Por Ebert Cardoza
El legado del comandante-presidente Hugo
Chávez, se materializa en una constitución de corte neo-liberal, con la cual se
instauraron las “cadenas jurídicas de la globalización” en Venezuela, por ahora
defendida por gobierno y oposición, así como todo un andamiaje jurídico que
incluye una Ley contra el terrorismo, versión tropical de la Ley Patriota del
imperio, donde se considera un “Acto Terrorista” cualquier acto con intenciones
de “destruir las estructuras políticas fundamentales, constitucionales, económicas
o sociales de un país o de una organización internacional” (Art. 4), lo cual
niega implícitamente la posibilidad de toda acción revolucionaria y criminaliza
cualquier actividad que pretenda subvertir el nuevo orden mundial.
Al anunciarse definitivamente la muerte del
presidente Chávez, quisiera comenzar este artículo con expresar mis
sentimientos de condolencia al pueblo chavista, así como a familiares, amigos y
amigas, compañeros y compañeras de armas, camaradas de partido, militantes de
la utopía y demás simpatizantes de la causa libertaria de los pueblos, quienes
siempre mantuvieron su admiración y respeto a su liderazgo, muchas veces desde
posiciones críticas e irreverentes, otras desde posturas adulantes y
oportunistas, como siempre. Sin embargo,
para ser sincero en este momento
singular, debemos ser consecuentes con la verdad histórica, al menos
aquella que nos tocó vivir y testimoniar.
Más allá de la valoración positiva o
negativa, buena o mala del presidente Chávez, solo pretendo hacer algunas
reflexiones sobre el legado de quien lideró la llamada “revolución
bolivariana”, pues como dijo Bolívar a las revoluciones debía juzgarse desde
muy lejos y observarse desde muy cerca. Pues bien, durante cincuenta años he
estado muy cerca, porque nací en esta tierra de gracia y desgracias, de
cuantiosas riquezas y extrema pobreza, pero han pasado 200 años y esa
revolución bolivariana ha mantenido un hilo conductor, tanto en el pensamiento
militar como en el imaginario colectivo venezolano y latinoamericano. Pero si
bien el mayor aporte de Chávez fue haber despertado de nuevo ese
pensamiento, el mayor error fue haber
pretendido sustituirlo y tergiversarlo para satisfacer un ego personalista.
SALARIOS
DE RICOS POR REPRESENTAR A LOS POBRES
Quienes llegaron a enfrentar a la
partidocracia adeco-copeyana, desde diferentes trincheras, creyeron
ingenuamente que Chávez era la opción para salir del bipartidismo puntofijista,
como en efecto ocurrió. Pero, al mismo tiempo, amplios sectores de ese mismo
bipartidismo acéfalo, corrupto y desacreditado, así como de la izquierda
pacificada y parasitaria, comenzaron a engrosar las filas del chavismo. Muy
pronto se conformó una masa burocratizada, dependiente de los favores del
partido, mientras el grueso de la población se conformó -se conforma- con unas
migajas - llamadas “Misiones”- caídas de la mesa del banquete petrolero. Por
esa vía se reprodujo la partidocracia y el paternalismo estatista, dominado por el fuerte personalismo
mesiánico, encarnado en la figura del presidente. Por cierto, migajas que ni
son garantía de seguridad social ni soberanía alimentaria, sino una creciente
dependencia del pueblo frente al todopoderoso Estado venezolano, mientras una
minoría en el poder –incluyendo a los politiqueros de oposición- devengan
salarios de ricos por representar a los pobres. De esa manera, la vieja
democracia representativa terminó reproduciéndose, pero bajo el pomposo título de “democracia participativa y
protagónica”.
Hoy,
la patria de Bolívar carga con una pesada deuda externa pluripolar, dependiente
del gran capital trasnacional y de una renta petrolera capturada por el capital
financiero e industrial del capitalismo mundial, depredador y guerrerista. La
deuda externa heredada alcanza topes históricos que ponen en peligro la
soberanía económica del país. Quienes piensan que el capital chino es bueno y
el yanqui es malo, se equivocan. Ambos representan intereses del Capital,
ninguno es comunista o democrático, son esencialmente capitalistas. Pero la deuda externa, como diría Sucre, es un peligro para sostener la independencia.
EL NUEVO LIBERTADOR
Quienes han proclamado a Chávez como
segundo Libertador de Venezuela y segundo redentor de la humanidad, les
pregunto: ¿De quién y de qué nos libertó Chávez?. Hoy, las empresas petroleras
yanquis son más dueñas del petróleo venezolano a través de convenios
entreguistas firmados por el comandante-presidente, los chinos y rusos han
entrado de lleno en el reparto, recolonizando el territorio a merced de la
globalización y el neo-liberalismo disfrazado de “socialismo del siglo XXI”, el
dólar de Washington ha sido revaluado frente a un devaluado Bolívar, mientras
se justifican las medidas por razones económicas indefendibles, la inflación
tragándose el deteriorado salario de la clase trabajadora y condenando a la
miseria a los sectores más desposeídos,
los ejércitos mercenarios de USA y la OTAN cercando y amenazando la
patria por todos lados para despojarla de sus riquezas y poder sobrevivir como
potencias en medio de una crisis inminente del sistema capitalista. Ni nos
hemos liberado del imperio del capital, ni hemos roto las cadenas de la
globalización, sino por el contrario, las hemos reforzado. Hoy somos más dependientes de la producción
de alimentos foránea y de la renta petrolera internacional, lo cual nos hace
vulnerables a la crisis económica mundial.
