Albert Huismann
“Espero que las personas finalmente se den cuenta de que solo hay una raza –la raza humana- y que todos somos miembros de ella”
Margaret Atwood
Si tan solo el racismo fuera tan sencillo como eso que vemos en las películas y en la televisión; dicho sea de paso que no son nuestras películas ni nuestra televisión. Los buenos y los malos, los opresores y los oprimidos, las víctimas y los agresores. Pero no, es más complejo entender qué es el racismo y cómo se manifiesta en el día a día. Además, cuesta trabajo enfrentar y evidenciar el racismo en Venezuela cuando estamos empeñados en negar que existe. Nos empeñamos en decir que no podríamos jamás ser racistas y con eso damos por solucionado el problema. Bueno… no es tan fácil. Es muy frecuente comparar este tipo de comportamientos con enfermedades y el racismo es una enfermedad que, por más que la neguemos, sigue allí.
Partiendo de la definición, la RAE dice que el racismo es 1. “Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros” o 2. “Doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior“. A mí en lo personal me parece útil esta típica ambigüedad de la RAE, me resulta útil porque emplea términos como ‘sentido racial’ y ‘grupo étnico’ sin hacer alusión o particular enfoque en algunos grupos étnicos que históricamente han sido víctimas de tal discriminación. Por lo tanto, el racismo es cualquiera y todas las formas de opresión, persecución y discriminación cuya base sea la supuesta inferioridad de un grupo étnico; más allá, no es solo inferioridad, el racismo también se desencadena cuando se estigmatiza a un grupo étnico por una supuesta maldad, peligro o culpa.
Visto así, el racismo podría ser tanto una experiencia personal como una experiencia colectiva y aún así seguir siendo racismo. De la misma manera, el racismo no solo se da de un grupo étnico hacia otro, sino también dentro de un mismo grupo étnico y de las personas hacia su propia identidad racial. Esto es mucho más complejo que lo que la OACDH contempla cuando habla de las formas contemporáneas de racismo. A continuación les pido que me acompañen en esta reflexión acerca del racismo en Venezuela.
Racismo e identidad
La identidad racial por sí misma es simple, existen 4 clasificaciones para la especie humana: africanoide, mongoloide, caucasoide y australoide; luego están los mestizajes. En teoría es así, pero en la realidad es mucho más complejo porque la identidad racial no se apega a esto y además debe coexistir con otras formas de identidad que le dan forma: la identidad nacional, el grupo étnico, la conciencia de clase, la identidad estética y a todo esto hay que sumarle que siglos de historia hacen todo más complejo.
Hay que recordar que en Venezuela originalmente tenemos aborígenes, europeos y africanos, eso en tiempos de la colonia, pero no solo tuvimos blancos europeos, sino que había tres clases: peninsulares, de orilla y criollos, luego los pardos y luego distintas oleadas de migraciones, mayormente de Europa pero también de otros países de América. Somos uno de los pocos países en los que no solo se dieron esos grupos originales de la colonia, pero también uno de los pocos países en los que aún persisten. El rango de distintas formas de mestizaje es muy amplio, al punto de que se puede perder de vista. También somos un país en donde no hay una mayoría clara de un grupo, más allá, las personas mestizas somos la mayoría, pero no uniforme ya que dentro de nosotros hay muchas variables. Como leí en un comentario “la mayoría somos café con leche, unos marrón muy claro, otros marrón muy oscuro (…) hay gente café con leche clarito que discrimina a los café con leche oscuro, y viceversa“.
La presencia subyacente del racismo en Venezuela tiene tres elementos que lo acompañan: el histórico, que por una parte ya mencionamos cuando hablamos de los distintos grupos que han formado la población venezolana, pero también hay que recordar que en el siglo XX, mientras en el resto del Caribe se daban movimientos como la negritud, el antillanismo y la reflexión sobre el criollismo, en Venezuela teníamos una larga serie de presidentes, algunos marcadamente racistas y otros enfocados al punto de la obsesión por los cánones europeos. Esto nos negó la oportunidad de reflexionar acerca de una identidad racial y por ello los venezolanos no experimentamos esta reflexión cultural.
