J.R. López Padrino
El ungido de Miraflores ha proseguido con su perorata sobre el carácter socialista y antiimperialista del socialfascismo bolivariano. Sin embargo su "Socialismo del siglo XXI" apunta más bien hacia un vulgar y perverso capitalismo de Estado, el cual fomentan e impulsan mediante la profundización de las relaciones de producción capitalista.
A pesar de proclamarse "socialista", este proceso ha permitido el afianzamiento de la explotación capitalista mediante el desarrollo de políticas económicas orientadas a favorecer al gran capital transnacional y financiero a través de la imposición de una desregulación laboral (tercerización, cooperativas, misiones y empresas de cogestión) que han desmejorado las condiciones socio-económicas de los trabajadores. Además, ha institucionalizado la colaboración de clases (corporativismo facho-burgués), subordinando los sindicatos al Estado capitalista, obligándolos a renunciar a su independencia política, así como a sus conquistas laborales (discusión de la contratación colectiva, derecho a la huelga, etc.). Constituyen los sepultureros de las libertades sindicales, en los carceleros y esbirros de los trabajadores.
En cuanto a su antiimperialismo, el régimen enfrenta "declarativamente" al imperio norteamericano personificado en Mr. Obama, pero por otro lado establece alianzas privatizadoras con el capital transnacional gaso-petrolero a través de concesiones y mediante la conformación de empresas mixtas (transnacionales-PDVSA) comprometiendo nuestra soberanía. Recordemos que el gobierno nacional entregó durante un acto "patriótico, socialista y revolucionario" la exploración y la explotación del gas de la Plataforma Deltana a las empresas: Chevron, British Petroleum, Exxon-Mobil, Statoil por el lapso de 30 años (Palacio de Miraflores, 2004). Igualmente adjudicó tiempo después a Chevron y a Gazprom, los derechos de exploración y explotación de gas natural en el Golfo de Venezuela por un período de 30 años (2005). Además, a través de las empresas mixtas (continuidad de la apertura petrolera pero con franela y boina roja), el fallecido comandante galáctico convirtió a las empresas multinacionales, que eran simplemente prestadoras de servicios al Estado venezolano, en copropietarias de nuestro petróleo mediante contratos que le garantizan tal participación accionaria por el lapso de 30 años (2007). Recordemos, que la apertura petrolera (Convenios Operativos, Asociaciones Estratégicas y Outsourcing firmados con el capital internacional y criollo), fue la política del Estado capitalista venezolano que sustituyó a la nacionalización, a partir de la década de los 90. Significó la participación del capital privado en el sector petrolero, que en el año 1975 había sido formalmente nacionalizado. Sin embargo, en el año 2006 el régimen del fallecido vocinglero de Miraflores se encargó de "bolivarianizar la apertura petrolera" gracias a la aprobación del Contrato Marco para las Empresas Mixtas, por parte de la mayoría oficialista de la Asamblea Nacional. Mediante estas nuevas formas de negocio las transnacionales se convirtieron en socio propietario del 49% del sector petrolero, con derecho a percibir hasta un 66,67% del valor del mercado del petróleo producido y exportado.
Hoy gracias a la “soberanía petrolera bolivariana”, la faja bituminosa del Orinoco ha sido entregada a empresas transnacionales como ENI, Total, Petro China, Petrobras, Repsol, Mitsubishi, Harvest, Belorusneft, Sell, British Petroleum, Conoco Phillips, Statoil, etc. Todo esto sin pasar por alto el millón doscientos mil barriles de crudo que diariamente bombea el Estado venezolano a la economía del Tío Sam, quien se ha convertido “paradójicamente” en el gran financista del proceso. ¿De cuál anti-imperialismo puede hablar el nuevo filibustero del Palacio de Misia Jacinta y sus mujiquitas aplaudidores de oficio?
