto a sus producciones y una relación estrecha entre la música y el ambiente sociopolítico en el cual el músico interactúa, desarrollándose como una opción a la música comercial (lo “Standard”) y a toda la industria de la cultura en general”[6].
Hay que señalar que nuestro rock estuvo fuertemente influenciado por el movimiento punk, que si bien llegó con algunos años de retraso, encontró en la realidad social peruana un terreno fértil para su desarrollo. “Un gran número de desempleados; gente sin oportunidades de estudios superiores; testigos y víctimas de una recesión económica cada vez peor; inseguridad política; “violencia”; futuro incierto; fue el contexto de la juventud ochentena”(Murrugarra, 2006). En un espacio marcado por las levas y la inseguridad, tener un discurso contra el Estado guardaba relación con Sendero Luminoso; sin embargo, para Cornejo el espacio subte canalizó la frustración y la violencia contenida de muchos jóvenes (Cornejo, 1998: 126). Fue el espacio subte el que permitió elaborar un discurso que no podía ser dicho en la esfera pública, un discurso oculto, emitido al interior de los conciertos y en las maquetas; un discurso que permitió que muchos jóvenes digan lo que creían y lo que les disgustaba sin ver peligrar sus vidas.
Claro, el espacio subte fue golpeado en algunas oportunidades por las fuerzas del orden, que esperaban a los jóvenes a la salida de los conciertos para levarlos. La verdad es que en momentos de crisis, violencia y autoritarismos, los espacios culturales albergan a grupos de personas y crean solidaridades. En un momento donde los espacios institucionalizados parecen no funcionar o son peligrosos, surgen otros espacios menos evidentes pero en ocasiones mucho más efectivos.
Un elemento central en la movida subte es la música que fue capaz de juntar a personas de distintas realidades y gustos en una misma escena. Sin embargo, con el tiempo (a mediados de los 80’) la escena que había permanecido junta se separa por cuestiones musicales, pero también por cuestiones sociales y raciales. En este contexto es que surge una segunda generación de bandas, que tenían como referentes importantes la primera generación subte. Además, esta segunda generación experimentó una multiplicidad de opciones musicales.
De los 90 hasta la actualidad
La década de los 90’ empieza con el gobierno de Fujimori, marcada por ajustes estructurales y un claro autoritarismo. En esta década los circuitos político-culturales se diluyen y, a diferencia de la década anterior, ya no se ofrecen marcos de interpretación, ni espacios de participación. Este contexto de crisis económica y política afectó a la movida subte que parecía desaparecer; sin embargo, entre los años 1993 y 1994, una nueva hornada subte emergió.
Murrugarra califica a los subtes de los 90’ según dos corrientes: los radicales y los moderados (Ibíd: 38). También en el libro “Incendiar la Ciudad”, que nos retrata la movida subte de finales de los 80 y principios de los 90, deja entrever dos posiciones: por un lado, la de aquellos que veían en la movida “una escena de artistas que no copiasen nada de otros países”; y por otro lado, los que veían en la movida un espacio político, ligado a las masas populares.
También a mediados de los 90’ aparecen en escena varias bandas locales que se nombraron a sí mismas “anarcopunk”, y que compartían escenarios con bandas punk rockers y hardcore. Hasta aproximadamente el año 2000 siguieron organizando conciertos juntos y respetando cada uno su posición; sin embargo, las tensiones se hicieron notorias y se produjo una división, momento desde el cual han venido haciendo conciertos y actividades por separado.
Una vez dividido el circuito entre punk y anarcopunk, los segundos continuaron con sus actividades (publicaciones de fanzines, marchas contra las corridas de toros, contra McDonald) y empezaron un trabajo más intenso en la divulgación de su tendencia; ya establecidos en locales permanentes.
Ideológicamente los anarcopunk se definen como anarquistas, antisexistas, antimilitaristas, antiautoritarios, anticapitalistas y antiestatales. Ellos buscan la libertad y anular cualquier jerarquía. Su propuesta de sociedad es una autoorganizada, autogestionada, sin partidos y federada.
Un punto central es que las bandas anarcopunk expresan su ideología política a través de la música. En una declaración que hace “Viruta”, integrante de la banda Generación Perdida, dice: “Consideramos que nuestra vida misma es política... y la banda la hemos hecho más que nada para difundir el mensaje anarcopunk; utilizamos la música para manifestar nuestras ideas” (Chirinos, 2003). La movida no sólo es en el Perú, sino que también existen colectivos en Tacna, como el Colectivo “Jóvenes en Pie de Lucha”; y en Cajamarca, como el Colectivo “Kontracultura Libertaria”.
Al interior de la movida subte existen una serie de criticas a los anarcopunk de Lima hechas por otros actores subterráneos[7]. Las críticas, entre otras cosas, señalan que hay un marcado sectarismo, porque consideran tener la “verdad absoluta; que son hipócritas, pues hablan del no consumo de drogas y alcohol, y a escondidas las usan; y que son politiqueros, razón por la cual han ocasionado que el rock subte pierda su característica musical y de expresión artística; etc.
