Old SideshowBob
El Panorama
El conflicto se ha agudizado, las manifestaciones de calle y
las protestas se mueven en un balancín de la efervescencia a la apatía, pero
siguen ahí; la crisis política económica y social más aguda de los últimos 15
años, emerge hoy, y lo que la caracteriza es la continua incertidumbre del ¿qué
irá a pasar mañana?. La solución aún no se avista en el panorama, incluso “el
remedio pudiera ser peor que la enfermedad”. Terminamos marzo con un tipo de
cambio diferencial, aunque devaluación es el término que más se acopla, pese a
que el tecnicismo estatal no lo llame así, pero la “dolarizada” economía
venezolana prácticamente se mueve bajo “el innombrable”; sueldos mas pequeños y
precios más altos, el alto costo de la vida es el verdadero #LegadoDeChavez.
Pese a las continuas tergiversaciones del aparato
gubernamental, atribuyendo las protesta a la burguesía, el imperio, o la
derecha fascista, categorías sociales que puede peguen para el discurso y la
retórica, y tengan “amaestrados” a distintos sujetos, pero la realidad es otra -
la inseguridad, el alto costo de la vida y la disminuida legitimidad de los
polos del poder (MUD-PSUV) choca y desmiente cada vez más el discurso y
encasillamiento oficial -. Negar o tergiversar la situación ha sido la
diplomacia política para con los seguidores del gobierno, pero el madurismo (pasticho
más enredado que el chavismo) no mueve grandes masas, las concentraciones son
pírricas, los autobuses ya no llenan la Avenida Bolívar, y el mesianismo que tenía el oriundo de Sabaneta,
el bigotón de “dudosa” procedencia -según Walter Márquez - busca imitarlo, pero
todas las gracias se le vuelven morisquetas.
La realidad que
“conozco” y “me contaron”
En este caos social, y en la lucha por las reivindicaciones,
son los jóvenes quienes han tomado el protagonismo. Pese a que la protesta
social es generalizada y se da en los distintos sectores sociales, son éstos lo
que han enfrentado la más fuerte represión y siguen llamando a las calles,
donde se ha visto por un lado como en los Andes venezolanos los enfrentamientos
contra las fuerzas represivas del estado (GN, paramilitares, y Policías) han
sido bastante fuertes, quizá por la
tradición de protesta que se ve en los espacios educativos desde antes de la
universidad, y la solidaridad que reina en amplios sectores de la población que
se suma con fuerza a las luchas sociales y juveniles, una organización no
escrita quizás, pero parece estar en lo que es tradición del gocho.
Caracas por otro lado, en los últimos 20 años quizá perdió
la efervescencia de protesta estudiantil que se daba en los 90, 80 y 70, con
sus virtudes y defectos; hoy día las circunstancias sociales, políticas, y
económicas influyeron en la praxis de la manifestación juvenil, y las universidades
ya tenían cada vez menos jóvenes que, anteriormente, en los liceos ya hacían
una especie de pregrado en enfrentamiento con la Autoridad, con contenidos
políticos variopintos, y en la universidad, ese espacio que a muchos nos “abre
el coco”, o nos abre la conciencia dirían los marxistas, alimentaba
políticamente (para bien o para mal) la protesta juvenil, y esa energía se
canalizaba con demandas sociales con metas quizá no concretas, pero que
apuntaban a transformar de una forma u otra el status-quo que nos dejan las
generaciones anteriores, como decía Aquiles Nazoa “Cada época trae consigo el
agotamiento de unas ideas y la insurgencia de otras; y ninguna idea nueva se
impone sin lucha (…) entonces surgen las manifestaciones, las protestas, las
universidades se hacen hervideros de lucha, de discusión, en que frecuentemente
se pasa a la acción directa.“ Estallaban entonces, fuertes manifestaciones, que
al igual que hoy, son brutalmente reprimidas. Pero eso no que quita el mérito a
la resistencia de la población y a la lucha juvenil actual, pues se les ve
talante cuando empieza el enfrentamiento, cuando encienden las molotovs o hacen
retroceder aunque sea unos instantes, a policías y militares, o cuando los
detienen, aplicándoles la “Ley antiterrorista”, y vuelven a salir conociendo
los riesgos que ello implica. Y al parecer en la lucha política y social, “se
aprende mucho a los coñazos”.
Crítica y propuesta
Adicionalmente, hay que decir que debido a la polarización y
la cultura violenta de nuestra sociedad actual, se ha llegado a episodios donde
quienes realizan acciones de barricada o protesta de enfrentamiento, han
rechazado actividades de grupos culturales en zonas donde los enfrentamientos
son continuos, como ocurrió con el evento de “músicos por la calle” en la Plaza
Altamira de Caracas, donde quienes llevaban días peleando contra los organismos
de represión, rechazaban un acto cultural de música y teatro por considerarlo “irrespetuoso
al luto”, denominando la plaza como “zona de guerra”, o “nuestra plaza”. Los
artistas debieron retirarse ante la negativa de los “otros” manifestantes. Apartando
el hecho de que la música y el arte alimentan “el alma” ante el luto, y la vida
merece ser homenajeada con “más vida”, el estar luchando frontalmente contra
los organismos de represión no le da a nadie el derecho o el mérito de tener
más poder que quienes realizan acciones no violentas como forma de protesta
popular – lo que se ha llamado también #ProtestaCreativa - , esas acciones
corren también el riesgo de ser reprimidas con golpes y detenciones, pero por
encima de eso, son formas de lucha, de atacar al status quo, de gritar contra
la opresión y de combatir el autoritarismo; y las plazas no son de nadie, “son
públicas”. Si ese tipo de actitudes persisten, sencillamente estaremos
repitiendo aquel parágrafo de la Ley de la Granja Animal ( en el libro de G.
Orwell: “Rebelión en la Granja”), donde se asienta que “todos los animales son
iguales, pero unos son más iguales que otros”. Entendemos que los niveles de
represión deben tenerles los nervios de punta, pero aislarse de otro tipo de
manifestaciones desarticula los movimientos y los aísla en la búsqueda de su
legitimad ante la sociedad, pues su propuesta deja de ser alternativa y pasan a
ser, lamentablemente, iguales o peores a los monstruos que enfrentan, además de
hacerle en cierta forma el juego al gobierno y su discurso sobre quienes son
los “violentos”.
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