Por Jorge Cruz
Caracas 17 de abril de 2014
Caracas 17 de abril de 2014
Hay caminos que no se deben transitar, excepto si lo hacemos
es por buscar la vía rápida o respuesta fácil, esa que nos saca del atolladero
en el corto plazo, pero que se nos convierte en una carga en el mediano y
largo.
Lo peor es que muchas veces esas respuestas fáciles se
convierten en mitos, esas verdades sagradas; nadie las mira o realiza un escrutinio de ellas, solo se
aceptan y hasta reverencian.
La que se autodenomina izquierda no escapa a esa tendencia,
se ha llenado de mitos que le sirven para atacar los sentimientos, pero son
torpes al ser sometidos a un análisis. Parte de las culpas las tiene el estar
siguiendo a una teoría que surgió en el siglo XIX, que sirvió como herramienta
política para poder justificar las protestas de esos movimientos obreros o
agruparlos bajo un partido, pero que son básicamente propuestas políticas y se
quedan cortas al intentar realizar un razonamiento de la realidad.
Un solo ejemplo, se hace énfasis en los obreros, en nuestros
días el sector servicios se ha multiplicado muchas veces para convertirse en
una fuerza de tamaño considerable, por lo que seguir esgrimiendo la bandera de
obreros del mundo uníos, tal como reza el Manifiesto Comunista, suena, huele y sabe a naftalina.
Voy a describir algunos de los argumentos o conceptos que la
“izquierda” ha utilizado con mucho o poco provecho para alcanzar el poder, pero
que se ha demostrado incapaz de poder lograr el paraíso prometido en el
comunismo. No son todos, solo algunos, como también utilizo algunos que han
tenido mayor éxito en Venezuela.
El enemigo principal
Generalmente cuando leo o escucho a la llamada izquierda me
recuerda a una serie famosa hace ya muchos años: La Isla de la Fantasía;
porque, como si fueran enanos mentales, gritan: el imperio, el imperio, que
genera regocijo entre los espectadores, se reconcilian los descarriados
(historias de amor y odio); luego vuelve la rutina, se baja la temperatura y se
espera por el próximo llamado del imperio. En Venezuela tenemos otras
versiones: El golpe y magnicidio.
Mientras tanto, los guionistas (los que están en el poder) y
titiriteros o reales mandamaces , se ríen y disfrutan.
Quienes son los titiriteros, pues nada más y nada menos que
las transnacionales. Un buen grupo de ellas manejan presupuestos anuales
similares a la suma de varios países africanos y ellas gasta inmensas sumas en
hacer cabildeo (lobbying) para imponer sus intereses en las decisiones de
Estado; en pocas palabras, son las que realmente manejan la economía y
determinan las políticas en los países. Los gobernantes de cada país
(incluyendo a los EE.UU.) solo siguen los dictados de tales corporaciones, más
aún cuando actúan en grupo (Bilderberg, entre otros).
A pesar de ello, los
militantes de la izquierda solo se refieren al imperio (E.UU., e incluso no
reconocen a otros como el alemán, ruso, chino, japonés o Brasilero), es claro
que para fines propagandísticos es preferible tener a un “enemigo”, que algo
tan difuso como las transnacionales; esto no es útil para fines analíticos y
menos aún, para trazar estrategias de lucha.
Por este motivo vemos casos como el venezolano, en el cual
se ha atacado y utilizado hasta la saciedad el imperio, se arrinconado y casi
extinguido a los empresarios nacionales, pero al mismo tiempo se les ruega a
las transnacionales que amenazan con irse, que no lo hagan; se les busca como
aliados en todos los procesos de la producción petrolera o se les dan los
contratos de mayor peso ingenieril.
El último señalado es
digno se resaltar porque ilustra claramente lo que he querido expresar.
Por mucho años los ingenieros venezolanos, generalmente
agrupados en empresas privadas propias, realizaron grandes contratos y obras
para el Estado, por ejemplo, la autopista a La Guaira, construida en los años
50, que cuenta con tres viaductos y dos túneles, eran obras que se elogiaban
hasta internacionalmente. Casi desde el año 2004, cuando el gobierno brasilero
apoyó al difunto presidente Chávez a neutralizar el paro petrolero, Odebrecht
(transnacional con origen en Brasil), de ser una simple prestadora de servicios
más en el Metro de Caracas, pasó a ganarse todas la grandes obras: puentes
sobre el Río Orinoco, construcción de nuevas rutas para el metro, entre otras.