Además, el capital transnacional norteamericano siempre ha sido un aliado incondicional del proceso bolivariano. Recordemos que a finales del año 2002 a raíz de la huelga petrolera, el régimen contó con el respaldo incondicional de Chevron, quien les suministró sus técnicos a fin de reactivar la producción petrolera la cual se había reducido a 80.000 barriles diarios. Producto de esa alianza tras bambalinas, el régimen del difunto tte coronel difundió avisos publicitarios donde promocionaba que la asociación con Chevron para nuevos negocios era una muestra de “la victoria del gobierno revolucionario contra la conspiración de PDVSA” (02/2003).
Es ese apoyo incondicional del gran capital trasnacional para con el proceso bolivariano lo que explica la actitud complaciente y solidaria de la Secretaria de Estado adjunta para Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, Roberta Jacobson. Esta funcionaria, en su misión de evitar de que fueran sancionados los corruptos y represores del régimen primeramente mintió en su comparecencia ante la Comisión del Senado de su país. Falsedad que luego trato de justificar bajo la excusa peregrina de haberse confundido con la situación de otro país. Cabria preguntarse ¿Cuál?. No satisfecha con ello, volvió a falsear los hechos al declarar lo no conveniente de aplicar sanciones contra Venezuela en este momento. Nunca y nadie habló de sanciones económicas contra Venezuela, sino contra los activos bancarios y financieros de funcionarios corruptos del régimen o involucrados en violaciones de los derechos humanos, así como de los testaferros en territorio estadounidense. Roberta no podía atentar o poner en peligro las excelentes relaciones de las transnacionales del imperio con el gorilato bolivariano. Hoy por hoy los impostores y mercaderes bolivarianos son la mejor garantía de la continuidad del proyecto hegemónico y por ende de sus ganancias multimillonarias en la Venezuela Bolivariana.
Este es el auténtico rostro del "socialismo del siglo XXI" cuyo sustento ideológico no tiene nada de socialista y que carece del más elemental signo anti-imperialista. El régimen ondea las banderas del socialismo como maquillaje barato en su intento de darle continuidad al viejo proyecto de dominación explotador y excluyente pero con ropaje bolivariano. Los principios socialistas y anti-imperialistas que dice defender régimen no pasan de ser perversas falsificaciones ideológicas muy propias en estos tiempos post-modernos.
El ungido de Miraflores ha proseguido con su perorata sobre el carácter socialista y antiimperialista del socialfascismo bolivariano. Sin embargo su "Socialismo del siglo XXI" apunta más bien hacia un vulgar y perverso capitalismo de Estado, el cual fomentan e impulsan mediante la profundización de las relaciones de producción capitalista.
A pesar de proclamarse "socialista", este proceso ha permitido el afianzamiento de la explotación capitalista mediante el desarrollo de políticas económicas orientadas a favorecer al gran capital transnacional y financiero a través de la imposición de una desregulación laboral (tercerización, cooperativas, misiones y empresas de cogestión) que han desmejorado las condiciones socio-económicas de los trabajadores. Además, ha institucionalizado la colaboración de clases (corporativismo facho-burgués), subordinando los sindicatos al Estado capitalista, obligándolos a renunciar a su independencia política, así como a sus conquistas laborales (discusión de la contratación colectiva, derecho a la huelga, etc.). Constituyen los sepultureros de las libertades sindicales, en los carceleros y esbirros de los trabajadores.
