Mariana
Muchas son las herencias que nos dejará en fidelchavismo
cubano-venezolano aunque entre ellas cuesta encontrar alguna buena. Esta vez
quiero detenerme en una reflexión en torno al populismo del socialismo del
siglo XXI y por qué digo que ha producido un quiebre moral en la sociedad
venezolana.
Veamos ciertos antecedentes. El ser humano es el único animal que vive
distendido en el tiempo, es decir, vive un presente al que llegó desde un
pasado y con sus acciones moldea un futuro en el que se inscriben generaciones
por venir. De todo ello es consciente. Esto vale en lo personal y en lo
colectivo. Ciertamente que en los últimos tiempos ciertas corrientes de
pensamiento posmoderno pretenden borrar el pasado, es decir, eliminar la historia
y convertirla en un relato literario. Desde esta propuesta fácil es ver porque
muchos gobernantes han hecho del pasado un relato comodín que moldea y modifica
en función de las urgencias del presente. En consecuencia, son muchos los
lugares en que los gobernantes logran borrar el pasado, cambiarlo, alterarlo al
gusto y los héroes de un día son los villanos del día siguiente, como lo
anticipaba Orwell en su novela 1984. Esta desfiguración del pasado se
extiende a muchas situaciones de la cultura contemporánea porque podemos ver a
héroes del futuro con vestimentas medievales, casinos en las Vegas con
temáticas faraónicas y muchas otros melanges temporales en donde el pasado se
baraja como cartas de un naipe o fiesta de disfraces. La historia que Chávez
contaba en los Aló Presidente durante 15 años se inscribe en estos
intentos de borronear el pasado, cambiarlo de tal manera que desaparece y, como
en los noticieros de televisión, los relatos de sus diarreas eran tan
importantes como las luchas libertadoras.
El segundo aspecto es el futuro, eso propio de los humanos que es
ejecutar acciones tendientes a fines a corto, mediano y largo plazo y que
compromete a la racionalidad y a la imaginación construyendo ese futuro. El fidelchavismo
cubano venezolano también hace desaparecer el futuro. Es imposible, y todos los
que vivimos en esta tierra lo sabemos bien, pensar algo para no digo para
nuestros hijos, sino para mañana. Un ejemplo basta. La ministra de Educación
reafirma un día que las clases terminan el 20 de diciembre y al día siguiente
el presidente informa en cadena nacional que terminan el 13. Y así es todo.
¿Ahorrar para comprar un televisor? El gobierno organiza un saqueo por votos y
se consigue por nada. ¿Planear hacer un viaje el año que bien? Nadie sabe
cuántos dólares se van a conseguir y, si van
haber vuelos internacionales ¿Hallacas navideñas? No sabemos si habrá
harina de maíz. Se vive en la inmediatez del momento, corriendo de un lado para
otro al llamado por las redes de que llegaron medicamentos o repuestos para
carros, papel sanitario o pollo. Como vaya
viniendo vamos viendo, decía Eudomar Santos, y lo que va viniendo es una
sorpresa todo el tiempo.
Vivimos en un presente de muy corto plazo, donde el pasado no cuenta y
el futuro no existe ni imaginado. Esta situación se traduce en que jugamos un
juego en el que no hay reglas salvo las arbitrariedades del poder y así no se
puede ganar, ni empatar y para muchos ni siquiera salir del juego, Y no sólo en
el gobierno sino en toda la sociedad venezolana. La oposición, hizo primarias
para elegir candidato para gobernador de Miranda, ganó Ocariz pero fue
Capriles. En Baruta ganó Uzcátegui pero lanzaron a Blyde. Se vota por un
diputado que inmediatamente después de elegido se postula para alcalde o
gobernador. La señora antichavista no duda en comprar su televisor a precio de
saqueo, el comerciante no duda en poner precios que son un saqueo, el gobierno
aprovecha y vende sus dólares 10 veces por encima del precio oficial y la
vecina que consiguió harina PAN a precio regulado la vende a precio de oro en
el pasillo de su apartamento. Nos parecemos a Marx (Groucho) cuando decía Estos
son mis principios, si no le gustan, tengo otros.
Nadie pone la mínima preocupación por lo que dijo o hizo ayer ni en lo
que va a decir o hacer mañana. El fidelchavismo cubano venezolano nos quitó el
tiempo y nos dejó como único valor el dinero porque lo único que no tiene
historia ni futuro es el dinero. 500 bolívares son iguales así vengan de un
robo, del narcotráfico o sea el sueldo de un educador, Y siguen siendo los
mismos 500 si con ellos hago una donación a una ONG, compro droga o se los
tengo que dar a un burócrata para conseguir la licencia.
Pero sucede que en ayer y mañana se funda la responsabilidad moral del
presente. Si lo que haga hoy, mañana se borra y lo que prometo para mañana son
palabras vacías, nadie es responsable de nada y el ser humano pierde su
carácter de agente moral. Se puede hoy bombardear Caracas y mañana ser Ministro
de Salud, se puede hoy criticar el golpe del 4F y mañana ser el heredero de
Chávez. Se vive en un presente amoral como el de los animales, que hace que las
cuestiones propiamente humanas nos sean ajenas. Lo que impulsa este socialismo
del siglo XXI es vivir el hoy como podamos mintiendo, engañando, prometiendo en
vano, robando, matando porque nadie va reclamar por lo de ayer ni nadie cree
que haya mañana. Es el signo que caracteriza a estos gobiernos populistas de
soluciones cortoplacistas. Y lo que asombra es que movimientos que durante décadas
levantaron banderas de moralidad (el PCV por ejemplo) hoy se adhieren a estos
regímenes que destruyen la esencia humana: la moral y la libertad en un proceso
que conduce a una animalización de la vida. Quizás por esto vemos hoy en día
que las llamadas izquierdas políticas pierden tanto de su prestigio. No en
casual que El Libertario del anarquismo venezolano sea la única
publicación políticamente identificada desde donde se mantiene una defensa de
moral y libertad no sólo en la retórica de los discursos sino con el ejemplo. Y
conste que no somos ni nos presentamos como perfectos.
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