Radar de los Barrios
Por fin en algo estamos de acuerdo con el gobierno. Desde allí han denunciado que se ha querido banalizar (desmerecer, restar importancia) al delito del magnicidio. Y en eso estamos completamente de acuerdo: De tanto sobarla, manosearla y abusar de ella, la palabra magnicidio ha sido banalizada. Peor aún: Ha sido desfigurada, vaciada de contenido, transformada en trapo rojo (nunca mejor usada esa expresión), convertida, en fin, en barajita repetida dentro del juego miserable de la polarización, ese que intenta generar matrices de opinión para ocultar la realidad que vive y sufre la gente. Según denuncia en primera plana el diario zuliano La Verdad, en los últimos 15 años se han producido más de setenta denuncias de planes magnicidas. Más banalizador que eso, imposible.
Los que no es banal es la realidad. ¿Sabía usted, por ejemplo, que mientras que los voceros oficialistas pasan una hora hablando de “magnicidios” y de otras baratijas de la quincalla de la desinformación, durante esa misma hora, durante esos mismos 60 minutos, en nuestro país ocurren 171 asaltos o atracos? ¿No lo sabía? ¡Ah, fíjese usted! Ellos, los señores del “Alto Mando Político de la Revolución”, si lo saben. Ellos tienen las estadísticas, las mismas que intentan ocultar al resto de los venezolanos. Ellos lo saben, pero parece no importarles. Porque para ellos el poder no es para servir, sino para atornillarse, y a eso dedican sus esfuerzos y afanes.
Por eso, la próxima vez que vea a los voceros gobierneros hablando una hora completa sobre “teorías de la conspiración”, y leyendo correos electrónicos falsos, y haciendo “bullying” en vez de política, sepa que durante esa misma hora se produjeron en el país 1,6 homicidios, es decir, mientras los altos funcionarios que reciben un sueldo para garantizar la seguridad y la vida de todos los venezolanos pasan una hora completa politiqueando, durante esos mismos sesenta minutos los hampones han dejado a dos hogares venezolanos sin padre o sin hijo, con una cicatriz, una ausencia, un dolor. Pero esos padres que quedaron sin hijos o esos hijos que se quedaron sin padre no son “prioridad” para unos sujetos que han confesado que utilizan los recursos del Estado, incluyendo las armas de la República, no para proteger a los ciudadanos sino para lo que ellos llaman “defender la Revolución”, es decir, para defenderse ellos mismos, ellos y sus intereses.
Mientras el gobierno malgasta el tiempo de ellos (y el nuestro) con cadenas nacionales de radio y TV o con esa nueva vergüenza que son las “cadenas espontaneas”, realizadas por canales que actúan ahora como “patriotas cooperantes”, y pasan una hora o más hablando de “golpe lento”, o de “golpe suave”, o cualquier otra necedad para tratar de criminalizar la protesta social y el reclamo político del pueblo, sepa que durante esa hora, durante esos mismos sesenta minutos, ocurrieron en este desgobernado país 152 robos de teléfonos celulares, cuatro robos de vehículos y al menos dos protestas populares, estas últimas generalmente por falta de agua, o por falta de luz, o por escasez de alimentos, o por la inseguridad, o por la falta de insumos en los hospitales, en fin, por cualquier cosa, menos por las sandeces que dicen en cadena los grises voceros de la oscurana oficial.
¡Sepa -y esto es muy, muy importante- la próxima vez que vea a cualquier vocero gobiernero balbuceando incoherencias y escupiendo amenazas durante toda una hora sobre magnicidios e imaginarias conspiraciones, que precisamente durante esa misma hora unos 229 venezolanos, 229 hermanos nuestros, han caído en la pobreza, a un ritmo frenético de casi 4 nuevos pobres por minuto! ¡Ya quisiera Pastor Maldonado, en vez de estar chocando carros y despilfarrando millones, desarrollar en las pistas de la Formula 1 la velocidad asombrosa que en nuestro país ha adquirido la pobreza, tragando familias y destruyendo esperanzas! Y todo eso ocurre mientras el gobierno intenta convencernos de que lo más importante que ocurre es la chismografía elevada a la condición de Razón de Estado.
De manera que el falso magnicidio busca ocultar el magnicidio verdadero, que es él que se perpetra cotidianamente contra el pueblo. Las teorías de la conspiración sólo buscan ocultar a quienes conspiraron para robarse 25 mil millones de dólares en CADIVI. No hay duda alguna. El asunto no es de risa. En el barrio sabemos que lo del magnicidio es con nosotros. Mejor dicho: Contra nosotros. Y los responsables son quienes a pesar de haber administrado un millón de millones de dólares en 12 años, hoy quieren obligarnos a ver como normal tener que hacer colas por comida. Estan descubiertos. Y van a seguir cayendo, porque quien los tumba no son los correos electrónicos, sino la realidad.
[Tomado de http://radardelosbarrios-fuerzavenezuela.blogspot.com.]