(Yo estoy seguro que esto fue parte de los pactos acordados para el apoyo de
Brasil, como también estoy seguro que esta y otras empresas que han recibido
contratos de diversa índole en Venezuela, han financiado las campañas del
Partido de los Trabajadores, en el cual militaba Lula).
Estado como productor
La segunda autotrampa está relacionada al papel del Estado,
especialmente estar a cargo de áreas estratégicas como alimentos, salud, educación,
entre otras. Me interesa hablar de la primera señalada porque en ella está
presente producción.
Si revisamos la experiencia de este tipo de modelo, notamos
que son contadas las que han sido exitosas y todas ellas en campos
capitalistas. La de los países que en algún momento se llamaron socialistas, en
los cuales todas las empresas pasaron a ser parte del Estado, los resultados
son desastrosos, por ello Rusia, China, Vietnam, entre otros, están en una
etapa de capitalismo bastante agresivo, con sectores privados que están
explotando de la peor manera a sus poblaciones y otras más.
Yo conozco dos ejemplos exitosos, ambas en el área de
servicio: la Empresa Pública de Medellín (que dependen de la Alcaldía), que
actualmente incursiona a escala nacional en Colombia y Embratel (que era
nacional) y una del estado de Río de Janeiro que no recuerdo su nombre; la
competencia entre estas dos era fuerte, por lo que su servicio era eficiente.
Cuando las empresas de producción son manejadas por el
Estado han adolecido de mermas considerables en su producción o deterioro en la
calidad de sus productos, esto generalmente sucede por dos razones: ellas se
vuelven clientelares (emplean más de lo debido, por lo que los costos de
producción se inflan y requiere de subsidio del Estado o se baja la calidad
para compensar su excesivo costo); en otro caso, como es casi garantizado la
permanencia en el trabajo, los empleados
tienen a descuidar su producción; también puede ser que no hay incentivo para
investigar e innovar por lo que sus productos se desactualizan; al no tener
competencia, sino monopolio no interesa la calidad y, por último, los cargos
gerenciales no se nombran por su excelencia sino por su sumisión al partido o
la camarilla de gobierno, que pueden generar deformaciones como, por ejemplo,
no saber manejar los inventarios. Ya mencioné que esto se vivió en varios
países, pero el último es el caso venezolano, que casi todas las empresas
expropiadas están en condiciones de producción deplorables, por lo que sus
productos han desaparecido del mercado y han contribuido enormemente a la
escasez reinante.
Del dicho al hecho hay mucho trecho, lo que puede ser
plausible en lo teórico no necesariamente lo es en su aplicación. Como expuse,
la producción de bienes no ha sido eficiente ni eficaz en manos del Estado, tal
vez deberíamos buscar otras maneras de producir en lo privado (cooperativas,
p.e.) y que el Estado sea lo suficientemente grande para realizar la
supervisión necesaria.
La verdad es la que dice la izquierda
Los medios de comunicación no dicen la verdad, incluso se
les acusa de guerra mediática. Lo que se esconden en estos tipos de argumentos
es el deseo de controlar la información, que solo la “izquierda” tiene o dice
la verdad. Los medios generan una población de tontos, que no saben disuadir el
bien del mal; sin embargo, lo que sucede es que si la “izquierda” llega al
poder utiliza las mismas artimañas y técnicas de propaganda existentes, como
los principios de Joseph Goebbels. Por ejemplo, simplificar el mensaje, se
habla del imperio y no de las transnacionales.
Se sataniza la educación como formadoras de borregos, cuando
se debe formar es una masa crítica. Entre los factores que ayudan a tener una
masa crítica está la diversidad de información que permita contrastar, la
“izquierda” como poseedora de la verdad intenta monopolizar la información a
impartir; es decir, niega uno de los principios para la existencia de un
pensamiento crítico, que es otra variante de esa autotrampa, solo la
“izquierda” forma el pensamiento crítico.
