S. Leevitt y S. Dubnner
La mayoría de las personas
quieren eludir la muerte cueste lo que cueste. En todo el mundo se gastan al
año más de 40 millardos de dólares en medicamentos contra el cáncer. En Estados
Unidos constituyen la mayor partida de ventas farmacéuticas, después de los
medicamentos para el corazón, y está creciendo al doble de rápido que el resto del
mercado. El grueso de este gasto corresponde a la quimioterapia, que se utiliza
de diversas maneras y ha resultado efectiva en algunos cánceres, entre ellos la
leucemia, el linfoma, la enfermedad de Hodgkin y el cáncer de testículos, sobre
todo si estos cánceres se detectan pronto.
Pero en la mayoría de los otros
casos, la quimioterapia es notablemente ineficaz. Un estudio exhaustivo de los
tratamientos contra el cáncer en Estado Unidos y Australia demostró que la tasa
de supervivencia durante cinco años era del 63 %, pero que la quimioterapia
apenas contribuía al 2 % de este resultado. Hay una larga lista de cánceres
para los que la quimioterapia tiene un efecto discernible nulo, entre ellos el
mieloma múltiple, el sarcoma de los tejidos blandos, el melanoma de la piel y
los cánceres de páncreas, útero, próstata, vejiga y riñón.
Consideremos el cáncer de pulmón,
que es con diferencia el más letal y mata cada año a más de 150.000 personas en
Estados Unidos. Un régimen típico de quimioterapia para un cáncer de pulmón en
células no pequeñas cuesta más de 40.000 dólares [precios del año 2009], pero
por término medio ayuda a prolongar la vida del paciente sólo dos meses. Thomas
J. Smith, prestigioso investigador oncológico y clínico de la Universidad de la
Commonwealth de Virginia, examinó un nuevo y prometedor tratamiento de quimioterapia
para el cáncer de mama con metástasis y descubrió que cada año adicional de
vida con salud que se ganara con él costaría 360.000 dólares… si se hubiera
podido conseguir esa prórroga. Por desgracia, no se podía: el nuevo tratamiento
solo prolongaba la vida de la paciente menos de dos meses.
Los costes de este tipo ejercen
una enorme presión sobre todo el sistema de atención sanitaria. Smith señala
que los pacientes de cáncer constituyen el 20 % de los casos de Medicare [programa
de cobertura de seguridad social administrado por el gobierno
de Estados Unidos], pero consumen el 40 % del presupuesto de Medicare para
medicamentos.
Algunos oncólogos argumentan que
los beneficios de la quimioterapia no se reflejan necesariamente en los datos
de mortalidad, y que aunque puede que la quimioterapia no ayude a nueve de cada
diez pacientes, puede hacer maravillas en el décimo. Aun así, considerando su
coste, su frecuente ineficacia y su toxicidad –en un protocolo, casi el 30 % de
los pacientes de cáncer de pulmón abandonaron el tratamiento antes que soportar
sus brutales efectos secundarios-, ¿por qué se administra de manera tan
habitual la quimioterapia?
Desde luego, el beneficio
económico es un factor. Al fin y al cabo, los médicos son seres humanos que
responden a los incentivos. Los oncólogos son de los médicos mejor pagados y
sus retribuciones suben con más rapidez que las de cualquier otro especialista;
y lo normal es que obtengan más de la mitad de sus ingresos vendiendo y
administrando medicamentos de quimioterapia. Además, la quimioterapia puede
ayudar a los oncólogos a inflar sus estadísticas de supervivencia. Puede que no
parezca tan importante proporcionarle a un enfermo terminal de cáncer de pulmón
dos meses más de vida, pero a lo mejor al paciente sólo le habían dado cuatro
meses de vida. Sobre el papel, puede parecer una hazaña impresionante: el
médico ha prolongado en un 50 % la vida que le quedaba al paciente.
Tom Smith no descarta ninguno de
estos motivos, pero aporta dos más.
Para los oncólogos, dice, es
tentador exagerar – e incluso creer exageradamente en – la
eficacia de la quimioterapia. «Si tu lema es “Estamos ganando la guerra contra
el cáncer”, eso te proporciona páginas en prensa, donaciones solidarias y
dinero del Congreso –dice-. Si tu lema es “El cáncer todavía nos está pateando
el culo, pero no tan fuerte como antes”, lo que vendes es algo diferente. La
realidad es que, para la mayoría de la gente con tumores sólidos –cerebro,
mama, próstata, pulmón-, ya no nos patean el culo tan fuerte, pero tampoco
hemos progresado tanto.»
También está el hecho de que los
oncólogos son, repitamos, seres humanos que tienen que decirle a otros seres
humanos que se están muriendo y que, por desgracia, no se puede hacer gran cosa.
«A los médicos como yo les resulta increíblemente difícil decirle a la gente
las noticias pésimas –dice Smith- y lo ineficaces que son a veces nuestras
medicinas.»
Si esta tarea es tan dura para
los médicos, seguro que también lo es para los políticos y ejecutivos de
seguros que subvencionan el uso generalizado de la quimioterapia. A pesar de
las montañas de evidencia negativa, la quimioterapia parece proporcionar a los
pacientes de cáncer su última y mejor esperanza de alimentar lo que Smith llama
«el profundo y pertinaz deseo de no morirse». Aun así, es fácil imaginar un
momento futuro, tal vez dentro de cincuenta años, en el que todos volvamos la
mirada hacia los principales tratamientos contra el cáncer de principios del
siglo XXI y digamos: «¡¿Eso les dábamos a nuestros
pacientes?!».
Apéndice:
El texto precedente está basado
en parte en entrevistas con oncólogos en ejercicio e investigadores de
oncología, entre ellos Thomas J. Smith, Max Wicha, Peter D. Eisenberg, Jerome
Groopman y varios participantes en «Requisitos para la cura del cáncer», una
conferencia extraoficial organizada en 2007 por Arny Glazier y el Instituto de
Investigación Van Andel. Véase
también Thomas G. Roberts Jr., Thomas J. Lynch Jr., Bruce A. Chabner, «Choosing
Chemotherapy for Lung Cancer Based on Cost: Not Yet», Oncologist, 1 de junio de 2002; Scott Ramsey et al., «Economic Analysis of Vinorelbine plus Cisplatin versus
Paclitaxel plus Carboplatin for Advanced Non-Small-Cell Lung Cancer», Journal of the National Cancer Institute
94, n° 4 (20 de febrero de 2002); Graeme Morgan, Robyn Wardy y Michael Bartonz,
«The Contribution of Cytotoxic Chemotherapy to 5-year Survival in Adult
Malignancies», Clinical Oncology 16
(2004); Guy Faguet, The War on Cancer: An
Anatomy of Failure, a Blueprint for the Future (Springer Netherlands,
2005); Neal J. Meropol y Kevin A. Schulman, «Cost of Cancer Care: Issues and
Implications», Clinical Oncology 25,
n° 2 (enero de 2007), y Bruce Hillner y Thomas J. Smith «Efficacy Does Not
Necessarily Translate to Cost Effectiveness: A Case Study in the Calenges
Associated with 21st Century Cancer Drug Pricing», Journal of Clinical Oncology 27 n° 13 (mayo de 2009).
[Fragmento tomado del libro de
ambos autores que se titula Superfreakkonomics.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.