Gustavo Rodríguez
–Respuesta, en voz alta, a la declaración pública de la Conferencia Nacional
de la Federación
Anarquista Italiana (F.A.I.). *
Poner pie en la playa virgen, agitar lo maravilloso que
duerme, sentir el soplo de lo desconocido, el estremecimiento de una forma
nueva: he aquí lo necesario. Más vale lo horrible que lo viejo. Más vale
deformar que repetir. Antes destruir que copiar. Vengan los monstruos si son
jóvenes. El mal es lo que vamos dejando a nuestras espaldas. La belleza es el
misterio que nace. Rafael Barret
A propósito de imbecillis y otras ignominias recurrentes
Tal vez, haciendo gala del más rancio academicismo, su gran
acervo cultural y su ilustrada noción lingüística, los firmantes de tamaña
declaración pública, recurren al vocablo “Imbecillis” con la intención de
«llamar las cosas por su nombre», en un alarde de erudición etimológica sin
precedentes en nuestras tiendas. Dada la etimología latina del término es muy
probable que este sea el caso. De ser así, de antemano declaro improcedente
esta respuesta y reconozco mi ineptitud ante la incuestionable capacidad semántica
de los redactores de tal declaratoria.
Pese a la incertidumbre que aún genera la raíz real de este
adjetivo, hoy no nos cabe duda que Imbecillis proviene de Imbecillus, palabra
compuesta a partir del prefijo “in” o “im” (sin) –negativo, muy socorrido para
crear adjetivos calificativos en latín, generalmente peyorativos, exaltando
carencias (insanus, imbellis, imberbis, impar, informe, incapaz, invertebrado,
etc.)– y el vocablo bacillus (bastoncillo o bastón pequeño); por lo que en la
etimología popular habitualmente se asocia el término Imbecillus con
Im-bacillus o sine bacillus (sin bastoncillo) o Im-baculum o sine baculum (sin
bastón), describiendo a aquella persona carente de sostén o soporte pese a la
inminente falta o necesidad de apoyo para poder lograr un andar “normal”, de lo
que se deduce una “incapacidad” o “debilidad” que le convierte en “minusválido”
al “depender de los demás para poder moverse”. Este sería el uso que
corrientemente le dieran los romano parlantes y que explica su actual significado,
fundamentado en el valor que se le asignara al vocablo “imbécil” en el francés
del siglo XVII, quedando registrada la acepción de «débil mental» e incluso, se
incorporaría el término al vocabulario clínico especificando su aplicación a
«los débiles mentales cuyo desarrollo mental es el correspondiente a la edad
comprendida entre los tres y los siete años1 de tal modo, se emplearía
despectivamente hacia las personas de poca inteligencia como sinónimo de «bobo,
estúpido, idiota o tonto»2
Imbecillus, también despliega otra acepción mucho menos
conocida partiendo de su asociación etimológica. Tanto el vocablo baculus
(bastón) como su diminutivo (bacillus), no estaba imperiosamente relacionado en
la antigua Roma a la necesidad de “apoyo” por incapacidad o debilidad. El
bastón o bastoncillo simbolizaba también “bastón de mando”, cetro (del latín
sceptrum, del griego skêptron) o báculo (del latín, bacûlum), que constituye
una insignia de los emperadores, reyes, obispos, arzobispos y otros hombres de
Poder; símbolo de autoridad (auctoritas) adquirida por “herencia divina”,
poder, sensatez o experiencia. De lo que se desprende el uso del vocablo
Imbecillis en el latín clásico como sinónimo de Intrepîdus (intrépido) o
“irreflexivo”, “joven carente de vivencias”, “sin experiencia” o “sin
autoridad”. Imbecilla aetas (edad débil/edad imbécil) es la expresión con que
se describe la frescura y la intrepidez de la adolescencia y la juventud.
Por eso, mi superlativa sorpresa, al intuir la inminente
sapiencia de estos insignes letrados –hijos adoptivos de la Acracia –, que tan
atinadamente recurrían a esta acepción clásica para representar un anarquismo
nuevo, cargado de arrojo y lozanía, que opta por el descubrimiento en lugar de
la monotonía; que escoge deformar en vez de repetir; que prefiere destruir que
copiar; que vive y no agoniza en letra muerta.
