Pablo Hernández Parra
En la Gaceta Oficial que circuló este miércoles 06 de marzo, contiene el primer decreto firmado por Nicolás Maduro como presidente encargado, luego de la falta absoluta del presidente Hugo Chávez (Veasehttp://bit.ly/ZqZ0me)
En la Gaceta Oficial que circuló este miércoles 06 de marzo, contiene el primer decreto firmado por Nicolás Maduro como presidente encargado, luego de la falta absoluta del presidente Hugo Chávez (Veasehttp://bit.ly/ZqZ0me)
Este decreto firmado por Maduro como
Presidente Encargado es de hecho la legalización de la dictadura, en el sentido
de que se coloca al margen de las leyes que ellos mismos dicen defender.
Este acto que se quiere hacer pasar por
debajo de la mesa, encubierto con el funeral de Chávez, puede ser el preámbulo
para desconocer cualquier convocatoria a elecciones, que según el artículo 233 de la Constitución establece:
“Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa
antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y
secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y
toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la
Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea
Nacional”.
Como todos sabemos Chávez nunca asumió el cargo y es evidente que nunca
lo hará. Pues bien:
¿Por
qué no se encargó de la presidencia Diosdado Cabello, como manda la
Constitución?
Es claro que Maduro cuenta con el visto
bueno de La Habana, mientras que Diosdado representa el ala anticomunista o
derecha endógena -como dicen los chavistas- dentro del ejército y gobierno. El
anuncio de la muerte de Chávez, cuya ausencia absoluta era conocida desde
diciembre, dada la enfermedad que padecía, y el secretismo de su proceso de
evolución clínica dirigido desde La Habana, está ligado a la lucha por el poder
entre estas dos fracciones del propio gobierno. El hecho de que Maduro se haya
auto nombrado Presidente Encargado,
violando expresamente la Constitución con la anuencia Diosdado y de todo
el Legislativo, unido a toda la
parafernalia en torno al entierro de Chávez, que incluye siete días de duelo,
con una gigantesca movilización donde no se abandona el discurso electoral, nos
hace pensar que la estrategia de conservar el poder por parte del chavismo, por
las buena o por las malas, sigue en pleno desarrollo. De esta manera el auto
nombramiento de Maduro como Presidente Encargado nos indica que el dúo Maduro-Diosdado ha llegado por lo
menos a un acuerdo provisorio. Recordemos que
el general J.V. Gómez se dio el lujo, más de una vez, de gobernar desde
Maracay, teniendo en Caracas a un presidente “encargado”.
No cabe duda que el factor hegemónico del
gobierno de Chávez lo representa el ejército, que en este momento lo dirige y
controla Diosdado Cabello. Por su lado Maduro, como es sabido, es una
imposición de la Habana, desde donde no ha dejado de recibir las directrices
para mantener el show de la enfermedad y la muerte de Chávez.
Sin embargo, la estrategia del dúo
dinámico, no se circunscribe a un escenario, toda vez que a lo largo de tres
meses de campaña pre-electoral mítico-religiosa en la cual la enfermedad de
Chávez fue glorificada como una cruzada épica, como “una batalla titánica del
comandante presidente aferrado a Cristo”, ahora el chavismo se juega la carta
de Jalisco. El TSJ y la Asamblea
Nacional, al igual que el resto de los poderes siguen bajo el control del
ejecutivo y el partido militar, por ello no son casuales los reiterados llamamientos
de los voceros oficiales a “no desbordar la institucionalidad”. La muerte de
Chávez significa una debacle para el chavismo, la camarilla militar y los
políticos testaferros, obviamente siguen planteándose la táctica que pusieron
en ejecución el 10 de enero pasado:
Lanzar de nuevo la masa chavista a la calle y como “Chávez es el Pueblo y
el pueblo es Chávez”, y “ambos” ganaron la presidencia el 07 de octubre,
no habría necesidad de nuevas elecciones, bastaría una vez más declarar la
continuidad administrativa como ya lo hicieron ante la imposibilidad de
juramentar a Chávez. De cualquier manera Maduro ya está en funciones de
presidente, tal como lo demuestra el decreto de arriba.
Toda la parafernalia alrededor del funeral
de Chávez y las movilizaciones post mortem que se prometen para “continuar con
el legado y obra del caudillo”, y en especial las movilizaciones militares,
incluyendo las tajantes declaraciones de
todos los altos oficiales del ejército, en el sentido de” continuar con la
revolución bolivariana”, es la puesta en escena de un nuevo zarpazo por las
buenas o por las malas. Prueba de ello son las declaraciones del Ministro de la
Defensa, Almirante Diego Molero quien
“aseguró que cumplirán con lo establecido en la Constitución,
"llamar a elecciones presidenciales" y la voluntad del comandante
Chávez de votar por Nicolás Maduro y "darle en la madre a toda esa gente
fascista de este país" . Esta es la
carta bajo la manga del estado venezolano que sigue gozando del apoyo
internacional del capital, al cual le han prestado inmensos beneficios:
Empresas mixtas, deuda, fuga de capitales e importaciones crecientes.
Es evidente que el capital financiero
internacional, a través de sus gigantescos medios de comunicación, y sus
gobiernos aliados de América Latina, autodenominados de “izquierda y
progresistas”, han concentrado todo su arsenal mediático elevando la figura de
Chávez a niveles supremos, con el claro fin de catapultar el triunfo del
chavismo en las elecciones, si éstas se realizaran en el lapso previsto por la
Constitución. Igualmente evidente y en el mismo sentido es que estamos en
presencia del nacimiento de una nueva religión oficial en Venezuela, que en
estos 30 días quedará instituida como campaña electoral.
