por Benjamin Maldonado
A principios del siglo XX había en México una población de
unos 12 millones de habitantes, de los cuales la mayoría eran indígenas que
vivían en pequeñas comunidades rurales y en haciendas. Esto hace pensar que la
base de un movimiento revolucionario debía ser esa gran masa indígena
sobreexplotada y, por tanto, que los trabajos de agitación considerarían a esta
población como su principal objetivo, aún cuando fuera como apoyo estratégico
para sectores considerados de punta, como el incipiente proletariado. Pero si
actualmente los indios son apenas visibles, en aquella época su situación era
peor. Su diferencia era percibida como una raza distinta, obviamente inferior,
ajena a los destinos de la patria, quedando disueltos en la categoría de masa
analfabeta. Aquí me refiero al pensamiento político de la época, es decir al
conjunto de ideas que guiaban a grupos de acción; había gentes como Abraham
Castellanos o Francisco Belmar que pensaban de distinta manera sobre los
indios, pero se trata de intelectuales cuyos planteamientos alternos no
llegaron a influir de forma decisiva y masiva ni en el gobierno ni en el curso
de los acontecimientos políticos.
El objetivo implícito de esta identificación genérica no era
caracterizar a un grupo sino mostrar a qué tipo de gente no se pertenecía ni se
quería pertenecer, es decir establecer una identidad negativa con respecto al
otro. Un ejemplo está en el pensamiento "revolucionario" de Francisco
I. Madero, quien sostenía en 1908 que aún en los países muy ilustrados no es el pueblo bajo el que
determina quiénes deben llevar las riendas del gobierno. Generalmente, los
pueblos democráticos son dirigidos por los jefes de partido... Aquí en México
pasará lo mismo, y no será la masa analfabeta la que dirija al país, sino su
elemento intelectual (Madero, La sucesión presidencial en 1910, en: Maldonado,
1994:43).
Compartiendo esa visión racista, los políticos porfiristas
no reconocían en el indio cualidades positivas, por lo que, por ejemplo,
sostenían que era necesario crear una legislación sabia para "sacar al
indio de su abyección y metamorfosearlo en ciudadano, en padre de familia y en
ciudadano útil a la comunidad" (Enrique C.Creel, en: Ibid:42).
Al coincidir las intenciones de revolucionarios y
porfiristas, la utilización del indio para transformar al país o mantenerlo
bajo la dictadura consistía en desconocer su derecho a ser diferente y buscar
las formas de convertirlo en lo que se creía que no era: letrado, ciudadano,
padre de familia y hombre útil. Es decir, usarlo como masa indistinta para
modelar la nación al gusto de la clase dominante.
Pero hubo un movimiento2 que tomó en serio a los indios y
ese fue el magonismo. En este movimiento liberal/anarquista participaron indios
a todos los niveles: dirigentes, militantes y simpatizantes, coincidiendo sus
demandas con los postulados del Partido Liberal Mexicano, pero sobre todo, el
magonismo halló y defendió valores positivos en los indios, fundamentando en su
forma de vida un modelo para la reconstrucción del país después del triunfo de
la revolución por Tierra y Libertad. Por tanto, revisaremos la presencia india
en el magonismo en tres aspectos: el ser indio de sus dirigentes principales,
los hermanos Flores Magón; la militancia de indios en el PLM; la presencia de
lo indio en el discurso del anarquismo magonista.
LAS RAICES INDIAS DE LOS FLORES MAGON
La mayoría de los historiadores del magonismo destacan la
importancia y trascendencia de las raíces étnicas de Ricardo Flores Magón, que
ubican no sólo porque nació en un pueblo indio sino por las características
comuneras de ese pueblo. Dichas características, señalan esas fuentes3, sobre
todo las memorias de su hermano Enrique, les fueron reforzadas por su padre,
Don Teodoro, quien les hablaba de los principios e importancia de la vida
comunal:
Esta experiencia colectivista del joven (Ricardo) se
fortaleció en las discusiones familiares, y su posterior visión de una utopía
anarcocomunista se inspiró en parte en esa realidad indígena y en la herencia
histórica. Nunca negó su devoción a los valores colectivos (Gómez-Quiñones,
1977:28).4
El problema radica en que no parece haber una razón de peso
en estas afirmaciones si se sabe que los Flores Magón no vivieron mucho tiempo
en su lugar de origen, la sierra mazateca, ni mantuvieron contacto estrecho con
ella luego de salir.5
La sierra mazateca está situada al norte del estado de
Oaxaca, limitando con el estado de Puebla; aún hoy es una región pluriétnica,
en la que habita una gran mayoría mazateca junto con dos municipios nahuas y uno
mixteco, estando rodeada la región por los territorios de cuicatecos,
chinantecos y mixtecos de Oaxaca, y nahuas de Puebla.6 La familia Flores Magón
era una familia errante, es decir que no tenía asiento fijo, pues mientras el
padre, Don Teodoro, era originario de San Cristóbal Mazatlán (municipio
mazateco con alguna presencia nahua) y su mujer, Doña Margarita, era poblana7,
los tres hermanos nacieron en diferentes comunidades: Jesús en San Jerónimo
Tecóatl8 (municipio mazateco), Ricardo en San Antonio Eloxochitlán (municipio
mazateco) y Enrique en Teotitlán del Camino (municipio mestizo, mazateco y
nahua). Esto es importante pues impide pensar que tuvieran derechos y arraigo
comunitario en algún pueblo en particular; además, si recordamos que entre los indios
la comunidad se construye mediante la participación en lo comunal y el
establecimiento de alianzas de parentesco y para ello se requiere servir a la
comunidad durante varios años y ser adulto en ella, tenemos que los Flores
Magón no pudieron hacerlo pues la familia se fue a vivir a la ciudad de México
cuando los tres hermanos eran aún niños y nunca regresaron a la sierra.9 Sin
embargo, nacieron y vivieron al menos varios años en comunidades de sólida
cultura étnica.
Y si bien no es probable que tuvieran alguna identidad
comunitaria fuerte, ello no significa que sus comunidades de origen no los
identificaran como pertenecientes a ellas --en la memoria de la población están
aún presentes sus recuerdos10--, sino más bien que no se conoce mayor vinculación
identitaria de ellos mismos con sus comunidades de origen o con su grupo
etnolingüístico11.
De Don Teodoro existen pocas referencias y se supondría que
era mazateco, por haber nacido en Mazatlán; sin embargo, parece que era
nahua.12 El mismo Enrique Flores Magón afirma que su padre les dijo que eran
descendientes de los aztecas que poblaron la entrada a la sierra mazateca en la
época prehispánica.13 Esto sugiere que, en todo caso, los Flores Magón se
identificarían como nahuas, aunque no conozco referencias hechas por ellos
mismos a su origen étnico. Sin embargo, se enorgullecían de tener sangre india,
aunque reconocían también su ascendencia española. Ricardo Flores Magón
escribió en 1909:
Mi sangre de indio me dió en esos momentos la calma
necesaria para escuchar conteniendo las rebeliones de mi otra sangre, la
española, que me invitaba a escupir a mi extraño visitante (en: Hernández,
1984:177).
