Compas de Chile y Perú
Desde la región peruana un compañero nos envía el siguiente escrito, mientras los Estados chileno y peruano orquestan una teleseria mediática en donde las batucadas militares aún suenan tímidamente, pero siempre al ritmo de intereses que no son precisamente los nuestros. Y es que lejos de existir una disputa real entre los Estados de Perú y Chile (hagamos justicia en decir que una guerra en este momento es altamente improbable), la pugna por el fallo de La Haya viene a reforzar el nacionalismo que tanto necesitan los Estados para mantener su legitimidad. En el fondo, este supuesto conflicto que tiene su eco en los medios de comunicación de masas, busca más que nada aprovechar la coyuntura para legitimar la ideología dominante. Este pensamiento postula al extranjero como enemigo primordial, alejando las miradas de la burguesía de ambos países, la cual más allá de compartir su nacionalidad con nosotrxs, son los que constituyen la verdadera amenaza para la creación de una vida libre e igualitaria al interior de nuestras comunidades.
Históricamente, quienes nos hemos opuesto a esta ficción, hemos sido tildados de antipatriotas y enemigos de la nación, transformandonos en el "enemigo interno", seres supuestamente igual y más despreciables que los extranjeros que nos quieren "quitar el mar". Lo cierto es que ese mar que está en disputa, independiente de quién triunfe en el fallo, seguirá siendo propiedad de la burguesía de cualquiera de los países triunfadores en la teleserie judicial de La Haya. Tanto los partidos de derecha como los de izquierda, adictos al aparato estatal, no hacen diferencia en proteger los intereses de los poderosos, bajo la farsa de defender "nuestra soberanía". Por otro lado, el espíritu internacionalista que derrochaba el movimiento obrero anticapitalista en sus orígenes, ha sido cada vez más olvidado incluso por organizaciones supuestamente radicales, parece no ser un tema importante, sin embargo el nacionalismo sigue siendo una piedra angular del sistema de dominación actual y se encuentra hondamente instalado no sólo en las capas altas de la sociedad, sino incluso en los sectores más desfavorecidos. Los dejamos, entonces, con este escrito enviado del otro lado de la frontera, de un compañero que está siendo testigo del espectáculo nacionalista en la región peruana, en donde, al menos en apariencia, existe mucho más rimbombancia patriótica que la que se vive (al menos por ahora) en la región chilena.
«Estimados compañeros, camaradas y, más que eso, hermanos:
Les escribo en este clima chauvinista asfixiante compartiendo nuestra miseria y desposesión de nuestras existencias y a su vez el calor revolucionario por transformar este mundo de mierda. Más aún, hoy por hoy, en el contexto de este “show judicial internacional”.
Una densa niebla cargado con tóxicos y venenos recorre las calles de los dos países y baña tóxicamente sin excepción a todos los proletarios. Las trompetas del Estado y la burguesía tocan desafinados acordes y sonidos de “unidad nacional” y “afinidad” con los del otro lado de la raya, cuando en sí lo que desean es ver aplastado al enemigo interno como externo tal cual como granuja. Altos índices de seguridad, confianza y certeza señalan las empresas encuestadoras (aquellas que tienen el tacto del “clamor popular”) con respecto al fallo, inflando de esa forma al proletariado con la peste nacionalista de derechas e izquierdas. Los sonidos cacofónicos de la prensa se vuelven insoportables junto con los comentarios de los profesionales de la maquinación ideológica como historiadores, juristas, economistas y demás especialistas del engaño. Frente a todo eso, nosotros. Y nosotros debemos rechazar todo este cuento de patronos, burócratas, pajarracos y traidores de nuestra clase, que hacen hincapié, por ejemplo, en el apoyo de las centrales obreras en los enfrentamientos militares con el Ecuador. Su problema no es mi problema, sino más bien el motivo de burla por su soberana estupidez por todo este show montado. La soberanía que se discute es el de la propiedad privada, la explotación capitalista y eso es lo que negamos y deseamos destruir.
