Marlenis
Castellanos
Cabudare es
uno de los nombres del infierno desde febrero. La ciudad-dormitorio que se
extiende a un costado de Barquisimeto es escenario de una batalla en la que
universitarios y vecinos sufren el asedio de los grupos de choque del
oficialismo.
-A mi hijo
y a su amigo ni siquiera les dio tiempo de correr. Estaban mirando las
barricadas de la urbanización vecina, cuando llegaron varias camionetas
marrones, se bajaron unas mujeres, funcionarias militares, los montaron en los
carros y se los llevaron. Eran las seis
y media de la tarde.
Gustavo
relata cómo su hijo, del mismo nombre y estudiante de 23 años, estuvo desaparecido junto con su amigo
Jhonny. Mientras sus familiares los buscaban en el Destacamento 47 de la
Guardia Nacional en Barquisimeto –la adyacente capital del estado Lara-, en el
Fuerte Terepaima y en la 14ta Brigada de Infantería Mecanizada, a los muchachos
los ruletearon por Cabudare –capital del municipio Palavecino- y cuando
llegaban a barricadas con brasas aún encendidas, los obligaban a apartarlas con
las manos. “Presentan quemaduras en las manos. Los golpearon durante todo el
trayecto y al amigo de mi hijo le metieron el cañón de un fusil o de un arma
larga en la boca. Poco antes de la medianoche los soltaron a la salida de
Cabudare y los muchachos regresaron a
pie hasta la casa. Sin teléfonos y sin el poco dinero que pueden cargar unos
estudiantes”, resume Gustavo, el padre.
Sobre las
riberas del río Turbio, Cabudare –y el rosario de urbanizaciones de clase media
que se suceden a las orillas de la vía que la conectan con Barquisimeto- sirve
de dormitorio para la capital larense. Se dice que su nombre aborigen significa
“árbol grande”, una imagen perfecta para un reclamo publicitario. Pero Cabudare
dejó de ser desde febrero un ensueño inmobiliario para convertirse en una
sucursal del infierno. El 9 de marzo, a pesar de ser domingo, fue el lugar de
un saldo alarmante: Dos estudiantes detenidos –además de los dos jóvenes
obligados a limpiar con las manos los escombros todavía ardientes de las
barricadas-, una docena de heridos con perdigones, vecinos asfixiados por los
gases lacrimógenos, niños aterrorizados por la presencia de efectivos
militares, dos tanquetas que patrullaban en las urbanizaciones, rejas
destrozadas y vecinos que se miran con recelo ante la posibilidad de que el
otro sea un soplón de los policías.
Este 9 de
marzo ocurrió una verdadera batalla de 12 horas entre jóvenes vecinos del
lugar, en un bando, y efectivos de la Guardia Nacional y motorizados de los
colectivos oficialistas, en el otro. Fue en Valle Hondo, una de las
urbanizaciones de este cantón de clase media. La tranquilidad dominical quedó
interrumpida como las vías en las inmediaciones del supermercado Central
Madeirense, ubicado justo en la intersección de la avenida que comunica a
Cabudare con Barquisimeto. Poco después de las nueve de la mañana, un grupo de personas
decidió protestar y quemar cauchos.
La Guardia
Nacional se hizo presente. Con la idea, también dominguera, de que los
desórdenes se acabarían rápidamente, los soldados prodigaron bombas
lacrimógenas al granel. También entraron a algunas viviendas para arrastrar
consigo a los jóvenes que encontraran a su paso. Lograron llevarse a Carlos
Alberto Siegert y Elio Durán como presas. Este hecho enardeció a los vecinos,
quienes se organizaron y desde las siete etapas que integran el sector, se
lanzaron a una refriega que duraría
hasta entrada las nueve de la noche.
Dos
tanquetas, además de 20 motorizados con capuchas, jeeps y maquinaria pesada para levantar los
escombros, hicieron el elenco de la película que vieron ese día en Valle Hondo.
Los militares estuvieron casi todo el día quitando barricadas y enfrentando a
los manifestantes, quienes además de incendiar parcialmente una tanqueta,
armaban las barricadas con la misma rapidez con las que se las quitaban.
Durante el
sitio se registraron ataques contra otras urbanizaciones aledañas a Valle Hondo,
entre las que destacaron por su violencia Tarabana Plaza y La Hacienda.
El alcalde
del municipio Palavecino José Barreras, en rueda de prensa manifestó su
extrañeza de que después de cinco días de calma en el municipio, aparecieran
barricadas un domingo y que se presentara “presunto enfrentamiento con la
Guardia que da origen a las detenciones y a que la Guardia se metiera a las
urbanizaciones”.
Este lunes,
mientras los abogados de la Asociación Civil Fundación Justicia, Solidaridad y
Paz (Funpaz) –una organización de vecinos víctimas de ataques durante las
protestas contra el resultado electoral del 14 de abril de 2013- apoyaban a los
dos estudiantes en su presentación ante los tribunales, el padre de Gustavo
realizaba las gestiones para llevar el caso de su hijo ante la Fiscalía, Por su
parte, los comerciantes de Valle Hondo miraban con tristeza los vidrios rotos y
las calles aun interrumpidas por trincheras.