En el aspecto lingüístico, el mismo Ricardo, según recuerda
Librado Rivera (1978:12) hablaba varios idiomas, entre ellos el náhuatl pero no
el mazateco:
aparte del español y el inglés, que conocía muy a fondo,
sabía francés, italiano y portugués; conocía mucho del latín y del griego, algo
del idioma azteca, cuya agradable pronunciación recordaba recitando de memoria
unas poesías que legó a la historia el famoso Netzahualcóyotl; hablaba con
facilidad el caló.
No hablar mazateco no significa mecánicamente dejar de ser
mazateco. Para la autoidentificación étnica y la identificación por otros, la
lengua sigue siendo un elemento fundamental, pero no es el único.14
En suma, no encontramos datos ni elementos para sostener que
los Flores Magón se identificaran como miembros de algún grupo etnolingüístico
en particular, si bien parece que se sabían descendientes de aztecas (nahuas)
aunque no haya nacido ninguno de ellos en alguna comunidad nahua; de todos
modos, a esta identidad específica prácticamente no recurrían, sino
ocasionalmente a la identificación genérica como indios15. Lo común es
encontrar que se asuman como proletarios, pobres, explotados o desposeídos, y
que ambas identidades (étnica y de clase) sean para ellos sinónimo. Durante su
juicio en Los Angeles en 1916 Enrique Flores Magón declaró:
Ricardo y yo somos indios, proletarios. Nacidos y crecidos
entre los pobres, somos testigos de las grandes injusticias, de la tiranía y de
la explotación que han sufrido las masas. Por eso somos anarquistas comunistas
(Kaplan/Flores Magón, 1986 T. II:185-186).
Esto no significa que el recuerdo de su origen y la
insistencia en las virtudes de la forma de organización de los pueblos indios
fueran una fantasía sobre algo ajeno a ellos. Haber conocido lo comunal indio
de sus pueblos de origen más por relatos que por la práctica, puede haberlos
llevado a alguna idealización de la realidad india, pero de ninguna manera a una
fantasía absoluta de algo irreal, como sostuvo Gonzalo Aguirre Beltrán (1980).
Los indios existían como tales en esa época como ahora, y esto lo supieron ver
y valorar los magonistas mejor que muchos académicos de ayer y hoy. Su
identidad genérica los llevaba a buscar las características no de un grupo
étnico en particular sino las de los pueblos indios en general, y esas
características las ubicaron en aspectos de la comunalidad india.16
Así, los Magón, conscientes siempre de haber nacido en
pueblos indios,17 se identificaban como confrontados con los dominadores,
compartiendo el mundo de los sojuzgados, pero adictos a lo comunal practicado
por los pueblos indios, forma de identidad plenamente válida en esa época como
ahora. Nunca se sintieron o dijeron dirigentes, representantes o intérpretes de
los pueblos nahua o mazateco, ni tampoco de los indios en general; simplemente
supieron ver que en los pueblos indios existía un potencial constructivo del
futuro.
LOS INDIOS EN EL MAGONISMO
Los indios son una parte fundamental del magonismo, tanto a
nivel de participación en el proyecto impulsado por la Junta Organizadora del
Partido Liberal Mexicano como en el impulso de sus propios proyectos apoyados
por el PLM, como veremos a continuación.
Mayos, Tarahumaras y Yaquis, en el Norte
Hubo indios que fueron dirigentes de la mayor confianza y
lealtad a la Junta, como el yaqui Javier Huitimea18. Pero sin duda el más
destacado fue el indio mayo19 Fernando Palomares, activista en Cananea que se
sumó a la huelga (Hernández, 1984:48; Duffy, 1984:92) y realizó diversas
labores de agitación de la mayor importancia en 1908 en Sonora y Sinaloa20, y
en 1911 en Baja California.21 Palomares fue un incansable organizador y
arrojado luchador, de quien se sabe que estuvo a punto de matar a Porfirio Díaz
disparándole durante la noche del Grito el 15 de septiembre de 1908, saliendo
ileso el dictador (Duffy, 1984:158); y siempre fue fiel a la Junta, con una
lealtad de elevadísima convicción y ética: "Ya viejo, mucho después de que
Ricardo había muerto, dijo: Aún estoy a las órdenes de Ricardo, nunca he sido
dado de baja" (Ibid:169).
En el norte del país también hubo una presencia importante
de los magonistas entre los tarahumaras (Bernal, 1982:53-55), mostrando una
continuidad muy interesante, pues un veteranos de la rebelión mesiánica de
Tómochic de 1892, Santana Pérez, aparece después como dirigente magonista en
Chihuahua.22 Hubo también influencia magonista en movimientos rurales no
claramente indios, como el movimiento expropiador de haciendas realizado entre
1910 y 1912 en el sur de Tamaulipas por Higinio Tanguma (González, 1987:65-80),
quien es reivindicado por Ricardo Flores Magón (1982:11 y 66) como uno de los
mártires del movimiento.
Pero indudablemente la vinculación más importante entre el
magonismo y algún pueblo indio del norte se dió con los yaquis, aguerrido
pueblo que libraba una lucha por su autonomía contra el porfiriato. Es de
suponer que desde antes de 1908 ya existía relación con ellos, que se
concretaron en ese año, en el que Enrique Flores Magón afirma haber hecho un
pacto de lucha:
Con los yaquis, mandados por el cacique Sibalaume, hice un
pacto de alianza. Estos fieros guerreros estaban ansiosos de vengar la muerte
de sus hermanos que habían resistido la confiscación de sus tierras, y el
exilio... en los campos de henequén yucatecos y en las plantaciones de tabaco
de Valle Nacional. De modo que estaban ferozmente contentos de enlistarse bajo
la bandera del Partido Liberal, como los tarahumaras, mandados por su jefe
Santana Pérez (Kaplan/Flores Magón, 1986 T. I:163).
Después, en septiembre de 1911, Ricardo Flores Magón
(1980:184-185) les recomienda no hacer caso a los intentos de convenio de los
maderistas y les da indicaciones sobre cómo fabricar las flechas "Regeneración"
con dinamita y llama a los revolucionarios a seguir el ejemplo de
los 500 hermanos yaquis que tomaron por asalto el 31 de
agosto el cuartel de los federales y maderistas en Pitahaya y enarbolaron la
bandera roja con la inscripción Tierra y Libertad, según despacho publicado en
El Imparcial del 2 de este mes.