Soberanía e independencia del capitalismo
Se habla de independencia cuando en realidad se siguen los
principios del gran capital. Suramérica es un gran ejemplo, varios gobierno se
han declarado progresitas, anti-imperio, pero en realidad se sigue la hoja de
ruta que trazó el Banco Mundial para la gobernabilidad, luego de la aplicación
del shock económico con las medidas del Fondo Monetario Mundial.
Todos los países que se han declarado progresista están en
una carrera por la explotación de recursos mineros, incluso países con una
tradición pobre en ese aspecto, tales como Uruguay y Argentina.
En la nueva redistribución que ha hecho el gran capital de
las ventajas comparativas (dedícate a lo que eres bueno o tienes como ventaja
con relación a otro países) es que los países “menos” desarrollados suplan de
materia prima, especialmente minerales, a los “más” desarrollados. En pocas
palabras, una etapa de neoextractivismo, como le han llamado algunos autores.
Venezuela ha sido el extremo de esa tendencia, desde la
llegada al poder del chavismo, hace más de 15 años, se ha dedicado a destruir
la industria nacional y dedicarse a explotar petróleo; peor aún, hacia los
EE.UU. exporta petróleo que luego compra refinado.
No ha habido intentos de realmente de ser independientes, sino de cumplir con
los designios del gran capital, aunque el discurso pareciera ser lo contario;
porque la propaganda al respecto juega un papel importante: crear la ilusión de
soberanía e independencia.
El modelo que se pregona, socialismo, no tiene una visión
clara de que se busca, ni a lo interno y menos a lo externo, por ello solo
siguen las reglas de juego que marcan las transnacionales y con ello el
capitalismo mundial.
Acabar con la exclusión sociopolítica y económica
Para el quinto caso voy a utilizar como su mayor exponente a
Venezuela, por estar inmersa en una “revolución socialista”: combatir la
exclusión. Uno de los temas que más se argumentan en la “izquierda” es la
existencia de una exclusión social, hay sectores que no tienen derechos o son
violentados permanentemente, sus reclamos por medio de protestas son la
expresión de lo que llaman Lucha de Clases, que teóricamente debería ser la
toma del poder por la clase explotada, no de un partido o grupo que se
autodenomina representante de la clase obrera (que generalmente vienen de la
clase media).
Esto es parte de la teoría política de Carlos Marx, hay un
pequeño grupo de explotadores y una mayoría de explotados, poseedores de los
medios de producción y “manipuladores” de los medios de producción, que al
realizar esta acción generan plusvalía que es acumulada por los dueños de los
medios de producción. Esta apropiación
da pie a una exclusión de los últimos, apenas sobreviven e incluso hay los
lumpenproletariado, que están totalmente marginados de un empleo o de una vida
mínimamente digna.
Supuestamente, al acceder al poder esta gran mayoría se
revertirían los roles y se llegaría a un estado en el cual no habrían clases.
Venezuela ha tenido en el poder por un lapso de 15 años a un
grupito que dirige la revolución socialista (gracias a los ingentes ingresos
petroleros). Son un grupito que se reparten varios puestos de la burocracia (se
pasó de tener 16 ministerios en el 1998 a 36 en 2014) y también entre varios de
la misma familia, ha habido más de dos hermanos en cargos de alto rango en el
Estado.
Pero allí no acaba la historia. Este grupito que
supuestamente ha intentado acabar con las exclusión social (se arguye que no se
ha abolido porque se está en una transición, que es un proceso que está en
construcción), aunque ha generado otro tipo de exclusión: política, todo aquel
que no esté en el partido de gobierno es perseguido o calificado de escoria:
oligarca, pitiyanqui, escuálido, majunche, entre otros. No se aceptan críticas
(tienen la verdad), cualquier pensamiento contrario es calificado de derecha.
