J. R. López Padrino
Sectores de la oposición han propuesto "La Salida" como estrategia para librarse del lumpen militarista que "desgobierna" a la nación y superar la profunda crisis que afecta al país. "La Salida" como propuesta política no constituye nada innovador y lamentablemente reedita las fracasadas aventuras vanguardistas del pasado.
Los que invocan "La Salida" sufren las consecuencias del síndrome del inmediatismo y reivindican de una manera u otra al fracasado foquismo de los años sesenta: un foco de agitación puede lograr con relativa rapidez la propagación de la protesta, lográndose así el levantamiento de las masas y el derrocamiento del gobierno. El foquismo representa la más pura expresión de ese voluntarismo equivocado, donde las condiciones históricas son suplidas por los deseos de una vanguardia. Este enfoque mecanicista sólo ha servido y sigue sirviendo para estimular el ya fracasado cortoplacismo.
"La Salida" representa a quienes reclaman soluciones mágicas, los que sub-estiman al contrario y sobre-estiman las fuerzas propias. Aquellos que parten de la equivocada premisa de que una movilización masiva y sostenida de las fuerzas disidentes en la calle provocaría la salida del poder de Maduro y su pandilla o la intervención de los militares (golpe de Estado). Obviamente se equivocan, entre otras cosas porque Maduro no es un presidente en ejercicio, el poder real está en manos del gorilato bolivariano, y ellos garantizan la continuidad del proyecto hegemónico. Además, porque las condiciones subjetivas no son las más favorables para la oposición y las mismas no pueden ser forzadas por un inmediatismo vanguardista.
Contrariamente a las posturas inmediatistas y dando muestras de madurez política los estudiantes han tomado las calles para rechazar la inseguridad, la escasez, la inflación y respeto a la Constitución Nacional y no para sacar a Maduro de Miraflores. Más recientemente han exigido la libertad de sus compañeros detenidos, la eliminación de los colectivos armados, y la realización de una investigación exhaustiva de los hechos del 12F para penalizar a los verdaderos culpables. Estos héroes anónimos no han cesado su lucha en favor de sus justas demandas a pesar de haber sido reprimidos, torturados y hasta asesinados a manos del aparato represivo fachochavista y sus hordas criminales.
Más que proponer atajos inciertos es necesario seguir con la acumulación de fuerzas como estrategia para derrotar al poder. Dotarnos de un discurso no-electoral orientado a los sectores sociales más desfavorecidos, así como el insertarnos en la conflictividad social. Las premuras políticas nunca permiten la acumulación de fuerzas, solo generan ilusorias esperanzas y siempre terminan en dolorosas catástrofes políticas.
Sería lamentable que la urgencia política de unos o las épicas personalistas de otros comprometan el capital político acumulado, fracture la unidad alcanzada y desmovilice a las masas opositoras.
Sectores de la oposición han propuesto "La Salida" como estrategia para librarse del lumpen militarista que "desgobierna" a la nación y superar la profunda crisis que afecta al país. "La Salida" como propuesta política no constituye nada innovador y lamentablemente reedita las fracasadas aventuras vanguardistas del pasado.
Los que invocan "La Salida" sufren las consecuencias del síndrome del inmediatismo y reivindican de una manera u otra al fracasado foquismo de los años sesenta: un foco de agitación puede lograr con relativa rapidez la propagación de la protesta, lográndose así el levantamiento de las masas y el derrocamiento del gobierno. El foquismo representa la más pura expresión de ese voluntarismo equivocado, donde las condiciones históricas son suplidas por los deseos de una vanguardia. Este enfoque mecanicista sólo ha servido y sigue sirviendo para estimular el ya fracasado cortoplacismo.
"La Salida" representa a quienes reclaman soluciones mágicas, los que sub-estiman al contrario y sobre-estiman las fuerzas propias. Aquellos que parten de la equivocada premisa de que una movilización masiva y sostenida de las fuerzas disidentes en la calle provocaría la salida del poder de Maduro y su pandilla o la intervención de los militares (golpe de Estado). Obviamente se equivocan, entre otras cosas porque Maduro no es un presidente en ejercicio, el poder real está en manos del gorilato bolivariano, y ellos garantizan la continuidad del proyecto hegemónico. Además, porque las condiciones subjetivas no son las más favorables para la oposición y las mismas no pueden ser forzadas por un inmediatismo vanguardista.
Contrariamente a las posturas inmediatistas y dando muestras de madurez política los estudiantes han tomado las calles para rechazar la inseguridad, la escasez, la inflación y respeto a la Constitución Nacional y no para sacar a Maduro de Miraflores. Más recientemente han exigido la libertad de sus compañeros detenidos, la eliminación de los colectivos armados, y la realización de una investigación exhaustiva de los hechos del 12F para penalizar a los verdaderos culpables. Estos héroes anónimos no han cesado su lucha en favor de sus justas demandas a pesar de haber sido reprimidos, torturados y hasta asesinados a manos del aparato represivo fachochavista y sus hordas criminales.
Más que proponer atajos inciertos es necesario seguir con la acumulación de fuerzas como estrategia para derrotar al poder. Dotarnos de un discurso no-electoral orientado a los sectores sociales más desfavorecidos, así como el insertarnos en la conflictividad social. Las premuras políticas nunca permiten la acumulación de fuerzas, solo generan ilusorias esperanzas y siempre terminan en dolorosas catástrofes políticas.
Sería lamentable que la urgencia política de unos o las épicas personalistas de otros comprometan el capital político acumulado, fracture la unidad alcanzada y desmovilice a las masas opositoras.
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