Rafael Iribarren
El acoso autoritario para destruir la
universidad libre
Lo determinante de la crisis que hoy vive
nuestra universidad libre, autónoma, es el del acoso y ahogamiento a que el
Poder, el autoritarismo actual, la somete. Este acoso no es nuevo. Desde que se
decretó la autonomía los factores de poder autoritarios siempre han intentado
cercenarla en diferentes grados y formas; lográndolo solo limitada y
funcionalmente; a pesar de lo que con
sus luchas, ella ha mantenido su soberanía y beligerancia, ideológica política
académica y docente.
Pero el acoso del militarismo actual,
apunta más allá del sometimiento y la neutralización política que
intentaron los regímenes anteriores.
Apunta a su desestructuración y desmantelamiento total como espacio del libre
fluir sin límites de la inteligencia la creatividad y la imaginación; de la
libertad. Busca implantar la manualización del pensamiento y el discurso, la
militarización subjetiva y operativa de toda actividad estudiantil docente y
académica; para la producción no de profesionales intelectuales y científicos
libres; sino para el adiestramiento y entrenamiento, manualezco de los
estudiantes; para disponer de insumos o
“recursos humanos”, moldeados con perfiles predeterminados, según la demandas y
los requerimientos pautados por su sistema nacional de planificación central;
de operadores técnicos, para la implementación de sus planes, sectoriales,
nacionales regionales y locales. La universidad que quiere el régimen, y que
sea la única, es la que le aporte simples insumos y recursos humanos, para sus
milicias misiones y burocracias; simples
operarios sin criterio ni opinión propios, que operen, “rodilla en tierra”,
como soldados, bajo directrices centrales precisas enmarcadas en la “Nueva
geometría del Poder”, en su forma político-institucional, el “Estado Comunal”,
que pretende implantar.
Por un debate constituyente para que
todas las universidades sean autónomas
Los rezagos y atrasos académicos docentes y
funcionales que nuestra universidad autónoma innegablemente arrastra; sobre los
que reaccionaria y torpemente las cúpulas académico-partidistas actuales,
evaden e impiden cualquier debate; son manipulados por el autoritarismo
militarizante, como pretextos para justificar su acoso; y para la promoción indisimulada
de la violencia terrorista, fascista, de amedrentamiento de los universitarios;
por lo demás, con poco efecto y sin ningún contenido progresista real. La
precarización de la mismas universidades experimentales públicas; la
mediocrización, y la militarización, docente y académica de las nuevas
bolivarianas; junto a la desestructuración de las autónomas, asfixiándolas
presupuestariamente hacia la pérdida de niveles y calidad académica docente y
científica; demuestran que la cacareada
“masificación de la educación universitaria” chavista, sin nada que ver con la
elevación de la capacidad profesional y
técnica cultural de la juventud venezolana; no pasa de ser una estrategia
clientelar; y retórica vacía el discurso que la presenta como un avance revolucionario.
Un clientelismo dirigido hacia la implantación de un sistema de control total sobre la sociedad
venezolana, sobre el conocimiento, con el bloqueo de cualquier variante de
inteligencia libre, soberana.
Cierto que la universidad autónoma venezolana
debe ser objeto de un abierto y profundo debate en todos sus aspectos; para su
renovación estructura y académica y su reinserción en las dinámicas del
conocimiento mundiales y nacionales actuales. Pero ello, ni toca que sea desde
el Poder; ni éste tiene la capacidad ni la vocación ni siquiera de promoverlo.
Es a los universitarios mismos, a todos sin distingos, junto a los
profesionales en general, a quienes toca abrir y desarrollar ese debate
renovador, incluso, obviamente y en primer lugar, en contra y a pesar de los
sectores académicos, docentes y partidistas, que lo impiden. Pero igual y
también en primer lugar ese debate renovador es en contra y sobre la oscura
burocracia gubernamental militarizante que hoy intenta destruirla; y
sustituirla por colegios militares. No es que hay que debatir para su renovación, solo sobre
las universidades autónomas. El debate que el país requiere es sobre todo el
Sistema de Educación Superior; incluidas éstas sí; pero también todas las
públicas no autónomas, experimentales, privadas, técnicas, etcétera; sobre todo
las nuevas bolivarianas, que no siendo autónomas y de reciente creación,
acumulan vicios y perversiones hasta peores que las que lo son. Un debate
abierto, nacional, ciudadano, independiente del Poder, realmente constituyente,
hacia definir las bases de un sistema nacional de universidades, plural y
diverso, docente, científica, cultural y académicamente; y casi absoluta y
totalmente autofinanciado y autónomo académica y docentemente. Un sistema en el
que la independencia económica y la autonomía, no sean de solo de una parte del
sistema, de algunas universidades; sino de todas.
