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Comentario al “Comunicado contra la violencia fascista en Venezuela” de la Red de
Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad
Mariana
Una chispa puede encender una pradera,
si
la pradera reúne las condiciones para encenderse
Mao
Zedong
Cuando
uno lee el Comunicado y mira las firmas que lo apoyan lo que siente es una
mezcla de intriga, pena y vergüenza ajena. Entre los firmantes hay personajes
de diversa catadura, muchos de ellos conocidos desde ha mucho como plumas
vendidas al poder, buscadores de favores, gobierneros, oportunistas. Pero
también algunos con los que uno puede discrepar pero de obra y trayectoria respetable
y se pregunta ¿Por qué se prestan a esta campaña barata, con propaganda de baja
estofa? Si se pertenece al grupo de los intelectuales o se es integrante de
movimientos sociales no se puede ser ingenuo, andar creyendo en pajaritos
preñados o alegar que no sabía lo que firmaba. ¿Habrán sido consultados?
Comenzando,
la primera línea anuncia la calificación a los opositores de fascismo de
derecha. Esto está bien porque, al menos tácitamente, reconocen que hay también
un fascismo de izquierda, como denunciara Habermas en los años 60, y del que el
gobierno chavomadurista es el mejor ejemplo, de lo que hasta Madonna denuncia
en sus tuits. No sé si los firmantes lo saben o se ocuparon de averiguarlo.[1] Pero
esto es tácito, no está aclarado qué es el fascismo, ni el de derecha ni el de
izquierda.
En
consecuencia calificar sin más de fascista a alguien, sin dar ni una mínima
pista de qué se pretende decir, aparece como una clara connotación
propagandística que apunta no sólo a desprestigiar al contrincante sino a abrir
una brecha en la oposición entre los oficialistas
y buenos, como Capriles que esperan el
tiempo de Dios, y los que han decidido protestar, violentos y salvajes como
los estudiantes, las amas de casa, los jubilados o los de López, aunque sólo
menciona a los de López. Y los de López no eran tantos. Es claro que la
apelación forma parte de una campaña de propaganda promovida por el Presidente
Maduro y para ello basta recoger algunos datos.
Antes
de febrero Maduro en sus tuits había usado la palabra fascista en dos
oportunidades, el 3/11/13 y el 12/12/13 pero, luego de
calificar de fascista el repudio que sufrió en Margarita el equipo cubano de
beisbol en la serie del Caribe, la ha usado en sus tuits 13 veces durante el
resto del mes. Si a esto le sumamos las innumerables veces que la utiliza en
sus frecuentes alocuciones queda claro
que se trata de una estrategia para imponerle al término un carácter peyorativo
vacío de contenido. Cabe sospechar que la campaña fue generada, o estimulada,
por el gobierno cubano resentido por la afrenta dada la influencia que tiene
sobre Maduro, quien ha sido por 30 años un miembro del aparatchik cubano.
Decimos esto porque nadie del gobierno ha
mostrado cuáles son las condiciones que ha de reunir alguien para ser
calificado como fascista, (excepto que se oponga al gobierno) y mucho menos que
el destinatario de la calificación, en este caso Voluntad Popular y/o Leopoldo
López, reúnan las condiciones para ser fascista (Capriles antes también era
fascista). De hecho, pocos son los que pueden exponer las posiciones teóricas
de Voluntad Popular que vayan más allá de vaguedades dichas en una tarima para
poderlo calificar económica o políticamente de algo. Esto lo han repetido
Chávez y Maduro hasta la saciedad. Lo que ha hecho más notable a Voluntad
Popular, aparte de dirigir algunas alcaldías, es optar por la protesta en lugar
de pasar años invocando el diálogo imposible. En particular esta protesta que
lo puso en el mapa venezolano y del mundo. Pareciera entonces que los
intelectuales firmantes de la carta coinciden con el gobierno en que protestar contra Maduro resume los
cientos de sesudos tratado sobre el fascismo. Casi lo mismo que, cuando todo el
que protestaba contra el sangriento régimen de Videla en Argentina o Pinochet
en Chile, eran comunistas.