Y cuando se suponía derrotado el magonismo, los yaquis
seguían en rebelión apoyados por los magonistas. Según artículos de Ricardo en
Regeneración de febrero de 1914, en algunas regiones yaquis ya habían tomado
posesión de la tierra los indios y se "encuentran en pleno periodo de
reconstrucción social... con el fusil terciado a la espalda, fecundando la
tierra con su trabajo honrado y libre... Cuentan con víveres en abundancia,
tomados de todas partes..." (Ricardo Flores Magón, 1982:27-28). Poco
después, en junio, informa que
en Sonora, Juan F. Montero encauza el movimiento en la
región del Yaqui, donde los habitantes insurreccionados se encuentran en
posesión de Bácum, Pótam, Cócorit, Tórin y otros pueblos, en los que ondea la
bandera de Tierra y Libertad y han tomado posesión de las tierras comprendidas
entre los ríos Yaqui y Mayo. El número de rebeldes armados en esta región es de
más de 6 mil (Ibid:67).
En agosto del mismo año reproduce una carta en la que desde
el "cuartel general de la tribu en Torocopobampo", 5 dirigentes
yaquis y Montero agradecen los apoyos a los miembros de la Junta y los invitan
a ver sus logros (Ibid:104-106), y en 1916 afirma que en esa región deben haber
"no menos de 12 mil hombres" rebeldes armados (Ricardo Flores Magón,
1988:79).
Popolucas, Nahuas y Mayas, en el Sur
Otra de las formas en que se establecía la colaboración
entre yaquis y magonistas era liberando a los yaquis esclavizados o en camino a
la esclavitud en el sureste (Duffy, 1984:156). Esto se realizaba a través del
principal movimiento magonista del sur, el de Veracruz. Incluso, al liberar a
60 yaquis en esa región, fue descubierto y asesinado el dirigente magonista
Santana Rodríguez "Santanón" (Azaola, 1982:184; Duffy, 1984:209-210;
Hernández, 1950:86-93). Esa colaboración con el magonismo veracruzano era
importante; Elena Azaola (1982:184,n.26) al estudiar el movimiento en Veracruz
señala que el ofrecimiento de los yaquis de colaborar con el movimiento no era
circunstancial o supeditado a obtener su liberación. Existen antecedentes de
sus ligas con el PLM en el estado de Sonora, así como también las tenían los
tarahumaras y los mayos. Ello implica que, por lo menos durante ciertos
momentos, diversos grupos indígenas vieron al partido como una agrupación que
podía representar sus intereses; como un medio para la obtención de sus fines,
siempre ligados a la devolución de sus tierras.
Este movimiento veracruzano, cuya primera jornada de lucha
ocurrió en septiembre y octubre de 1906 en la zona popoluca de Soteapan y
Acayucan, tuvo como uno de sus más destacados dirigentes a Hilario Carlos Salas
Rivera, originario de Santiago Chazumba, comunidad mixteca de Oaxaca ubicada en
los límites con Puebla. Salas, descendiente de indios, aprendió el popoluca
para realizar su trabajo político (Azaola, 1982:144) y la mayoría de los grupos
que organizó eran indios.23 Algunos popolucas, como Daniel P. Gavilla en
Ixhuatlán, comandaron grupos entre las fuerzas magonistas (Ibid:161).
También en el sur del país, los magonistas mantuvieron
relaciones con el más amplio movimiento indio del país, el zapatismo. Los
testimonios de magonistas indican que el magonismo influyó positivamente en
Zapata, sobre todo por el contenido de la lucha por Tierra y Libertad que
impulsaban los magonistas, y señalan que estas relaciones se establecieron
entre 1912 y 1914. Sin embargo, parece que estas relaciones se intentaron desde
1911, antes de que Zapata se independizara de Madero y proclamara el Plan de
Ayala en noviembre. Uno de los múltiples traidores del magonismo, Carlos
Steinman, nombrado delegado en agosto de 1911 por la Junta, afirma que se le
dieron instrucciones de
saquear el lugar (el mineral de El Oro) y marchar luego al
sur, para unirme con Enrique Novoa y Emiliano Zapata e iniciar la guerra
apoderándonos de todas las propiedades de los capitalistas y distribuyéndolas
entre los indios y los peones (en: Fabela, 1966:333-334).
Esto sugiere que ya existía entonces la intención de
vinculación entre ambos movimientos y que esto era encargado a uno de los
veteranos de las luchas magonistas de Veracruz, Novoa. Otro informe
gubernamental resultante de las infiltraciones en el seno del magonismo,
indicaba en febrero de 1912 que "... en la Rinconada de San Diego No.24 en
México D.F. vive Emilio Filisola, agente especial de Zapata, el cual está en
correspondencia con Ricardo Flores Magón" (Ibid:453).
Más al sur, en Yucatán, la rebelión magonista se concretaba
en Valladolid, en 1910, siendo reprimida y asesinados tres de sus dirigentes
mayas: Maximiliano Ramírez Bonilla, Atilano Albertos y José Expectación Kantún
(Beas, Ballesteros y Maldonado, 1998:56-57).
Por otra parte, en varias regiones del país, por ejemplo
Michoacán, el magonismo tuvo un impacto indirecto en el movimiento indio: Primo
Tapia, dirigente purépecha que encabezó una importante lucha contra los
hacendados del área lacustre de Zacapu entre 1921 y 1926, trabajó directamente
con los Magón en Los Angeles en 1910 y 1911 y
según se afirma, Primo vivió en casa de ellos como
guardaespaldas; allí se convirtió en un ferviente partidario del anarquismo
agrario... Los Flores Magón le ayudaron para que asistiera a la escuela
nocturna, proporcionándole instrucción en inglés... Ricardo facilitó el papel
histórico de Primo como mediador entre el pueblo tarasco de Naranja y la
ideología revolucionaria del agrarismo anarquista (Friedrich, 1984:87 y 89).
Estos son sólo algunos ejemplos, los más conocidos y
estudiados, de la amplia presencia de los indios en las filas magonistas y del
magonismo en el movimiento indio. Pero no se trataba sólo de su participación
en una organización revolucionaria, sino también de su presencia en la
definición ideológica de la lucha expropiadora por la revolución total,
económica.
LO INDIO EN EL MAGONISMO
Ubicaremos cuatro momentos en los que toman fuerza las
expresiones respecto a lo indígena en el seno de las definiciones magonistas.
No se trata de mostrar una evolución del pensamiento sino cuatro momentos, de
los cuales sólo el último es coyuntural y los tres primeros significaron
definiciones fundamentales.
