J.R. López Padrino
El modelo económico implantado a raíz de la llegada al poder del socialfascismo bolivariano en el año 1998 ha sido un capitalismo de Estado explotador y militarizado. Al margen de los malabarismos ideológicos del oficialismo y del falso guión retórico de sus defensores tarifados en el exterior, el socialfascismo bolivariano representa la continuidad del proyecto de dominación del pasado al compas de un taconeo facho-militar. Modelo económico que ha resultado un total fracaso, a pesar de que el régimen afirme lo contrario a través de su maquinaria propagandística.
El modelo económico implantado a raíz de la llegada al poder del socialfascismo bolivariano en el año 1998 ha sido un capitalismo de Estado explotador y militarizado. Al margen de los malabarismos ideológicos del oficialismo y del falso guión retórico de sus defensores tarifados en el exterior, el socialfascismo bolivariano representa la continuidad del proyecto de dominación del pasado al compas de un taconeo facho-militar. Modelo económico que ha resultado un total fracaso, a pesar de que el régimen afirme lo contrario a través de su maquinaria propagandística.
Descalabro económico que la dupla incapaz de Maduro y Cabello ha pretendido explicar aludiendo a una supuesta “guerra económica” por parte de los empresarios y del Impero. Nada más alejado de la realidad. La guerra económica solo ha existido en las fantasías de los anencefálicos (sin cerebro) del régimen. Un somero análisis del desempeño de nuestra economía en los últimos años es más que suficiente para entender la génesis del problema. Además, resulta paradójico que el oficialismo siga acusando al imperio de sus males, cuando es precisamente el gobierno de Washington el gran financista de la revolución bonita a través de la factura petrolera y le proporciona en gran medida los insumos alimentarios, médicos, industriales, etc., que el régimen importa producto de su fracaso económico.
La incapacidad del régimen y su capitalismo militarizado se evidencian en i) una inflación devastadora, la cual se elevó al 23% en los primeros cinco meses del año y disparó la inflación acumulada de mayo 2013 a mayo 2014, a 60,9%; la más alta de América y una de las mayores del mundo. Vale acotar que entre 1999 y el 2013, la inflación acumulada es superior al 2.300%. ii) un endeudamiento atroz y desenfrenado. A pesar de la bonanza petrolera la deuda pública escaló a alrededor de $200 millardos, y el pago de intereses y capital consume más del 20% del presupuesto del 2014, una cifra mucho mayor a las destinadas a salud y educación sumadas; iii) una escasez asfixiante de bienes de primera necesidad incluyendo alimentos, medicinas, repuestos, insumos industriales, entre otros cuyo índice se ubicó según el BCV en 29,4% en marzo 2014; iv) un incremento significativo en el número de hogares pobres y de hogares en pobreza extrema.
Además, habría que señalar un espasmódico y raquítico crecimiento del producto interno bruto (PIB) el cual posiblemente sea de 1-1,3% para finales del 2014, lo cual sitúa a nuestra economía como una de las peores del continente. Economía que además padece el impacto negativo de las sistemáticas devaluaciones de la moneda nacional, siendo la más reciente (SICAD II) equivalente al 693%. Vale recordar que entre los años 1999 y 2013 la depreciación del Bolívar ha sido superior al 2.000%, ello acompañado de una disminución alarmante de las reservas internacionales cercana al 31% al cierre del 2013. Asimismo, tenemos una tasa de desempleo real cercana al 14%, que contrasta con el 9% que reporta el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). El INE en su afán por maquillar las cifras considera a los beneficiarios de las misiones como trabajadores formales. Cifras que se hacen aún más dramáticas si tomamos en consideración que una buena parte de los trabajadores que disfrutan de un empleo estable lo hacen bajo condiciones precarias (sin estabilidad laboral, prestaciones sociales y seguros médicos), ello aunado a una informalidad laboral (buhoneros) que alcanza la cifra del 43% de la fuerza activa de trabajo. Igualmente, habría que mencionar que se ha profundizado nuestra economía rentista petrolera. Así en 1999, las exportaciones petroleras representaban el equivalente al 68%, mientras que ellas alcanzaron el 96% a finales del 2013. Es decir de cada $100 que entran al país $96 ingresan por concepto del negocio petrolero. Cabe añadir que en este mismo período las importaciones anuales crecieron en un 236%, pasando de $16,7 millardos a $39,4 millardos.
El régimen en su desespero por camuflar su fracaso y la descomposición moral que hace metástasis en sus entrañas recurre a un discurso maniqueo (buenos y malos, patriotas y antipatriotas), lleno de fantasías (supuestos magnicidios), con rasgos epopéyicos (victorias antiimperialistas inexistentes) para aglutinar sus desmoralizadas fuerzas y contener la desbanda de sus seguidores. Igualmente, acentúa la criminalización y la judicialización de la protesta social a fin de aplastar a los sectores inconformes y críticos del país.
Dado que el descalabro político y social del país ya pisa los talones del caos y la ingobernabilidad y la crisis económica se ha tornado inmanejable, la dupla Maduro-Cabello ha decidido recurrir a las tan criticadas recetas fondomonetaristas. Han resuelto aplicar un paquete de ajustes de corte neoliberal que contempla aumentos del transporte (40%) y los servicios públicos (30%), diminución de la inversión social (22%), pero además están anunciando un incremento del impuesto al valor agregado (IVA) y vienen realizando una campaña para aumentar el precio de la gasolina. Además, la dupla perversa continúa entregando nuestras riquezas no renovables al capital transnacional mediante las engañosas y leoninas “empresas mixtas”, han institucionalizado la tercerización laboral en las empresas del Estado.
Los venezolanos nos preguntamos ¿Hasta dónde llegará la destrucción de nuestro país? Obviamente nadie lo sabe ¿Ya tocamos fondo? No parece, aunque muchos lo duden. Sin embargo, de algo que si estamos convencidos es que la barbarie bolivariana seguirá desgobernando al país en la medida que la oposición siga siendo incapaz de capitalizar el descontento popular existente, en especial en los sectores de base del chavismo, que permita acumular las suficientes fuerzas sociales para construir una mayoría política contundente. Ante los gobiernos sin talante democrático como el presidido por Maduro, no basta ser mayoría, hay que serlo en forma abrumadora.
El país lamentablemente esta en manos de una sarta de milicos y civiles corruptos e incapaces, predicadores de la mentira y del odio. Son los mismos que en nombre del socialismo han llevado al país al desastre y al colapso económico, social, ético y político.
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