Por Marcel Ventura
Ese que aparece en el segundo 43 eres tú. Fuiste al mercado en un país donde lo normal es no conseguir las cosas que necesitas cuando las necesitas: pollo, harina, jabón, leche, azúcar, papel higiénico, desodorante. Te has acostumbrado. Caminas por el barrio Los Palos Grandes, en el municipio caraqueño más opositor, así que ya no te alarman los gritos lejanos de militares ni el ruido metálico de las barricadas que día tras día arman los manifestantes en vías públicas. ¿Cuándo se terminará todo?, te preguntas, aunque ya ni sabes qué tan grande es ese todo porque una protesta es un hiato en la normalidad, pero lo que quedará cuando terminen las protestas es un hiato aún mayor.
Te detienes en el segundo 52 a ver un movimiento extraño al
otro lado de la acera. Dos personas se bajan de un coche y van hacia ti. Tal
vez dicen tu nombre. Fíjate que no sueltas las bolsas del mercado para mostrar
los nudillos, ni siquiera cuando el coche pone reversa en contrasentido. Te
rodean, te dicen “acompáñanos-estás-detenido” y tú recuerdas que en las
películas a la gente no la detienen así. Al minuto y once segundos la puerta
del coche se abre, uno de los hombres te pone la mano en la espalda y de inmediato
tratas de huir porque todos saben que nada bueno ocurre dentro de un coche
negro con vidrios oscuros. Empieza el forcejeo, eres más grande que los otros,
así que el conductor se apresura a ayudar y hasta se olvida de detener el
vehículo.
Entre todos te empujan y golpean ante la mirada cautelosa de
un testigo que aparece pocos metros atrás. ¿Quiénes serán los malos?, se
pregunta, porque en un país con 25,000 homicidios en un año todos pueden ser
los malos. Al minuto y 28 segundos ocurre la primera tragedia: dejas caer una
de las bolsas. Que no sea la harina, coño –piensas–, que no sea la harina.
Mientras te dan manotazos en la nuca y escuchas las llantas de otro coche
rechinar a toda velocidad, no puedes contemplar que alguien de ellos sea
policía. Aún más: del Servicio Bolivariano de Información. Ellos tampoco se
explican cómo alguien puede ofrecer tanta resistencia con una bolsa en una
mano. La fuerza del mercado.
Treinta segundos después de empezar el forcejeo sigues
resistiendo. Viene una cuarta persona, salta sobre tu cabeza, termina de
meterte en el coche y, ya adentro, te pegan para que te tranquilices. Al menos
no dejaste caer la otra bolsa del mercado. A partir del minuto dos desapareces
del tiro de la cámara y lo que viene es una historia anónima como las otrasgolpizas de las fuerzas del Estado. Desde el 12 de febrero han muerto veintepersonas, han detenido a 1261 y tu mayor miedo a estas alturas es convertirte
en otro número. No hay olvido más veloz que ser parte de la estadística.
Los vecinos gritan ¡secuestro! y la policía del municipio
trata de detener al coche que te lleva. Nadie adentro le hace caso ni se
identifica como oficial del Estado, por el contrario, el conductor acelera y
enfila hacia la autopista. Pensarás que en el video no queda nada más por ver,
pero fíjate en el hombre que aparece a trote en el minuto dos, segundo seis.
También grita lo del secuestro, no pienses que no, pero cómo iba a dejar perder
esa botella de gaseosa que cayó en medio del forcejeo. ¿Qué compraste? ¿Coca-cola?
Si te sirve de consuelo, la harina todavía va contigo en el carro.
Nosotros aquí no conocemos una versión real de lo que te
ocurrió, solo tenemos ese video desde ayer. Sabemos que la policía del
municipio persiguió a tus secuestradores, disparó y mató a uno, y sabemos que
el Ministro de Interior dice que esos secuestradores eran policías haciendo sutrabajo y que te detuvieron en flagrancia protestando, alterando el orden
público.Pero también sabemos la definición de flagrancia y no se parece en nada
a lo que muestra el video. No es que sea nuevo esto de la policía secuestrando,
lo sorprendente es ver a un ministro justificándolo. Tampoco nos hemos vuelto
tan cínicos, no creas.
Extraído de http://www.letraslibres.com/blogs/polifonia/protestas-en-venezuela-cuando-la-policia-secuestra
Extraído de http://www.letraslibres.com/blogs/polifonia/protestas-en-venezuela-cuando-la-policia-secuestra
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