Oscar Bastidas Delgado
En nuestro país los términos Economía Popular (EP), Economía Solidaria (ESol) y Economía Social (ES) han tenido sus momentos de relativa moda dependiendo de circunstancias históricas, particularmente de los intereses de los gobiernos de turno.
El término EP. Venezuela pareciera pionera en colocar el valor solidaridad en la Constitución Nacional (CN) de 1936 promulgada luego de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, por un Congreso Nacional que aprovecha las aperturas políticas y sociales del momento, al incluir en su Artículo 77°, Ord. 13°, una invitación a la formación de cooperativas y al asignar la atribución de “Dictar leyes para fomentar las instituciones de solidaridad social” a la Cámara de Diputados y al Senado. Así, la EP adquiere rango constitucional. Desde esa inclusión la EP es impulsada fundamentalmente por gobiernos social-demócratas y social-cristianos; la “riqueza petrolera” facilitó un paternalismo estatal omnipresente en el impulso de expresiones populares. La actual CN la reconoce en sus Artículos 118 y 309. El término es muy utilizado y se asocia a otros como economía del trabajo, artesanía, microempresas, y hasta al de cooperativas.
Puntal en la promoción del término han sido organizaciones con amplio y serio trabajo en sectores populares como el Centro al Servicio de la Acción Popular (CESAP), hoy Grupo Social Cesap, asociación de convicción cristiana y profundo trabajo desde 1974 en la organización de comunidades y cooperativas como los Círculos Femeninos Populares (CFP) integrados por mujeres de comunidades populares, siendo una de las primeras experiencias de organización femenina en Venezuela y América Latina.
También la Fundación para el Desarrollo de la Economía Popular (Fudep) creada en 1983 en el seno de la institución Fe y Alegría por 800 mujeres y un universo de 1500 microempresarios, y la Red Venezolana de Organizaciones para el Desarrollo Social (Redsoc), asociación civil sin fines de lucro que desde 1995 constituye un espacio de articulación intersectorial denominado Red Social con participación mayoritaria de ONGs que desarrollan programas de educación formal y no formal, capacitación, salud, voluntariado, recreación, investigación social, prevención de drogas, y facilita la comunicación, articulación y cooperación de las organizaciones de desarrollo social entre sí, con el Estado y con el sector empresarial. También Sinergia, espacio democrático de articulación, cooperación y creación de oportunidades de participación y fortalecimiento de las organizaciones de la Sociedad Civil; y otras expresiones locales y regionales.
Por el sector público contribuyó a impulsar el término EP la hoy extinta Fundación Fondo de Cooperación de Financiamiento de Empresas Asociativas (Foncofin), fundación pública sin fines de lucro, creada por decreto ejecutivo en 1987 y adscrita entonces al entonces Programa de Apoyo a la Economía Popular del Ministerio de la Familia (1989-95), focalizado en las microempresas individuales o familiares. Durante la presidencia de Rafael Caldera (1995-2000), con el cooperativista Luis Delgado Bello presidiéndola, Foncofin privilegió interesantes iniciativas asociativas y promovió el termino ESol.
Las inconsistencias del mandatario Chávez. Chávez eliminó Foncofin y al hacerlo desmanteló la mejor capacidad instalada de expertos en microempresas y empresas asociativas de gobierno alguno en el país. Chávez no tenía un vocablo definido para estas economías, su gobierno y el de su predecesor se caracteriza por la ligereza e imprecisión con la que utilizó los términos de la gestión social. Fue casi dos años después, cuando anunció apoyos a las cooperativas y habló de promulgar una Ley de ES, promesa pendiente. Temporalmente nombró a Merentes como Ministro de Estado para el Desarrollo de la ES, persona que en su vida había pisado una cooperativa; en septiembre 2004 constituyó el Ministerio del Poder Popular para la Economía Popular (Minep), y avanzó en sus fracasados “inventos organizacionales” mencionados en un artículo anterior, sentando las bases del cementerio de más de 300.000 cooperativas con sus respectivos millones de frustrados.
