Al
margen del gamelote revolucionario del nuevo inquilino de Miraflores y
del inmenso caudal de petrodólares, el socialfascismo ha continuado hipotecando
al país mediante un irreflexivo endeudamiento tanto interno como externo. Las
cifras son más que elocuentes y hablan por si solas. La deuda interna en el año
1998 era 2.530 millones de Bs. y la cifra ascendió a 249.300 millones a finales
del 2012. Con respecto a la deuda externa el monto consolidado de la
misma era $39.911 millones de dólares para el año 1999, alcanzando la cifra de
$120.482 millones de dólares a finales del 2012.
Este
endeudamiento ocurre a pesar de que el precio de la cesta petrolera ha superado
ampliamente lo estipulado en el presupuesto nacional, a que la recaudación del SENIAT
se cumple a cabalidad, y que los ingresos al fisco por concepto de impuestos
regresivos (IVA) se siguen percibiendo. Una ilustración del grotesco
endeudamiento del Estado venezolano es el hecho de que la deuda total al cierre
del 2012 llegó a representar un 51,6% del producto interno bruto (PIB), versus
un 29% que representaba en el año 1999. Cabe mencionar que en la mayoría de los
petroestados la política ha consistido en disminuir la deuda y el porcentaje
del PIB que se invierte en su servicio. Por ejemplo, Arabia Saudita
la rebajó desde 65% del PIB en 2004 hasta 5,5% en 2012; Kuwait desde
18,5% hasta 7%; Irán desde 25% hasta 11%; Angola desde 54% hasta
28% y Nigeria desde 53% hasta 15%.
En
este momento la deuda total de Venezuela, incluyendo los compromisos en
divisas que contabiliza el Banco Central, facturas pendientes en PDVSA,
estatizaciones que requerirán pagos porque están en juicios internacionales y
la deuda en bolívares, se eleva del 51% al 70% del PIB, contrario a todos los
países mencionados. Evidentemente nada ha cambiado al igual que en los
gobiernos anteriores el socialfascismo bolivariano ha elevado la deuda
interna-externa en un período en el cual país disfruta de una bonanza
petrolera, la más alta y prolongada de su historia. ¿Dónde quedaron las
opiniones críticas sobre endeudamientos irresponsables del pasado formuladas
por muchos de los que hoy comparten responsabilidades de gobierno?
Pero
la situación se torna aún más grave cuando analizamos el estado financiero de PDVSA,
fuente fundamental de ingresos para el país. Lamentablemente, la barbarie
socialfascista está llevando a la industria más importante de la nación, a una
grave crisis financiera, que vulnera la soberanía petrolera y coloca a
nuestra economía en grave peligro. La entrega de nuestro subsuelo al capital
transnacional (empresas mixtas), la carencia de personal calificado en la
industria, un despilfarro incontrolable, una corrupción galopante, una
reducción drástica en el plan de inversiones (16% en el 2012) y un
endeudamiento criminal para mantener el flujo de caja, comprometen seriamente
la operatividad de PDVSA.
Aunado
a ello, la producción ha caído en más de 900.000 barriles diarios desde el año
2003, las importaciones de gasolina oscilaron entre los 85 y los 94 mil
barriles diarios en el 2012 para atender el mercado interno. Aunado a ello los
niveles de endeudamiento de PDVSA, se han incrementado de $7.500
millones de dólares (1999) a $43.513 millones de dólares al término del 2012.
Esta dislocada política socialfascista, ha provocado económicamente una
profundización de la dependencia petrolera-rentista.
Esta
fabulosa masa de dinero ha sido lamentablemente malbaratada en la compra de
lealtades de gobiernos extranjeros, en el financiamiento de eventos faraónicos
a favor de la imagen del tte. coronel (dentro y fuera del país), en un gasto
militar demencial destinado a la compra de aviones, helicópteros, fragatas,
misiles, fusiles, etc., pero además ha ido a engrosar las cuentas personales de
una nueva boliburguesía cívico-militar la cual ha surgido ante la mirada
celestina del impostor Maduro y de las instituciones del estado.
A
pesar de su retórica anti-neoliberal el régimen ha profundizado e
institucionalizado las perversiones económicas neoliberales del pasado mediante
la imposición de políticas macroeconómicas que han erosionado las conquistas
socio-económicas de los trabajadores (flexibilización y precarización laboral),
han destruido las pequeñas y medianas industrias generando más desempleo y han
cedido la propiedad de los sectores estratégicos energéticos y mineros de la
Nación al capital transnacional.
Muestra
del desastre económico bolivariano son las cifras inflacionarias: la tasa
anualizada se ubica en 35,2% y la acumulada en 19,4%, lo que permite predecir
que muy posiblemente Venezuela cerrará el 2013 con la mayor inflación
del mundo: 36%- 40%. Ello acompañado de tres devaluaciones consecutivas del Bolívar
Fuerte, incluyendo la reciente macrodevaluación implementada a través del Sistema
Complementario de Administración de Divisas (Sicad), y a la de un alto
índice de escasez que alcanzó la cifra de un 23,5% al finalizar el mes de
Junio.
El
socialfascismo bolivariano representa la imposición de un capitalismo de Estado
salvaje, la militarización de la sociedad, un empeño por destruir la educación
universitaria plural y la autonomía universitaria, un endeudamiento
interno-externo irresponsable y la promoción de la miseria y la pobreza como
instrumentos de control político de los venezolanos. En resumen la barbaria
socialfascista bolivariana simboliza la destrucción del país.
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