Inmediatamente después aparece el plan
conspirativo. En los 15 años de chavomadurismo que llevamos, la apelación a conspiraciones
que nunca se prueban llega a niveles ridículos. Chávez vivió denunciando supuestos
magnicidios y planes golpistas (más de 30, casi 3 por año desde el primero) sin
ningún sustento, ni pruebas, ni acusados, ni presos, puro blablabla, y Maduro
lo sigue en esto. En 10 meses ya ha denunciado 4 y hasta las telenovelas han
pasado a ser desestabilizadoras y amenazas a la paz. Que continuemos en lo
mismo simplemente anuncia que nada firme sustenta este supuesto discurso contra
la violencia sino que es la misma agotada propaganda. Una chispa no enciende la
pradera si no hay condiciones previas que lo permitan dice Mao y, como nadie
duda de que las haya, Venezuela se encendió sin que hicieran falta muchas
conspiraciones. Si luego de recibir más de 1 millón de millones de dólares, el
chavismo no puede poner regularmente productos tan básicos como harina de maíz
precocida o papel tualé en las
estanterías del mercado lo menos que puede esperarse es que la gente proteste.
La melodramática apelación a la situación
del gobernador del Táchira (como diría el manual para iniciarse en la retórica,
no dejar de usar hijo y niño), ciertamente lamentable, es
consecuencia del chavismo o, como decía el poeta, el mismo Vielma es culpable
de lo que acusa. El ataque a familiares de políticos (hijos y niños) lo llevó Chávez a niveles nunca vistos desde las
guerras federales en su golpe del 4F, que el militar Vielma Mora apoyó, con el terrible
asalto a la familia del presidente Pérez en La
Casona (residencia del presidente). Como, pese a los años reclamando
castigo a los culpables, el gobierno nada hizo sino que, por el contrario, los
defendió y justificó, sembró un modelo de conducta y aquellos polvos trajeron
estos lodos. Racionalmente no se justifica pero los modos de la convivencia se
aprenden. Cuando se instala la violencia, la revancha y el resentimiento como
lo dominante, cuando se impone la fe ciega en un líder de esta calaña como
condición de vida, a quienes han nacido y se han criado en el enaltecimiento de
estos valores les resulta difícil controlarse.
La vaga referencia a una similitud con
Ucrania vale la pena atenderla por un momento porque ciertamente tiene puntos
de contacto y diferencias. Sin duda que tanto Ucrania, país de grandes recursos
naturales, como Venezuela sufren la fuerte injerencia de países vecinos con
afán de dominio. En Ucrania, Putin no oculta su deseo de recomponer algo así
como la vieja Unión Soviética pero bajo su control personal, tratando de confrontar
el irracionalismo oriental a la modernidad occidental y Ucrania es clave en
esta movida. Venezuela no tiene a una potencia como Rusia presionando sino a la
Cuba de los hermanos Castro que han logrado hacer casi imposible una decisión
autónoma de Venezuela, en cualquier tema, gracias a sus 40.000 “voluntarios” en
todos los estamentos de la administración, desde la educación hasta las FF.AA.
pasando por el servicio exterior o la medicina, que conforman una verdadera
fuerza de ocupación. Y no es gratuito, porque la supervivencia del régimen
cubano depende de la enorme porción de riqueza petrolera venezolana que los
mantiene.
Ucrania tiene, a su vez, una división
interna derivada de que una parte del país habla ucranio, es prooccidental y
busca la reunión con la UE mientras que otra parte habla ruso y sus lazos
culturales los tiene con la hoy tierra de Putin prooriental. En Venezuela también
existe una polarización, pero no es cultural sino artificial, creada por
Chávez, gracias a la arbitraria disposición de la riqueza petrolera y su
clientelar distribución. En ambos casos el gobierno con sus errores y
corrupción hizo que la pradera estuviera pronta para incendiarse con cualquier
chispa. Al menos, en Ucrania el gobierno reconoció lo insostenible de la
situación y decidió abrirse a la consulta popular y otros cambios. En
Venezuela, con la situación de sumisión de todos los poderes a Maduro, esa
alternativa no es fácil, más cuando de los 5 miembros del Consejo Electoral, 4
son afiliados y adherentes al partido de gobierno.[2]
Una palabra para la violencia denunciada.