Por fin en algo estamos de acuerdo con el gobierno. Desde allí han denunciado que se ha querido banalizar (desmerecer, restar importancia) al delito del magnicidio. Y en eso estamos completamente de acuerdo: De tanto sobarla, manosearla y abusar de ella, la palabra magnicidio ha sido banalizada. Peor aún: Ha sido desfigurada, vaciada de contenido, transformada en trapo rojo (nunca mejor usada esa expresión), convertida, en fin, en barajita repetida dentro del juego miserable de la polarización, ese que intenta generar matrices de opinión para ocultar la realidad que vive y sufre la gente. Según denuncia en primera plana el diario zuliano La Verdad, en los últimos 15 años se han producido más de setenta denuncias de planes magnicidas. Más banalizador que eso, imposible.
Los que no es banal es la realidad. ¿Sabía usted, por ejemplo, que mientras que los voceros oficialistas pasan una hora hablando de “magnicidios” y de otras baratijas de la quincalla de la desinformación, durante esa misma hora, durante esos mismos 60 minutos, en nuestro país ocurren 171 asaltos o atracos? ¿No lo sabía? ¡Ah, fíjese usted! Ellos, los señores del “Alto Mando Político de la Revolución”, si lo saben. Ellos tienen las estadísticas, las mismas que intentan ocultar al resto de los venezolanos. Ellos lo saben, pero parece no importarles. Porque para ellos el poder no es para servir, sino para atornillarse, y a eso dedican sus esfuerzos y afanes.
Por eso, la próxima vez que vea a los voceros gobierneros hablando una hora completa sobre “teorías de la conspiración”, y leyendo correos electrónicos falsos, y haciendo “bullying” en vez de política, sepa que durante esa misma hora se produjeron en el país 1,6 homicidios, es decir, mientras los altos funcionarios que reciben un sueldo para garantizar la seguridad y la vida de todos los venezolanos pasan una hora completa politiqueando, durante esos mismos sesenta minutos los hampones han dejado a dos hogares venezolanos sin padre o sin hijo, con una cicatriz, una ausencia, un dolor. Pero esos padres que quedaron sin hijos o esos hijos que se quedaron sin padre no son “prioridad” para unos sujetos que han confesado que utilizan los recursos del Estado, incluyendo las armas de la República, no para proteger a los ciudadanos sino para lo que ellos llaman “defender la Revolución”, es decir, para defenderse ellos mismos, ellos y sus intereses.
Mientras el gobierno malgasta el tiempo de ellos (y el nuestro) con cadenas nacionales de radio y TV o con esa nueva vergüenza que son las “cadenas espontaneas”, realizadas por canales que actúan ahora como “patriotas cooperantes”, y pasan una hora o más hablando de “golpe lento”, o de “golpe suave”, o cualquier otra necedad para tratar de criminalizar la protesta social y el reclamo político del pueblo, sepa que durante esa hora, durante esos mismos sesenta minutos, ocurrieron en este desgobernado país 152 robos de teléfonos celulares, cuatro robos de vehículos y al menos dos protestas populares, estas últimas generalmente por falta de agua, o por falta de luz, o por escasez de alimentos, o por la inseguridad, o por la falta de insumos en los hospitales, en fin, por cualquier cosa, menos por las sandeces que dicen en cadena los grises voceros de la oscurana oficial.
¡Sepa -y esto es muy, muy importante- la próxima vez que vea a cualquier vocero gobiernero balbuceando incoherencias y escupiendo amenazas durante toda una hora sobre magnicidios e imaginarias conspiraciones, que precisamente durante esa misma hora unos 229 venezolanos, 229 hermanos nuestros, han caído en la pobreza, a un ritmo frenético de casi 4 nuevos pobres por minuto! ¡Ya quisiera Pastor Maldonado, en vez de estar chocando carros y despilfarrando millones, desarrollar en las pistas de la Formula 1 la velocidad asombrosa que en nuestro país ha adquirido la pobreza, tragando familias y destruyendo esperanzas! Y todo eso ocurre mientras el gobierno intenta convencernos de que lo más importante que ocurre es la chismografía elevada a la condición de Razón de Estado.
De manera que el falso magnicidio busca ocultar el magnicidio verdadero, que es él que se perpetra cotidianamente contra el pueblo. Las teorías de la conspiración sólo buscan ocultar a quienes conspiraron para robarse 25 mil millones de dólares en CADIVI. No hay duda alguna. El asunto no es de risa. En el barrio sabemos que lo del magnicidio es con nosotros. Mejor dicho: Contra nosotros. Y los responsables son quienes a pesar de haber administrado un millón de millones de dólares en 12 años, hoy quieren obligarnos a ver como normal tener que hacer colas por comida. Estan descubiertos. Y van a seguir cayendo, porque quien los tumba no son los correos electrónicos, sino la realidad.
[Tomado de http://radardelosbarrios-fuerzavenezuela.blogspot.com.]
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