En cuanto a su antiimperialismo, el régimen enfrenta "declarativamente" al imperio norteamericano personificado en Mr. Obama, pero por otro lado establece alianzas privatizadoras con el capital transnacional gaso-petrolero a través de concesiones y mediante la conformación de empresas mixtas (transnacionales-PDVSA) comprometiendo nuestra soberanía. Recordemos que el gobierno nacional entregó durante un acto "patriótico, socialista y revolucionario" la exploración y la explotación del gas de la Plataforma Deltana a las empresas: Chevron, British Petroleum, Exxon-Mobil, Statoil por el lapso de 30 años (Palacio de Miraflores, 2004). Igualmente adjudicó tiempo después a Chevron y a Gazprom, los derechos de exploración y explotación de gas natural en el Golfo de Venezuela por un período de 30 años (2005). Además, a través de las empresas mixtas (continuidad de la apertura petrolera pero con franela y boina roja), el fallecido comandante galáctico convirtió a las empresas multinacionales, que eran simplemente prestadoras de servicios al Estado venezolano, en copropietarias de nuestro petróleo mediante contratos que le garantizan tal participación accionaria por el lapso de 30 años (2007). Recordemos, que la apertura petrolera (Convenios Operativos, Asociaciones Estratégicas y Outsourcing firmados con el capital internacional y criollo), fue la política del Estado capitalista venezolano que sustituyó a la nacionalización, a partir de la década de los 90. Significó la participación del capital privado en el sector petrolero, que en el año 1975 había sido formalmente nacionalizado. Sin embargo, en el año 2006 el régimen del fallecido vocinglero de Miraflores se encargó de "bolivarianizar la apertura petrolera" gracias a la aprobación del Contrato Marco para las Empresas Mixtas, por parte de la mayoría oficialista de la Asamblea Nacional. Mediante estas nuevas formas de negocio las transnacionales se convirtieron en socio propietario del 49% del sector petrolero, con derecho a percibir hasta un 66,67% del valor del mercado del petróleo producido y exportado.
Hoy gracias a la “soberanía petrolera bolivariana”, la faja bituminosa del Orinoco ha sido entregada a empresas transnacionales como ENI, Total, Petro China, Petrobras, Repsol, Mitsubishi, Harvest, Belorusneft, Sell, British Petroleum, Conoco Phillips, Statoil, etc. Todo esto sin pasar por alto el millón doscientos mil barriles de crudo que diariamente bombea el Estado venezolano a la economía del Tío Sam, quien se ha convertido “paradójicamente” en el gran financista del proceso. ¿De cuál anti-imperialismo puede hablar el nuevo filibustero del Palacio de Misia Jacinta y sus mujiquitas aplaudidores de oficio?
Además, el capital transnacional norteamericano siempre ha sido un aliado incondicional del proceso bolivariano. Recordemos que a finales del año 2002 a raíz de la huelga petrolera, el régimen contó con el respaldo incondicional de Chevron, quien les suministró sus técnicos a fin de reactivar la producción petrolera la cual se había reducido a 80.000 barriles diarios. Producto de esa alianza tras bambalinas, el régimen del difunto tte coronel difundió avisos publicitarios donde promocionaba que la asociación con Chevron para nuevos negocios era una muestra de “la victoria del gobierno revolucionario contra la conspiración de PDVSA” (02/2003).
Es ese apoyo incondicional del gran capital trasnacional para con el proceso bolivariano lo que explica la actitud complaciente y solidaria de la Secretaria de Estado adjunta para Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, Roberta Jacobson. Esta funcionaria, en su misión de evitar de que fueran sancionados los corruptos y represores del régimen primeramente mintió en su comparecencia ante la Comisión del Senado de su país. Falsedad que luego trato de justificar bajo la excusa peregrina de haberse confundido con la situación de otro país. Cabria preguntarse ¿Cuál?. No satisfecha con ello, volvió a falsear los hechos al declarar lo no conveniente de aplicar sanciones contra Venezuela en este momento. Nunca y nadie habló de sanciones económicas contra Venezuela, sino contra los activos bancarios y financieros de funcionarios corruptos del régimen o involucrados en violaciones de los derechos humanos, así como de los testaferros en territorio estadounidense. Roberta no podía atentar o poner en peligro las excelentes relaciones de las transnacionales del imperio con el gorilato bolivariano. Hoy por hoy los impostores y mercaderes bolivarianos son la mejor garantía de la continuidad del proyecto hegemónico y por ende de sus ganancias multimillonarias en la Venezuela Bolivariana.
Este es el auténtico rostro del "socialismo del siglo XXI" cuyo sustento ideológico no tiene nada de socialista y que carece del más elemental signo anti-imperialista. El régimen ondea las banderas del socialismo como maquillaje barato en su intento de darle continuidad al viejo proyecto de dominación explotador y excluyente pero con ropaje bolivariano. Los principios socialistas y anti-imperialistas que dice defender régimen no pasan de ser perversas falsificaciones ideológicas muy propias en estos tiempos post-modernos.
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