Estado de
sitio
Por
comodidad y usanza, en Lara resumen en un solo nombre, Cabudare, a las tres
parroquias que integran el municipio Palavecino. Se trata, en realidad, de casi
200 urbanizaciones, barrios y caseríos rurales. Palavecino forma parte de lo
que se conoce como el Área Metropolitana
de Barquisimeto, y apenas se separa de
la capital larense por dos vías comunes: una avenida intercomunal y una vía
rápida, La Ribereña.
Cabudare es
una zona tranquila. Por eso, el 12 de febrero -fecha en la que se iniciaron las
protestas juveniles en todo el país- los larenses se asombraron ante la movilización que lograron los
estudiantes de las dos universidades
privadas que tienen su sede en el municipio.
-Yo, la
verdad, nunca había hecho eso de trancar las calles, nunca había hecho una
guarimba… Y es que yo no me gradúe de
guarimbera. Toda la vida he sido educadora y violenta, la verdad, es que no
soy…
Marlene es
una de vecinas que salió a protestar a las calles del municipio Palavecino ese
día. Su historia bien puede ser la de cualquiera de las 15 urbanizaciones que
desde entonces y por una semana soportaron el asedio de grupos armados que
llegaban al inicio de la noche o al filo de la madrugada.
Las
barricadas internas, los cierres de vías entre urbanizaciones y la quema de
cauchos, trastocaron la cotidianidad de casi 200.000 habitantes del municipio,
en su mayoría, parte de una población flotante que todos los días debe
trasladarse entre Cabudare y Barquisimeto
Pero el asombro de tanta energía para protestar contra el gobierno del
Presidente Nicolás Maduro, dio paso al terror que vivieron los habitantes de
las urbanizaciones, cuando comenzaron las incursiones de la Guardia Nacional y
sus aliados, los grupos armados que se desplazan en motocicletas.
En la
urbanizaciòn Los Samanes –conformada por viviendas unifamiliares y muy cerca de
la avenida Ribereña- sus habitantes
debieron organizarse en turnos para detectar el momento preciso en el que
llegarían los motorizados y la Guardia. “Tengo cuatro días sin dormir. En la
noche armamos barricadas con colchones y colocamos pipotes en la entrada, de tal
forma que sonaran si alguien intenta entrar a nuestras casas”, dijo un vecino
que prefirió no dar su nombre.
Dos días
después de esta declaración, los diarios regionales reseñaban la incursión más
intensa en Los Samanes. Esa madrugada del 24 de febrero, dicen los reportes,
los atacantes incendiaron el portón de acceso a la urbanización. Desde una
tanqueta de la Guardia Nacional cantaban el himno chavista –antes, de los
batallones blindados- “Patria, patria, patria querida…”. Mientras, los
motorizados de los grupos de choque disparaban contra las viviendas desde la
reja perimetral que delimita la urbanización.
-Esa noche
llegué a a tener 30 llamadas en mi celular, de gente que pedía ayuda desde las
urbanizaciones para enfrentar a los motorizados que los asediaban- comentó el
alcalde del municipio, José Barreras, en una reunión sostenida con un grupo de
vecinos.
Terror en
dos ruedas
Los
colectivos se han ganado con toda propiedad el puesto como azotes de la
vecindad. Habitantes de Tierra del Sol – otro urbanismo integrado por tres
etapas de viviendas unifamiliares- colgaron en la red un video denominado
"Colectivo Armado entra a Tierra de sol 2". El video fue grabado de
las cámaras de seguridad de la urbanización, “luego un vecino lo grabó de su celular para poder llevarlo a
las redes sociales colocando la narración”, según explica Zulay Lopez, una
lugareña. La trama del video es simple pero aterradora: el 21 de febrero los
vecinos de Tierra del Sol se manifestaron. Al concluir la concentración, ya en
horas de la noche, motorizados armados llegaron al lugar. Dispararon contra la
garita de vigilancia y las viviendas.
Ese mismo
día pero un poco más temprano, en la cercana Valle Hondo, un escuadrón
antimotines de la Guardia Nacional irrumpió en algunos hogares de la quinta
etapa. Resulta que algunos estudiantes que protestaban en las cercanías de
Valle Hondo y otras dos urbanizaciones, Hondo, La Hacienda y Altamira, fueron
perseguidos y acorralados dentro de las calles de los tres complejos
habitacionales.
Al día
siguiente, desde las cinco de la madrugada, los vecinos que viven en las
adyacencias, cerraron el distribuidor
Valle Hondo, acceso que comunica a Barquisimeto con Cabudare. Cauchos, palos y
toda clase de desechos se juntaron para construir las barricadas. Durante el
día, unos 20 agentes contra disturbios de la Guardia Nacional se encargaron de
despejar la vía una y otra vez, mientras contenían a los protestantes con
perdigones y gases. El saldo fue de
cinco heridos con perdigones, además de numerosos vecinos con síntomas de
asfixia. Pero en horas de la noche, los grupos de motorizados rondaron por casi
todas las urbanizaciones de Palavecino.
