Desde febrero pasado y en medio de la
agudización de la crisis que en todo sentido padece Venezuela, este blog ha
recibido (y continúa recibiendo) un alud de cientos de miles de visitas por
parte de quienes han buscado en Internet información alternativa sobre tal
situación.
Para la mayoría – o al menos un
porcentaje importante de esa gente – éste ha sido su primer contacto con El Libertario, que como vocero impreso
existe desde 1995 y se divulga en parte o por completo en el ciberespacio desde
1998. También para esas personas suele ser la primera vez que se leen
materiales escritos por anarquistas, o que desde un vocero de esta tendencia se
difunden como afines a nuestras acciones, ideas, propuestas y opiniones. Por lo
tanto, es de suponer que se hagan las preguntas arriba anotadas, de modo que
les interesaría la respuesta que demos.
Por supuesto, para satisfacer tal
inquietud, lo más sencillo para nosotr@s es remitir a la extensa documentación,
tanto impresa como accesible vía Internet (por ejemplo en este mismo blog y en
nuestra web www.nodo50.org/ellibertario), donde se esclarece la teoría y
práctica del anarquismo, e igualmente a las múltiples explicaciones que ha dado
nuestro grupo sobre su postura desde 1995. Pero entendemos que se agradecería
si respondemos de una manera que sea todavía más clara, precisa y,
especialmente, resumida, en comparación a lo que hay en dicha documentación.
Por eso hemos preparado este breve
compendio, reuniendo 7 textos particularmente precisos y didácticos que se han
publicado en diversas ediciones de nuestro periódico, con los cuales estimamos
se atiende de modo apropiado y en palabras concisas a esas complejas preguntas
sobre qué es el anarquismo y por qué aquí y ahora asumimos ese ideal. Para
simplificar aún más las cosas los distribuiremos entre 4 posts, de modo que no
sea tan agobiante la lectura en pantalla
que se haga de estos escritos.
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Anarquismo
y Violencia
Nelson Méndez y
Alfredo Vallota - [El Libertario # 37, abril/mayo 2004]
[Tomado de Bitácora de la Utopía.
Anarquismo para el Siglo XXI, Caracas, UCV, 2001, pp. 33-35.]
Una de las características de los
gobiernos latinoamericanos ha sido la represión violenta de las protestas
colectivas; represión que testimonia la incapacidad de los aparatos de poder de
estas latitudes para asumir o solucionar los conflictos sociales de manera
tolerante. En cada caso que el gobierno de turno quitó el bozal a sus fuerzas represivas,
argumentó que lo hacía para defender el orden y los bienes (no a los
ciudadanos) de la amenaza de la subversión y la “anarquía”, pues es un lugar
común para el poder reinante y sus defensores equiparar anarquía con la
violencia y desorden que se atribuye a sus oponentes. Pero, ¿qué dicen los
propios anarquistas cuando se identifica de ese modo a su ideal?...
Negar la posibilidad de la violencia como
un momento en la lucha revolucionaria está lejos del anarquismo. En algún lapso
el enfrentamiento destructivo que ella conlleva se hace presente, pues siempre
habrá que responder a grupos que apelen a la fuerza como argumento para
defender sus privilegios. Pero si la violencia puede ser necesaria, en modo
alguno es la guía para la transformación que se pretende, que es un cambio
total en la organización social y económica de la humanidad fundado en un
cambio de los valores de cada persona. De ninguna manera este cambio radical
puede ser el resultado de una revolución puntual y catastrófica, que a lo más
podría llegar a dominar el poder político, lo que es contradictorio con la
esencia del movimiento libertario pues su objetivo precisamente es destruir tal
poder. Está totalmente fuera de la tradición anarquista pensar que una algarada
callejera, así logre tomar La Bastilla o el Palacio de Invierno, consiga
transformar la sociedad tal como se desea, ni que sea el primer paso. En todo
caso podría ser el último, porque la pretensión anarquista no se limita a la
mera socialización de la economía ni menos aún a la adquisición del poder
institucionalizado en alguna de sus formas, sino que busca modificar las
relaciones entre los hombres fundándolas en la libertad, la igualdad y la
solidaridad, lo que hace que la revolución se extienda a todos los aspectos de
la vida de todos y de cada uno y encierre tanto un cambio de las relaciones
comunitarias como un cambio personal.
