Juan Pablo Calero (vía Anarqlat)
El 15 de Mayo pasado se puso en marcha en Madrid una revolución silenciosa pero tan numerosa que no ha podido ser silenciada.
En España las carencias de una Transición insuficiente desde la dictadura del general Franco a una democracia formal han ido distanciando poco a poco a la España real (el pueblo trabajador y el conjunto de las capas populares) de la España oficial (políticos, empresarios y banqueros, medios de comunicación…).
La muestra más reciente de la desafección de buena parte de los ciudadanos con respecto a la España oficial que nos gobierna se produjo en el año 2004 a raíz del atentado en Madrid del integrismo islámico contra varios trenes de cercanías, que llevaban a miles de trabajadores a sus puestos de trabajo, y a consecuencia del cual murieron casi 200 personas. Los intentos del Partido Popular (derecha) de engañar a los ciudadanos y sacar rédito electoral del atentado se volvieron en su contra: miles de españoles se concentraron el día antes de las elecciones frente a las sedes del PP y dieron una inesperada victoria al PSOE (socialdemócrata).
Pero ese voto de confianza se ha visto traicionado en el último año. El PSOE ha aceptado sumisamente todas las imposiciones del capitalismo nacional y extranjero y de sus organismos: FMI, Banco Mundial, Unión Europea… Las consecuencias de la aplicación de unas medidas económicas que los ciudadanos han percibido como impuestas desde arriba y desde fuera han sido desastrosas: cinco millones de parados, casi uno de cada dos jóvenes desempleados, rebaja de sueldos de funcionarios y empleados públicos, aumento de la edad de jubilación y endurecimiento de las condiciones para poder disfrutarla, deterioro de la sanidad y educación públicas, facilidades para el despido y otros muchos retrocesos en derechos sociales.
Y también en las libertades ciudadanas. La corrupción sin castigo de tantos líderes políticos o los intentos de impedir que los independentistas vascos pudiesen concurrir a estas elecciones han terminado por erosionar a los principios democráticos más primarios.
Además, la banca concedió alegremente préstamos hipotecarios a millones de ciudadanos, que compraron sus casas endeudándose más allá de lo posible para pagar a los especuladores unos precios de la vivienda que subían sin cesar. Desde 2008, con la crisis financiera del capitalismo, muchos de estos trabajadores perdieron su trabajo y los que lo mantuvieron comprobaron que, al subir el precio del dinero, tenían que pagar cada vez más por una casa que, por falta de compradores, cada vez valía menos. Desde entonces, casi un cuarto de millón de familias han perdido su casa y han quedado endeudadas de por vida.
El sordo malestar de una parte creciente de la ciudadanía, y muy especialmente de las capas populares y de los jóvenes, ha confluido en la protesta del 15 de Mayo en Madrid. La torpeza de los políticos, incapaces aún de comprender lo que está pasando, la burda manipulación de los medios de comunicación y el silencio perplejo de los burocratizados sindicatos mayoritarios no ha hecho más que alimentar el descontento, que hoy se ha convertido en un grito insumiso al poder y a sus instituciones judiciales.
A diferencia de lo ocurrido en 2004, en esta ocasión la bronca no se dirige sólo contra el PP; ahora la hostilidad se manifiesta contra el conjunto del sistema y sus instituciones. No es, desde luego, una revolución social, y la mayoría de los que se concentran en calles y plazas de todo el país aún confían en las bondades del sistema democrático, que creen corrompido por los intereses económicos del capitalismo y la dejación de los políticos. Sin embargo, aún sin ser del todo satisfactorias, algunas de sus propuestas son ciertamente revolucionarias y, de llevarse a cabo, supondrían un avance notable de las libertades públicas y un mecanismo de defensa eficaz para los intereses populares.
Lo más probable es que las élites dominantes hagan caso omiso de estas propuestas y que intenten desactivar la agitación social con buenas palabras y simples operaciones de maquillaje de las aristas más duras del sistema. Se equivocan; si en 2004 la protesta se dirigió sólo contra un partido político pero la ciudadanía aún confiaba en el PSOE, siete años después se pone en cuestión todo el entramado institucional de las élites gobernantes, pero todavía se cree en la democracia. Y si no se escucha este grito, dentro de otros siete años (o de diez, o de quince…) las capas populares saldrán a la calle desengañadas también de la democracia y de las vías pacíficas de intervención política y social.