Menos aún que proteste, no se tienen derechos políticos, al
menos que digas que estas con la revolución. Las protestas que se han sucedido
en Venezuela desde el 12 de febrero han sido reprimidas de la peor manera:
muertes por balas u otros medios, torturas, envío de los jóvenes que protestan
a cárceles donde se recluyen a personas con historial delictivo o de
asesinatos, destrozo de puertas o rejas para el ingreso a edificios o
viviendas, destrozo de vehículos estacionados en las vías. En otros artículos
que están publicados en el blog: www.jorgecruzo.blogspot.com se pueden leer artículos
que describen en algunos casos la represión.
Si bien es cierto, que el país señalado estaba en una crisis
en la cual la separación entre los sectores poderosos y el resto era cada día
más distante, en la cual si habían dos Venezuelas, una que acudía a la
educación y salud privada y la gran mayoría que no sufría un viacrucis para
poder ser curado o a una educación pública cada vez en peores condiciones; ni
hablar de la desnutrición o alimentación deficiente de los mismos. La llegada
del Chávez fue un respiro en cuanto a programas sociales, se les llamó
misiones; pero su objetivo no era mejorar las condiciones del país, fue acabar
con los partidos políticos contrarios (ver Lo Político Primero, en el blog
citado).
Por ello se pasó de una exclusión social a una política;
porque al final, en todos los países que han instaurado el socialismo ha sido
la tónica, tener un solo partido que está en el gobierno y perseguir a
cualquier tipo de oposición. Es decir,
se ha utilizado el pensamiento de izquierda para justificar o mantenerse
en el poder.
En pocas palabras, no
es cuestión de eliminar las clases sociales, es de asumir el poder y permanecer
en él el mayor tiempo posible. Nunca ha estado realmente en la agenda el acabar
con la exclusión social, política o económica, ha sido solamente un excusa para
acceder al poder, ya que es la izquierda la que tiene la verdad.
La participación como panacea
Por último otra autotrampas: la participación de los
sectores populares. Esta hipótesis alega
que es necesario que TODOS participen en la construcción de su entorno, desde
su vivienda hasta el país. El problema con esta propuesta es que se olvida que
somos animales gregarios y, como tal, tendemos a delegar en el líder la toma de
decisiones, en el macho alfa recae la ruta a seguir.
Otro tema que se relega es la economía energética, las
personas se movilizan en función de obtener mayor cantidad de energía que la
invertida en su obtención (si yo gasto consuetudinariamente más energía de la
que recupero, llega el momento en el cual tengo deficiencia energética); por lo
tanto, si percibo que no voy a tener un superávit energético no me movilizo.
Con ello quiero decir que la participación es diferenciada,
algunos ponen más tiempo y energía en la acciones a seguir, que todos responden
a su interés personal (que generalmente es su primera comunidad: la familia
directa, no necesariamente el trio de padre, madre e hijos, sino que incluye a
otra línea familiar como los padres,
hermanos, entre otros), en primera instancia, luego a su comunidad (aquí
me refiero a la que generalmente se utiliza como concepto en la ciencias
sociales); que quienes invierte más deben estar buscando prebendas, ya sea
acceder al poder o premios.
En Venezuela también se han estado hablando con fruición de
la corresponsabilidad y participación protagónica. Las figuras cumbres de esto
son los consejos comunales y la comuna (un agregado de CC). La ley para los
primeros exige porcentajes de participación en asambleas, que como autoridad
máxima, es la que toma decisiones para el área de influencia. El gran problema
es que se cae en un asambleísmo que cansa tanto a los que fueron elegidos
voceros (delegados por áreas de interés), como el resto de la comunidad. Por
ello, más son los CC que funcionan en el papel que en la realidad.
No voy a profundizar en otros problemas de los CC como
voluntarismo, horizontalidad… porque me llevarían a otros lares.
Conclusiones
Mientras los teóricos y pragmáticos de la “izquierda”
continúe sin preguntarse o reescribir su hipótesis de trabajo, tendremos lo que
hemos tenido: movimientos (realmente partidos) que han dirigidos revoluciones
que al final solo logra que otra camarilla se atornille al poder.
Es más cómodo seguir donde se está, pero al final sólo
obtendrán frustraciones porque únicamente el gatopardismo es el triunfador.
Al final la izquierda se parece tanto a la derecha, o
posiblemente es más siniestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.