No es por tanto que el anarquismo niegue
la violencia, sino que rechaza esa violencia que es únicamente manifestación de
la pasión destructiva y no está subordinada a la acción constructiva, y que ni
siquiera sirve de detonante de un vasto movimiento popular revolucionario. No
es en la violencia de un grupo de donde ha de surgir la creación de un mundo
nuevo, sino de la participación e incorporación de todos y cada uno en esa
tarea generadora. La violencia como momento destructivo es un punto de un
proceso constructivo mucho más largo y amplio.
Sin olvidar que entre fines del S. XIX y
comienzos del XX cierto número de anarquistas – impacientes ante la enorme
injusticia y desigualdad que les rodeaba - se relacionó directa o
indirectamente con las acciones violentas de lo que se llamó entonces
“propaganda por el hecho”, eso es insuficiente para asociar anarquía y
violencia de manera tan directa como se pretende en este continente. En todo
caso, recuérdese que tanto en aquel momento histórico como en todos los otros
habidos en dos siglos en los que se vio involucrado, la gran mayoría del
movimiento libertario no ha seguido vías estratégicas o tácticas que impliquen
el uso sistemático del llamado terrorismo revolucionario. Tampoco se puede
olvidar que los anarquistas han padecido, en el mundo entero y bajo cualquier
régimen, más violencia que la que pueden haber ocasionado, pues lo cierto es
que la represión policial de cualquier gobierno democrático- representativo
latinoamericano ha matado más gente que, por ejemplo, los fallecidos por causa
del gran movimiento filo-anarquista del mayo francés de 1968. Los anarquistas
inmolados se cuentan por miles, muy pocos por la violencia ciega que ellos
hubiesen propiciado, en cambio casi todos por defender - frente a los
explotadores y opresores - ideas que son capaces de elevar a la humanidad a un
nuevo estadio de dignidad. Ha habido menos violencia en los anarquistas que en
las guerras santas de las religiones, en los conflictos por conquistar mercados
o en los movimientos por apoderarse del poder político; en cambio han aportado
como nadie su permanente activismo a las manifestaciones pacifistas, en defensa
de las minorías y en pro de los derechos de todos y cada uno.
Si esto que decimos es así, entonces ¿de
dónde surge la asociación anarquía-violencia?. Un recorrido por la historia
ayuda a explicar esto. La violencia anarquista nunca fue del estilo de los
guerrilleros fundamentalistas (religiosos, étnicos o políticos) actuales, que
igual atacan una patrulla del ejército, masacran a un poblado desguarnecido, o
colocan bombas en escuelas y zonas comerciales muy transitadas. La violencia
anarquista se ha caracterizado por ser puntual, específica, por atentar contra
un Rey, un obispo, un Presidente, un torturador, por robar bancos, atacar a
instituciones o empresas símbolos de la opresión. Los anarquistas siempre
golpearon en las estructuras de poder, donde los privilegiados se sienten
seguros y atacándolos directamente. De allí que los afectados se ocupasen
especialmente de sobre-dimensionar esa violencia, porque les llega de cerca,
haciendo que los medios de difusión señalen el horror de la desgracia de uno de
ellos como más notable que lo padecido a diario por los miles que sufren sus
desmanes.
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Anarquismo:
respondiendo a las críticas
Brian Morris - [El Libertario # 62, marzo/abril 2011; #
63, mayo/junio 2011; y # 64, septiembre/octubre 2011]
[Fragmentos de artículo incluido en la
compilación de varios autores Anarquismo y Antropología, editada por
LaMalatesta de Madrid en 2010.]
