Patrícia Lânes*
Las manifestaciones en Egipto propician la reflexión sobre el uso de de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (NTIC) en las movilizaciones sociales, sobre todo las masivas.
Algunos jóvenes egipcios dicen que las movilizaciones se venían preparando a través de las redes sociales de Internet hacía más de un año. Otros, en cambio, consideran que la población habría salido a la calle con o sin Internet. De todos modos, la red ha cumplido el papel de mostrar al mundo las manifestaciones y de alentar nuevas adhesiones. En palabras del periodista y bloguero egipcio Hossam el-Hamalawy, entrevistado por el profesor de la Universidad de California Mark LeVine: “Internet juega un rol en la difusión en palabras e imágenes de lo que ocurre en el terreno. No utilizamos Internet para organizarnos, sino para divulgar lo que hacemos en las calles, con la esperanza de unir a otros a la acción.”
Los mensajes canalizados a través de las NTIC (mensajería celular, Internet en general y, en particular, redes sociales como Facebook o Twitter) jamás podrían ser la única causa de la participación de miles de personas en defensa de una causa. Sin embargo, acontecimientos recientes —de los cuales el egipcio constituye el caso más evidente y paradigmático— indican que no es posible tampoco relegar el uso de esas tecnologías a un rol coadyuvante cuando se trata de causas colectivas. La relación que siempre aparece en este debate es entre las NTIC, los espacios de articulación y los jóvenes.
Los socializados por estos nuevos medios siendo niños o niñas y adolescentes nacieron al mismo tiempo o después que la telefonía celular, o que Internet y sus derivados, y tienen más facilidad para dominar su uso y crearles utilidades nuevas. No obstante, estas tecnologías reciben muchas críticas por su utilización sin respeto a la privacidad de las personas o por su contribución en la propagación de un ethos individualista y consumista. Estos medios abren posibilidades, pero sus usos están orientados por las acciones e ideas socialmente disponibles.
Un estudio reciente realizado por Ibase, Pólis e instituciones académicas de diversos países de América del Sur, con apoyo del canadiense Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC), dejó en evidencia que muchas manifestaciones públicas lideradas por jóvenes en la última década tuvieron un fuerte componente de medios de comunicación (comerciales y alternativos) y de NTIC. Los impulsores de muchas acciones de estos movimientos las disponen con el fin de hacerse oír y ver por el resto de la sociedad y de movilizar a la población para presionar a gobiernos y empresas. En ese contexto, los medios de comunicación tienen un papel importantísimo.
En Chile, miles de estudiantes de secundaria protagonizaron en 2006 la denominada Revolución de los Pingüinos (en referencia a sus uniformes), que ocuparon sus centros de estudio por discrepancias con la política educativa del gobierno y en reivindicación una de carácter público, gratuito y de calidad. Pero, además de ocupar espacios físicos, crearon blogs y fotologs, lo que ayudó al movimiento a sumar 800.000 jóvenes en todo el país y a atribuirse un carácter nacional y descentralizado, a tal punto que sus impulsores se negaron a designar un portavoz que los representara.
En las movilizaciones juveniles analizadas, el uso de Internet y de las NTIC se combina con formas “tradicionales” de militancia. Las combinaciones posibles aportan pistas para develar la forma particular que tiene esta generación para hacer política.
Otro ejemplo contundente es el del Campamento Internacional de la Juventud organizado durante las ediciones brasileñas del Foro Social Mundial, en especial las de Porto Alegre. Allí se inventaron y practicaron nuevas formas de comunicación y de producir información que rompían fronteras entre medios y abrían espacios para el diálogo, hoy cada vez más cotidiano, entre radio, televisión, Internet, cine y obras artísticas de las más variadas.
En este caso en especial, la experimentación con los medios se unía a un debate más denso sobre autogestión, producción, reproducción y diseminación que incluía la cuestión del software libre.
Recuperando las pistas dejadas por los últimos acontecimientos en Egipto, es posible vislumbrar las NTIC como cada vez más integradas a la vida cotidiana de los jóvenes, y cada vez a mayor escala, en los centros y las periferias de Brasil y en los de todo el planeta. Resulta natural que figuren en su repertorio de sociabilidades y también en el de luchas y movilizaciones. Los jóvenes no son rehenes de las tecnologías. Las culturas locales y las formas más o menos tradicionales de hacer política continúan. Las movilizaciones pueden suceder con ayuda de redes como Orkut, Facebook o Twitter. Mientras, la ocupación de espacios públicos continúa abriendo paso a cambios sociales y políticos, como lo demuestran los hechos en Medio Oriente. Estas protestas se filman en celular y se difunden por Youtube. Pero el uso de NTIC tiene consecuencias sólo porque se las combina, una vez más, con la ocupación masiva y permanente de calles, plazas y avenidas.
Según la investigación publicada en el Libro de las Juventudes Sudamericanas (Ibase, Pólis, 2010), “si bien es verdad que ésta es la generación de la ‘tecnosociabilidad’, es preciso no minimizar la convivencia de las NTIC con diferentes agencias de socialización como la familia, el barrio, la escuela y la iglesia. La sociabilidad de determinado segmento juvenil es siempre fruto de diferentes combinaciones de espacios de socialización, porque lo ‘actual’ se compone por una variedad de mezclas entre tradición e innovación, presentes en la vida de diferentes segmentos juveniles. Sin tomar en cuenta esos aspectos, se corre una vez más el riesgo de homogeneizar a la juventud. Comprender la existencia de diferentes dinámicas en el uso de las tecnologías es también una forma de sortear obstáculos para que las llamadas ‘minorías activas’ (jóvenes que participan de grupos, redes y movimientos) se aproximen más a la realidad de la mayoría de la juventud de cada país”.
Los últimos acontecimientos protagonizados también por amplios segmentos de la juventud egipcia son un buen ejemplo de eso.
* Socióloga e investigadora de Ibase
Fuente: Ibase
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