A pocos días del fallo la burguesía se quitó la máscara y hablo sin tapujos ni limitaciones: la zona en cuestión, en conflicto es el lugar en donde se concentra la mayor cantidad de producto bruto para las empresas pesqueras. En este caso, los burgueses pesqueros murieron por su propia boca. El anecdotario mediático de los agentes burocráticos estatales, ministros de relaciones exteriores y políticos, solo servía para encubrir lo que era en realidad la típica codicia burguesa: legitimar su horrorosa ambición, en el caso del Perú desde los 80’s cuando se van formando los grandes consorcios de explotación, muy amigos de García, el cerdo aprista que gobernaba. Pero, como sabemos, el Estado es la junta administrativa que vela y protege el capital nacional y es por ello que era necesario poner en el tapete de la “discusión diplomática” esta “querella jurídica internacional”. El resto es historia conocida.
Amanece y la niebla sigue ahí, en el ambiente, en el paraje y no deja atravesar con la mirada los objetivos que deseamos, la imposibilita. Sigue densa y, por ende, asfixiante, asquerosa. Todos los pasquines como programetes hacen fuerza común a pedido de los políticos y llaman a la “unidad nacional” (no hay que olvidar a izquierdosos y sindicalistas), arma común de la burguesía cuando anda amenazada. Esta abstracción y, en realidad, mentira tiene como fin desviar y ensuciar la conciencia del proletariado: la sociedad de la mercancía por sus relaciones mantiene dos clases antagónicas con intereses propios, no hay concordancia ni afinidad sino más bien choque, aborrecimiento y odio. No tenemos ningún interés en este conflicto , el único propósito es el de mantener nuestra lucha frontal encapuchados o a rostros descubiertos contra las condiciones que nos hacen ser desposeídos. No debemos enrolarnos en las filas burguesas y estatales a pesar de sus cantos de sirena, sino más bien desnudar sus verdaderas intenciones: callar las protestas de los hermanos del campo, de los trabajadores estatales, obreros en paro, de los compas portuarios en $hile, etc.
Y así para disfrazar su resentimiento apelan a la “fraternidad” con los del otro país, pseudofraternidad empujada tan sólo por el interés económico de intercambio de mercancías, turismo, tratados y “simpatía histórica”. Su farsa se cae a pedazos como las fronteras se caen para nosotros. Su “fraternidad” es una necesidad impulsada por el poder de la mercancía, ampliar mercados y vender las mercancías a más consumidores. Nosotros, en cambio, desheredados de la tierra, nos une nuestra situación de vida, nuestra desposesión cotidiana, ser hermanos del trabajo, de la explotación, que luchan por abolir su condición de existencia., nuestra fraternidad e igualdad es verdadera por nacer de factores materiales como afectivos. No nos distrae ni nos interesa su hipocresía porque nosotros no buscamos poner fronteras, límites y puntos de control de gendarmes y soldados que los custodien, sino buscamos derribarlos, destrozarlos para así formar la comunidad humana. Por ello frente a esta niebla acompañada de oscuridad y clima sombrío se cierne nuestra necesidad y aspiración histórica que trae con ello el alba de la nueva sociedad.
De esta forma, hermanos, derribamos la vileza y astucia burguesa, deshacemos el tísico argumento burgués. Donde ellos piden unidad, es una unidad de nosotros contra ellos; allá donde quieren colocar límites y fronteras, nosotros las derribamos; allí donde ellos ven seriedad y diplomacia no es más que para nosotros estupidez y risa. Su problema no es nuestro problema, nosotros somos su problema porque anunciamos y buscamos su fin. Por último, así como ellos velan por el capital y el estado con posibles guerras, convertimos en posibilidad las guerras contra el capital y el Estado.
Un apátrida del mundo, proletario del lado norte de la raya.»
