Julio Marquez
“Sólo la mente del partido, que es colectiva e
“Sólo la mente del partido, que es colectiva e
inmortal, puede captar la realidad” O’Brien
George Orwell, “1984”
Winston Smith, protagonista de la célebre e imponderable
novela escrita por George Orwell y titulada “1984” , fue detenido y
sometido a varios interrogatorios en el Ministerio del Amor, que, pese a lo que
enuncia su nombre, es el lugar donde se encarcela y reeduca mediante torturas a
las personas cuyo pensamiento no comulga con los mandatos del partido de
gobierno.
El crimen que cometió Winston Smith, y por el cual se le
detuvo, es muy simple, había escrito en su diario personal la siguiente frase:
“la libertad es poder decir que dos más dos son cuatro”.
O’Brien, el interrogador, le aclaró a Winston la razón por
la cual era considerada aquella frase un delito diciéndole: “Tú crees que la
realidad es algo objetivo, que existe por derecho propio. Crees también que la
naturaleza de la realidad se demuestra por sí misma. Cuando te engañas a ti
mismo viendo algo, das por cierto que todos los demás están viendo lo mismo que
tú. Pero te aseguro, Winston, que la realidad no es externa. La realidad existe
en la mente humana y en ningún otro sitio. No en la mente individual que puede
cometer errores y que, en todo caso, perece pronto. Solo la mente del Partido,
que es colectiva e inmortal, puede captar la realidad. Lo que el Partido
sostiene que es verdad es efectivamente verdad. Es imposible ver la realidad
sino a través de los ojos del Partido. Éste es el hecho que debes aprender”.
Winston Smith con su “inocente” frase puso peligrosamente en
entre dicho, tal vez sin quererlo, la línea del Partido que rige
totalitariamente su sociedad; porque, le pregunta más adelante O’Brien, ¿qué
pasaría si por ejemplo el partido dice que dos más dos no son cuatro sino
cinco?, ¿se atrevería Winston, siguiendo su muy individual y humano instinto, a
contradecir al Partido que es más que una persona un colectivo?, ¿se atrevería
Winston, viendo cuatro dedos de una mano, a decir que hay cuatro dedos cuando
el partido dice que no hay cuatro sino cinco? ¡Si esto fuera así, el Partido no
lo puede permitir! Y por eso es que él está encerrado en el Ministerio del
Amor, para que allí puedan curar su loca enfermedad y logre entrar en razón, y
entienda que la verdad no es lo que uno objetivamente ve sino lo que el Partido
dice que es, porque la percepción individual no vale nada en comparación con la
colectiva, porque no es lógico que uno tenga la razón sobre el Partido que,
inmortal y colectivo, nunca se equivoca.
Hoy Winston Smith vive en Punto Fijo. Igual que muchos
coterráneos, sufrió la tragedia de Amuay muy de cerca porque es vecino del
sector Alí Primera, urbanización que colinda con la refinería.
Winston recuerda que desde el viernes olía a gas más de lo
normal. Él, que toda su vida la lleva viviendo cerca de la refinería, sabe muy
bien que normalmente hay olores extraños en su vecindario, pero esa vez era
distinto, la intensidad no era normal, y, en la noche, sobrevino la explosión.
Winston fue evacuado de los escombros a los que se redujo su
casa. Al salir de ellos, miró atónito una escena solo comparable con Hiroshima.
Winston, pasadas las horas, buscando consuelo e información,
prende el televisor y al sintoniza las noticias dos cosas lo perturban: la
primera, Rafael Ramírez, Ministro de Energía y Minas y también Presidente de
PDVSA, entre los escombros y las columnas de humo que solo acusan destrucción,
dice inconmovible que “la refinería está intacta y 100% operativa”, “¡¿pero
cómo va a ser?! si todo está consumiéndose en llamas” se pregunta para sus
adentros Winston; la segunda cosa es que el caudillo llegando al sitio regaña a
los que como él dicen que olieron gas la noche anterior a la explosión, y
termina diciéndoles que todo lo que ellos dicen que vieron, olieron y vivieron
son puras mentiras y especulaciones, “¡¿pero cómo va a ser?! si yo estoy seguro
de lo que viví” vuelve a preguntarse Winston .
Winston, confundido, mira a su alrededor y, hasta donde le
llega la vista, solo ve escombros y humo, lo que hace pensar que difícilmente
la refinería, como dice el Ministro, esté trabajando al 100%. Hace un esfuerzo,
recuerda de nuevo el día viernes y está seguro de haber olido el gas antes de
la explosión. Busca su casa y no la encuentra, al tiempo que un soldado lo
invita a despejar la zona que ahora es “de seguridad”.
Winston duda de sí mismo, se mira una mano y cuenta cinco
dedos y se da cuenta que todo es real, que no es un sueño o un truco de su
imaginación; pero, en ese momento, el partido, representado en su caudillo,
dice que no se olió nada y que no se desalojó a nadie, y que no hay cinco dedos
en una mano sino seis.
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