Uso utilitario del término. ¿Hasta qué punto el uso indiscriminado del término EP obedece al interés “congénito” de dominio de lo popular por un gobierno populista y sus partidarios?. Nadie mejor que Kliksberg para explicar esta realidad al hablar de la tendencia a manipular comunidades (Seis Tesis No Convencionales Sobre Participación): “Un poderoso obstáculo al avance de la participación se halla en los intentos reiterados en la realidad latinoamericana de “coparla” para fines de determinado grupos. El clientelismo es una de las formas favoritas que adopta la manipulación. Allí el discurso ofrece promesas muy amplias de participación para ganar apoyos temporarios. Luego las realidades son muy pobres en participación real. Incluso sistemáticamente en los intentos manipulatorios se trata de relegar a los líderes auténticos de la comunidad y de impedir que surjan líderes genuinos. Se procura así mismo crear “líderes a dedo” que puedan ser en definitiva un punto de apoyo para el proyecto manipulatorio. Cuando la comunidad percibe las intenciones reales, se produce un enorme efecto de frustración. Los efectos son graves. No sólo la comunidad resistiéndose dejará de participar, y la experiencia fracasará, sino que habrá quedado fuertemente predispuesta en contra de cualquier intento posterior aún cuando sea genuino”.
La congénita carencia de conceptos y direccionalidad del gobierno explica en parte sus fracasos en cuanto a organizaciones propias de la ciudadanía. Al margen de que la EP no tiene los valores y principios de la ES, es innegable su potencial para reconstruir el país con amplia participación ciudadana. Al gobierno manipularla, como también lo hizo con la ES, puso retroceso al avance del emprendimiento y la democracia económica que este país a la deriva reclama. De la Economía Comunal, también manipulada, hablaremos posteriormente; por ahora afirmamos que justo por eso, por el gobierno y sus partidarios bloquear el desarrollo de los poderes creadores del pueblo, como diría Nazoa, y por no dejar que el pueblo invente aunque yerre, como diría Rodríguez, su horizonte es de seguro fracaso.
En nuestro país los términos Economía Popular (EP), Economía Solidaria (ESol) y Economía Social (ES) han tenido sus momentos de relativa moda dependiendo de circunstancias históricas, particularmente de los intereses de los gobiernos de turno.
El término EP. Venezuela pareciera pionera en colocar el valor solidaridad en la Constitución Nacional (CN) de 1936 promulgada luego de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, por un Congreso Nacional que aprovecha las aperturas políticas y sociales del momento, al incluir en su Artículo 77°, Ord. 13°, una invitación a la formación de cooperativas y al asignar la atribución de “Dictar leyes para fomentar las instituciones de solidaridad social” a la Cámara de Diputados y al Senado. Así, la EP adquiere rango constitucional. Desde esa inclusión la EP es impulsada fundamentalmente por gobiernos social-demócratas y social-cristianos; la “riqueza petrolera” facilitó un paternalismo estatal omnipresente en el impulso de expresiones populares. La actual CN la reconoce en sus Artículos 118 y 309. El término es muy utilizado y se asocia a otros como economía del trabajo, artesanía, microempresas, y hasta al de cooperativas.
Puntal en la promoción del término han sido organizaciones con amplio y serio trabajo en sectores populares como el Centro al Servicio de la Acción Popular (CESAP), hoy Grupo Social Cesap, asociación de convicción cristiana y profundo trabajo desde 1974 en la organización de comunidades y cooperativas como los Círculos Femeninos Populares (CFP) integrados por mujeres de comunidades populares, siendo una de las primeras experiencias de organización femenina en Venezuela y América Latina.
