Redacción
Para quien reside en el Edo. Zulia, y especialmente en Maracaibo, un componente fundamental de sus penurias cotidianas tiene que ver con cómo le afecta el contrabando de alimentos y combustibles hacia Colombia, actividad que realizan los llamados “bachaqueros”, quienes actúan con plena y total impunidad delante de autoridades y de la población en general.
Desde fines de 2012, hacer la compra semanal-quincenal de alimentos para el grupo familiar se convirtió y sigue siendo hoy obligación ingrata que requiere varias horas de largas colas y de extrema tensión en cualquiera de los supermercados públicos o privados de la ciudad. Las colas de bachaqueros para adquirir productos regulados de la cesta básica no disminuyeron ni siquiera en jornadas electorales o en feriados, manteniéndose desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche, de lunes a domingo, y todas las semanas y meses del año. El monto en toneladas de esta extracción de alimentos es, según toda evidencia y testimonio, sumamente considerable. Hay quien sostiene que los alimentos que se llevan hacia Colombia darían sustento a varias ciudades como Maracaibo, con una cantidad de personas involucradas en la compra al detal de alimentos para el bachaqueo de varios miles (5-10 mil personas), los cuales venden posteriormente a los grandes contrabandistas que movilizan en camiones los alimentos hasta el país vecino.
Similar es la situación con la compra de gasolina en los expendios de la ciudad. Cada vez las colas son más largas, debido a que buena parte de los vehículos que adquieren combustible son a simple vista bachaqueros. En PDVSA se maneja la información de que por lo menos 1.200 taxis abandonaron el servicio en Maracaibo para dedicarse a la tarea más lucrativa de llevar combustible hacia la frontera (de allí la actual escasez de taxis en la ciudad). Vehículos que estaban en desuso, como las camionetas Bronco (130 litros en el tanque), han sido reparados y puestos nuevamente en funcionamiento para insertarlos en la cadena de trasiego de combustible hasta la frontera colombiana.
Para los marabinos ha aumentado en gran medida el tiempo diario y semanal dedicado a la compra de alimentos y de gasolina. Si consideramos que tal situación afecta el desempeño laboral y la convivencia familiar, podemos entender que esto se convierte en un problema social. No pocas veces se escucha a mujeres trabajadoras lamentarse de no poder comprar determinados alimentos (leche, harina, pollo, etc) debido a que su horario de trabajo les impide perder cuatro o cinco horas en una cola de supermercado. Esta realidad obliga a las familias a cambiar hábitos alimenticios y a invertir una mayor cantidad de dinero en la compra de alimentos, pues muchas veces hay que recurrir a revendedores para adquirir determinados productos desaparecidos del mercado.
Las tímidas medidas contra el contrabando tomadas por las autoridades gubernamentales hace algunos meses, fueron respondidas por las mafias del ramo con el cerco total contra la residencia del gobernador Arias Cardenas. De ese acoso al mandatario regional surgió una “mesa de diálogo” que parece haber satisfecho ampliamente a los bachaqueros, pues no se han producido luego más tomas y el tráfico ilegal hacia Colombia se ha desarrollado sin inconvenientes en el lapso posterior.
La experiencia del día a día de los habitantes de la región permite extraer las siguientes y graves conclusiones:
- La enorme amplitud del bachaqueo al detal nos indica que el tráfico de alimentos y gasolina en la frontera hacia Colombia no tiene impedimento alguno por parte de ninguna instancia del Estado venezolano.
- Testimonios de personas que se mueven en las zonas fronterizas indican que en el bachaqueo hay diversos grados de complicidad de elementos de la Guardia Nacional. Llevar gasolina o alimentos hacia Colombia es sólo cuestión de “bajarse de la mula” en trochas específicas y en horarios determinados.
- El auge de esta práctica la ha convertido en una actividad económica alternativa para muchos trabajadores del Zulia, afectados tanto por la ausencia de fuentes de empleo como por el derrumbe del poder de compra de sus ingresos debido a la altísima inflación de los últimos tiempos.
- La existencia y crecimiento del bachaqueo es otra prueba palpable del fracaso de esta seudo-revolución y sus políticas, así como de la incapacidad e indolencia del Estado para hacer frente a un problema que está haciendo miserable la vida diaria de millones de personas que habitan en el Zulia y demás áreas fronterizas de Venezuela, donde se repite el mismo cuadro aquí descrito.