Luego del aspecto histórico se encuentra el cultural, nuestra sobre exposición a otras culturas y nuestra valoración ambigua (a veces buena, a veces mala y en su mayor parte inexistente) de nuestra propia cultura ha debilitado la formación de una cultura venezolana estable, y al enfrentarse a problemas como el racismo nos cuesta rescatar los elementos que nos hacen parte de una misma identidad. Cuando el debate sobre el racismo se fortalece, nuestra concepción de cultura unificada se debilita. Además, aquí tenemos expresiones de sincretismo religioso y cultural que poseen un gran valor en la diversidad pero hacen más complejo el trabajo de definir una venezolaneidad, en nuestra variedad nos cuesta hallar los lazos comunes.
El tercer elemento es simple: somos una nación en formación, pero no una nación, no aún. Esto si entendemos una nación como identidad que agrupa a las personas que son parte de la misma, más allá de las diferencias de grupos étnicos, diferencias lingüísticas, geográfícas, políticas etc. (paráfrasis de Erich von Kahler). Entonces algo parecido al racismo puede colarse entre las grietas de estas diferencias que aún no han podido ser consolidadas ya que nuestra identidad como venezolanos aún se está formando.
El mito del mestizaje
Sí, hubo algo llamado mestizaje, el mito es creer que no podemos ser racistas porque somos mestizos. Como dice una amiga, “es una excusa que tienen atorada en la garganta para soltarla apenas salen este tipo de discusiones“. Desde un principio decir que el venezolano es mestizo excluye y deja por fuera a los venezolanos que no los son y que por cualquier historia de vida son parte de nuestro país. Blancos color leche, aborígenes venezolanos, hijos de extranjeros y muchos otros que son venezolanos y que son grupos minoritarios. Entonces, si el argumento es que no podemos ser racistas porque somos una mezcla, no, hay grupos que no vienen de esa mezcla y siguen siendo parte de la sociedad, la cultura. ¿Qué queda para ellos? Parece que es fácil desestimarlos y es precisamente a ellos a quienes se dirigen los estereotipos y etiquetas más frecuentes.
En Venezuela venimos de europeos pero no somos europeos, venimos de aborígenes pero no somos aborígenes y venimos de africanos pero no somos africanos (paráfrasis de José Briceño Guerrero) y en nuestra historia, quizá más que al resto de Latinoamérica, nos ha costado trabajo pasar de esta no-identidad a una identidad propia. Una de las consecuencias es el racismo y el tabú del racismo, esa negación de que podamos ser racistas.
Estamos acostumbrados a pensar en el racismo como una cuestión de piel, pero en muchos lugares en los que el racismo ha tenido mayor impacto es entre grupos étnicos más cercanos, como los genocidios en África, las guerras de los Balcanes, el holocausto en Alemania, el rechazo de polacos y rumanos en el este de Europa, las guerras en Armenia y Turquía. En todos estos casos no fue la diferencia de piel sino que el racismo fue una construcción casi artificial causada por la exacerbación de un valor étnico.
Endoracismo
No todas las formas de racismo se manifiestan como un conflicto entre dos grupos, también existe el endoracismo que es la desvaloración del propio grupo étnico. Una de las mejores expresiones de este conflicto se da precisamente en Venezuela. Hagan un ejercicio, pídanle a un niño que les traiga el color carne de su cartuchera, tomen el color y compárenlo con la piel de este niño. Lo más probable es que la piel del niño en cuestión ni se acerque a este fulano ‘color carne’, pero cuando el niño se vaya a dibujar ese será el color con que se represente (me pasó cuando niño). El problema, más allá de la diferencia de tonos, es que se crea una conciencia de lo que es normal y aunque la mayoría de los niños no sean de ese ‘color carne’ aun siendo mayoría se sienten fuera de la norma, excluidos.