El
legado de Chávez ha dejado a un país dividido entre chavistas y escuálidos,
donde los Ni-Ni y terceros caminos han
sido despojados hasta de su derecho a disentir, donde los odios entre sectores
fascistas de derecha y de izquierda amenazan con encender la pradera, donde la
lucha por el poder se está dirimiendo entre dos minorías que no representan ni
la mitad de la población total de Venezuela, donde la renta petrolera es
repartida como botín entre una cuerda de choros representantes del pueblo.
LOS SECRETOS DE CHÁVEZ
Con el fallecimiento de Chávez, se aleja la
posibilidad de saber cuál será el destino de un pueblo tomado por asalto por el
narcotráfico, verdadero flagelo que ha invadido todos los sectores sociales,
políticos, económicos y militares, porque se fue el comandante sin dictarse
sentencia contra Walid Mackled y su red de cómplices civiles y militares de
alto rango. Por ahora, el “caiga quien caiga” será sólo un arrebato de retórica
política, más no una práctica de justicia en el cumplimiento de la ley. Como
tampoco se sabrá quiénes mandaron a matar a Danilo Anderson, a los cientos de
dirigentes campesinos e indígenas, como el cacique Sabino. La impunidad seguirá
como carcoma del sistema judicial venezolano. Tampoco vamos a saber qué se
habló en Fuerte Tiuna entre Jimy Carter, Gustavo Cisneros y Hugo Chávez a dos
años del golpe de Estado de 2002, ni vamos a saber cuáles fueron los entretelones
de la reunión en Santa Marta con el presidente Santos de Colombia, cuando se
negoció a Mackled, para su extradición a Venezuela, por la entrega al gobierno
colombiano de presuntos guerrilleros. Será un misterio conocer -en verdad- cuál
fue el papel real del comandante-presidente para los intereses estratégicos de
Estados Unidos y su posicionamiento militar de la región, y porqué Chávez
aceptó las bases militares
norteamericanas en Colombia, bajo el argumento que era un problema del
Estado colombiano, después de haber desatado severas críticas contra las
mismas.
En
lo particular, respeto cualquier tendencia ideológica, política o religiosa,
siempre y cuando sea en procura de construir un mundo más humano, pero tengo
derecho a expresar mi posición como estudioso de la historia de Venezuela. Siempre voy a reconocer los logros sociales
alcanzados durante la gestión de cualquier gobierno, más como una conquista del
pueblo y no como una dádiva del gobierno, pero seré un crítico implacable
contra todo endiosamiento, culto a la
personalidad, mitificación mesiánica, así como a todo “ismo” de corte fascista
que siembre la semilla de la violencia horizontal o “guerra civil”, como
diríamos en términos históricos. En todo caso, independientemente de mi
apreciación personal con respecto al presidente Chávez, la historia, aparte de
hechos, es un conocimiento en permanente construcción colectiva. La historia me
enseñará con el paso del tiempo, con su cúmulo de lecciones y experiencias,
cuál fue el verdadero papel de Chávez en el contexto de la globalización y el
neo-liberalismo, como sistema de dominación mundial en marcha, más allá de la
retórica y la demagogia.
CHÁVEZ Y SU CONSTITUCIÓN NEOLIBERAL
Las
alimañas y escorpiones, que se enriquecieron a la sombra de Chávez, de quienes habló el general Müller Rojas
saben a qué me refiero, pero su veneno
no podrá matar la conciencia de cientos de hombres y mujeres convencidos de la
necesidad de una revolución continental, como la soñó Miranda, Bolívar, Martí,
Sandino y el Che, capaz de colocarse a la altura de los pueblos que luchan por
su liberación, sin traicionar la esperanza por construir un mundo mejor.
Ciertamente, la marcha hacia la gran patria no muere con la muerte de un
guerrero, pero puede retroceder por la traición de un hombre.
El legado del comandante-presidente Hugo
Chávez, se materializa en una constitución de corte neo-liberal, con la cual se
instauraron las “cadenas jurídicas de la globalización” en Venezuela, por ahora
defendida por gobierno y oposición, así como todo un andamiaje jurídico que
incluye una Ley contra el terrorismo, versión tropical de la Ley Patriota del
imperio, donde se considera un “Acto Terrorista” cualquier acto con intenciones
de “destruir las estructuras políticas fundamentales, constitucionales,
económicas o sociales de un país o de una organización internacional” (Art. 4),
lo cual niega implícitamente la posibilidad de toda acción revolucionaria y
criminaliza cualquier actividad que pretenda subvertir el nuevo orden mundial.
Si todos somos Chávez, somos una caricatura de revolución y estamos destinados a repetir los errores del “socialismo real” y el “capitalismo con rostro humano”, que han llevado a la humanidad a un callejón sin salida ante la degradación social y ambiental, así como la destrucción del planeta en los albores del siglo XXI. Lo siento por quienes no entienden, por ahora, pero el sistema ha inventado todo recurso para mantener su reproducción en el tiempo, sin cambiar su estructura, sin explicar su coyuntura, pues el legado del extinto presidente no se podrá comprender sólo en una determinada contingencia de relevo presidencial, sino en un contexto estructural y superestructural históricamente dado, impuesto por las grandes corporaciones del capital que pretenden instaurar su gobierno mundial a costa de sangre y petróleo.
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