1. El Programa del PLM (1906)
Si consideramos con Armando Bartra (1977:13) que el
magonismo cobra vida como tal hasta que se conjugan tres elementos: un
periódico de combate (Regeneración), una ideología (el liberalismo magonista) y
una organización (el Partido Liberal Mexicano), lo cual ocurre a fines de 1905,
tenemos entonces que la primera definición respecto a los indios y su lucha
debemos buscarla en el documento fundacional del PLM, su Programa de julio de
1906, documento elaborado después de varios meses de consulta entre sus
militantes (ver López y Cortés, 1985).
En este programa no se incluye sólo la restitución de
tierras a las comunidades indígenas despojadas (como los yaquis y mayas)24 sino
también la "protección a la raza indígena" a través de su educación y
dignificación para que contribuya "poderosamente al fortalecimiento de
nuestra nacionalidad".25 Esta doble aparición de lo indio muestra por una
parte el conocimiento de la situación de estos pueblos y su principal demanda,
la tierra, incorporada al programa revolucionario para lograr su participación
en el movimiento, y por otra parte muestra una concepción de una nueva nación
postdictatorial en la que los indios aportarían sus capacidades para recrearla
y enriquecerla. La educación y dignificación de la raza no parecen pretender
borrar las diferencias étnicas en aras de construir unitariamente lo nacional,
sino más bien expresan una voluntad de dejar de explotar y menospreciar a los pueblos
indios dándoles la posibilidad de autogobierno y ofrecerles el acceso a
satisfactores de la modernidad.
Esto que aparece esbozado en el Programa se fue
enriqueciendo con la reflexión y la experiencia de lucha, por lo que creemos
que hay una continuidad en esta preocupación y postura magonista desde 1906
hasta la muerte de Ricardo Flores Magón e incluso después.26 Cambian las formas
(de la protección de la raza a la expropiación india de los medios de
producción), pero no el fondo, que es el reconocer en los indios su capacidad
de aportación a la reconstrucción del país. Así, aún considerando sólo los
planteamientos de este programa liberal, que no es radical, ya se percibe una
distancia enorme entre los magonistas y los planteamientos que harían "revolucionarios"
como Madero años después.
Los magonistas formularían sus definiciones más ricas y
contundentes respecto a los indios entre 1910 y 1913.
2. La lucha por Tierra y Libertad (1910)
En octubre de 1910, antes del estallido de la revuelta
maderista y un año antes de la separación entre Madero y Zapata, y de la
promulgación del Plan de Ayala, el movimiento magonista reorientó sus objetivos
de lucha de acuerdo a la tendencia ideológica predominante en el PLM: el
anarquismo. Este cambio quedó expresado en las consignas de lucha, que de 1906
a 1910 fue Reforma, Libertad y Justicia, y a partir de 1910 y hasta el final
sería Viva Tierra y Libertad.27
El cambio que expresa esta nueva consigna, de clara
filiación anarquista, implica un nuevo plan de lucha: ya no se trata de buscar
un gobierno verdaderamente democrático derrocando al dictador, sino de acabar
con todo tipo de gobierno. La estrategia de lucha era ahora que los grupos
afiliados al PLM se levantaran en armas, liberaran poblaciones redistribuyendo
la propiedad e invitando a la población a apropiarse colectivamente de los
medios de producción y de las mercancías existentes, organizándose para
consumirlas con criterios éticos y cultivando colectivamente la tierra.28
Comúnmente se liga a Zapata con la consigna Tierra y
Libertad, que llegó a ser el motivo de su lucha pero que no fue la consigna con
que firmara sus documentos, a diferencia del magonismo que sí los firmaba así.
Ya hemos visto que mucho antes que Zapata el magonismo se lanzó a la lucha por
Tierra y Libertad y existen múltiples testimonios tanto de magonistas como de
zapatistas acerca de que la vinculación entre ambos movimientos se dieron entre
1912 y 1913, llevando los enviados magonistas la consigna a Zapata (ver
Maldonado, 1994:48-55). Incluso, como vimos más atrás, esta relación pudiera
ser anterior a noviembre de 1911. El impacto del magonismo en el zapatismo es
valorado por Cockcroft en estos términos:
El PLM se había anticipado a la revolución agraria zapatista
en más que sólo su lema Tierra y Libertad. Sirvió también para delinear la
división entre Zapata y Madero, al sufrir antes la misma clase de traición
militar padecida por Zapata y al insistir en la lucha por metas socioeconómicas
en el campo. Sin embargo, debe señalarse que el PLM fue consistentemente más
agresivo en su política y en su acción que el movimiento de Zapata. Desde el
principio, el PLM hizo presión sobre otros grupos revolucionarios para que
asumieran una posición más a la izquierda en favor de los obreros y de los
campesinos. Por su actitud ideológica y revolucionaria, sirvió como una fuerza
constante para radicalizar los acontecimientos, es decir, dirigiendo la
revolución hacia la izquierda. En muchos otros casos de la revolución, los
acontecimientos tendieron a radicalizar a los líderes revolucionarios y no a la
inversa, lo que sugiere el efecto del origen de la revuelta desde abajo.
Por ejemplo, aunque el movimiento de Zapata sirvió más tarde
para radicalizar los acontecimientos y forzar a otros grupos revolucionarios
hacia la izquierda, al principio no fue más allá en su ideología que el párrafo
3 del artículo 3° del Plan de San Luis Potosí de Madero... Muy de vez en
cuando, y nunca antes de 1913, los zapatistas firmaron sus documentos con el
lema Tierra y Libertad. Fue hasta el periodo posterior a 1913 cuando los
zapatistas radicalizaron más sus ideas, de acuerdo con el patrón establecido
años antes por el PLM y su programa y lema revolucionarios. Puede decirse, por
tanto, que los acontecimientos anteriores a 1913 sirvieron para radicalizar a
muchos revolucionarios mexicanos, incluyendo a Zapata, pero que solo el PLM,
incluso cuando enfrentaba divisiones internas..., sirvió de manera consistente
para radicalizar los acontecimientos (Cockcroft, 1976:173-174).
Para el tema que nos ocupa, lo interesante de todo este
cambio en el magonismo, además de su vinculación e influencia en el zapatismo,
es que la propuesta magonista para reconstituir de manera anarquista los
pueblos una vez liberados, toma como ejemplo la experiencia históricamente
construida por las comunidades indias. Esto es fundamental porque, a pesar de
que puedan tener una visión idílica de estas comunidades, se basan en tres
aspectos que aún hoy son, dos de ellos, registrados profusamente por la investigación
etnográfica: la propiedad común de la tierra, la ayuda mutua y el odio a la
autoridad. Las dos primeras son parte de lo que llamamos Comunalidad.
3. La comunalidad y el magonismo (1911-1913)
La etnografía contemporánea de Oaxaca da cuenta de la
existencia entre los pueblos indios de una actitud ante la vida que define al
ser indio; se trata de su carácter comunal, su vocación colectivista. Por
comunal no me refiero al ámbito local sino al ser colectivo, pues aunque la
pertenencia a una comunidad es básica, no se trata de cualquier tipo de
pertenencia: para ser indio, se requiere no sólo hablar la lengua o haber
nacido en un pueblo indio, sino expresar su voluntad de ser parte de la
comunidad a través de la participación en las actividades comunales, como el
trabajo, la fiesta y el gobierno interno.
