Vladimir Villegas
"La marcha de los vagos". Así describió el diputado Francisco Torrealba, del Psuv, la movilización realizada el sábado 5, por convocatoria del recién creado Frente Autónomo de Trabajadores en Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato.
Torrealba no encontró mejor manera de descalificar la marcha de miles de trabajadores del sector público y privado, bajo la batuta de una recién creada referencia sindical que pudiera llenar en el futuro inmediato el inmenso vacío existente luego de que la CTV se viniera a menos, producto de su lamentable comportamiento en diversas etapas de su historia, y de que las expresiones laborales gobierneras colocaran la organización sindical bajo una denigrante condición de instrumento electoral y aclamacionista.
Y en cierto modo es comprensible que Torrealba, dirigente sindical del Metro de Caracas, reaccionara así frente a esta bocanada de aire fresco que el sábado alentó a un movimiento que pasa por uno de los peores momentos de su vida. Mejor descalificar que desmentir la fuerza y la autenticidad de sus consignas en defensa de la contratación colectiva, de la autonomía sindical, de la calidad del empleo y de un salario justo.
Es imposible negar que en la Venezuela de hoy la actividad sindical autónoma es saboteada incluso criminalizada por el Gobierno. Por eso hay procesos judiciales abiertos a decenas de trabajadores en Guayana, por eso está preso Rubén González, dirigente de los trabajadores de Ferrominera. Por eso impidieron que centenares de trabajadores provenientes de diversas regiones del país llegaran a Caracas para participar de esa marcha.
Hay razones para que a los domesticados dirigentes sindicales pesuvistas y al Gobierno no le guste que surja un nuevo movimiento sindical, bajo la dirección de hombres y mujeres como Orlando Chirino, dirigente obrero proveniente del chavismo, que no prestó su nombre para convertir la organización sindical en una obediente oficina del Ministerio del Trabajo; como José Bodas, líder sindical petrolero; Frank Quijada, trabajador de la Polar que ha dirigido la lucha en defensa del empleo de miles de venezolanos; Esperanza Hermida, dirigente de los trabajadores tribunalicios, o como Juan Crespo, dirigente de los trabajadores de la harina.
Y junto con ellos algunos dirigentes sindicales de gran experiencia como Rodrigo Penso y Pablo Castro Y una de esas razones es que esta nueva corriente no puede ser señalada con el dedo, y, por el contrario, representa la posibilidad de que los trabajadores del sector público y privado puedan unificar sus esfuerzos en defensa de sus reivindicaciones, sin tener que rendirle pleitesía al líder máximo, cuya alergia a la organización sindical autónoma es más que evidente y ha contagiado incluso a dirigentes laborales del chavismo que hasta hace nada eran los primeros en cuestionar el viejo modelo sindical cetevista.
Esta nueva corriente sindical arrancó con buen pie, y no podrán negar su impacto aunque desde el Gobierno organicen costosas movilizaciones rojas rojitas en las cuales también participan los mismos funcionarios y gerentes públicos que atropellan los derechos de los trabajadores.
El primer paso ha sido dado.
Que nada los detenga…
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