Otro buen ejemplo es la película Pelo malo. Esta película relata el conflicto de un niño con su cabello crespo. La sinopsis nos dice “Junior tiene nueve años y el “pelo malo”. Se lo quiere alisar para la foto de la escuela y así verse como un cantante de moda. Esta situación generará un enfrentamiento con su madre Marta. Mientras Junior busca verse bello para que su mamá lo quiera, ella lo rechaza cada vez más. Finalmente Junior se verá obligado a tomar una dolorosa decisión“. A mi parecer es una excelente película y para no darles mayor detalle, solo puedo recomendarles que la vean en el cine.
La experiencia personal y la excusa de la costumbre
Este racismo a la venezolana hace reflexionar que, como se dijo antes, no solo es contra toda una ‘raza’ sino también contra el individuo. Así, la opresión contra todo un grupo racial es racismo pero también lo es contra el individuo y es entonces que el racismo sabe esconderse tras el tabú y la costumbre. Piénsenlo, quien es víctima de discriminación racial no lo experimenta como todo un grupo étnico, lo experimenta como individuo, le duele como individuo y le arrecha como individuo. Sigue siendo racismo y quien lo hace contra una persona también es responsable a nivel personal. Sin embargo, es fácil descalificar esta experiencia: “Ay, no le pares bola’, ‘Eso no fue así’, ‘No te lo tomes a pecho’ y ‘Conmigo no es así’. El racismo es una especie de tabú y entre todo creemos que una persona no puede ser racista si es mestiza, afrodescendiente (estoy en contra de este término); claro, debe ser que ninguno escuchó a un morenito hablando de ‘mejorar la raza’.
Otro ejercicio es pensar en un motorizado. Piensen que están en Plaza Venezuela que es un lugar en donde confluye gente de todas partes de Caracas. Imaginen que hacia ustedes viene un motorizado rubio, blanco, ojos azules o piensen que es moreno, pelo crespo. La sensación de que uno está en riesgo de ser asaltado cambia para muchos. Es como mi amigo Julián, él se viste con pantalones apretados, bandana, lentes de sol polarizados, y franelas holgadas con su respectivo estampado. Ahora, Julián es rubio, alto ojos azules y blanco; pero si no lo fuese, por la calle la gente susurraría que Julián es un tukki, pero es blanco, así que no sucede. El problema no es Julián, el problema es que quienes así lo etiquetan lo discriminan a él y también a sí mismos creando un derecho superior a vestirse de esa manera para unos y no para otros. Pero para muchos eso no es racismo, es simple costumbre, como cuando decimos que ‘todos los choros son negros’, comentario que me dijo un amigo negro que es deportista y sano, pero se lo han dicho, se lo han dicho mestizos, blancos y lo que es peor, otros negros.
“Espero que las personas finalmente se den cuenta de que solo hay una raza –la raza humana- y que todos somos miembros de ella”
Margaret Atwood
Si tan solo el racismo fuera tan sencillo como eso que vemos en las películas y en la televisión; dicho sea de paso que no son nuestras películas ni nuestra televisión. Los buenos y los malos, los opresores y los oprimidos, las víctimas y los agresores. Pero no, es más complejo entender qué es el racismo y cómo se manifiesta en el día a día. Además, cuesta trabajo enfrentar y evidenciar el racismo en Venezuela cuando estamos empeñados en negar que existe. Nos empeñamos en decir que no podríamos jamás ser racistas y con eso damos por solucionado el problema. Bueno… no es tan fácil. Es muy frecuente comparar este tipo de comportamientos con enfermedades y el racismo es una enfermedad que, por más que la neguemos, sigue allí.