[Tomado de metiendoruido.com]
Desde la región peruana un compañero nos envía el siguiente escrito, mientras los Estados chileno y peruano orquestan una teleseria mediática en donde las batucadas militares aún suenan tímidamente, pero siempre al ritmo de intereses que no son precisamente los nuestros. Y es que lejos de existir una disputa real entre los Estados de Perú y Chile (hagamos justicia en decir que una guerra en este momento es altamente improbable), la pugna por el fallo de La Haya viene a reforzar el nacionalismo que tanto necesitan los Estados para mantener su legitimidad. En el fondo, este supuesto conflicto que tiene su eco en los medios de comunicación de masas, busca más que nada aprovechar la coyuntura para legitimar la ideología dominante. Este pensamiento postula al extranjero como enemigo primordial, alejando las miradas de la burguesía de ambos países, la cual más allá de compartir su nacionalidad con nosotrxs, son los que constituyen la verdadera amenaza para la creación de una vida libre e igualitaria al interior de nuestras comunidades.
Históricamente, quienes nos hemos opuesto a esta ficción, hemos sido tildados de antipatriotas y enemigos de la nación, transformandonos en el "enemigo interno", seres supuestamente igual y más despreciables que los extranjeros que nos quieren "quitar el mar". Lo cierto es que ese mar que está en disputa, independiente de quién triunfe en el fallo, seguirá siendo propiedad de la burguesía de cualquiera de los países triunfadores en la teleserie judicial de La Haya. Tanto los partidos de derecha como los de izquierda, adictos al aparato estatal, no hacen diferencia en proteger los intereses de los poderosos, bajo la farsa de defender "nuestra soberanía". Por otro lado, el espíritu internacionalista que derrochaba el movimiento obrero anticapitalista en sus orígenes, ha sido cada vez más olvidado incluso por organizaciones supuestamente radicales, parece no ser un tema importante, sin embargo el nacionalismo sigue siendo una piedra angular del sistema de dominación actual y se encuentra hondamente instalado no sólo en las capas altas de la sociedad, sino incluso en los sectores más desfavorecidos. Los dejamos, entonces, con este escrito enviado del otro lado de la frontera, de un compañero que está siendo testigo del espectáculo nacionalista en la región peruana, en donde, al menos en apariencia, existe mucho más rimbombancia patriótica que la que se vive (al menos por ahora) en la región chilena.
«Estimados compañeros, camaradas y, más que eso, hermanos:
Les escribo en este clima chauvinista asfixiante compartiendo nuestra miseria y desposesión de nuestras existencias y a su vez el calor revolucionario por transformar este mundo de mierda. Más aún, hoy por hoy, en el contexto de este “show judicial internacional”.
Una densa niebla cargado con tóxicos y venenos recorre las calles de los dos países y baña tóxicamente sin excepción a todos los proletarios. Las trompetas del Estado y la burguesía tocan desafinados acordes y sonidos de “unidad nacional” y “afinidad” con los del otro lado de la raya, cuando en sí lo que desean es ver aplastado al enemigo interno como externo tal cual como granuja. Altos índices de seguridad, confianza y certeza señalan las empresas encuestadoras (aquellas que tienen el tacto del “clamor popular”) con respecto al fallo, inflando de esa forma al proletariado con la peste nacionalista de derechas e izquierdas. Los sonidos cacofónicos de la prensa se vuelven insoportables junto con los comentarios de los profesionales de la maquinación ideológica como historiadores, juristas, economistas y demás especialistas del engaño. Frente a todo eso, nosotros. Y nosotros debemos rechazar todo este cuento de patronos, burócratas, pajarracos y traidores de nuestra clase, que hacen hincapié, por ejemplo, en el apoyo de las centrales obreras en los enfrentamientos militares con el Ecuador. Su problema no es mi problema, sino más bien el motivo de burla por su soberana estupidez por todo este show montado. La soberanía que se discute es el de la propiedad privada, la explotación capitalista y eso es lo que negamos y deseamos destruir.