Para quien reside en el Edo. Zulia, y especialmente en Maracaibo, un componente fundamental de sus penurias cotidianas tiene que ver con cómo le afecta el contrabando de alimentos y combustibles hacia Colombia, actividad que realizan los llamados “bachaqueros”, quienes actúan con plena y total impunidad delante de autoridades y de la población en general.
Desde fines de 2012, hacer la compra semanal-quincenal de alimentos para el grupo familiar se convirtió y sigue siendo hoy obligación ingrata que requiere varias horas de largas colas y de extrema tensión en cualquiera de los supermercados públicos o privados de la ciudad. Las colas de bachaqueros para adquirir productos regulados de la cesta básica no disminuyeron ni siquiera en jornadas electorales o en feriados, manteniéndose desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche, de lunes a domingo, y todas las semanas y meses del año. El monto en toneladas de esta extracción de alimentos es, según toda evidencia y testimonio, sumamente considerable. Hay quien sostiene que los alimentos que se llevan hacia Colombia darían sustento a varias ciudades como Maracaibo, con una cantidad de personas involucradas en la compra al detal de alimentos para el bachaqueo de varios miles (5-10 mil personas), los cuales venden posteriormente a los grandes contrabandistas que movilizan en camiones los alimentos hasta el país vecino.
Similar es la situación con la compra de gasolina en los expendios de la ciudad. Cada vez las colas son más largas, debido a que buena parte de los vehículos que adquieren combustible son a simple vista bachaqueros. En PDVSA se maneja la información de que por lo menos 1.200 taxis abandonaron el servicio en Maracaibo para dedicarse a la tarea más lucrativa de llevar combustible hacia la frontera (de allí la actual escasez de taxis en la ciudad). Vehículos que estaban en desuso, como las camionetas Bronco (130 litros en el tanque), han sido reparados y puestos nuevamente en funcionamiento para insertarlos en la cadena de trasiego de combustible hasta la frontera colombiana.
Para los marabinos ha aumentado en gran medida el tiempo diario y semanal dedicado a la compra de alimentos y de gasolina. Si consideramos que tal situación afecta el desempeño laboral y la convivencia familiar, podemos entender que esto se convierte en un problema social. No pocas veces se escucha a mujeres trabajadoras lamentarse de no poder comprar determinados alimentos (leche, harina, pollo, etc) debido a que su horario de trabajo les impide perder cuatro o cinco horas en una cola de supermercado. Esta realidad obliga a las familias a cambiar hábitos alimenticios y a invertir una mayor cantidad de dinero en la compra de alimentos, pues muchas veces hay que recurrir a revendedores para adquirir determinados productos desaparecidos del mercado.
Las tímidas medidas contra el contrabando tomadas por las autoridades gubernamentales hace algunos meses, fueron respondidas por las mafias del ramo con el cerco total contra la residencia del gobernador Arias Cardenas. De ese acoso al mandatario regional surgió una “mesa de diálogo” que parece haber satisfecho ampliamente a los bachaqueros, pues no se han producido luego más tomas y el tráfico ilegal hacia Colombia se ha desarrollado sin inconvenientes en el lapso posterior.
La experiencia del día a día de los habitantes de la región permite extraer las siguientes y graves conclusiones:
- La enorme amplitud del bachaqueo al detal nos indica que el tráfico de alimentos y gasolina en la frontera hacia Colombia no tiene impedimento alguno por parte de ninguna instancia del Estado venezolano.
- Testimonios de personas que se mueven en las zonas fronterizas indican que en el bachaqueo hay diversos grados de complicidad de elementos de la Guardia Nacional. Llevar gasolina o alimentos hacia Colombia es sólo cuestión de “bajarse de la mula” en trochas específicas y en horarios determinados.
- El auge de esta práctica la ha convertido en una actividad económica alternativa para muchos trabajadores del Zulia, afectados tanto por la ausencia de fuentes de empleo como por el derrumbe del poder de compra de sus ingresos debido a la altísima inflación de los últimos tiempos.
- La existencia y crecimiento del bachaqueo es otra prueba palpable del fracaso de esta seudo-revolución y sus políticas, así como de la incapacidad e indolencia del Estado para hacer frente a un problema que está haciendo miserable la vida diaria de millones de personas que habitan en el Zulia y demás áreas fronterizas de Venezuela, donde se repite el mismo cuadro aquí descrito.
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