La universidad está luchando sola
En su sostenido enfrentamiento a la
ofensiva oficialista, por los derechos de los universitarios y por revertir la
precarización a que el Poder la somete; la universidad ha respondido masiva y
dignamente con gran fuerza ciudadana, moral, ética y política. En varias
ocasiones el autoritarismo ha sido frenado por ella y hecho retroceder. Pero ha
estado, y está, sola. La sociedad nacional la ve movilizarse una y otra vez;
pero a distancia, “desde la barrera”;
solidaria sí, pero sin involucrarse,
propiciando de hecho, que la
estrategia oficialista, aunque frenada o forzada a reformularse una y otra vez,
se replantee, se reactive, también una y otra vez. Cuando el problema de la
universidad, la crisis que vive, no es una cuestión solo de los universitarios;
de los estudiantes, docentes, empleados, trabajadores y autoridades académicas
actuales; sino de la sociedad como
conjunto. Y más particularmente de sus egresados, de los profesionales y
técnicos que salimos de ella.
En el
“Estado Comunal” seremos solo
“recursos humanos” alfanumerados
La incompatibilidad del autoritarismo
militarizante, con la inteligencia, y la libertad de pensamiento y creación, su
rechazo psicosomático a toda calidad; ya en sí mismos explican y motivan la
pretensión política de que no haya sino una sola universidad bajo un solo mando
central. Pero no se trata solo una cuestión de motivación mediocre del Poder.
De fondo, se intenta reducirla al simple nivel superior de un solo sistema y
modelo educativo nacional; homogéneo, dirigido estalinistamente desde el
preescolar hasta el pregrado y el postgrado. En función de la homogenización
educacional a todo nivel, sector y lugar; el autoritarismo, desde el 2004 ha
venido armando, desarmando y rearmando, un sistema de leyes relativas a los
diferentes aspectos de la burocracia gubernamental, a todo nivel y en todas las
áreas; para el control total de la vida nacional y la manipulación integral de
la subjetividad individual y social desde el nivel maternal hasta la tercera
edad; que hoy está sistematizado en el proyecto total del “Estado Comunal”.
Proyecto que, en síntesis, se concreta en que, toda actividad, vida y
expectativa de cualquier venezolano, individual, familiar, comunal, se
enmarcará compulsivamente y sin alternativa, según dicte el “Plan Central
Nacional”, en lo que en varias de las leyes referidas se define como su
“ámbito” de residencia, quehacer o adscripción; vecinal, comunal o municipal.
En el “Estado Comunal”, se dejará de ser vecino o habitante o residente de una
urbanización, una parroquia o un municipio; para pasar a ser simples “recursos
humanos” o “insumos” alfanumerados, en función de la implementación de lo
establecido para cada nivel de ejecución, por el Sistema Nacional de
Planificación Central.
Que la estrategia militarizante de acoso y
precarización, hacia la desestructuración
total de la universidad libre, avance y se vaya imponiendo; no impacta
solo, ni siquiera principalmente, a los universitarios actuales. Y tampoco
apunta solamente, además, hacia envarar la vida futura de los hijos nietos y
bisnietos. El “Estado” Comunal, para cuya implantación es clave la eliminación
de la universidad autónoma; con la municipalización partidizada-militarizada,
desde la preinscripción, matrícula y asignación de cupos, hasta los pensum y
asignación de recursos; implicará que todo profesional o técnico, o científico,
independientemente de su especialidad y nivel, de su horizonte de trabajo
concreto y en su expectativa de desarrollo y calificación; estará reducido,
bajo control y chequeo, al “ámbito” comunal o municipal al que esté adscrito;
reducido sin opción, a simple “recurso humano” alfanumerado, a disposición de
los entes de planificación, a ser usados en la ejecución a ese nivel del “Plan
de la Patria”.