¡Pero NO! Estos “anarquistas” federados, recurren al vocablo
imbecillis asignándole el valor de la acepción popular para referirse
despectivamente a medio centenar de compañeros ANARQUISTAS presos en las
oscuras mazmorras de varias prisiones italianas y a un nutrido grupo de
compañeros encarcelados alrededor del mundo, condenados por darle vida a la Anarquía en Alemania,
Bolivia, Chile, Estado español, Francia, Grecia, México, Suiza y otras regiones
geográficas. De paso, descalifican también a todos aquellos compañeros que
cotidianamente, con su irreductible accionar, confirman que la Anarquía es verbo y no
sustantivo.
Bobos, estúpidos, idiotas, tontos e imbéciles, son los trillados
adjetivos para designar a los indómitos de siempre que osan llevar a la
práctica nuestra teoría. “Ilegalistas”; “Provocadores”; “Infiltrados”;
“Delincuentes”, “Superhéroes de caricatura”, también son los epítetos más
recurrentes para descalificar a los refractarios que ponen énfasis en la
correspondencia eufónica entre teoría y práctica, entre ideas y acción.
El victimismo, es otro de los más frecuentes
posicionamientos de la
Federación Anarquista Italiana, insistiendo –hasta el
cansancio ajeno– en que el accionar anárquico de los grupos informales «es
funcional» para los intentos del sistema de dominación de involucrar a «todo el
movimiento anarquista en un proceso de criminalización general […] embistiendo
fuertemente a la
Federación Anarquista Italiana»3
Sería interesante que nos proporcionaran la cifra de sus
federados presos y nos compartieran –sólo como dato curioso– los detalles de
esos “embates” que pretendidamente han sufrido, porque lo que sí nos queda en
claro es el temor que les provoca que se ponga al descubierto su profunda
vocación inmovilista, su conocida propensión a la ficción y la grandilocuencia
discursiva que les caracteriza.
Todavía son tan cínicos que, alimentando la farsa de un
complot “provocador”, se dan por ofendidos ante una propaganda “perversa” que
«sostiene que gran parte del movimiento anarquista es simplemente un
“anarquismo ideológico y cínico, vacío de cualquier aliento de vida […] que
trabaja por el fortalecimiento de la democracia”»4. Y yo les pregunto a estos
“anarquistas” federados ¿Acaso mienten los compañeros del núcleo “Olga”, cuando
afirman lo anterior? Considero que no. Más bien, si de algo pecan estos compas
es de omisión, reduciendo a unas cuantas líneas la larga lista de agravios
perpetuados por esta “Federación Anarquista” enemiga de la Anarquía.
De más está entrar en distinciones, repitiendo por enésima
ocasión las diferencias teórico-prácticas entre «lucha armada» y «vía armada».
O exponer una vez más nuestra crítica puntual al culto al fusil; nuestro
marcado hincapié contra la especialización y la vanguardia; nuestro reiterado
rechazo a la clandestinidad y la lógica guerrillera. No se trata de cuestiones
semánticas y/o malentendidos teóricos, lo que está en juego y realmente
preocupa a todos estos oportunistas, es el fin del inmovilismo, el término de
la parálisis a la que habían condenado al anarquismo desde la derrota del anarcosindicalismo
español. Por eso temen tanto la reactivación de la línea de acción
conspirativa. Por eso tiemblan ante el sedicioso despertar de la Anarquía. Que
volvamos a ser la peor pesadilla del sistema de dominación acarrea
consecuencias para los inmovilistas: la extensión de la lucha subversiva
encarna el fin del “anarquismo” de café, concluye el apoltronamiento
discursivo, finiquita la arqueología libertaria, extirpa la pose farsante y
protagónica, erradica al pacifismo pusilánime y destierra todo lo ajeno en
nuestras tiendas. Esto sin duda explica el eco y el porqué se difunden con
«gusto» las cobardes declaraciones de la
F.A .I. de este lado del Atlántico.
La incapacidad de reacción auténticamente subversiva y la
premeditada ausencia de balance crítico, ha llevado al anarcosindicalismo y al
especifismo por la senda de la autocomplacencia ideológica, el inmovilismo y la
decadencia, instituyéndose en una oposición simbólica –vergonzosamente apegada
a la legalidad y acomodada a las reglas del juego impuestas por la dominación–
que le permite vegetar miserablemente en la enajenación, quedando reducida la
acción a las declaratorias, los congresos y el turismo revolucionario. El
conservadurismo de buena parte de su militancia ha subyugado a la Anarquía , transformándola
en un pasatiempo demagógico a merced de la ideología y la prolongación
indefinida de la vida artificial de un “movimiento” exangüe sentenciado a la
sempiterna simulación. Denunciar pertinaces las prácticas y propósitos
antianarquistas del inmovilismo sindicalista y especificista es nuestra tarea
inmediata, sólo así podremos lograr la superación de caducos diagramas de
organización y acción que hoy obstruyen el paso a un nuevo paradigma que se
edifica en este instante porque ya vive en nuestros corazones y se agiganta al
grito: ¡Qué viva la Anarquía !
