Por: Agrupación estudiantil Barricada
(Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) e independientes)
En todo este proceso de lucha de los
trabajadores universitarios, los grupos de la izquierda chavista se dividieron,
grosso modo, en dos sectores. Los más “oficialistas”, que no tuvieron ningún
papel del lado de la lucha, muy al contrario, amenazando desde el principio con
“acciones legales” si los empleados y obreros se iban a paro. Y los grupos
“críticos”, que al inicio estuvieron también ausentes de cualquier respaldo a
la lucha y denunciaban la posibilidad de paro docente, luego se reubicaron
parcial y tardíamente, posando de estar “con la lucha”, ¡pero solo apoyarían
las medidas de los empleados y obreros porque la burocracia sindical es
chavista!, ¡y esto incluso solo de palabra porque no desarrollaron ninguna
política real de agitación ni de organización para impulsar acciones de apoyo,
y al contrario cada vez que podían insistían en rechazar la posibilidad de
huelga como medida de lucha y exigían la extensión del semestre! Cuando en la
UCV se largó el paro docente a partir de la consulta abierta y la decisión de
la burocracia de la asociación de profesores (APUCV), ambos sectores
confluyeron por completo en una vergonzosa militancia anti-paro, pro-patronal,
totalmente gobiernera, esgrimiendo el discursito que tradicionalmente han usado
los “niños bien” contra las huelgas de los trabajadores universitarios, “el
derecho a la educación”.
Así, dejaron por completo el campo abierto
a los grupos estudiantiles de la oposición burguesa –y algunos no orgánicos de
la MUD aunque también con sentidos comunes pro oposición– que dirigen la
mayoría de los centros y federaciones de estudiantes en las universidades
autónomas, que se activaron en apoyo al paro y reclamos de los profesores,
desarrollando actividades y movilizaciones de calle en varias ciudades.
Como siempre, esta izquierda, polarizada
entre las dos alternativas políticas del orden burgués actual, no vio en la
lucha y el paro más que “una maniobra desestabilizadora de la derecha”, por lo
que se dedicó a militar a favor del gobierno, del patrón. Para estos grupos
chavistas estar con el paro y con la lucha en las calles sería estar “con la
derecha”, avalar políticamente a las dirigencias profesorales en lucha –que son
en su mayoría de oposición–, y por eso les pareció más “revolucionario” estar
con el responsable de los bajos salarios, el desconocimiento de derechos y
organizaciones de los trabajadores, la devaluación, los acuerdos con
empresarios y los aumentos de precios, la criminalización de la protesta, el
envío de las FFAA burguesas en las calles y barrios ejerciendo su represión
social de clase. ¡Vaya alternativa!
El contenido concreto –una lucha de
trabajadores contra los bajos salarios y por sus derechos– al parecer no tiene
ningún valor social ni político para estos compañeros y compañeras: en una
lucha de estas características, la izquierda revolucionaria no duda en ubicarse
del lado de los trabajadores, y jamás se pone del lado del patrón, de su
discurso, sus maniobras y sus operaciones mediáticas. Estar con la lucha, a su
vez, no implica de ninguna manera subordinación pasiva a las direcciones que la
llevan adelante, sino que brinda las posibilidades de disputar la dirección de
la clase trabajadora y, en el peor de los casos, si no se lograse desde las
bases en lucha cambiar la dirección, el hecho indiscutible es que se está
participando del lado de la lucha, por las demandas salariales y mejores
condiciones de los trabajadores. Respaldar un paro de estas características,
votado en consulta abierta y decidido por sus direcciones sindicales
burocráticas –simpatizantes de la oposición burguesa, es cierto–, implica tomar
partido por la lucha y, si no se es centrista ni sindicalista, también implica
dar la pelea en el transcurso por desplazar esa dirección en favor de la
autodeterminación de las bases en lucha, pero combatir el paro para ponerse del
lado del patrón, del gobierno –igualmente burgués que su oposición–, ¿de qué
brinda posibilidades a no ser la de ser un abyecto rompehuelga?
El gran problema –¡porque es grande!– en
esta (estrecha) lógica, es que no ve más sujetos políticos que el gobierno
burgués tímidamente nacionalista, regulacionista y “re-distribuidor” –aunque
cada vez menos de todo eso– y la oposición burguesa más “normal” y proimperialista:
en cada hecho solo ve esos sujetos actuantes, y no concibe la necesidad ni la
posibilidad de que los explotados y oprimidos se desarrollen como sujeto
diferenciado de ambas opciones. No ven legítima una lucha de trabajadores que
afecte al gobierno, porque solo ven en estos casos a los trabajadores como una
masa moldeable que puede ser “usada” o “lanzada” a la estrategia de la
oposición. Las razones propias de los trabajadores, sus luchas, sus intereses
de clase, tienen un valor igual a cero para esta lógica, no existen ni tienen a
derecho a existencia propia en un marco y una lógica por fuera de la
polarización maniquea gobierno-oposición, sino que están condenadas a estar
inscriptas sí o sí o en la lógica el gobierno o en la de la oposición. Desde
ese punto de vista, ¡la clase obrera y los explotados están condenados a ser
esclavos siempre, a ir detrás eternamente de alguna variante política de este
mismo orden social, pues no existiría la posibilidad de que a partir de sus
intereses y sus luchas puedan irse configurando como sujeto político –ya no
solo de lucha reivindicativa– con su propia estrategia!