A pocos días del fallo la burguesía se quitó la máscara y hablo sin tapujos ni limitaciones: la zona en cuestión, en conflicto es el lugar en donde se concentra la mayor cantidad de producto bruto para las empresas pesqueras. En este caso, los burgueses pesqueros murieron por su propia boca. El anecdotario mediático de los agentes burocráticos estatales, ministros de relaciones exteriores y políticos, solo servía para encubrir lo que era en realidad la típica codicia burguesa: legitimar su horrorosa ambición, en el caso del Perú desde los 80’s cuando se van formando los grandes consorcios de explotación, muy amigos de García, el cerdo aprista que gobernaba. Pero, como sabemos, el Estado es la junta administrativa que vela y protege el capital nacional y es por ello que era necesario poner en el tapete de la “discusión diplomática” esta “querella jurídica internacional”. El resto es historia conocida.
Amanece y la niebla sigue ahí, en el ambiente, en el paraje y no deja atravesar con la mirada los objetivos que deseamos, la imposibilita. Sigue densa y, por ende, asfixiante, asquerosa. Todos los pasquines como programetes hacen fuerza común a pedido de los políticos y llaman a la “unidad nacional” (no hay que olvidar a izquierdosos y sindicalistas), arma común de la burguesía cuando anda amenazada. Esta abstracción y, en realidad, mentira tiene como fin desviar y ensuciar la conciencia del proletariado: la sociedad de la mercancía por sus relaciones mantiene dos clases antagónicas con intereses propios, no hay concordancia ni afinidad sino más bien choque, aborrecimiento y odio. No tenemos ningún interés en este conflicto , el único propósito es el de mantener nuestra lucha frontal encapuchados o a rostros descubiertos contra las condiciones que nos hacen ser desposeídos. No debemos enrolarnos en las filas burguesas y estatales a pesar de sus cantos de sirena, sino más bien desnudar sus verdaderas intenciones: callar las protestas de los hermanos del campo, de los trabajadores estatales, obreros en paro, de los compas portuarios en $hile, etc.
Y así para disfrazar su resentimiento apelan a la “fraternidad” con los del otro país, pseudofraternidad empujada tan sólo por el interés económico de intercambio de mercancías, turismo, tratados y “simpatía histórica”. Su farsa se cae a pedazos como las fronteras se caen para nosotros. Su “fraternidad” es una necesidad impulsada por el poder de la mercancía, ampliar mercados y vender las mercancías a más consumidores. Nosotros, en cambio, desheredados de la tierra, nos une nuestra situación de vida, nuestra desposesión cotidiana, ser hermanos del trabajo, de la explotación, que luchan por abolir su condición de existencia., nuestra fraternidad e igualdad es verdadera por nacer de factores materiales como afectivos. No nos distrae ni nos interesa su hipocresía porque nosotros no buscamos poner fronteras, límites y puntos de control de gendarmes y soldados que los custodien, sino buscamos derribarlos, destrozarlos para así formar la comunidad humana. Por ello frente a esta niebla acompañada de oscuridad y clima sombrío se cierne nuestra necesidad y aspiración histórica que trae con ello el alba de la nueva sociedad.
De esta forma, hermanos, derribamos la vileza y astucia burguesa, deshacemos el tísico argumento burgués. Donde ellos piden unidad, es una unidad de nosotros contra ellos; allá donde quieren colocar límites y fronteras, nosotros las derribamos; allí donde ellos ven seriedad y diplomacia no es más que para nosotros estupidez y risa. Su problema no es nuestro problema, nosotros somos su problema porque anunciamos y buscamos su fin. Por último, así como ellos velan por el capital y el estado con posibles guerras, convertimos en posibilidad las guerras contra el capital y el Estado.
Un apátrida del mundo, proletario del lado norte de la raya.»
[Tomado de metiendoruido.com]
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