- Yo
prefiero denominar como bandas paramilitares a quienes actuaron contra las comunidades. Estas bandas
son muy agresivas, tienen entrenamiento militar, van vestidos de militares o encapuchados, se
desplazan en motos o camionetas y portan
armas modernas, como pistolas 9 mm- explica el sociólogo Nelson Freitez,
docente y coordinador de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Universidad
Centro-Occidental Lisandro Alvarado (UCLA)
La historia
de violencia grupal se repite con ligeros matices en las urbanizaciones del
municipio, donde los motorizados incursionan en grupo de hasta 60 personas en
noche o en la madrugada. Entre las zonas
afectadas destacan El Palmar, Atapaima, Almariera, Tierra del Sol, Villa Park y
Villa Granada. “Dijeron que vendrían por
nosotros y lo cumplieron”, comentan dos jóvenes en Almariera, urbanización
integrada por lotes de edificios de cuatro pisos y unas 500 viviendas. En sus
casas sufrieron las cargas de perdigones y la invasión del humo. A las cinco de
la mañana del sábado los motorizados acudieron a su labor de intimidación por
las dos únicas calles que no están cerradas con portones. Luego, Almariera
resistió días de cierre y amenazas de los grupos armados.
- Los
“valientes muchachos”- como los llama
María Dolores Pereira, vecina que tiene
más de 20 años en Almariera- que se
enfrentaron a estas arremetidas fueron dejando la lucha al pasar los días y los vecinos salían más
bien a curiosear. Fue a estos vecinos a quienes asaltaron los grupos
paramilitares.
Marlene
Hernàndez vive en El Trigal, muy cerca de Almariera. Ella es profesora jubilada
y activa organizadora en su comunidad.
Cuenta que vio que los jóvenes organizaron la protesta en la calle y que
entonces ella, junto a otros vecinos, decidió unirse a sus reclamos. Era una protesta pacifica hasta que se
enteraron de que en el oeste de Barquisimeto a un familiar le habían incendiado
su carro dentro del edificio donde vivía.
“Nos pusimos alerta y fortalecimos las barricadas. Ya antes habían venido los
uniformados y en una ocasión estuvieron frente a nuestras casas durante una
hora con la sirena encendida”.
Una de las
noches, cuando ya la manifestación de los lugareños había finalizado, el grito
de su hijas cimbró a la comunidad: “Ahí
vienen los colectivos”.
- Esa noche
fue impresionante. Motorizados encapuchados, con franelas rojas y armas, hicieron
rondas por las calles de la urbanización. Los vecinos apagamos las luces
de nuestras viviendas y nos comunicamos mediante silbatos. Al día siguiente volvieron
y agarraron botellas de una licorería y se dedicaron a lanzar botellazos y sabotear un cumpleaños en una casa.
Nelson
Freitez, por su parte, se esfuerza en hacer definiciones sobre la violencia que
ha presenciado todos estos días en la otrora apacible zona. “Es cierto que hubo excesos en algunas
barricadas, pero si eso es violencia, ¿cómo podemos calificar cuando un militar
dispara con una 9 mm a un estudiante, o cuando tienes situaciones como la de
Valle Hondo, donde dispararon bombas contras las viviendas, hubo
tanquetas, helicópteros y más de 100 efectivos disparándole a las
viviendas?”.
A todas
estas angustias se suma en Cabudare la creciente sospecha fraticida. En Las
Mercedes, una de las urbanizaciones de la zona, una tanqueta logró entrar
porque un vecino les abrió el paso. En Tierra del Sol, las mujeres de la
insurgencia comentan con tristeza que sus vecinas de toda la vida les tomaron
fotografías para difundirlas por Twitter, señalando con nombres y apellidos
quiénes eran las supuestas jefas de las protestas. “Tenemos los mensajes y allí
nos señalan y les informan a los motorizados quiénes somos y les dicen que
venga por nosotras. Es muy triste”, dice Zulay.
Por su
parte, Marlene Hernández, la educadora que no se graduó de guarimbera, señaló
que un amigo que trabaja con las autoridades policiales le comentó que una
denominada Operación Sapo se había activado. Dijo saber que una vecina la
fotografió y le hizo llegar la foto a los colectivos motorizados.
-Fuimos a
hablar con ella pero por supuesto lo negó. Me
tomó foto al lado de los muchachos y la pasó a las autoridades para que
supieran quién estaba al frente de las guarimbas… De esta violencia creo que hemos aprendido que no ganamos nada
con quemar e incendiar las calles. Eso sí, lo aprendimos rápido- comenta,
mientras se prepara para asistir a una cadena humana por la paz.
http://www.armando.info/sitio/index.php?id=12&tx_ttnews%5Btt_news%5D=85&cHash=4e5fa24aff6d7f65ccda509b7a5e9515
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