Juan Marichal
Son
varias las transiciones que se viven hoy en Venezuela, excluyendo - y es un deseo
- la transición en la que pensaba la secretaria de Estado adjunta de EEUU para
Latinoamérica, Roberta Jacobson y que motivó la respuesta del canciller Elías
Jaua: "En Venezuela no hay ninguna
transición que no sea la transición al socialismo”.Muy bien, pero después
comentamos esta frase.
¿En
cuál transición pensaba la señora Jacobson, cuando afirmó esa ligereza? ¿No
será que estaba confundiendo a Venezuela con Siria o algún otro país en mente
por estos lados del Caribe? .Por ahora, la posibilidad de una transición para regresar al modelo de país que teníamos
con AD y Copei, lo querrán algunos, pero yo no. Y no creo que ande mucha gente
detrás de ese proyecto.
Para
mí, la doble tarea es evitar este despeñadero del presente y no regresar a los
farallones del pasado. Porque, aunque usted no lo crea, estamos todavía en la
misma autopista dando tumbos y quedándonos sin gasolina. Y eso indica, que
podemos retroceder en algunas cosas en las que se ha avanzado y que para mi gusto son extremadamente
insuficientes para una revolución con 14 años a cuesta.
Volvamos
al tema. El otro que habla de transición es el canciller. Habla de un
socialismo por venir pero donde estamos ahora - letras más, letras menos - es
un capitalismo de Estado con una democracia social que está haciendo cosas
buenas y malas y… a un altísimo costo y
con un mercado de consumismo creciente…, importado y despilfarrador. Ni
siquiera podemos hablar de economías mixtas. La tasa de mortalidad de las
cooperativas en las que se creyeron en una primera fase, es tan alta que apenas
sobreviven aquellas creadas durante la
cuarta república. Luego, la Economía Social no termina de encontrar su lugar
dentro del “pensamiento industrialista y
económico” de la revolución y si usted se toma el tiempo para ver a quienes
le estamos comprando bienes y servicios,
me atrevo a decir que en general, es a la burguesía comercial, agroindustrial,
ganadera e industrial de los países “aliados”. A excepción de Cuba, si es que este país nos
vende algo hecho allá. Nuestros proveedores internacionales son capitalistas. Fortalecemos la burguesía de
esos países y debilitamos a la nuestra, a algunas, no a todas, porque las hay
quienes se han fortalecido. Es una
estrategia buena al corto plazo pero sin una economía endógena de verdad que
sustituya a los desplazados del capitalismo nacional con creatividad y
eficiencia industrial, lo que vamos a
comer mañana será cartón piedra. De manera que ésta es otra de las transiciones
que debemos tener en cuenta. Y mire que es peligrosa.
La
otra transición es la que está ocurriendo en el gobierno y en la dirección
política de este proceso autodenominado “socialismo del siglo XXI". La etiqueta
de esta transición se podría denominar: “De
Chávez,.. a todos somos Chávez”. Es decir, de un liderazgo centrado en una
persona a un liderazgo descentralizado. Pero, ¿descentralizado en instituciones
(partidos políticos democráticos,
sindicatos, gremios, comunas, universidades, alcaldías, ejército,
poderes del estado) o en un puñado de militares, empresarios y militantes del
PSUV? No lo sabemos.
Sólo sé que entra un aire fresco y muy
oportuno para los dirigentes que habían
amarrado su futuro político restringido
al presidente fallecido. Si sus
atributos, presencia, poder y
estabilidad política eran administrados y decididos por el Comandante, ahora
están libres para pensar qué hacer con lo que tienen y lo que heredan del capital político construido por el Presidente.
¿Capital político qué se hereda?. Algo de eso hay. No sé
qué tanto pero hay una transferencia concreta de algo. Todos sabemos que el
presidente trabajó duro para crear su capital político. Muchas veces lo escuché
decir que se sentía solo atravesando el “tremedal” (Del latín. tremĕre, temblar. Terreno pantanoso, abundante en turba,
cubierto de césped, y que por su escasa consistencia retiembla cuando se anda
sobre él). Que él si sabía hacia donde y como debía marchar este país. No
queda duda que al presentir su muerte era obligatorio que pensara y le
comentara a algunos de sus íntimos colaboradores: ¿Y ahora, que van a ser ustedes sin mi? Otra transición entonces
será el de cómo se transmite y se distribuye el capital político acumulado del líder
fallecido.La pregunta es: ¿A quién (grupo
de individuos) o a cuáles (grupos de instituciones)?. La distinción del
pronombre seleccionado es un asunto
clave para el chavecismo y para el futuro democrático del país.
La
revolución en Venezuela era Chávez y
por lo tanto no deben olvidarse – y en la historia hay suficientes ejemplos
- de cómo gran parte del capital
político creado por una persona como el presidente, muere con él. Quedan luces
y recuerdos, más no guías de acciones específicas frente a un mundo cambiante. Respecto a Mao, sus ideas
son opuestas a las de quienes hoy dirigen en China, donde la transición a una
suerte de capitalismo controlado por el PCCH. De Tito, sólo la nostalgia entre quienes añoran aquella unión nacional ficticia
que él mantuvo en Yugoslavia. El partido
bolchevique le sobrevivió a la muerte de Lenin, sólo que Stalin hizo algo
distinto y ambos dirigentes y sus prácticas serían irrepetibles para el futuro
Todos en el PSUV saben que parte de la
transición de la etapa con Chávez a la etapa sin Chávez, será el de salir a la
calle a construir un nuevo capital de apoyo político por parte del pueblo
venezolano. Es buena y ayuda un poco, por ahora, la consigna,
“Chávez somos todos” e
inclusive la idea reforzadora de que “Maduro
es el hijo de Chávez” no deja de ser ingeniosa para atender sin mayores traumas la coyuntura
electoral. Pero, supongo, debe ser una estrategia mientras ocurren los
reacomodos internos en el PSUV, militares y gobierno, y nunca un destino escogido por este movimiento.
Habrá
estilos y decisiones que generarán conflictos en la nueva etapa y que
difícilmente se le podrán atribuir en su origen a una supuesta idea del Presidente expresadas antes de su muerte o a un pensamiento
entresacado por allí de algún texto. Habrá quienes intentarán seguir “viviendo” de ser
los más nobles intérpretes de su pensamiento y que todo lo que hagan (mal o
bien) será porque el presidente les habla desde el más allá. El peronismo
argentino está sembrado de estos parásitos. Y habrá – y
estos (as) son las que cuentan finalmente- quienes tendrán voz propia y serán chavecistas
y buscarán jugarse su liderazgo en la calle y lo harán convencidos (as) que a
sus espaldas no tendrán a quien ponga el
pecho por ellos.
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