Si algo caracteriza desde su nacimiento al régimen militarista del chavismo es
la amenaza verbal, la agresión psicológica y la violencia física. No olvidemos
que Chávez inició su vida política amenazando con freír la cabeza de los adecos
en aceite (su familia era copeyana y por eso se llamaba Rafael, como su
padrino).Cualquier interesado puede averiguar la interminable lista de esta agresividad
(despidos de petroleros, lista Tascón, lista Maisanta, asesinatos de
sindicalistas, persecuciones políticas y económicas, y tantos otras agresiones)
pero, centrado en los acontecimientos recientes, nadie puede negar la
existencia de numerosos grupos violentos de mercenarios armados por Chávez para
defender su permanencia en el poder. Son una copia renovada de los Tontons Macoutes del ex-presidente de
Haití François Duvalier o de los fasci
de Mussolini que actúan con la misma violencia e impunidad de público
conocimiento. A pesar de que en la red hay decenas de testimonios de su
actuación en estos días, me limito a citar un moderado escrito de PROVEA, una
prestigiosa ONG que defiende los derechos humanos en Venezuela desde antes que
el chavismo llegara al poder, que dice si
bien, como hemos registrado en nuestro Informe Anual sobre la situación de los
Derechos Humanos, en años anteriores se había registrado su intervención
(de grupos paramilitares del oficialismo) para
enfrentar protestas de trabajadores del sector salud y de la economía informal,
estas actuaciones habían sido puntuales y minoritarias. Hoy, la evidencia de su
despliegue en varias ciudades del país y
en diferentes momentos, podría inaugurar una tendencia que sugeriría el
despliegue de una política de Estado violatoria a los derechos humanos.[3]
Tal como ha sucedido en dos ocasiones con
la actuación de paramilitares en Colombia, la Corte Interamericana de los
Derechos Humanos ha establecido que la responsabilidad de las acciones de estos
grupos, cualquiera sea su carácter, y más si son oficialistas, recae en el
Estado, a menos de que se trate de un Estado forajido y públicamente los
promueva, como es el caso venezolano. Cuando una protesta es reprimida por una
oligarquía en el poder con la policía, la Guardia Nacional, los cuerpos
militares, los fasci de camisas
rojas, las milicias armadas y los voluntarios cubanos, todos con licencia para
matar, la respuesta de la población, aunque violenta, merece más bien
calificarse de defensa propia.
En cuanto al primero de los 4 puntos, no dudo
que muchos de los firmantes lamentan las muertes pero se hace difícil, dadas
sus múltiples acciones en contrario, aceptar que ése lamento sea el de Maduro.
Más cuando su declaración de paz va acompañada con la amenaza de que al Táchira
vamos con todo, que nadie supone
serán alimentos ni medicinas ni luz sino armas, soldados, paramilitares y
represión despiadada. En cuanto a los agentes del imperio, en Venezuela no nos
amenaza el imperio sino que sufrimos el dominio de los Hermanos Castro, y esto
no es una gratuita especulación puesto que Chávez hasta les ofreció públicamente
compartir el gobierno de Cubazuela.
El
segundo punto de la declaración pone de manifiesto que el objetivo del rechazo
a la violencia no es la violencia en sí sino sostener el régimen instalado por
el Comandante Chávez y enfrentar a sus opositores, aunque sea con violencia.
Ante esto, los firmantes, (entre quienes hay varios teólogos y filósofos) parecen
haber considerado que el asesinato de manifestantes, el terror que se intenta
sembrar en todo el país durante las manifestaciones o la violación por soldados
de estudiantes con el cañón de un fusil, son actuaciones del gobierno que
contribuyen a la paz proclamada por Maduro. Supongo que los cristianos
firmantes se han de consolar pensando que Dios acogerá en su seno a los
inocentes asesinados por el Estado venezolano para que Maduro siga siendo
presidente y que hay que aceptar porque el fin, mantenerse en el poder, justifica
los medios.