El
gobierno norteamericano a través de sus distintos voceros ha elevado
llamamientos sobre la necesidad de una “transición pacífica, de elecciones
limpias y transparentes y sobre todo respeto y apego a la constitución”. Alguno
de sus voceros más reaccionarios, como Roger Noriega alertaron acerca de que,
“la comunidad internacional podría finalmente reunir el valor para hablar de
evitar un derramamiento de sangre. La solución parece ser bastante sencilla:
una sucesión constitucional y nuevas elecciones para elegir a un presidente”.
Por su parte, el gobierno de Maduro ha
incorporado nuevamente a la escena el gastado libreto “antimperialista” sobre el golpe de estado y la invasión de
EEUU. No es un hecho fortuito que pocas horas antes de difundir la noticia de
la muerte de Chávez, Maduro anunciara la expulsión de dos agregados militares
norteamericanos alegando que conspiraban con militares activos “¡Nuestra Fuerza
Armada se respeta!”, gritó exaltado, aunque en ningún momento dio detalles
respecto a si hubo detenciones, ni se pronunció acerca de las acciones contra
los militares activos venezolanos que estarían en conversaciones con los
gringos expulsados.
Que
nadie se sorprenda si cae un rayo en la noche serena y Maduro, como heredero
del caudillo con el apoyo de Diosdado y del ejército, asciende “legal” e
ilegítimamente a la Presidencia
mediante un decreto de
continuidad del mandato, con el pretexto
del golpe de Estado- con provocadores de oficio incluidos-, o de una supuesta
invasión yanqui nuevamente desempolvada del arsenal “antimperialista” del
chavismo. Total si por tres meses
gobernaron a este país en nombre de un enfermo, al que jamás se le vio, ni oyó,
qué les impide ahora asumir abiertamente el poder hasta el 2019.
Algunos crédulos constitucionalistas
gritarán: ¡Es ilegal! ¡Violan la Constitución! ¡Invoquemos el 350! A todos
ellos les recordamos que “Los problemas constitucionales no son, primariamente
problemas de derecho sino de poder; la verdadera Constitución de un país sólo
reside en los factores reales y efectivos de poder que en ese país rigen; y las
Constituciones escritas no tienen valor ni son duraderas más cuando dan
expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad social” (F.
Lasalle. Qué es una Constitución).
La dictadura de una clase en el poder y en
el ejercicio del gobierno, no la determina su origen electoral, ni el hecho de que la asuma un militar, ni
siquiera que ponga el acento en la represión y el crimen. Una dictadura es el
ejercicio del poder no sometido a ley alguna y sostenido en la punta de las
bayonetas. La dictadura de una clase social dominante no está ligada únicamente
con ausencia de “garantías legales” o restricciones de algunos derechos.
Una clase ejerce la dictadura
-independientemente de la forma política que asuma su gobierno- porque es ella
y sólo ella la propietaria de los medios de producción fundamentales, pero
sobre todo es la detentadora del
monopolio de la violencia, de los medios de difusión ideológica y de las
instituciones forjadas en la lucha de clases a la medida de sus intereses y
privilegios. El monopolio de la violencia y ahora de los medios de comunicación
y del resto de poderes estadales, es lo que le ha permitido al gobierno de
Chavez cambiar las leyes y reglas del juego, arbitrariamente sin estar sometido
a ninguna ley o restricción legal. Y eso en cualquier lugar del mundo se llama
DICTADURA DE LA CLASE DOMINANTE.
En
Venezuela es un hecho comprobado que en la banca, el capital financiero y las
compañías petroleras internacionales, se asientan los reales factores de poder
que se esconden detrás de los pretendidos bandos en pugna. Si en este país está
planteada una transición luego de la muerte de Chávez, hay que dar por
descontado que estos factores de poder ya tienen el control de los
contrincantes, o dicho de otro modo, son suyos los cien números de la rifa
electoral, o de las armas para garantizar su dominio.
Una vez más, los títeres y testaferros de
los dueños del país, preparan nuevos espectáculos y “confrontaciones” entre
sectores de la población, con el único fin de perpetuarse en el poder y
repartirse la Renta Petrolera de acuerdo a los intereses de los sectores que
representan.
El panorama no es halagüeño para las
mayorías. El espectáculo de la pugna entre gobierno u oposición, no tiene nada
que ver con las aspiraciones de los trabajadores, de los estudiantes,
asalariados públicos o privados. Estos sectores de la población son utilizados
como carne de cañón en las guerras y “revoluciones”, o como mercancía electoral
en las clásicas disputas entre los “caimanes del mismo caño”. Los trabajadores
nada tienen que ganar en estas contiendas.
La única lucha es la de clase, y la única
fuerza capaz de derrocar el orden vigente y su Estado reside en la unión de los
trabajadores, de los millones de asalariados públicos y privados, que solo se
potenciará en fuerza transformadora si se unen y movilizan cohesionados en
torno a un programa que recoja, con claridad y exactitud, sus intereses y
reivindicaciones.
¡TRABAJADORES! RECUPEREMOS LA AUTONOMIA DE
CLASE EN LAS LUCHAS
ENARBOLEMOS NUESTRO PROGRAMA DE
TRANSFORAMACION
MADURO-DIOSDADO JUNTO A CAPRILES Y LA MUD
SON LAS DOS CARA DE LA MISMA MONEDA DE DOMINACION DEL CAPITAL.
PABLO HERNANDEZ PARRA,07/03/3013
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