Agencias
Una joven cirujana protesta ante un hospital con una pancarta que reclama: “¡no sólo las balas matan, la falta de medicinas también!”. Pese a su juventud, la doctora ya se ve hastiada de la falta de insumos médicos que alcanzó un insólito 50% en marzo, según cifras oficiales.
En Venezuela, cada día son asesinadas 65 personas, de acuerdo con organizaciones no gubernamentales. Pero la falta de medicinas e insumos que, por ejemplo esta semana pusieron en riesgo de muerte a nueve niños en un hospital caraqueño por falta de líneas para diálisis, son otra amenaza para una población indefensa.
“No hay gasas, no hay guantes ni analgésicos, ni antibióticos y antisépticos. No hay cepillos quirúrgicos, ni drenajes”, enumera la médica de 30 años, quien pide hablar bajo condición de anonimato para conservar su puesto de residente quirúrgica en el Hospital Periférico de Coche, al suroeste de Caracas.
La situación –afirman los especialistas– es grave. Las estadísticas del Banco Central señalaron que a finales de marzo faltaban la mitad de las medicinas necesarias en el país con las mayores reservas petroleras mundiales y que factura 100.000 millones de dólares anuales por sus ventas de crudo.
El presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera, calcula que 95% de los hospitales tienen sólo 5% de los insumos. “El gobierno no se ha ocupado de dotarlos”, declaró, mientras protestaba junto a otros colegas en una plaza del centro de Caracas. Eso ha hecho que, por ejemplo, Adriana Campos tuviese que comprar en una farmacia las gasas y el colirio para tratar las lesiones del ojo derecho de su esposo que se produjo tras un accidente o que a Carlos González se le retrasara una operación por la falta de un drenaje quirúrgico.
Ni pobres ni ricos se curan
Por años, pacientes, médicos y enfermeras han protestado frente a los hospitales públicos por la creciente carencia de insumos -importados en su mayoría- y el deterioro de la infraestructura, los equipos de salud y hasta por falta de agua. Pero bajo el gobierno socialista del presidente Nicolás Maduro, y en el marco de una sequía de divisas, la crisis de medicinas e insumos comenzó a golpear fuerte incluso al sector privado de la salud. Las clínicas privadas carecen de medicamentos debido a la deuda de más de 4.000 millones de dólares que el gobierno tiene con los importadores de fármacos, equipos e insumos médico-quirúrgicos.
En un país bajo estricto control de cambios y que compra en el extranjero la mayoría de lo que consume, cada importador debe peregrinar por los pasillos de la burocracia gubernamental para obtener divisas. Pero en el último año, al tiempo que las reservas se derrumbaban de 30 a 20 mil millones de dólares, los pagos se retrasaron, las deudas crecieron, se cortaron las líneas de crédito externa y la escasez explotó.
Según el representante de la Asociación de Clínicas y Hospitales, Cristino García, de mil insumos de la salud, 194 estaban en falta absoluta en marzo y otros 90 en falta crítica. “Están faltando desde un guante, hasta un balón de contrapulsación aórtica, desde una inyectadora hasta una válvula mitral y el problema es que los que faltan son los de mayor uso”, explicó García, cuya asociación congrega a 208 centros de salud privados.
En el Hospital de Clínicas Caracas –uno de los centros privados más importantes del país–, su presidente Amadeo Leyva calcula que faltan un centenar de insumos, entre ellos, antibióticos de última generación, reactivos y medicamentos contra el cáncer.
Un viejo problema
En Venezuela hay 299 centros hospitalarios del Estado u organismos oficiales, según cifras del Ministerio de Salud de hace una década, que funcionan bajo distintas administraciones: desde el seguro social (IVSS) y el ministerio del sector (que administra la mayoría), pasando por los militares y hasta la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
El psiquiatra y presidente del Colegio de Médicos de Caracas, Fernando Bianco, un “revolucionario” confeso, asegura que la crisis hospitalaria actual es la misma de hace treinta o veinte años atrás y también “la misma que encontró la revolución” chavista. “Tienes que tener un programa de salud pública claro. Mientras el Ministerio de Salud haga lo que quiera, el IVSS haga lo que quiera, los militares, las empresas básicas (…) hagan lo que quieran, seguirás teniendo el desastre de hospitales que tienes”, agrega.
Durante su campaña electoral en 2013, Maduro, heredero político de Hugo Chávez, prometió que al llegar a la presidencia pondría “pepitos” (a la perfección) todos los centros de salud del país “¡De punta a punta!”, precisó. El gobierno anunció la creación del “estado mayor de la salud” y asignó más dinero. Pero a finales de 2013 Maduro reconoció, ante las recurrentes protestas, que los hospitales eran “una vergüenza”, pese a una inversión en 2013 equivalente a 7.700 millones de dólares.
“¿Cómo pueden decir que la salud en Venezuela es gratuita, si nuestros pacientes tienen que comprar sus insumos?”, cuestiona la residente de cirugía del hospital de Coche. Por su lado, con resignación –y estoicismo– Crisanto García no baja los brazos y afirma que en los hospitales públicos y clínicas privadas “volvimos a la medicina de hace 30 años… porque no vamos a dejar de salvar vidas”.
