David Padilla
Los ritmos venezolanos suenan bajo el control de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel). Si anteriormente fue la gaita, la vigilancia sobre las letras de las canciones se extiende al reggaeton. ¿Es necesario un control estatal para la protección de la audiencia?
El reggaeton será revisado por las autoridades venezolanas para evitar que afecte “al desarrollo de los niños y adolescentes”. El control de las letras permitirá determinar si es apto para todos los públicos o deben ser transmitidas en un horario restringido. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela pidió en mayo de 2014 a la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) que revise las letras de todas las canciones de reggaeton, con el objetivo de evitar que atente contra el desarrollo de los niños y adolescentes. "Corresponde a Conatel, (...) determinar si la letra de las canciones es de contenido apto para todo usuario o deben ser transmitidas en un horario restringido", indica el dictamen.
Quizás el punto disonante en toda esta melodía es el hecho de que este tipo de música no sea el único que esté bajo la lupa del organismo. Justamente por sus contenidos, la salsa, el tradicional joropo y, sobre todo la gaita, pueden también caer bajo el control del Estado que últimamente es señalado por ejercer censura sobre la radio y la TV. El género que nació en el occidente del país, en el estado Zulia, siempre ha incluido cantos al amor y a figuras religiosas pero también ha estado dedicado a la denuncia y al escenario político.
Según la periodista y promotora cultural Moraima Gutiérrez, pese a que la normativa no especifica, el simple anuncio de la supervisión del reggaeton afecta la cadena de producción de contenidos, desde el aspecto creativo hasta la difusión. “El compositor se autocensura. Deja de desarrollar ideas relacionadas con el aspecto contestatario, de reclamo, de protesta, ya que el jefe de producción o el director de una radio no va a arriesgarse a incluir su composición en la parrilla de programación por temor a ser sancionado o recibir llamados de atención por parte de Conatel”, dice. Menciona como caso una gaita que dejó de difundirse durante uno de los tres mandatos del entonces presidente Hugo Chávez Frías y cuyo título se relacionaba con el nombre de su famoso programa, Aló Presidente.
Los ritmos venezolanos suenan bajo el control de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel). Si anteriormente fue la gaita, la vigilancia sobre las letras de las canciones se extiende al reggaeton. ¿Es necesario un control estatal para la protección de la audiencia?
El reggaeton será revisado por las autoridades venezolanas para evitar que afecte “al desarrollo de los niños y adolescentes”. El control de las letras permitirá determinar si es apto para todos los públicos o deben ser transmitidas en un horario restringido. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela pidió en mayo de 2014 a la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) que revise las letras de todas las canciones de reggaeton, con el objetivo de evitar que atente contra el desarrollo de los niños y adolescentes. "Corresponde a Conatel, (...) determinar si la letra de las canciones es de contenido apto para todo usuario o deben ser transmitidas en un horario restringido", indica el dictamen.
Quizás el punto disonante en toda esta melodía es el hecho de que este tipo de música no sea el único que esté bajo la lupa del organismo. Justamente por sus contenidos, la salsa, el tradicional joropo y, sobre todo la gaita, pueden también caer bajo el control del Estado que últimamente es señalado por ejercer censura sobre la radio y la TV. El género que nació en el occidente del país, en el estado Zulia, siempre ha incluido cantos al amor y a figuras religiosas pero también ha estado dedicado a la denuncia y al escenario político.
Según la periodista y promotora cultural Moraima Gutiérrez, pese a que la normativa no especifica, el simple anuncio de la supervisión del reggaeton afecta la cadena de producción de contenidos, desde el aspecto creativo hasta la difusión. “El compositor se autocensura. Deja de desarrollar ideas relacionadas con el aspecto contestatario, de reclamo, de protesta, ya que el jefe de producción o el director de una radio no va a arriesgarse a incluir su composición en la parrilla de programación por temor a ser sancionado o recibir llamados de atención por parte de Conatel”, dice. Menciona como caso una gaita que dejó de difundirse durante uno de los tres mandatos del entonces presidente Hugo Chávez Frías y cuyo título se relacionaba con el nombre de su famoso programa, Aló Presidente.