La comunalidad, columna vertebral del ser indio, está
compuesta de cuatro elementos centrales: el territorio comunal (uso y defensa
del espacio colectivo), el trabajo comunal (interfamiliar a través de la ayuda
mutua y comunitario a través del tequio, que es trabajo gratuito para obras de
beneficio del pueblo), el poder comunal (la participación en la asamblea y el
desempeño de los diversos cargos cívicos y religiosos que forman su sistema de
gobierno) y el disfrute comunal (la participación en las fiestas y su
patrocinio). En la participación de hombres y mujeres en estos cuatro aspectos
se manifiesta la pertenencia responsable a una colectividad y esa colectividad
reconoce a los que se destacan en su servicio, generándoles prestigio. Para los
indios no basta ser de la comunidad, es preciso ser comunidad y expresarlo.
Se puede perder la lengua, abandonar el vestido tradicional,
haber migrado a alguna ciudad o incluso ya no compartir todo el corpus
mitológico como explicación del funcionamiento y razón de las cosas, pero el
individuo que siga participando en lo comunal podrá seguir sintiéndose indio y
seguirá siendo reconocido como miembro de una colectividad india por sus
paisanos. Por el contrario, cuando alguien se vuelve individualista, la
comunidad lo rechaza pues ese individuo con su actitud se niega a ser parte de
lo comunal.
Esta vieja actitud india fue percibida por Ricardo Flores
Magón y otros magonistas, como William C. Owen y Voltairine de Cleyre, y fue
considerada como la muestra histórica de que es posible llegar a vivir en
sociedades colectivistas antiautoritarias. Flores Magón fundamenta su propuesta
en varios textos a partir de marzo de 1911, apareciendo la formulación más
completa en su artículo "El pueblo mexicano es apto para el
comunismo" (Regeneración, 2 de septiembre de 1911)29. En ellos, las
características que le interesa destacar de la organización sociopolítica india,
son tres: 1) la propiedad común de la tierra y el libre acceso de todos sus
habitantes a los recursos naturales (bosques, agua y yacimientos); 2) el
trabajo en común, referido tanto al cultivo colectivo de la tierra como a las
formas de ayuda mutua interfamiliar; y 3) el odio a la autoridad y la no
necesidad de ella.
El conocimiento que demuestra Flores Magón acerca de los
pueblos indios no es sólo fruto de la experiencia sino seguramente también de
la discusión con indios magonistas y de la reflexión sobre sus perspectivas.
Según observa, la propiedad común de la tierra incluía el libre acceso a su
cultivo, lo que significa que las tierras comunales que se encontraban ociosas
podían cultivarse y ser abandonadas al cabo de algunos años de trabajarlas,
para ocupar otra parcela libremente; esto, que sucedía a principios de siglo,
pude observarlo hace unos diez años en pueblos chatinos de Oaxaca. Al apoyo
mutuo lo presenta como la forma de producción y distribución de bienes de
consumo y excedentes, siendo la moneda poco necesaria para estas relaciones, y
como la forma de enfrentar los requerimientos individuales como la construcción
de una casa; esta ayuda mutua, registrada en la gran mayoría de los trabajos
etnográficos contemporáneos, se sigue dando para construcción y mejoramiento de
casas, para la limpia o cosecha agrícola, para la construcción o lavado de
pozos, o como apoyo en el patrocinio de fiestas, y consiste en que alguien
invita a varios parientes y vecinos a ayudarlo en algún trabajo, les da comida
y bebida y se compromete a corresponder de la misma manera cuando cualquiera de
ellos lo llame.
Los dos elementos de la comunalidad percibidos por Flores
Magón siguen siendo fundamentales en el ser mazateco:
En la noción de pertenencia a la comunidad o Nashinandá intervienen
dos factores: uno de ellos es el nacimiento, pero el más importante es el
principio de participación, requisito a través del cual se establece la
filiación comunitaria. En este sentido, existe un complejo sistema de
intercambios recíprocos gracias a los cuales cada individuo queda inserto en
una red social. Los ámbitos por excelencia en los que se participa con la
comunidad son las ayudas mutuas, las faenas o tequios y el sistema de cargos.
Estos trabajos solidarios compartidos, con los que se da una intensa y
permanente participación en términos políticos, económicos y sociales,
contribuyen a reforzar una representación ideológica de la vida colectiva, en
la que se concibe a cda individuo como integrante de una colectividad. Por
ejemplo, ellos explican que "la faena es labor social, se dice xabasen,
que es trabajo para la comunidad o también lo traducen como "lo que damos
nosotros entre todos" (Quintanar y Maldonado, 1999:15-16).
Respecto al odio a la autoridad y su no necesidad,
seguramente se refiere a la autoridad supralocal, al Estado que sojuzga a los
indios y a sus autoridades a través de las fuerzas policiales, fiscales y los
Jefes Políticos. Es imposible que alguien con tan vasto conocimiento de los
pueblos indios se estuviera refiriendo a las autoridades tradicionales (jefes
de linaje, mayordomos de fiestas, capitanes de banda de música, Consejos de
Ancianos) o a las autoridades municipales propias de cada comunidad, electas en
asamblea de acuerdo al sistema de cargos, y que son los representantes de la
comunidad ante el gobierno, no los representantes del gobierno en la comunidad.
En ese sentido, la abolición de la autoridad estatal y opresiva es entendida
como el ejercicio de la voluntad autónoma de organización comunal.
Un aspecto que muestra la gran claridad de Ricardo Flores
Magón está en su referencia a los mestizos, pues asegura que también están
organizados en torno a los mismos principios comunales, por lo que el comunismo
practicado por la mayoría de la población mexicana haría posible una revolución
que reconstruyera a la sociedad en base a lo comunal. La práctica de la
comunalidad en pueblos mestizos sigue siendo documentada por la antropología.