Por suerte la historia demuestra que las
opciones de los trabajadores y el conjunto de los oprimidos no son así de
míseras. Pero, aún en caso de tener una lógica como esa, de no considerar una
lucha de este tipo como legítima y como punto de apoyo de los trabajadores para
su posicionamiento por sus intereses propios, ¿no era preferible hacerse a un
lado, condenarse a la pasividad sectaria o derrotista, antes que hacer el
papelón de colocarse del lado del patrón/gobierno?
Era (o es, porque el conflicto no termina
de cerrarse) impresionante ver a estos grupos aducir exactamente las mismas
razones del gobierno contra el paro y sus dirigentes, el discurso, las frases,
la lógica, la misma que la de los burócratas del gobierno. ¡Qué triste –y
lamentable– ver a compañeros y compañeras jóvenes que se reivindican de
izquierda como peones de las maniobras patronales y gubernamentales! En
programas de la televisión estatal diciendo las tres verdades a medias que el
gobierno necesitaba para legitimar su accionar, para eso los llamaron y los
muchachos cumplieron; desfilando con pancartas ¡por “el derecho a la
educación”!, el latiguillo patronal y burgués de toda la vida contra las
huelgas docentes (¡¿qué no harán por “el derecho a la salud” estas corrientes
cuándo haya paro de las enfermeras y médicos de los hospitales públicos?!). Una
mordaz coincidencia: el mismo día en que varios militantes de estas corrientes llevaban
a cabo en la UCV una vigilia contra el paro, el gobierno –su gobierno, el mismo
que fustigaba ese paro docente– metía las tropas militares en Ferrominera del
Orinoco contra otro paro, el paro de los obreros ferromineros: ¿acaso estas
acciones no los hacen parte de la misma política burguesa contra los paros, que
usa distintas maneras para sostener la subordinación social y política de la
clase trabajadora? De hecho, los grupos chavistas fueron parte directa, o
cómplices, de la política reaccionaria de que “el Estado burgués” (como algunos
reconocen) judicialice y criminalice las huelgas de los trabajadores: unos
yendo directamente a los tribunales a pedir medidas, y otros callándose la boca
por completo ante esto. ¿Será posible que piensen que por estas vías y métodos
están “combatiendo el poder burgués” o están abonando el camino al “poder
obrero y popular”?
Si el conjunto de los trabajadores, o el
movimiento estudiantil, hubiese adoptado las posiciones de esta seudoizquierda,
¿qué hubiese sido de la lucha? ¿Qué papel jugaron en los logros parciales que
hay hasta ahora? Ninguno. El gobierno se vio obligado a ceder parcialmente por
la lucha, ¡no por las acciones anti-paro de estos grupos, que más bien
fortalecían la posición de negociación patronal! Incluso habría que preguntarse
–y no es ocioso pensárselo–, ¿qué hubiera sido de estos grupos
“revolucionarios” si el gobierno no cede, o si las burocracias sindicales
chavistas de empleados y obreros no bajan el nivel de movilizaciones que traían
para entrar en el esquema del gobierno, y el paro indefinido lo declaraban
también los obreros y empleados? ¡Ay! ¡Qué situación “in extremis”! Ya no
tendrían cómo colgarse fácilmente del manido argumento de ser “un paro de la
derecha” para cubrir su posición a favor del gobierno que hoy –y desde hace 14
años– gestiona y sostiene el orden de explotación y opresión.
Los trabajadores deben saber reconocer
claramente a sus amigos y enemigos, de entre tantos que los lisonjean, que
vociferan estar con sus intereses. Esta ha sido una necesidad del movimiento
obrero desde sus primeros pasos políticos, y lo sigue siendo hoy. Los
trabajadores en general, y los universitarios en particular, deben tener muy
claro que estas corrientes son sus falsos amigos, son más entrañables del
gobierno que de los intereses de los explotados. Es una “izquierda” que no sólo
no será capaz jamás de encabezar una revolución social contra este orden, sino
que ni siquiera puede ubicarse con mediana claridad para estar del lado de las
luchas reivindicativas más elementales como la actual. De entre los que se
intentan ubicar como supuestamente “críticos”, “autónomos”, frente al gobierno
burgués, corrientes como Marea Socialista, la Juventud Comunista de Venezuela,
y grupos locales de la UCV como Praxis, el Frente Cultural de Izquierda, entre
otros, han quedado marcados por esta política canalla.
De conjunto, esto que estamos viendo es
parte de esos elementos reaccionarios del "legado" de Chávez que
cierta izquierda no ve: logró que hoy por hoy camadas de jóvenes que se
consideran revolucionarios, se dediquen a defender razones de Estado, razones
patronales frente a una lucha de trabajadores. De entre estos grupos, las y los
jóvenes que honestamente buscan un camino hacia una militancia revolucionaria, se
deben una muy profunda y seria reflexión sobre el nivel cero de independencia
política de clase, sobre la pobreza de “estrategia revolucionaria” de tales
corrientes, y virar hacia una ruptura decidida con la política de subordinación
a un proyecto de colaboración de clases, de gestión y sostenimiento del orden
burgués, como lo es el chavismo.
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