Una joven cirujana protesta ante un hospital con una pancarta que reclama: “¡no sólo las balas matan, la falta de medicinas también!”. Pese a su juventud, la doctora ya se ve hastiada de la falta de insumos médicos que alcanzó un insólito 50% en marzo, según cifras oficiales.
En Venezuela, cada día son asesinadas 65 personas, de acuerdo con organizaciones no gubernamentales. Pero la falta de medicinas e insumos que, por ejemplo esta semana pusieron en riesgo de muerte a nueve niños en un hospital caraqueño por falta de líneas para diálisis, son otra amenaza para una población indefensa.
“No hay gasas, no hay guantes ni analgésicos, ni antibióticos y antisépticos. No hay cepillos quirúrgicos, ni drenajes”, enumera la médica de 30 años, quien pide hablar bajo condición de anonimato para conservar su puesto de residente quirúrgica en el Hospital Periférico de Coche, al suroeste de Caracas.
La situación –afirman los especialistas– es grave. Las estadísticas del Banco Central señalaron que a finales de marzo faltaban la mitad de las medicinas necesarias en el país con las mayores reservas petroleras mundiales y que factura 100.000 millones de dólares anuales por sus ventas de crudo.
El presidente de la Federación Médica Venezolana, Douglas León Natera, calcula que 95% de los hospitales tienen sólo 5% de los insumos. “El gobierno no se ha ocupado de dotarlos”, declaró, mientras protestaba junto a otros colegas en una plaza del centro de Caracas. Eso ha hecho que, por ejemplo, Adriana Campos tuviese que comprar en una farmacia las gasas y el colirio para tratar las lesiones del ojo derecho de su esposo que se produjo tras un accidente o que a Carlos González se le retrasara una operación por la falta de un drenaje quirúrgico.
Ni pobres ni ricos se curan
Por años, pacientes, médicos y enfermeras han protestado frente a los hospitales públicos por la creciente carencia de insumos -importados en su mayoría- y el deterioro de la infraestructura, los equipos de salud y hasta por falta de agua. Pero bajo el gobierno socialista del presidente Nicolás Maduro, y en el marco de una sequía de divisas, la crisis de medicinas e insumos comenzó a golpear fuerte incluso al sector privado de la salud. Las clínicas privadas carecen de medicamentos debido a la deuda de más de 4.000 millones de dólares que el gobierno tiene con los importadores de fármacos, equipos e insumos médico-quirúrgicos.
En un país bajo estricto control de cambios y que compra en el extranjero la mayoría de lo que consume, cada importador debe peregrinar por los pasillos de la burocracia gubernamental para obtener divisas. Pero en el último año, al tiempo que las reservas se derrumbaban de 30 a 20 mil millones de dólares, los pagos se retrasaron, las deudas crecieron, se cortaron las líneas de crédito externa y la escasez explotó.
Según el representante de la Asociación de Clínicas y Hospitales, Cristino García, de mil insumos de la salud, 194 estaban en falta absoluta en marzo y otros 90 en falta crítica. “Están faltando desde un guante, hasta un balón de contrapulsación aórtica, desde una inyectadora hasta una válvula mitral y el problema es que los que faltan son los de mayor uso”, explicó García, cuya asociación congrega a 208 centros de salud privados.
En el Hospital de Clínicas Caracas –uno de los centros privados más importantes del país–, su presidente Amadeo Leyva calcula que faltan un centenar de insumos, entre ellos, antibióticos de última generación, reactivos y medicamentos contra el cáncer.
Un viejo problema
En Venezuela hay 299 centros hospitalarios del Estado u organismos oficiales, según cifras del Ministerio de Salud de hace una década, que funcionan bajo distintas administraciones: desde el seguro social (IVSS) y el ministerio del sector (que administra la mayoría), pasando por los militares y hasta la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA).
El psiquiatra y presidente del Colegio de Médicos de Caracas, Fernando Bianco, un “revolucionario” confeso, asegura que la crisis hospitalaria actual es la misma de hace treinta o veinte años atrás y también “la misma que encontró la revolución” chavista. “Tienes que tener un programa de salud pública claro. Mientras el Ministerio de Salud haga lo que quiera, el IVSS haga lo que quiera, los militares, las empresas básicas (…) hagan lo que quieran, seguirás teniendo el desastre de hospitales que tienes”, agrega.
Durante su campaña electoral en 2013, Maduro, heredero político de Hugo Chávez, prometió que al llegar a la presidencia pondría “pepitos” (a la perfección) todos los centros de salud del país “¡De punta a punta!”, precisó. El gobierno anunció la creación del “estado mayor de la salud” y asignó más dinero. Pero a finales de 2013 Maduro reconoció, ante las recurrentes protestas, que los hospitales eran “una vergüenza”, pese a una inversión en 2013 equivalente a 7.700 millones de dólares.
“¿Cómo pueden decir que la salud en Venezuela es gratuita, si nuestros pacientes tienen que comprar sus insumos?”, cuestiona la residente de cirugía del hospital de Coche. Por su lado, con resignación –y estoicismo– Crisanto García no baja los brazos y afirma que en los hospitales públicos y clínicas privadas “volvimos a la medicina de hace 30 años… porque no vamos a dejar de salvar vidas”.
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