Estos planteamientos fueron adoptados y desarrollados por
otros magonistas. En septiembre de 1911, Voltairine de Cleyre encuentra en los
yaquis de Sonora los argumentos suficientes para afirmar, incluso, que la
comunalidad fue el elemento que impulsó la resistencia contra la expansión
capitalista (Torres Parés, 1990:158-162). Sostiene también que el objetivo de
civilizar a México era desarticular a las sociedades indias. Es importante
señalar que tanto ella como Flores Magón afirman que las comunidades indias se
desorganizaron con el desarrollo del capitalismo impulsado por el porfiriato,
pues ambos coinciden en que el comunismo indio existió en México "hasta
hace unos 25 años", es decir a principios del porfiriato30. Por su parte,
William C. Owen dice en octubre de 1911 que la causa de la revolución es el
rechazo de los mexicanos a la penetración capitalista modernizadora a partir de
un pasado anarco-comunista de la vida rural (Ibid:164-165). De esta manera,
para los magonistas es desde lo comunal que surge la resistencia india contra
la agresión imperial.31
El objetivo del análisis magonista es eminentemente
político: no tratan de hacer una etnografía ociosa o para ser aplicada al
ejercicio del gobierno, sino que es puesta al servicio de la reflexión y
propaganda revolucionarias. Dado que no es un movimiento indio, el magonismo no
propone a la sociedad india como modelo sino que descubre su esencia, la
comunalidad, como experiencia comunista y la encuentra entre los pueblos
mestizos, quienes muy probablemente sólo habían perdido su lengua pero no su
identidad basada en la comunalidad.
4. En defensa de los indios (1916)
El hecho de que México fuera un país predominantemente indio
a principios de siglo, implicaba la necesidad de entender la realidad india
para ubicar su participación o actitudes ante la revolución. Muchos, como
Madero, partían del menosprecio por el indio, al cual conocían porque lo
explotaban en sus haciendas; otros, como Flores Magón, lo conocían tanto por su
origen como por trabajar políticamente con ellos, al igual que extranjeros como
William C. Owen y Voltairine de Cleyre. Pero había extranjeros que, pese a
llamarse anarquistas y estar interesados en la revolución, tenían una visión
primitiva e irresponsable de los indios. Tal es el caso de José Spagnoli, quien
basado en un tal A. Dolero publica un artículo en el periódico Voluntad de
Nueva York el 28 de diciembre de 1915, que provoca una reacción violenta de
Ricardo Flores Magón, pues pretende descalificar los esfuerzos de los
magonistas y revolucionarios mexicanos en general ridiculizando la capacidad de
los indios para levantarse en armas.
En una serie de artículos publicados en Regeneración a fines
de 1915 y principios de 1916 bajo el título de "¡Alto ahí!", Flores
Magón "aborda tres puntos de importancia: A) La defensa del movimiento
revolucionario mexicano ante sus detractores. B) La defensa de la postura del
PLM ante el movimiento revolucionario en México. C) La defensa de la labor
desarrollada por Regeneración" (López y Cortés, en: Ricardo Flores Magón,
1988:7). En estos alegatos contra artículos de periódicos extranjeros, hace una
caracterización del indio digna de tener en cuenta. Destacaremos tres aspectos
del texto lamentablemente eurocentrista de Spagnoli y la respuesta de Ricardo.
1. El indio como raza nómada de instintos salvajes. Spagnoli
duda de que sean rebeldes quienes hacen la revolución en México porque son
indios:
Eso de rebeldes no quiere decir anarquistas ni hombres que
piensen lejanamente como nosotros pensamos, quiere decir, como justamente
escribe A. Dolero, indios felices de entregarse a los instintos atávicos de su
raza, a la vida nómada y a la rapiña, y gente que pelea con la esperanza de una
recompensa si triunfa la revolución (en: R. Flores Magón, 1988:74).
La respuesta de Flores Magón es airada, y en ella argumenta
el carácter sedentario de los indios desde tiempos prehispánicos, recordando
las grandes obras civilizatorias "que la barbarie europea destruyó, como
destruyó muchos otros monumentos, obra de un pueblo laborioso que está muy por
encima de sus pequeños detractores" (Ibid:76). En esa perspectiva, afirma
que el indio se levanta en armas no por salvajismo sino para recuperar su
dinámica civilizatoria, es decir el derecho de vivir y la independencia
económica, que deben basarse en "el libre acceso a la tierra"
(Ibidem).
2. El indio conformista en el sur del país. Spagnoli
reproduce el viejo mito del indio mexicano envuelto en su cobija y que es pobre
porque es flojo, por lo que de la revolución sólo ambiciona un botín y no
tierras para trabajar.
Spagnoli no pierde oportunidad para denigrar al indio
mexicano y vuelve a citar lo que dice su "autoridad". Veámoslo:
"El ya citado A. Dolero, en frases escultóricas (cualquier cosa es
escultórica para el pobre Spagnoli) pinta la vida de los que viven en varios
estados del sur de México y esa descripción en muchos casos podría adjudicarse
a los que viven en el norte. Oigámosle: Los indios allí, como en todas partes
de México, se conforman con su estado social; viven felices en sus jacales,
cazan, pescan y quedan fuera de sus moradas con las piernas cruzadas..."
(Ibid:86-87).
En respuesta, Ricardo pregunta por qué, si eso es verdad,
son los indios del sur los más radicales en la revolución, pensando sobre todo
en los zapatistas: "El indio del sur, al levantarse en armas, ha dado una
prueba de que sabe por qué lucha al quemar los títulos de la propiedad territorial,
romper los linderos y entregarse al trabajo libre de la tierra, sin tener amo
que lo explote. Al hacer tal cosa, el indio del sur ha demostrado que no estaba
conforme con su estado social" (Ibid:87). Tal vez Flores Magón exagera los
logros zapatistas, pero existen; en cambio, Spagnoli muestra un profundo
desconocimiento de la realidad india y basado en esa ignorancia preñada de
racismo elabora un discurso antimagonista desde una postura que se dice
anarquista.
3. Los indios del norte. Como ya se vio, la descripción
prejuiciada de Spagnoli y Dolero pretende ser generalizable a todos los pueblos
indios que habitan en México. La reacción de Flores Magón es la siguiente:
...esa es otra mentira. En el estado de Nuevo León no
encontramos otra población indígena que la del pueblo de Bustamante, y los
indios de Bustamante son justamente admirados por todos como laboriosos,
inteligentes, limpios. No viven de la caza ni de la pesca, como los pintan
Dolero y Spagnoli, sino de la agricultura y de la industria, ni pasan las horas
muertas a las puertas de sus casas, con las piernas cruzadas. ¡Esa es la
población indígena de Nuevo León!.
En Coahuila, en el distrito de Múzquiz, reside la colonia
indígena de los kikapús. Estos indios tampoco viven de la caza y de la pesca.
Crían ganado y se dedican a labrar la tierra. ¡Esta es la población indígena de
Coahuila!.
Hemos citado los estados de Nuevo León y Coahuila porque son
los que conoce mejor Spagnoli. Su mentira es manifiesta y ella demuestra que
Spagnoli odia cordialmente al indio mexicano y odia a la revolución. (Ibid:88).
De estos alegatos destacaremos dos aspectos: uno es que
Ricardo Flores Magón muestra un conocimiento etnográfico amplio y otro es la
ligazón que establece entre indio y revolución, pues aunque explícitamente no
lo diga argumenta que quien odia al indio no puede amar la revolución, y más
aún, quien no entiende al indio no puede entender la revolución.