Partiendo de la definición, la RAE dice que el racismo es 1. “Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros” o 2. “Doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior“. A mí en lo personal me parece útil esta típica ambigüedad de la RAE, me resulta útil porque emplea términos como ‘sentido racial’ y ‘grupo étnico’ sin hacer alusión o particular enfoque en algunos grupos étnicos que históricamente han sido víctimas de tal discriminación. Por lo tanto, el racismo es cualquiera y todas las formas de opresión, persecución y discriminación cuya base sea la supuesta inferioridad de un grupo étnico; más allá, no es solo inferioridad, el racismo también se desencadena cuando se estigmatiza a un grupo étnico por una supuesta maldad, peligro o culpa.
Visto así, el racismo podría ser tanto una experiencia personal como una experiencia colectiva y aún así seguir siendo racismo. De la misma manera, el racismo no solo se da de un grupo étnico hacia otro, sino también dentro de un mismo grupo étnico y de las personas hacia su propia identidad racial. Esto es mucho más complejo que lo que la OACDH contempla cuando habla de las formas contemporáneas de racismo. A continuación les pido que me acompañen en esta reflexión acerca del racismo en Venezuela.
Racismo e identidad
La identidad racial por sí misma es simple, existen 4 clasificaciones para la especie humana: africanoide, mongoloide, caucasoide y australoide; luego están los mestizajes. En teoría es así, pero en la realidad es mucho más complejo porque la identidad racial no se apega a esto y además debe coexistir con otras formas de identidad que le dan forma: la identidad nacional, el grupo étnico, la conciencia de clase, la identidad estética y a todo esto hay que sumarle que siglos de historia hacen todo más complejo.
Hay que recordar que en Venezuela originalmente tenemos aborígenes, europeos y africanos, eso en tiempos de la colonia, pero no solo tuvimos blancos europeos, sino que había tres clases: peninsulares, de orilla y criollos, luego los pardos y luego distintas oleadas de migraciones, mayormente de Europa pero también de otros países de América. Somos uno de los pocos países en los que no solo se dieron esos grupos originales de la colonia, pero también uno de los pocos países en los que aún persisten. El rango de distintas formas de mestizaje es muy amplio, al punto de que se puede perder de vista. También somos un país en donde no hay una mayoría clara de un grupo, más allá, las personas mestizas somos la mayoría, pero no uniforme ya que dentro de nosotros hay muchas variables. Como leí en un comentario “la mayoría somos café con leche, unos marrón muy claro, otros marrón muy oscuro (…) hay gente café con leche clarito que discrimina a los café con leche oscuro, y viceversa“.
La presencia subyacente del racismo en Venezuela tiene tres elementos que lo acompañan: el histórico, que por una parte ya mencionamos cuando hablamos de los distintos grupos que han formado la población venezolana, pero también hay que recordar que en el siglo XX, mientras en el resto del Caribe se daban movimientos como la negritud, el antillanismo y la reflexión sobre el criollismo, en Venezuela teníamos una larga serie de presidentes, algunos marcadamente racistas y otros enfocados al punto de la obsesión por los cánones europeos. Esto nos negó la oportunidad de reflexionar acerca de una identidad racial y por ello los venezolanos no experimentamos esta reflexión cultural.
Luego del aspecto histórico se encuentra el cultural, nuestra sobre exposición a otras culturas y nuestra valoración ambigua (a veces buena, a veces mala y en su mayor parte inexistente) de nuestra propia cultura ha debilitado la formación de una cultura venezolana estable, y al enfrentarse a problemas como el racismo nos cuesta rescatar los elementos que nos hacen parte de una misma identidad. Cuando el debate sobre el racismo se fortalece, nuestra concepción de cultura unificada se debilita. Además, aquí tenemos expresiones de sincretismo religioso y cultural que poseen un gran valor en la diversidad pero hacen más complejo el trabajo de definir una venezolaneidad, en nuestra variedad nos cuesta hallar los lazos comunes.