También la Fundación para el Desarrollo de la Economía Popular (Fudep) creada en 1983 en el seno de la institución Fe y Alegría por 800 mujeres y un universo de 1500 microempresarios, y la Red Venezolana de Organizaciones para el Desarrollo Social (Redsoc), asociación civil sin fines de lucro que desde 1995 constituye un espacio de articulación intersectorial denominado Red Social con participación mayoritaria de ONGs que desarrollan programas de educación formal y no formal, capacitación, salud, voluntariado, recreación, investigación social, prevención de drogas, y facilita la comunicación, articulación y cooperación de las organizaciones de desarrollo social entre sí, con el Estado y con el sector empresarial. También Sinergia, espacio democrático de articulación, cooperación y creación de oportunidades de participación y fortalecimiento de las organizaciones de la Sociedad Civil; y otras expresiones locales y regionales.
Por el sector público contribuyó a impulsar el término EP la hoy extinta Fundación Fondo de Cooperación de Financiamiento de Empresas Asociativas (Foncofin), fundación pública sin fines de lucro, creada por decreto ejecutivo en 1987 y adscrita entonces al entonces Programa de Apoyo a la Economía Popular del Ministerio de la Familia (1989-95), focalizado en las microempresas individuales o familiares. Durante la presidencia de Rafael Caldera (1995-2000), con el cooperativista Luis Delgado Bello presidiéndola, Foncofin privilegió interesantes iniciativas asociativas y promovió el termino ESol.
Las inconsistencias del mandatario Chávez. Chávez eliminó Foncofin y al hacerlo desmanteló la mejor capacidad instalada de expertos en microempresas y empresas asociativas de gobierno alguno en el país. Chávez no tenía un vocablo definido para estas economías, su gobierno y el de su predecesor se caracteriza por la ligereza e imprecisión con la que utilizó los términos de la gestión social. Fue casi dos años después, cuando anunció apoyos a las cooperativas y habló de promulgar una Ley de ES, promesa pendiente. Temporalmente nombró a Merentes como Ministro de Estado para el Desarrollo de la ES, persona que en su vida había pisado una cooperativa; en septiembre 2004 constituyó el Ministerio del Poder Popular para la Economía Popular (Minep), y avanzó en sus fracasados “inventos organizacionales” mencionados en un artículo anterior, sentando las bases del cementerio de más de 300.000 cooperativas con sus respectivos millones de frustrados.
Uso utilitario del término. ¿Hasta qué punto el uso indiscriminado del término EP obedece al interés “congénito” de dominio de lo popular por un gobierno populista y sus partidarios?. Nadie mejor que Kliksberg para explicar esta realidad al hablar de la tendencia a manipular comunidades (Seis Tesis No Convencionales Sobre Participación): “Un poderoso obstáculo al avance de la participación se halla en los intentos reiterados en la realidad latinoamericana de “coparla” para fines de determinado grupos. El clientelismo es una de las formas favoritas que adopta la manipulación. Allí el discurso ofrece promesas muy amplias de participación para ganar apoyos temporarios. Luego las realidades son muy pobres en participación real. Incluso sistemáticamente en los intentos manipulatorios se trata de relegar a los líderes auténticos de la comunidad y de impedir que surjan líderes genuinos. Se procura así mismo crear “líderes a dedo” que puedan ser en definitiva un punto de apoyo para el proyecto manipulatorio. Cuando la comunidad percibe las intenciones reales, se produce un enorme efecto de frustración. Los efectos son graves. No sólo la comunidad resistiéndose dejará de participar, y la experiencia fracasará, sino que habrá quedado fuertemente predispuesta en contra de cualquier intento posterior aún cuando sea genuino”.
La congénita carencia de conceptos y direccionalidad del gobierno explica en parte sus fracasos en cuanto a organizaciones propias de la ciudadanía. Al margen de que la EP no tiene los valores y principios de la ES, es innegable su potencial para reconstruir el país con amplia participación ciudadana. Al gobierno manipularla, como también lo hizo con la ES, puso retroceso al avance del emprendimiento y la democracia económica que este país a la deriva reclama. De la Economía Comunal, también manipulada, hablaremos posteriormente; por ahora afirmamos que justo por eso, por el gobierno y sus partidarios bloquear el desarrollo de los poderes creadores del pueblo, como diría Nazoa, y por no dejar que el pueblo invente aunque yerre, como diría Rodríguez, su horizonte es de seguro fracaso.
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