Hacia la eliminación del libre
ejercicio profesional
La caída eventual de la universidad
autónoma, ahora o en un cierto plazo, sería un tramo en la ruta hacia la
eliminación del libre ejercicio profesional; en perspectiva, hacia la
desaparición de los sectores profesionales como tales; y su reducción a simples
listados de “recursos humanos” a ser ubicados discrecionalmente por el Sistema
Nacional de Planificación. No es solo a los estudiantes por graduarse hoy, y a los que lo harán
durante los quince o veinte años próximos, a quienes afectará la liquidación de
la universidad autónoma. A los millones de profesionales y técnicos que hoy
habemos, con los años de ejercicio que tengamos y con los que contemos en el
futuro; nos liquidará como profesionales de la República; como sector nacional;
reduciéndonos regresivamente, vivencial y profesionalmente, al ámbito comunal o
vecinal al que resultemos adscritos.
Sola como Salamanca la inteligencia
será vencida
Con las dificultades, limitaciones y
inconsistencias internas que arrastra; en una absoluta asimetría
político-institucional y de poder fáctico y mediático; en la actual
confrontación, la universidad ha cumplido una gran jornada. Ha dado y está
dando, una nueva lección de dignidad consistencia, inteligencia y fuerza moral
y ética; a nivel de las más notables de su historia. En total desventaja frente
a la burocracia dócil al mando autoritario; ha manejado lúcidamente la
conjunción y sucesión de lo reivindicativo, de las mas que justas demandas
económicas de los universitarios; y lo político, lo de fondo, relativo a la
autonomía y la libertad académicas ante el Poder; y a la soberanía ciudadana y
universitaria en su interlocución con él.
Pero la fuerza moral y ética de la
universidad, nunca lo ha sido, no es suficiente ante la ofensiva que sufre por parte de la
mediocre burocracia, dócil al militarismo, que la acosa. Como Salamanca en su
pulseo con la fuerza y la violencia, la inteligencia en desventaja fáctica absoluta; difícilmente no
termine vencida circunstancial y
temporalmente ante él.
El paro o la huelga como formas de lucha
complejas que son, de conocidos efectos duales; las movilizaciones y acciones
de calle; tienden a agotarse en el tiempo si no se dimensionan y desarrollan
enmarcadas en correlaciones de fuerzas, de confrontación al Poder, de
contrapoder, más amplias y eficientes. En toda confrontación con el Poder, y en
casos como el nuestro actual lo es como en el que más; el tiempo tiende a ser
ventaja para él. Si la universidad, la inteligencia, como hasta ahora, continúa
sola en su confrontación con el autoritarismo militarizante; lamentable pero
realísticamente, el augurio es que puede
terminar siendo derrotada.
Nuestra universidad hace todo lo que le
toca. Falta lo que nos toca a los egresados
Los estudiantes y profesores universitarios,
coincidiendo circunstancialmente con los trabajadores y empleados, han hecho y
hacen lo que les toca en la defensa de la universidad, de la autonomía y
libertad académica y docente; del ejercicio soberano de la inteligencia y la creatividad. Ya de ellos no dependerá si el
autoritarismo logra avanzar lo que sea en su ahogo. Los profesionales, ya
no-universitarios, los egresados, nosotros; a quienes toca también igual que a
ellos enfrentar la ofensiva contra nuestra universidad; tan nuestra como de los
universitarios actuales; seremos los responsables de que la ventaja fáctica,
armada, del poder militarizado, termine imponiéndose sobre la inteligencia
desarmada.
La movilización de la parte de la sociedad
venezolana que rechaza el autoritarismo, primeramente de los sectores
profesionales, de los egresados; contra la ofensiva antiuniversitaria,
antiautonómica, junto a los estudiantes y profesores, dimensionaría sus
movilizaciones y determinaría una correlación sociopolítica de poder inversa a
la político–institucional actual; conformaría cualitativa y cuantitativamente
un contrapoder que la frenaría y haría revertir. Tan absolutamente cierto es
esto, como que la determinante principal de la asimetría con que cuenta el
Poder contra la universidad, su ventaja principal, es que ella lo enfrenta sola.
