Unxs anarquistas cualquiera
Dicen que la prisión es necesaria para castigar a quienes
transgreden las “normas de la sociedad”
Ahora, ¿esas normas representan la voluntad de las personas?
¿A lxs pobres les parece bien que su trabajo haga a los ricos más ricos?
Teniendo en cuenta la forma en que funciona esta sociedad,
solo podemos decidir lo que hacer según las leyes que un gobierne ha impuesto
sobre la mayoría de mujeres y hombres. Por tanto, antes de preguntar si está
bien o no castigar con la prisión a aquellxs que transgreden las normas unx
debe preguntarse: ¿quién decide (y cómo) las reglas de esta sociedad?
Dicen que la prisión nos protege de la violencia.
Pero, ¿realmente es así? Entonces, ¿cómo es que la peor
violencia (tengamos en cuenta las guerras y las hambrunas infligidas sobre
millones de personas) es perfectamente legal? ¿Por qué termina la gente en la
cárcel cuando se rebelan o roban en tiendas pero hacen carrera o se convierten
en héroes si bombardean poblaciones enteras?
La prisión solo castiga la violencia que molesta al Estado y
los ricos o la violencia que les resulta más cómodo presentar como abominable.
De hecho, es la violencia estructural de la sociedad y el Estado la protegida
diariamente por la cárcel.
Dicen que la ley es igual para todo el mundo.
Sin embargo, las prisiones están llenas de mujeres y hombres
semianalfabetxs, migrantes e hijxs de la clase trabajadora, encarceladxs por
“crímenes contra la propiedad”, es decir, acciones estrictamente vinculadas a
esta sociedad y su necesidad: la de encontrar dinero. Sin mencionar el hecho de
que un gran número de presxs estaría fuera de la cárcel si tuvieron el dinero
para pagar un(a) buen(a) abogadx.
Dicen que las prisiones ayudan a lxs delincuentes a
redimirse e integrarse en la sociedad.
Pero la mayoría de lxs prexs, una vez que salen de la
prisión, se encuentran las mismas condiciones (e incluso peores que las) que
tenían antes de entrar en prisión.
¿Qué de bueno se puede sacar de estar encerradx lejos de lxs
personas que unx quiere durante años, de no hacer nada interesante, condenadx a
pasar el rato, forzadx a fingir ante lxs trabajadorxs sociales y sicólogos, de
acostumbrarse a someterse a los carceleros?
Finalmente, ¿esta sociedad es tan virtuosa, está basada en
valores tan ilustrados y relaciones tan igualitarias que es recomendable que
unx se integre en ella?
Dicen que la prisión, si no redime, es una fuerza disuasoria
para el “comportamiento criminal”.
Entonces, ¿por qué crece constantemente la población
carcelaria? ¿Por qué los legisladores tienden a criminalizar los
comportamientos más y más? Obviamente, esto forma parte de un programa social
bien definido: quieren eliminar a lxs pobres y lxs rebeldes de las calles y, al
mismo tiempo, quieren invertir en el gran negocio de la cárcel (tengamos en
mente todas las empresas que hacen dinero del trabajo de la prisión o
construyéndolas, amueblándolas o suministrándolas).
Estamos en contra de la prisión porque nació y se desarrolló
para defender los privilegios de los ricos y el poder del Estado.
Estamos en contra de la prisión porque una sociedad basada
en la libertad y la solidaridad (y no en los beneficios) no la necesita.
Estamos en contra de la prisión porque hasta el más atroz de
los crímenes es un espejo de nuestros miedos y debilidades y no tiene sentido
el esconderlos detrás de los barrotes.
Estamos en contra de la prisión porque los peores criminales
son los que poseen las llaves de las celdas.
Estamos en contra de la prisión porque no se puede sacar
nada bueno de la coacción y la sumisión.
Estamos en contra de la prisión porque queremos transgredir
las reglas de esta sociedad y no tenemos ninguna intención de integrarnos
pacíficamente en sus ciudades, fábricas, cuarteles y supermercados.
Estamos en contra de la prisión porque el sonido de una
llave girada en la cerradura es una tortura diaria, el aislamiento es una
abominación, el fin de una visita es sufrimiento y el tiempo que se pasa dentro
es un reloj de arena que mata lentamente.
Estamos en contra de la prisión porque los carceleros están
siempre dispuestos a defender todo abuso y violencia y están deshumanizados por
la costumbre de la obediencia y el espionaje.
Estamos en contra de la prisión porque nos arrancó
demasiados días, meses o años y demasiadxs amigxs y compas.
Estamos en contra de la prisión porque lxs que conocimos
dentro no son ni mejores ni peores que lxs que conocimos fuera (muchas veces,
son mejores).
Estamos en contra de la prisión porque las noticias de una
fuga dan más calor a nuestros corazones que un día de sol.
Estamos en contra de la prisión porque, si miras el mundo a
través de una cerradura, solo ves gente malintencionada y desconfiada.
Estamos en contra de la prisión porque el sentido de la
justicia jamás se podrá encontrar en un código penal.
Estamos en contra de la prisión porque una sociedad que
necesita encerrar y humillar es, en sí misma, una prisión.
¡Fuego a todas las prisiones!
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