Miguel Villar
En
el movimiento estudiantil creemos saber quiénes somos y qué queremos: “¡somos
estudiantes y queremos libertad!”; pero ¿de qué tipo de libertad hablamos?,
¿acaso la libertad a la que nos referimos consiste en la reproducción del
sistema seudodemocrático y capitalista, el cual es responsable de nuestra
crisis actual? En el contexto crítico en el que encontramos a Venezuela, es
necesario que los distintos grupos que conforman el movimiento estudiantil
reformulen su divisa y se pregunten ¿qué somos? y ¿hacia dónde vamos? Es
imprescindible precisar el sentido de la existencia del movimiento estudiantil
con la finalidad de definir una propuesta común para la construcción del
futuro. Con este fin, es necesario estudiar y comprender la crisis que
atraviesa Venezuela para sacar provecho de ella, en el sentido de proponer
valores que dignifican a la humanidad, y destruir los falsos valores que
generan opresión y malestar en la sociedad.
Una
de las virtudes que constituye la esencia del movimiento estudiantil es la
auto-organización de ese porcentaje de estudiantes que luchan hombro a hombro,
solidariamente, para formar un futuro mejor para el país, pues cada estudiante
reconoce al otro como un prójimo, como un igual, como un hermano, cuya amistad
es indispensable para llevar a cabo su empresa; y justamente esos valores de
respeto y solidaridad que unen a estos estudiantes son los que le dan sentido a
la existencia de un movimiento estudiantil autónomo y beligerante. Por otro
lado, existen estudiantes que defienden una postura seudodemocrática, basada en
una visión capitalista de la sociedad que tiene como finalidad la explotación
del hombre por el hombre, por lo cual perciben a las personas que los rodean
como material humano disponible para ser utilizado como un medio a fin de
realizar sus proyectos individuales. En definitiva esta concepción de
dominación debemos destruirla, y preservar los valores que dignifican y hacen
libre al ser humano. anarquismo
Es
necesario que se genere una conciencia crítica sobre el sentido del movimiento
estudiantil, y se provoque un debate sobre los valores fundamentales que mueven
las acciones de calle, y sobre la totalidad de su praxis política. El
movimiento estudiantil que se funda en la solidaridad y el respeto entre los
seres humanos como iguales, debe desmarcarse claramente de ese sector de
estudiantes que propugna un modelo político de explotación y que está de
acuerdo con establecer jerarquías irracionales de dominación, pues a la larga
ese modelo diluirá todo tipo de movimientos autónomos y auto-organizados. En
este sentido, es necesaria la solidaridad solo con los solidarios, de otro
modo, sería una contradicción respaldar a dirigentes como María Corina Machado,
Leopoldo López, Capriles Radonski, Diosdado Cabello o Nicolás Maduro, quienes
poseen antivalores como el egoísmo, el sectarismo, el interés propio, el
racismo, la discriminación, el odio y la confrontación. En conclusión, ser
solidarios y ayudar a gente que comparta esos antivalores sería contradictorio;
ser solidarios con empresarios, políticos, o miembros de cualquier organismo de
represión no es solidaridad, eso es servidumbre.
[Publicado originalmente en El Libertario # 74, octubre 2014.]
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