¡Un gran abrazo rabiosamente anárquico para los compañeros
Mario López; Braulio Durán; Gabriel Pombo da Silva; Marco Camenisch; Luciano
Pitronello; Henry Zegarrundo; Elisa Di Bernardo; Stefano Gabriele Fosco;
Alessandro Settepani ; Giuseppe Lo Turco; Sergio Maria Stefani; Alberto Funaro;
Inés Morasca; Marina Cugnaschi; Vincenzo Vecchi; Francesco Puglisi: Mihalis
Nikolopoulos; Giorgos Nikolopoulos; Christos Tsakalos; Olga Ikonomidou;
Damianos Bolano; Theofilos Mavropoulos; Gerasimos Tsakalos y demás hermanas y
hermanos presos alrededor del mundo!
¡Un saludo entrañablemente solidario para la compañera
Felicity Ryder y demás hermanos prófugos donde quiera que se encuentren!
Gustavo Rodríguez
San Luis Potosí, a 13 de julio de 2012
Notas:
* “Della lotta armata e di alcuni imbecilli /De la lucha
armada y algunos imbéciles”, declaración de la Conferencia Nacional
de la F.A .I. ; 3
de junio de 2012, Reggio Emilia, Italia, disponible en:
http://federazioneanarchica.org
1 Ver, María Moliner, Diccionario del uso del español, pág.
1603; Editorial Gredos, Madrid, 2007.
2 Id.
4 Ibídem.
5 Quizás resulte enteramente obvio, pero digámoslo de todos
modos para enfatizar posiciones: por “anarquismo especificista” entendemos una
forma organizativa determinada y la práctica que se corresponde con ella,
concerniente a la organización específicamente anarquista. También forman parte
del tronco especificista, las agrupaciones adscriptas a la vertiente
habitualmente conocida como “plataformista” por su inspiración en los
postulados de la
Plataforma Organizacional (originalmente redactada en el
lejano 1926 por Néstor Makhno, Piotr Arshinoff e Ida Mett ) y, una variación
poco original de su definición básica, el inadvertido Manifiesto del Comunismo
Libertario de Geoge Fontenis, que data del año 1953. Es de recordar, que tanto
Bakunin como Malatesta hacían referencia a la formación de “partidos”
anarquistas haciendo hincapié en la necesidad de organización específicamente
ácrata; una denominación que ni por asombro se aproxima a los partidos con
pretensiones de actuación electoral y parlamentaria y tampoco se refiere al
tipo de formación jerárquica y regimentada que se asocia a la definición
moderna del término “partido de vanguardia”, como pretendiera acuñarle la Federación Anarquista
Uruguaya (F.A.U.) en el período 1963-1975. Por añadidura, cabría señalar que el
período de prevalencia del “anarquismo especificista” se inicia precisamente a
partir de la derrota del proyecto anarcosindicalista y el repliegue de dicho
paradigma; sin embargo, debemos subrayar que las organizaciones específicas no
nacen exclusivamente después del descalabro del anarcosindicalismo español, aunque
sí habrá de resultar evidente que su importancia será sistemáticamente
redimensionada sólo luego y no antes de dicho acontecimiento. De cualquier
manera, nos queda muy en claro que el período de prevalencia de las
organizaciones específicas no corresponde en prácticamente ningún caso con la
existencia de un paradigma anárquico, quedando inscrito en una etapa de
repliegue y sobrevivencia, que apunta al mantenimiento de algunas referencias
teóricas básicas pero ya en una atmosfera de dispersión y de ausencia de
paradigmas claros y reproducibles. Época evidentemente hostil o, al menos, muy
poco favorable que hemos denominado anarquismo en transición, en cuanto
continúa albergando las referencias básicas de sus instancias fundacionales
pero desaparece como amenaza material, como crítica arraigada en las
condiciones materiales de las luchas concretas, para degenerar en ideología.
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