1) Se dice que l@s anarquistas son
demasiado inocentes y tienen una idea idílica de la naturaleza humana, pues al
igual que Rousseau la perciben románticamente, como esencialmente buena y
pacífica. Pero, por supuesto, los humanos no son así en realidad; son crueles,
agresivos y egoístas, por lo que la anarquía es sueño inalcanzable, visión
irreal de una pasada edad dorada que nunca existió, pues algún tipo de
autoridad coercitiva es siempre necesaria. La verdad es que l@s anarquistas no
siguen a Rousseau. De hecho, Bakunin fue muy crítico de los filósofos del siglo
XVIII. Much@s anarquistas tienden a pensar que los humanos tienen tanto
tendencias buenas como malas. El hecho de que se opongan a todas las formas de
autoridad coercitiva se debe precisamente a
tener una visión realista, en lugar de romántica, de la naturaleza
humana. Están contra todo poder en el sentido de la palabra francesa puissance
(“poder sobre”) – en lugar de pouvoir (“poder para hacer algo”) -, y creen como
Lord Acton, que el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Como Paul Goodman escribió, la cuestión nos es si la gente es lo
“suficientemente buena” para un tipo particular de sociedad, sino que es
cuestión de desarrollar instituciones sociales más adecuadas para expandir
nuestras potencialidades de inteligencia, honor, sociabilidad y libertad.
2) La anarquía, se cree, es sinónimo de
caos y desorden, pues así la gente suele emplear el término. Sin embargo, la
anarquía es entendida por l@s anarquistas en un sentido completamente opuesto.
Significa una sociedad basada en el orden impuesto desde la autonomía del
individuo, la cooperación y sin gobernantes o autoridad coercitiva. Como
Proudhon apuntó, la libertad es la madre del orden. No obstante, igualmente l@s
anarquistas no denuncian el caos, pues ven en el caos y el desorden un
potencial inherente; como dijo Bakunin, destruir es un acto creativo.
3) Se quiere igualar anarquismo y
violencia. El anarquismo, según se dice, aboga por las bombas y el terror. Pero
como Alexander Berkman escribió, el recurso a la violencia contra la opresión,
o para lograr determinados objetivos políticos, ha existido siempre a lo largo
de la historia de la humanidad, siendo ejercida por seguidores de todos los
credos políticos y religiosos. Y todo gobierno está basado en la violencia
organizada. L@s anarquistas que han recurrido a la violencia no son peores que
los demás, sin olvidar que la mayor parte de l@s anarquistas se ha posicionado
contra la violencia y el terrorismo, existiendo desde siempre una fuerte
conexión entre el anarquismo y el pacifismo. L@s anarquistas incluso han dado
un paso más al denunciar la violencia que la mayoría no reconoce y que es
siempre la peor posible: la violencia legal.
4) L@s anarquistas han sido acusados, en
especial por los marxistas, de ser zoquetes teóricos, de ser anti-intelectuales
y de crear un culto absurdo a la acción. Lo cierto es que sería fácil citar a
much@s anarquistas y personas con simpatías hacia el anarquismo que han estado
entre los intelectuales más destacados de su respectiva generación, personas
realmente creativas. Además, l@s anarquistas han producido muchos textos
básicos subrayando su propia filosofía y sus propias propuestas sociales, obras
generalmente libres de la jerga y pretensiones académicas con las que muchos
liberales, marxistas y postmodernistas disfrazan su trivialidad.
5) Otra crítica es opuesta a lo anterior:
el anarquismo es ridiculizado como una doctrina inactiva por ser apolítica. L@s
anarquistas solo se miran al ombligo porque no participan en la política
partidista, de modo que “no viven en el mundo real”. Lo cierto es que el
anarquismo no propugna el retiro para la auto-indulgencia o la meditación
intelectual; es hostil a la política parlamentaria o de partidos porque la
única democracia que cree válida es la democracia directa, sin delegación en
representantes. Por ello, propugna variadas formas de desafiar y transformar el
sistema actual de violencia y desigualdad, surgidas de la acción directa, la
autogestión y la solidaridad. Una de las razones por las que han resaltado la
publicación de propaganda y la educación es por considerar la organización de
los partidos como opresiva, por parecerles que lleva obligatoriamente a cierto
tipo de despotismo. Y en relación con las Revoluciones conducidas por partidos
(como la Rusa), la historia ha demostrado que sus premoniciones eran correctas.