¿Y los anarquistas? Aunque hay una pequeña minoría que desprecia este movimiento popular y lo acusa de reformista (y algunos hacen llamamientos sin eco a una acción violenta), otros muchos se han sumado antes o después a las protestas. La CNT y el conjunto del movimiento libertario están presentes en las acampadas, pero a título individual pues no se permite la acción colectiva de partidos y sindicatos.
Es, desde luego, una revolución de los jóvenes y la revolución de las nuevas redes sociales globales que circulan a través de internet.
Pero yo creo que los libertarios tenemos mucho de que alegrarnos porque el funcionamiento de las concentraciones es nítidamente anarquista: libertad plena de expresión y debate, todo el poder lo tienen las asambleas, formación de comisiones de trabajo abiertas y rotatorias para las tareas concretas (información, limpieza, comida, redes sociales…), organización horizontal y sin dirigismos ni ejecutivismos, descentralización de las acampadas, abolición del dinero (por lo menos en la madrileña Puerta del Sol), aplicación inmediata de muchas de las propuestas más avanzadas (por ejemplo, instalación de paneles solares y huertas ecológicas en Madrid). Son un excelente ejemplo de apoyo mutuo, hasta tal punto que a veces se pide que no se siga llevando comida o ropa a las acampadas porque ya hay más de la necesaria.
No es una revolución anarquista, pero miles de españoles se están dando cuenta de que llevaban otro mundo en sus corazones y que podemos vivir y luchar con principios y métodos libertarios. No me parece un mal comienzo.
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Propuestas aprobadas en la Asamblea de hoy día 20 de mayo de 2011 en ACAMPADA SOL.
1. Cambio de la Ley Electoral para que las listas sean abiertas y con circunscripción única. La obtención de escaños debe ser proporcional al número de votos.
2. Atención a los derechos básicos y fundamentales recogidos en la Constitución como son:
- Derecho a una vivienda digna, articulando una reforma de la Ley Hipotecaria para que la entrega de la vivienda en caso de impago cancele la deuda.
- Sanidad pública, gratuita y universal.
- Libre circulación de personas.
- Refuerzo de una educación pública y laica.
3. Abolición de las leyes y medidas discriminatorias e injustas como son la Ley del Plan Bolonia y el Espacio Europeo de Educación Superior, la Ley de Extranjería y la conocida como Ley Sinde.
4. Reforma fiscal favorable para las rentas más bajas, una reforma de los impuestos de patrimonio y sucesiones. Implantación de la Tasa Tobin, la cual grava las transferencias financieras internacionales y supresión de los paraísos fiscales.
5. Reforma de las condiciones laborales de la clase política para que se abolan sus sueldos vitalicios. Que los programas y las propuestas políticas tengan carácter vinculante.
6. Rechazo y condena de la corrupción. Que sea obligatorio por la Ley Electoral presentar unas listas limpias y libres de imputados o condenados por corrupción.
7. Medidas plurales con respeto a la banca y los mercados financieros en cumplimiento del artículo 128 de la Constitución, que determina que “toda la riqueza del país en sus diferentes formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”. Reducción del poder del FMI y del BCE. Nacionalización inmediata de todas aquellas entidades bancarias que hayan tenido que ser rescatadas por el Estado. Endurecimiento de los controles sobre entidades y operaciones financieras para evitar posibles abusos en cualquiera de sus formas.
8. Desvinculación verdadera entre la Iglesia y el Estado, como establece el artículo 16 de la Constitución.
9. Democracia participativa y directa en la que la ciudadanía tome parte activa. Acceso popular a los medios de comunicación, que deberán ser éticos y veraces.
10. Verdadera regularización de las condiciones laborales y que se vigile su cumplimiento por parte de los poderes del Estado.
11. Cierre de todas las centrales nucleares y la promoción de energías renovables y gratuitas.
12. Recuperación de las empresas públicas privatizadas.
13. Efectiva separación de poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
14. Reducción del gasto militar, cierre inmediato de las fábricas de armas y un mayor control de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Como movimiento
pacifista creemos en el “No a la guerra”.
15. Recuperación de la Memoria Histórica y de los principios fundadores de la lucha por la Democracia en nuestro Estado.
16. Total transparencia de las cuentas y de la financiación de los partidos políticos como medida de contención de la corrupción política.
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