El tercer elemento es simple: somos una nación en formación, pero no una nación, no aún. Esto si entendemos una nación como identidad que agrupa a las personas que son parte de la misma, más allá de las diferencias de grupos étnicos, diferencias lingüísticas, geográfícas, políticas etc. (paráfrasis de Erich von Kahler). Entonces algo parecido al racismo puede colarse entre las grietas de estas diferencias que aún no han podido ser consolidadas ya que nuestra identidad como venezolanos aún se está formando.
El mito del mestizaje
Sí, hubo algo llamado mestizaje, el mito es creer que no podemos ser racistas porque somos mestizos. Como dice una amiga, “es una excusa que tienen atorada en la garganta para soltarla apenas salen este tipo de discusiones“. Desde un principio decir que el venezolano es mestizo excluye y deja por fuera a los venezolanos que no los son y que por cualquier historia de vida son parte de nuestro país. Blancos color leche, aborígenes venezolanos, hijos de extranjeros y muchos otros que son venezolanos y que son grupos minoritarios. Entonces, si el argumento es que no podemos ser racistas porque somos una mezcla, no, hay grupos que no vienen de esa mezcla y siguen siendo parte de la sociedad, la cultura. ¿Qué queda para ellos? Parece que es fácil desestimarlos y es precisamente a ellos a quienes se dirigen los estereotipos y etiquetas más frecuentes.
En Venezuela venimos de europeos pero no somos europeos, venimos de aborígenes pero no somos aborígenes y venimos de africanos pero no somos africanos (paráfrasis de José Briceño Guerrero) y en nuestra historia, quizá más que al resto de Latinoamérica, nos ha costado trabajo pasar de esta no-identidad a una identidad propia. Una de las consecuencias es el racismo y el tabú del racismo, esa negación de que podamos ser racistas.
Estamos acostumbrados a pensar en el racismo como una cuestión de piel, pero en muchos lugares en los que el racismo ha tenido mayor impacto es entre grupos étnicos más cercanos, como los genocidios en África, las guerras de los Balcanes, el holocausto en Alemania, el rechazo de polacos y rumanos en el este de Europa, las guerras en Armenia y Turquía. En todos estos casos no fue la diferencia de piel sino que el racismo fue una construcción casi artificial causada por la exacerbación de un valor étnico.
Endoracismo
No todas las formas de racismo se manifiestan como un conflicto entre dos grupos, también existe el endoracismo que es la desvaloración del propio grupo étnico. Una de las mejores expresiones de este conflicto se da precisamente en Venezuela. Hagan un ejercicio, pídanle a un niño que les traiga el color carne de su cartuchera, tomen el color y compárenlo con la piel de este niño. Lo más probable es que la piel del niño en cuestión ni se acerque a este fulano ‘color carne’, pero cuando el niño se vaya a dibujar ese será el color con que se represente (me pasó cuando niño). El problema, más allá de la diferencia de tonos, es que se crea una conciencia de lo que es normal y aunque la mayoría de los niños no sean de ese ‘color carne’ aun siendo mayoría se sienten fuera de la norma, excluidos.
Otro buen ejemplo es la película Pelo malo. Esta película relata el conflicto de un niño con su cabello crespo. La sinopsis nos dice “Junior tiene nueve años y el “pelo malo”. Se lo quiere alisar para la foto de la escuela y así verse como un cantante de moda. Esta situación generará un enfrentamiento con su madre Marta. Mientras Junior busca verse bello para que su mamá lo quiera, ella lo rechaza cada vez más. Finalmente Junior se verá obligado a tomar una dolorosa decisión“. A mi parecer es una excelente película y para no darles mayor detalle, solo puedo recomendarles que la vean en el cine.