También existe la autocrítica hecha por la banda anarcopunk mexicana Fallas del Sistema que dice: “a pesar de nuestro discursivo interés en temáticas sociales, el movimiento anarcopunk agota sus energías en el mantenimiento de una escena musical, sí contestataria, sí con parámetros distintos que el negocio musical, pero recurrentemente encerrado en un circulo cerrado de entendidos”[8]. Relacionada a esta idea, está la conclusión parcial a la que se llegó en un conversatorio anarcopunk, donde se habló de la importancia de participar en espacios de debate junto a colectivos políticos y culturales de otras tendencias ideológicas.
Finalmente, queda reflexionar acerca del carácter integrador y movilizador que tiene la música, y cómo a través de ella se puede hablar de distintos temas políticos, culturales, sociales y de la vida cotidiana. Además, la música significa para algunos jóvenes un primer paso para conocer las ideas anarquistas; un segundo paso será participar en conversatorios, conciertos, adquirir libros. Sin embargo, algunos van a quedarse en la esfera musical y a otros, una vez escuchados los discos de bandas anarcopunk, les parecerá que no es música de su agrado y optarán por otro tipo de música. Como diría Rafael Uzcátegui:
“(...) es la música la que genera identidad y cohesión en el conjunto de iniciativas. Como todo, esta preponderancia tiene sus virtudes y limitaciones. Su acierto se refleja en la capacidad de aglutinación de voluntades en los tiempos de la degradación de la política. Los viejos oradores anarcosindicalistas son relevados por la amplificación de canciones sobre una tarima. A falta de organizaciones y libros, muchos jóvenes... iniciaron su búsqueda por el anarquismo seducido por la música de bandas punks” (Uzcátegui, s/f).
Notas:
[1] Resulta interesante mencionar la polémica que existe en torno al país donde nació el punk; para algunos el punk nació en EEUU mientras que para otros nació en Inglaterra.
[2] http://crass77.tripod.com.br/crassrj/id27.html
[3] Los Sediciosos Despertares de la Anarquía. El Mapa del Despertar en América Latina. EN: www.ecn.org/communitas/ca/peru.html
[4] Es una red no lucrativa de comunicación y organización formada por colectivos e individualidades anarcopunk que funciona horizontalmente en forma de asamblea mediante un sistema de comisiones rotativas cada dos años
[5] Alrededor del 83 y el 84.
[6] Cita hecha por Emilio Humberto García Vega en el artículo La Subterraneidad del Rock Nacional. EN: Flecha en el Azul. Nº 14, 2000. p.52
[7] Información obtenida por conversaciones informales y lecturas de fanzines.
[8] www.nodo50.org/ellibertario
Bibliografía::
° Libros
- CORNEJO, Pedro. Alta Tensión. Los cortocircuitos del rock peruano. Emedece ediciones. Junio de 2002.
- CORNEJO, Pedro. Rock Subterráneo. El sonido y la furia. Violencia y catarsis en una de las manifestaciones más importantes de nuestro medio. EN ¿Nacidos para ser salvajes? Identidad y violencia juvenil en los 90. 1998. Editores. Maruja Martínez / Federico Tong.
- COSTA, Pere-Oriol, PÉREZ TORNERO, José Manuel y TROPEA, Fabio. Tribus Urbanas. El ansia de identidad juvenil: entre el culto a la imagen y la autoafirmación a través de la violencia. PAIDÓS. España. 1996.
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- DURAND, Julio. Incendiar la Ciudad. Lima. Edición artesanal producida por el propio autor. 2002
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- GARCÍA VEGA, Emilio. La Subterraneidad del Rock Nacional. EN: Flecha en el Azul. Nº 14, 2000.
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- MALCA, Oscar (Sigfrido Letal) ¿Quién teme a los rockeros subterráneos? EN: Revista El Zorro de Abajo. N° 5 Lima 1986
- LARREA, Enrique. Rock: el público no tiene la culpa. En: Revista El Zorro de Abajo. N° 5 Lima 1986
° Tesis
MURRUGARRA, Juan Carlos. La estética de lo precario: aproximación al panorama rockero “subte” de finales de los 90 en Lima. Tesis (Lic.) Septiembre 2001
° Fanzines
- Buscando un Camino. Publicación Anarcopunk. #11 (Diciembre2002) Lima- Perú
- Buscando un Camino. Publicación Anarcopunk. #12 (Septiembre 2004) Lima- Perú
- Buscando un Camino. Publicación Anarcopunk. #14 (Octubre 2004) Lima- Perú
° Internet
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- http://www.punksunidos.com.ar (Octubre 2004)
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- http://www.geocities.com/colmena01/index3.html (Octubre 2004)
° Conferencia
- Tercer Encuentro de Investigadores en Cultura “Alberto Flores Galindo”. PUCP. TEMPO. 10 y 11 de Junio del 2004.
[Tomado de http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/lacolmena/article/download/9247/9662.]
° Libros
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° Tesis
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° Fanzines
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° Internet
- Los Sediciosos Despertares de la Anarquía. El Mapa del Despertar en América Latina. EN: www.ecn.org/communitas/ca/peru.html
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- http://www.punksunidos.com.ar (Octubre 2004)
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- http://crass77.tripod.com.br/crassrj/id27.html (Octubre 2004)
- http://www.geocities.com/colmena01/index3.html (Octubre 2004)
° Conferencia
- Tercer Encuentro de Investigadores en Cultura “Alberto Flores Galindo”. PUCP. TEMPO. 10 y 11 de Junio del 2004.
[Tomado de http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/lacolmena/article/download/9247/9662.]
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