El
reiterado llamado al diálogo en forma pacífica del tercer punto es una mera
formula vacía. Todos sabemos, por habérnoslo repetido mil y una veces en los
últimos hace 15 años, que para el gobierno de Venezuela no hay opositores sino
enemigos, como bien lo pregonaba Carl Schmitt. Chávez repetía constantemente
que al enemigo ni un vaso de agua por
lo que la disposición del gobierno para el diálogo es diáfana. Ciertamente que al
diálogo lo garantiza la constitución, pero en Venezuela hace muchos años que no
se gobierna con las constitución, al menos la venezolana. Basta recordar que la
entonces Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia Luisa Estela Morales declaró
que era absurda la división de poderes, como lo establece la constitución,
porque eso debilitaba el mando del presidente, entonces Chávez, hoy Maduro.
El
llamado a la solidaridad internacional para impedir que se instale la violencia
en Venezuela parece una charada porque es gracias a la solidaridad
internacional que se ha instalado la violencia en Venezuela y, con ella, el
régimen chavomadurista ha logrado mantenerse en el poder. El Estado venezolano
se ha opuesto o no ha cumplido las sanciones por sus violaciones a los derechos
humanos que ha sido objeto y se ha retirado de los organismos que protegen al
individuo y al ciudadano. Y, sin embargo, en todos los casos Latinoamérica se
mantuvo en silencio cómplice. Los venezolanos saben que el apoyo internacional,
hasta ahora, ha sido uno de los baluartes de la represión estatal porque gracias
a este respaldo de los gobiernos del subcontinente, la violencia es el modo dominante
de la política chavista. Nadie cree que vaya a eliminarla si le ha dado tantos
beneficios y ha contando con el respaldo internacional.
Para
finalizar, esta Red de
Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad firmando este tendencioso, vago y contradictorio
llamado al cese de la violencia de miles
de personas cuyas “armas” son cacerolas o gritos y defendiendo la violencia del
gobierno chavomadurista que distribuye paz con tanquetas, bombas, perdigones,
balas, soldados, mercenarios, milicias, en total impunidad, me
hace recordar la advertencia de Enrico Malatesta: hay quienes por salvar a la humanidad son capaces de matar a todos los
seres humanos.
[1] No me voy a extender en teorías sobre el
fascismo pero vale la pena atender a lo que resumidamente dice desde Argentina
Santiago Siri en https://medium.com/p/a6b2553195c5 y
cualquiera puede estimar a quien le aplica.
Desde un punto de vista cristiano, el
fascismo parece ser:
1. Lujuria: Supremacía militar. Armamentismo, inteligencia y
espionaje.
2. Pereza: Atentar contra la
intelectualidad y generar dependencia.
3. Gula: Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera
del Estado”
4. Ira: Un enemigo permanente a quien poder echar todas las
culpas.
5. Envidia: Nacionalismo exacerbado y resentimiento con lo
extranjero.
6. Avaricia: Corrupción, capitalismo de amigos, elecciones fraudulentas.
7. Soberbia: Control de los medios de comunicación y propaganda.
[2] El
derrotado candidato Capriles mantuvo durante meses una campaña denunciado
fraude sin lograr que el Consejo Electoral hiciera una revisión a fondo de la
votación. Capriles suspendió esta campaña reconociendo a Maduro sin dar ninguna
explicación lo que originó que una parte de quienes lo siguieron, como Leopoldo
López, María Corina Machado, Diego Arria, le retiraran su apoyo siendo el mismo
Capriles el primero en acusarlos de golpistas.
[3] PROVEA, Responsabilidad del Estado y grupos
paramilitares, en su Foro por la vida
del diario Tal Cual, Caracas, año 14
#3.506 del 15-16/2/2014, p. 6.
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