La experiencia personal y la excusa de la costumbre
Este racismo a la venezolana hace reflexionar que, como se dijo antes, no solo es contra toda una ‘raza’ sino también contra el individuo. Así, la opresión contra todo un grupo racial es racismo pero también lo es contra el individuo y es entonces que el racismo sabe esconderse tras el tabú y la costumbre. Piénsenlo, quien es víctima de discriminación racial no lo experimenta como todo un grupo étnico, lo experimenta como individuo, le duele como individuo y le arrecha como individuo. Sigue siendo racismo y quien lo hace contra una persona también es responsable a nivel personal. Sin embargo, es fácil descalificar esta experiencia: “Ay, no le pares bola’, ‘Eso no fue así’, ‘No te lo tomes a pecho’ y ‘Conmigo no es así’. El racismo es una especie de tabú y entre todo creemos que una persona no puede ser racista si es mestiza, afrodescendiente (estoy en contra de este término); claro, debe ser que ninguno escuchó a un morenito hablando de ‘mejorar la raza’.
Otro ejercicio es pensar en un motorizado. Piensen que están en Plaza Venezuela que es un lugar en donde confluye gente de todas partes de Caracas. Imaginen que hacia ustedes viene un motorizado rubio, blanco, ojos azules o piensen que es moreno, pelo crespo. La sensación de que uno está en riesgo de ser asaltado cambia para muchos. Es como mi amigo Julián, él se viste con pantalones apretados, bandana, lentes de sol polarizados, y franelas holgadas con su respectivo estampado. Ahora, Julián es rubio, alto ojos azules y blanco; pero si no lo fuese, por la calle la gente susurraría que Julián es un tukki, pero es blanco, así que no sucede. El problema no es Julián, el problema es que quienes así lo etiquetan lo discriminan a él y también a sí mismos creando un derecho superior a vestirse de esa manera para unos y no para otros. Pero para muchos eso no es racismo, es simple costumbre, como cuando decimos que ‘todos los choros son negros’, comentario que me dijo un amigo negro que es deportista y sano, pero se lo han dicho, se lo han dicho mestizos, blancos y lo que es peor, otros negros.
¿Quien es dueño del racismo?
No solo está la realidad del racismo, también hay un problema porque no solo hay que reconocer el racismo, sino pelear por quienes son las verdaderas víctimas. Resulta que en toda esta confusión estamos acostumbrados a percibir el racismo únicamente con los arquetipos de los blancos opresores y los afrodescendientes oprimidos. No siempre es así, los blancos también pueden experimentar discriminación y entre las rendijas de este tabú se escapa un conflicto porque no queremos reconocer a las ‘ranas plataneras’, ‘blancos leche’ y nombre usted. ¿El racismo tiene un origen en la opresión esclavista? Sí. ¿Hay grupos vulnerables? Sí. Pero racismo también, no exclusivamente sino también, afecta cuando hay discriminación contra personas caucásicas. Es así porque en origen es lo mismo, es la estigmatización bajo excusa de inferioridad, maldad, peligro o culpa de una persona por sus características étnicas.
En mi caso, desciendo de diversas etnias pero particularmente mi piel es blanca, no mucho, pero lo suficiente para que mis amigos de piel más oscura me hayan dicho que no tengo derecho a hablar de negritud sin saber que tengo una abuela de raza negra. Señores, parte de la lucha contra el racismo es luchar contra el rencor, cualquier rencor: ni yo ni mi mamá, quien sí es blanca, tenemos la culpa por la esclavitud de los ancestros de nadie hace 400 años. Ser blanco no hace que las personas sean elitistas, opresoras, discriminadoras, solo nos hace personas. En cambio, todos somos responsables por los cambios de nuestro futuro y para ello hay que partir de una reflexión personal, no hay que tener un Apartheid, una mala palabra basta.