Por otra parte, la lectura aislada de algunos de los textos
de este alegato magonista dan una imagen más o menos demagógica o simplista del
indio, por lo que es importante ubicarlos en el contexto del discurso sobre los
indios que en sus distintos aspectos aparecen en Regeneración, algunos de los
cuales hemos analizado en este trabajo. Tal vez vea más de lo que existe, pero
no se niega, como la mayoría, a ver más allá de los prejuicios negativos,
propios del evolucionismo positivista predominante en esa época.
COMENTARIO FINAL: ANARQUISMO MAGONISTA Y AUTONOMÍA INDIA
Por muchas razones, para Ricardo Flores Magón estaban
íntimamente ligados la revolución y el indio, tanto por ser la mayoría de los
explotados, como por ser militantes en contra de ella y por tener ellos viva la
práctica histórica de la ayuda mutua. Los pueblos indios tienen en el magonismo
una propuesta revolucionaria que exige un conocimiento profundo de la realidad
indígena, porque no le interesan los indios como carne de cañon ni como imagen
a manipular, sino como comunidades y pueblos de gentes con una experiencia
histórica trascendental. Se trata de una forma de pensamiento con la que se
puede leer la historia política desde una perspectiva india, y también de una
lección ética de honestidad y férrea voluntad de lucha, aunque también de
descuidos que no deben ser repetidos.
Hoy la lucha india en México es por autonomía y la autonomía
no puede ser entendida sin autogestión, por lo que el anarquismo --en tanto
corriente de pensamiento y como experiencias históricas-- tiene mucho que
aportar en el alumbramiento de la nueva sociedad mexicana; la más consistente
corriente anarquista en México, el magonismo, puede ser una forma de identidad
capaz de recoger experiencias en función de nuevos planes. La definición
magonista de anarquía como "orden basado en el apoyo mutuo" (Ricardo
Flores Magón, 1980:96) sintetiza el aporte de Kropotkin con la característica
histórica de organización de los pueblos indios y abre una perspectiva de
discusión sobre estas sociedades, que no son un paraíso pero se han esforzado y
organizado para tratar de serlo. Por ello, si en México no se voltea a ver al
indio, no se tendrá una perspectiva adecuada y contundente para ver al futuro y
aproximarse a él.
Para finalizar, la claridad con la que Librado Rivera
(1980:114) analizaba en 1927 el trato dado por el gobierno (tanto dictatorial
como "revolucionario") a los yaquis y las posibilidades de la
autonomía real, cobran una vigencia enorme ante la relación castrense del
gobierno mexicano con la rebelión zapatista de Chiapas:
No es con el cuartel ni con bombas de dinamita como se podrá
pacificar a los yaquis, ni mucho menos el método más adecuado para convencerlos
y borrar de su corazón ese reconcentrado y natural odio al yori (apodo mordaz
que nos aplican a los mexicanos llamados civilizados), sino dejándolos en paz
para que ellos se gobiernen como más les agrade, y después de devolverles sus
casas y sus tierras que por la fuerza se las han arrebatado. Los Yaquis no sólo
dejarían de ser una amenaza contra el gobierno y contra el yori, sino una raza
de seres humanos que contribuirán con su inteligencia y su trabajo al progreso
y al bienestar de todos.
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1 Este texto apareció publicado en Cuadernos del Sur Año 6,
Núm.15, junio del 2000, Oaxaca. También se encuentra en la biblioteca del sitio
web de Ediciones Antorcha: www.antorcha.net).
2 El zapatismo es un movimiento claramente indio, pero su
discurso étnico no es tan elaborado como el magonista.
3 Ver B. Cano (1976:28-43), Ethel Duffy (1984:15-16) y
Kaplan/ Flores Magón (1986, T.I).
4 Reconociendo la fuerza de las raíces indias de los Magón,
Nicolás T. Bernal (1982:103) afirmaba que Ricardo "fue anarquista mucho
antes de serlo consciente y abiertamente"; a su vez, Jenaro Amezcua
(1979:24) sostiene que esas tradiciones "contenían los principios de un
socialismo libertario autóctono".
5 Por contacto estrecho entiendo la relación actual de los
migrantes con su pueblo, sobre todo enviando cooperaciones y asistiendo a
algunas fiestas, lo que además de hacerlos sentirse parte de la comunidad
aunque en lejanía, hace que la comunidad los siga reconociendo como parte de
ella, con todos sus derechos pues cumplen con sus obligaciones en la medida de
sus posibilidades.
6 El territorio mazateco está conformado por 21 municipios,
de los cuales 17 están en la sierra y 4 en tierras bajas hacia Veracruz; entre
ambas zonas no hay relaciones constantes. Los mazatecos son el tercer grupo
etnolingüístico más numerosos en Oaxaca, con 151,066 hablantes según el Conteo
de Población de 1995, y es de los más sólidos lingüística y culturalmente. Los
nahuas de Oaxaca, si bien son pocos (9,158 en el estado y sólo 6,896 en la
sierra mazateca), colindan con los nahuas de la Sierra Negra de Puebla, que son
399,324 y con los que mantienen contacto frecuente. Las relaciones de los
mazatecos de la sierra con cuicatecos y chinantecos son escasas.
7 Algunas fuentes afirman que ella era mestiza,
"descendiente de tribus nativas, con excepción hecha de un abuelo que vino
de Cartagena, España" (Duffy, 1984:14; ver también Cockcroft, 1976:23;
Barrera, 1973:17; y Valadés, 1983:10).
8 Aunque todas las fuentes biográficas conocidas señalan que
Jesús nació en San Simón, ninguna señala a qué municipio pertenecía este
pueblo. Además, en el archivo del Registro Civil de San Jerónimo existe copia
del acta de nacimiento de "Gaspar Jesús Melchor" Flores Magón,
señalando que nació allí, en Tecóatl, el 6 de enero de 1871 (Agee, 1988:6).
9 Enrique Flores Magón recuerda que salieron cuando él era
un niño de brazos, lo que hace pensar que fue a fines de la década de 1870,
teniendo Ricardo unos 7 años o menos, y al respecto Benjamín Cano Ruiz
(1976:28) señala el año de 1878 como el de su llegada a la capital del país.
Por su parte, Chantal López y Omar Cortés (1998:57) indicen que esto sucedió
hacia 1884, por lo que Ricardo tendría 11 años de edad. De todos modos es una
edad muy temprana.
10 En 1994 tuve la oportunidad de asistir a una jornada
magonista en Eloxochitlán. Una de sus actividades fue un concurso de pintura
infantil con ese tema, siendo la mayoría reproducciones de fotos y grabados.