“Solo soy un mensajero”
De acuerdo a Moraima Gutiérrez, la única gaita protesta que se sigue difundiendo es La Grey Zuliana, composición del llamado “Monumental de la gaita” de Ricardo Aguirre. “Madre mía si el gobierno no ayuda al pueblo zuliano, tendréis que meter la mano y mandarlo pa'l infierno”, versa la canción. “Originalmente surgió como un canto devocional a la Virgen del Chiquinquirá pero en su letra hace un reclamo a los gobernantes sobre las condiciones en las que se encontraban algunos sectores del Estado (…) Hoy por hoy se considera el segundo himno de los gaiteros y el segundo himno del Zulia”, comenta. Es la única gaita de protesta que, independiente de quien esté gobernando, se sigue difundiendo a través de todos los medios de comunicación de corte audiovisual. No todas tienen el mismo destino.
Las letras de “Aló Presidente” tuvieron una fuerte repercusión mediática. Según Gutiérrez fue poco el tiempo que estuvo al aire tanto en radio como televisión. “Qué quiere hacer con nosotros respóndanos Presidente. Todos estamos calientes, nos está volviendo locos. ¡Ay Dios que calamidad, el país no vale medio! Peor ha sido el remedio que la misma enfermedad. Aló, Aló, Aló Presidente Aló”, denuncia la gaita.
El cantautor de estas letras, Abdénago “Neguito” Borjas, redactó hace más de veinte años la también polémica canción dedicada al presidente Rafael Caldera. En el tema se escucha: “Escuche Doctor Caldera, lo que queremos decir. Así no se puede vivir, con esta amargura, con hambre y tantos problemas, no acabe con Venezuela, le está gritando el país (…) El pueblo es quien le está hablando. Muy dolido y preguntado hasta cuándo es su condena. Solo soy un mensajero que recoge sufrimiento, la rabia, angustia y lamento de la tierra que queremos”.
“Ya lo que tengo que decirle al gobierno se lo dije”, comenta Borjas al preguntársele si volvería a escribir una gaita protesta para el tercer presidente que tiene Venezuela desde que él creara la primera composición. Lo peor, a su juicio, es que podría cambiarle el título al tema o al mandatario y los problemas serían los mismos. “Recordemos la inflación de aquellos años superaba el 80% y hasta llegó a superar la barrera del 100%. Buena gaita protesta de la época”, comenta un usuario en Internet al comparar el tema con la situación inflacionaria actual.
Reggaeton, la nueva canción protesta
Son casi las seis de la tarde en un cafetín de un instituto de inglés en el estado Zulia. Marisel, de 21 años, escucha reggaeton con tanto volumen que aún con audífonos se puede apreciar el estruendo en el espacio con poca afluencia de gente. “No me gusta, es muy aburrido”, responde de manera seca al preguntársele por qué prefiere el reggaeton a la gaita. Señala que su papá sí lo escucha y de hecho, varias veces ha tenido que “calársela” porque lo ha puesto en el carro justo antes de llevarla a clases.
“El problema es la transculturización. Con el reggaeton vienen los valores que no pertenecen a nosotros”, comenta Neguito Borjas. Él está de acuerdo con una revisión de letras de este género por el Conatel, si se cumple lo que promete la intencionalidad de la normativa del TSJ: catalogar por horarios las que inciten a malos hábitos, sean vulgares o usen el sexo de forma peyorativa.
Marisel dice que no le importaría una hipotética restricción porque igual “la radio y la televisión siempre están encadenadas” (haciendo referencia a las cadenas presidenciales de radio y televisión) . Además, las veces que escucha música lo hace a través de mp3 en su teléfono móvil o casi a medianoche con una estación radial.
“Yo igual lo escucho”, dice, mientras se pone los audífonos y vuelve a olvidar por unos instantes, al tono de “cuando sienta el boom de este perreo intenso”, de los problemas del país.
[Tomado de http://eltoque.com/texto/la-musica-bajo-vigilancia-en-venezuela.]
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