José López Padrino
En el
siglo pasado, las élites italianas y alemanas trataron de resolver las
contradicciones del sistema capitalista mediante la imposición de un sistema
totalitario regional: el fascismo y el nazismo respectivamente. Hoy, el
socialfascismo bolivariano pretende repetir la estrategia del siglo pasado,
procurando establecer un nuevo totalitarismo fascistoide en la sociedad
venezolana. Es evidente que desde la llegada del ilegitimo Maduro a la
Presidencia de la República los problemas políticos, económicos, y sociales se
han agudizado y se ha intensificado la fascistización de la sociedad venezolana
en todos sus ámbitos.
Estamos
ante un capitalismo de Estado ineficiente, incapaz y rentista que ha
profundizado las contradicciones y dependencia propias del capitalismo
periférico, deteriorando las condiciones de vida de la gran mayoría de la
población, y que como respuesta apela a la militarización del país para
sobrevivir en el poder. Hay que acotar que si bien el fenómeno de la
militarización del país no es nuevo, la magnitud del proceso que se vive bajo
el proyecto socialfascista adquiere dimensiones sin parangón en un contexto
supuestamente democrático. No tan solo han invadido la administración pública,
impuesto un lenguaje cuartelario, estructurado al PSUV en el marco militar,
sino que han ocupado los espacios educativos imponiendo textos escolares en los
cuales se distorsiona y manipula la historia promoviendo valores militaristas,
igualmente han estableciendo la educación militar como parte del Sistema
Nacional Educativo (Gaceta Oficial número 39.641).
La
militarización de la sociedad venezolana, con la excusa de la seguridad
ciudadana, constituye parte del terrorismo de Estado impuesto por el
socialfascismo bolivariano y representa una herramienta esencial para la
continuidad del proyecto de dominación. Venezuela junto a Colombia y México son
los países más militarizados de América Latina. Lejos quedó el país que tenía
una historia aparentemente ajena a la militarización política y donde el
intervencionismo militar era algo que pasaba de manera coyuntural. La Fuerza
Armada Nacional (FAN) ha pasado de ser la institución encargada de la defensa
nacional a una instancia destinada a reprimir a la disidencia política
venezolana referida como enemigo interno según el gorilato bolivariano. Hoy la
FAN al igual que en el pasado reprime a estudiantes, trabajadores, profesores,
miembros de los movimientos sociales, etc., en nombre de la paz y tranquilidad
ciudadana.
El
régimen ha optado por una estrategia que privilegia el componente militar en la
“supuesta búsqueda” de la recuperación de los espacios públicos y la generación
de condiciones mínimas de seguridad ciudadana. Son estrategias dirigidas a
lograr el control territorial del país y del ciudadano mediante un despliegue
masivo de efectivos militares.
Para
los fascio-bolivarianos con uniforme todo aquel que no comparta su visión facha
son considerados como elementos subversivos que patrocinan el desorden y
desestabilización del gobierno legalmente constituido. Recordemos que el
“espíritu totalitario” de este proyecto quedó evidenciado en aquella famosa
frase –no original por cierto- del ya fallecido comandante eterno “quién no
está con nosotros, está contra nosotros”. Criminalizan la protesta social, no
importando si se trata de estudiantes, profesores, trabajadores, etcétera, con
la finalidad de promover el miedo y el terror desde el Estado. Reeditan las
tácticas de contrainsurgencia bajo un esquema de gobernabilidad conservadora
puestas en prácticas por los regímenes militares del Cono Sur en el siglo
pasado.
Ante la
ingobernabilidad, Maduro y su grupete de malandros continuarán militarizando al
país, y seguirán empleando a la FAN para reprimir al pensamiento disidente y
exacerbar el odio y la violencia. Los antifascistas del ayer, son los fascistas
del presente que desde el poder apelan cada vez más al militarismo represivo y
criminal como recurso para someter a la sociedad y terminar de instaurar su
proyecto facho-neototalitario. Viven el furor de los conversos
ideológicos
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