Pero hubo dos que me llamaron la atención, sobre todo una en que aparecía un
mazateco con su burro que llevaba dos canastos y dentro de cada canasto un
niño. Al preguntar qué tenía que ver eso con el magonismo, me dijo el niño
autor que sus abuelos le cuentan que de esa forma viajaban los hermanos Flores
Magón a Teotitlán. Por otra parte, en Mazatlán hay quien cuenta historias de
don Teodoro, del que se dice descendiente.
11 Como se verá, no podemos establecer a qué grupo étnico
pertenecían, pues si bien nacieron en pueblos mazatecos, no crecieron en ellos
ni aprendieron su lengua, además de que parece que se identifican más bien como
nahuas que como mazatecos.
12 Valadés (1983:10). Florencio Barrera (1973:17) se
confunde y dice que era de origen mixteco. A su vez, Pedro Anaya (1955:12) dice
que era mazateco.
13 "Han de saber, hijitos, que descendemos de un
miembro de una fuerza militar azteca. Fue enviado por el emperador azteca a
recibir los tributos de las tribus subyugadas de Oaxaca. Esto fue siglos antes
de que llegara Cortés a México. Nuestros antepasados fueron forasteros, pero
nosotros somos oaxaqueños por haber nacido allí" (Kaplan/Flores Magón, 1986
T.I:10).
14 Por ejemplo, los chocholtecas de la mixteca ya casi no
hablan su lengua pero se reconocen como chochos por haber nacido en pueblos que
históricamente lo han sido, además de que mantienen la forma de organización
comunal de los pueblos indios. Por otra parte, los migrantes que ya no hablan
la lengua pero siguen en relación estrecha con la comunidad, son reconocidos
como parte de ella.
15 Incluso, en sus cartas a Ellen White, Ricardo se asume
como "salvaje, hijo de la naturaleza", "planta tropical" o
"hijo de las montañas", pero no se refiere a su origen étnico (Cano,
1976).
16 Como se verá más adelante, la voluntad de ser parte de la
comunidad se expresa en lo comunal, es decir, participar en la defensa y
cuidado del territorio comunal, en la asamblea y sistema de cargos
cívicorreligiosos, en el tequio (trabajo gratuito para obras del pueblo) y en
la ayuda mutua (trabajo gratuito entre familias para construcción de casas,
pozos, siembra, etc.), y en la organización y disfrute de las fiestas (ver Maldonado,
1994).
17 Aunque no se sepa a qué grupo pertenecían, es importante
recordar que los mazatecos (que se identifican como Chjota énna, gente de
nuestra palabra) siguen siendo uno de los más sólidos grupos étnicos de Oaxaca
y que los nahuas, autonombrados mexicanos, son el grupo más numeroso del país,
estando la mayor parte de ellos en Puebla.
18 Yaqui o yoreme que desde 1905 militó en el magonismo y
fue comisionado a Sonora y Chihuahua, cayendo preso en San Juan de Ulúa
(Martínez, 1968:109; González, 1984:11).
19 Algunos autores ubican a Palomares como yaqui. Él mismo
aclara la duda en carta a Ricardo Flores Magón en 1908: "...mañana de
mañanita salgo para la Sierra de Bacatete, con la rapidez posible me pondré en
campaña de acuerdo con mis compañeros los indios mayos y vecinos los indios
yaquis. Suyo hasta el triunfo de la Revolución o la muerte, firma Indio
Mayo" (en: Cortés y López, 1986:45-46).
20 "Libertad y Trabajo era un semanario liberal fundado
en mayo de 1908, cuyo objeto era transmitir el mensaje de la Junta al pueblo
mexicano. Se editaba en Los Angeles y su director responsable era Fernando
Palomares... dejó de publicarse después del 6 de junio y bien sabíamos por qué,
ya que Fernando Palomres salió inmediatamente, por órdenes de la Junta, para
poner sobre aviso a los grupos de Sonora y Sinaloa. El se había desarrollado en
la colonia socialista de Mayocoba... conocía muy bien el terreno y los
habitantes, así como a las tribus mayo y yaqui" (Duffy, 1984:151 y 158).
21 "A fines de 1910, Fernando Palomares y Pedro Ramírez
Caule, ambos veteranos de Cananea, fueron enviados a la región de Meixcali a
conferenciar con Camilo Jiménez, que era un tarahumara. Los tres prepararon
mapas del terreno y organizaron grupos indígenas para la lucha" (Duffy,
1984:222).
22 En 1892 Tómochic, un pueblo serrano de 300 habitantes, la
mitad tarahumaras, se rebeló contra el gobierno bajo la bandera de la Santa de
Cabora, Teresita Urrea. Santana Pérez fue autoridad en Tómochic en 1887 y
después de la rebelión reprimida se le persiguió. Años después, en junio de
1908 fueron detenidos varios liberales en Casas Grandes, Chihuahua, que
organizaban un levantamiento, entre ellos Santana Pérez (González y Pinet,
1988:44; Aurrecoechea y Barrera, 1985:105-106; Castro, 1994:5). Sin embargo,
Paul Vanderwood (comunicación personal, 1999) afirma que si bien fue magonista
Santana Pérez, ni él ni los rebeldes tomochitecos eran tarahumaras sino
mestizos.
23 "El 4 de octubre (1906) en la Sierra de Soteapan un
grupo de aproximadamente 350 libertarios --compuestos en su inmensa mayoría por
indígenas de la región-- libra un duro combate contra las fuerzas
federales" (Hernández, 1984:93).
24 El Artículo 50 del Programa dice: "Al triunfar el
Partido Liberal, se confiscarán los bienes de los funcionarios enriquecidos
bajo la dictadura actual y lo que se produzca se aplicará al cumplimiento del
Capítulo de Tierras -especialmente a restituir a los Yaquis, Mayas y otras
tribus, comunidades o individuos, los terrenos de que fueron despojados-y al
servicio de la amortización de la deuda nacional" (en: Córdova, 1973:422).
25 En la Exposición de motivos del Programa, se lee:
"La protección a la raza indígena que, educada y dignificada, podrá
contribuir poderosamente al fortalecimiento de nuestra nacionalidad, es un
punto de necesidad indiscutible" (en: Córdova, 1973:417). El Artículo 48
del Programa dice escuetamente: "Protección a la raza indígena".
26 Ver cita de Librado Rivera al final del texto.
27 Los dos documentos clave en la historia magonista están
definidos y firmados con estas consignas: el Programa de 1906 y el Manifiesto
de septiembre de 1911.
28 Los textos de Regeneración entre 1910 y 1912 dan cuenta
de estos cambios.
29 Otros artículos, publicados en Regeneración, son:
"El derecho de propiedad" (18 de marzo de 1911), "La cuestión
social en México" (10 de febrero de 1912), "Sin gobierno" (24 de
febrero de 1912) y "Sin jefes" (21 de marzo de 1914).
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