6) La crítica marxista califica al
anarquismo de utópico y romántico, una ideología campesina o pequeño-burguesa,
una manifestación de sueños milenaristas. Estudios históricos como el de John
Hart sobre el anarquismo y la clase obrera mexicana, o el de Jerome Mintz sobre
los anarquistas de Casas Viejas en España han refutado, más que de sobra,
algunas de esas falsas pre-concepciones. El movimiento anarquista no ha estado
confinado al campesinado: como anarcosindicalismo ha florecido entre los
trabajadores urbanos. Tampoco es utópico o milenarista. L@s anarquistas han
creado colectivizaciones reales y siempre han sido muy críticos frente a la
religión. Como las diversas obras de Reclus o Berkman atestiguan, ninguno de
los primeros anarquistas esperaba ningún cambio inmediato o cataclismo a través
de la “propaganda por el hecho” o la “huelga general”. Sabían que sería un
camino largo.
7) Se afirma que el anarquismo tiene una
concepción muy estrecha de la política pues ve al Estado como fuente de todo
mal, ignorando otros aspectos de la vida económica y social. Esta imagen falsa
deriva parcialmente de la forma en que el anarquismo ha sido definido por sus
detractores. Pero cuando se examinan los escritos anarquistas clásicos, así
como el carácter de los movimientos anarquistas en diversos lugares del mundo,
se hace evidente que nunca ha existido esa visión tan limitada. Siempre ha
desafiado todas las formas de autoridad y explotación, siendo tan crítico con
el capitalismo y la religión como lo ha sido con el Estado. Much@s anarquistas
eran feministas, much@s lucharon contra el racismo y defendieron la libertad de
la infancia. La crítica ecológica y cultural al capitalismo ha sido siempre una
dimensión importante de los escritos anarquistas.
8) Se ha sentenciado que el anarquismo es
poco realista y que la anarquía nunca funcionará. Este juicio parte de la
creencia en que no podrían existir de ningún modo sociedades sin algún tipo de
gobierno centralizado, ignorando la larga existencia de lo que el antropólogo
S. Diamond llamó “comunidades de parentesco” dentro, y frecuentemente en
oposición de los sistemas estatales, y que redes de intercambio han existido a
lo largo de la historia sin ningún tipo de control estatal. El Estado, en todo
caso, es un fenómeno reciente y su forma actual de Estado-Nación tiene tan sólo
quinientos años de existencia. Las comunidades humanas han existido por mucho tiempo
sin autoridad central o coercitiva. Si es posible la existencia de una sociedad
tecnológicamente compleja sin autoridad centralizada no es una cuestión fácil
de responder. Tampoco es una cuestión que deba obviarse. Much@s anarquistas
creen que dicha sociedad es posible aunque la tecnología deberá estar a una
“escala humana”. Los sistemas complejos existen en la naturaleza sin que haya
en ellos ningún mecanismo privilegiado de control. De hecho, muchos teóricos
contemporáneos están empezando a vislumbrar el panorama social libertario que
puede emerger en la era de la tecnología informática.
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Nota final: los otros 3 posts con los demás textos de esta serie están en
- http://periodicoellibertario.blogspot.com/2014/04/para-quien-llega-ahora-o-hace-poco-que.html
- http://periodicoellibertario.blogspot.com/2014/04/para-quien-llega-ahora-o-hace-poco-que_9.html
- http://periodicoellibertario.blogspot.com/2014/04/para-quien-llega-ahora-o-hace-poco-que_7371.html
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Nota final: los otros 3 posts con los demás textos de esta serie están en
- http://periodicoellibertario.blogspot.com/2014/04/para-quien-llega-ahora-o-hace-poco-que.html
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