Si no es racismo se parece igualito
Seguramente esto se nos puede escapar de las manos, puede que un día no veamos a personas por la calle sino a ‘razas’ con su respectiva carga y creamos que las personas son el color de su piel. Parte de nuestro crecimiento debe ser aprender que más allá de una etnicidad existe una humanidad que nos agrupa y lo que es mejor, que nos permite crecer reconociendo a otros. Estoy particularmente orgulloso de todos mis orígenes y de lo que me han enseñado y estoy orgulloso del camino personal que como ser humano me ha permitido reconocer a otros y encontrar en ellos otras fronteras de mi experiencia humana. No es fácil aprender a reconocer la humanidad propia y la de otros, es algo de toda la vida y es una experiencia liberadora. Por su parte, como sociedad, comienza con cada uno de nosotros admitiendo que hay algo por allí y darle su correcta importancia. Lo que podamos crear en nuestro país juntos trascenderá aquello que hagamos separados. Estas palabras deben ser más que palabras “Toda persona tiene derecho a la protección y al respeto de su honor, dignidad, moral y reputación, sin distingo de su origen étnico, origen nacional o rasgos del fenotipo“. Ley orgánica contra la discriminación racial, artículo 8.
[Tomado de http://ideariocriollo.wordpress.com/2014/04/18/algo-parecido-al-racismo.]
No solo está la realidad del racismo, también hay un problema porque no solo hay que reconocer el racismo, sino pelear por quienes son las verdaderas víctimas. Resulta que en toda esta confusión estamos acostumbrados a percibir el racismo únicamente con los arquetipos de los blancos opresores y los afrodescendientes oprimidos. No siempre es así, los blancos también pueden experimentar discriminación y entre las rendijas de este tabú se escapa un conflicto porque no queremos reconocer a las ‘ranas plataneras’, ‘blancos leche’ y nombre usted. ¿El racismo tiene un origen en la opresión esclavista? Sí. ¿Hay grupos vulnerables? Sí. Pero racismo también, no exclusivamente sino también, afecta cuando hay discriminación contra personas caucásicas. Es así porque en origen es lo mismo, es la estigmatización bajo excusa de inferioridad, maldad, peligro o culpa de una persona por sus características étnicas.
En mi caso, desciendo de diversas etnias pero particularmente mi piel es blanca, no mucho, pero lo suficiente para que mis amigos de piel más oscura me hayan dicho que no tengo derecho a hablar de negritud sin saber que tengo una abuela de raza negra. Señores, parte de la lucha contra el racismo es luchar contra el rencor, cualquier rencor: ni yo ni mi mamá, quien sí es blanca, tenemos la culpa por la esclavitud de los ancestros de nadie hace 400 años. Ser blanco no hace que las personas sean elitistas, opresoras, discriminadoras, solo nos hace personas. En cambio, todos somos responsables por los cambios de nuestro futuro y para ello hay que partir de una reflexión personal, no hay que tener un Apartheid, una mala palabra basta.
Si no es racismo se parece igualito
Seguramente esto se nos puede escapar de las manos, puede que un día no veamos a personas por la calle sino a ‘razas’ con su respectiva carga y creamos que las personas son el color de su piel. Parte de nuestro crecimiento debe ser aprender que más allá de una etnicidad existe una humanidad que nos agrupa y lo que es mejor, que nos permite crecer reconociendo a otros. Estoy particularmente orgulloso de todos mis orígenes y de lo que me han enseñado y estoy orgulloso del camino personal que como ser humano me ha permitido reconocer a otros y encontrar en ellos otras fronteras de mi experiencia humana. No es fácil aprender a reconocer la humanidad propia y la de otros, es algo de toda la vida y es una experiencia liberadora. Por su parte, como sociedad, comienza con cada uno de nosotros admitiendo que hay algo por allí y darle su correcta importancia. Lo que podamos crear en nuestro país juntos trascenderá aquello que hagamos separados. Estas palabras deben ser más que palabras “Toda persona tiene derecho a la protección y al respeto de su honor, dignidad, moral y reputación, sin distingo de su origen étnico, origen nacional o rasgos del fenotipo“. Ley orgánica contra la discriminación racial, artículo 8.
[Tomado de http://ideariocriollo.wordpress.com/2014/04/18/algo-parecido-al-racismo.]
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