Contra la desprofesionalización; por la
re-profesionalización de la gestión pública
Los profesionales venezolanos, egresados de
universidades, institutos universitarios y técnicos, de academias, autónomas,
privadas, gubernamentales, de centenares de disciplinas, somos millones;
repartidos por toda la geografía nacional y ubicados y ejerciendo, aportando capacidad, en todas las
áreas y niveles de las estructuras nacionales, regionales, locales, de todo
tipo. Impotentes, dispersos, casi sin capacidad sectorial propia de
confrontación ante ellos; hoy el Poder y los factores de poder, manipulan a discreción nuestras vidas y capacidades. La
desprofesionalización de la gestión pública se ha profundizado hasta extremos
de nuestra descalificación general como
profesionales, y la precarización imparable de nuestras condiciones de
ejercicio y vida, personales y familiares. Somos millones, cualitativamente
determinantes en todos los aspectos y niveles de la vida nacional; pero no
existimos sociopolíticamente; como sector no contamos en las correlaciones
sociopolíticas de poder. No somos fuerza.
De tal forma que nuestro involucramiento
activo, específico como sector, en la defensa de la universidad autónoma, va
más allá de nuestra solidaridad y apoyo a estudiantes y profesores; y de inmediatamente participar en parar la
ofensiva contra ella. Apunta a movilizarnos, en perspectiva, en función de
nuestra propia sobrevivencia como el sector profesional; hacia impulsar nuestra
conformación y desarrollo orgánicos como sector sociopolítico; con capacidad
propia para confrontar el Poder. Hasta llegar a ser determinantes, verdaderos
sujetos políticos, en la definición de las decisiones líneas y acciones de la gestión pública en la vida
nacional; de lo que estamos excluidos. Planteándonos como línea central
programática de lucha, la re-profesionalización de la gestión pública a todos los niveles; y el rescate de
su calidad.
Por la movilización despolarizada de
todos los profesionales sin distingos.
La idea de que los profesionales nos
movilicemos como sector; primero y ahora, en defensa de la autonomía; y en
perspectiva, por nuestra propia sobrevivencia, desarrollo sociopolítico y
posicionamiento en la vida nacional; no tiene que ver con ninguna pretensión de
“organizar a los egresados” ni de dirigirlos o representarlos, ni parcial ni
sectorialmente. Ni tampoco con ninguna variante de polarización
político-ideológica, o electoralizante, entre oposición y gobierno. La eventual
pérdida de la autonomía universitaria; y la liquidación del ejercicio libre de
la profesión, afectan a absolutamente a todos los profesionales y técnicos,
intelectuales y artistas, venezolanos; independientemente de filiación política,
ideológica o partidista; de que hoy se sea oficialista o oposicionista o
“ni-ni”. Todo profesional, científico o técnico, de cualquier disciplina,
egresado de cualquier institución de educación superior; ya, hoy, sufre la
desvalorización que, individual y socialmente, deriva de la
desprofesionalización generalizada de la gestión pública; siendo víctima de la
precarización e indefensión creciente, la pérdida de futuro, que ella le
acarrea. Y puede visualizar y hacer consciencia de lo que para él y su familia,
para sus hijos, conllevará la municipalización de su vida y ejercicio
profesional, que el autoritarismo militarizante actual, le impondrá con la implantación de su fascistizante “Estado
Comunal”.
Estas reflexiones no están asociadas con propuesta político-organizativa,
ni programática alguna. Su sentido es llamar la atención y a la consciencia de
los profesionales, de los egresados universitarios, sobre la perspectiva
concreta en que nos encontramos; y sobre
el que será nuestro futuro si se implanta el proyecto stalinista militarizante.
Y, en tal caso, para motivar y activar la disposición a movilizarnos,
independientemente de la forma organizativa de lucha y movilización que cada
quién, individual, grupal o colectivamente considere. Sin esperar línea ni
directriz alguna; cada quién asumiendo su propia iniciativa e impulso. Lo que
cada quién haga, como sea, donde y cuando sea; que claramente implique
confrontar el Poder, el autoritarismo; será efectivo se multiplicara, se
replicará, y llegará lejos.
Una agenda concreta: autonomía para
todas las universidades y re-profesionalización
Con una agenda, un programa de lucha muy
concreto. Ante la crisis universitaria: defensa de la autonomía, autonomía para
todas las universidades del país; y debate nacional constituyente sobre el
Sistema Universitario Nacional. Y ante la relación de los profesionales y el
Poder y la implantación del Estado Comunal: freno a la desprofesionalización,
defensa del libre ejercicio profesional; y reprofesionalización de la gestión
pública a todos los niveles.
Caracas Julio 3013
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