Opinión: Dos muertes, diferente actitud

Humberto Decarli

Hace un año que anunciaron la muerte del presidente Chávez porque la data de su fallecimiento quizá nunca se sepa por los avatares del estalinismo. Un lapso de au desaparición física con un legado terrible. Su propuesta fue autoritaria con resaltado culto a su personalidad; un esquema de gobierno populista de la manera más procaz y con la participación directa de los cuadros militares en las más altas posiciones del Estado, sobre todo en materia de seguridad y económica; una política internacional de vinculación con regímenes atrabiliarios como el bieloruso Lukashenko, el libio Gadaffi, el de Zimbawe Mugabe, Admadinejhad de Irán e incluso Sadam Hussein en su momento y por supuesto, sus mentores los hermanos Castro y los asesinos de la Plaza Tianamen, los chinos; orientación importadora, extractivista y rentista de la economía; políticas generadores de grandes ganancias para la banca, los seguros, las empresas de telecomunicaciones y las energéticas; y en general una iniciativa política fundada en la democracia clientelar peronista con acento estalinista. Nos dejó a Venezuela en ruinas y al borde del precipicio. 

Dos días antes asesinaron en el Zulia al cacique Sabino Romero, de la etnia yukpa, como castigo por su actitud consecuente en la lucha contra las transnacionales del carbón, los ganaderos y la demarcación de las tierras aborígenes. La autoría intelectual de su muerte aún no se determina por los intereses en juego y siguen libres sus responsables. Antes había sido detenido y enjuiciado por los tribunales de la revolución por un confuso incidente promovido por el poder. Su homicidio ha pasado por debajo de la mesa debido a la del gigante pero para quienes tengan sentido de la historia nunca será así. Honor al cacique irreductible en la defensa de los derechos de las etnias yukpa, barí y wayuu.