Fabiana Navia
* El Sindicato de las Culinarias que claramente en un principio generó una enorme inconformidad y rechazo por parte de los contratantes, la elite paceña, fue ganando prestigio y reconocimiento social, las cholas sindicalizadas llegaron a ser respetadas y solicitadas.
Después de tres años de guerra, la pérdida de un extenso Chaco y del 25% de la población boliviana la actividad de los sindicatos anarquistas de mujeres fue tomando un papel protagónico en la Bolivia de la década de los 30’.
Para ese entonces el tranvía paceño, único medio de transporte público, contaba con vagones diferenciados por precios de pasajes. En ese contexto, las señoras de clases acomodadas solicitan pasar de la diferenciación ya existente entre quien podía pagar más o menos de pasaje a una completa prohibición de las mujeres trabajadoras, en particular de las cholas, que usaban el tranvía como único medio de transporte para llegar a sus fuentes de trabajo justificando que las canastas de las cholas rasgaban las medias nylon y las polleras eran antihigiénicas.
Ante este hecho, a la cabeza de una chola aguerrida y hábil, Petronila Infantes, conocida como “la Peta”, las culinarias organizadas logran vencer la prohibición, reflejo de una sociedad altamente machista y clasista, obligando a los patrones a retractarse. La victoria de las culinarias es un referente de lucha autónoma que no sólo le hizo frente a un sistema patriarcal y racista sino también se diferenció de un clientelismo sindical importante. Mediante un activismo personal, casa por casa, se fueron incorporando al naciente sindicato sirvientas, niñeras y vendedoras de comida.
El Sindicato de las Culinarias que claramente en un principio generó una enorme inconformidad y rechazo por parte de los contratantes, la elite paceña, fue ganando prestigio y reconocimiento social, las cholas sindicalizadas llegaron a ser respetadas y solicitadas, como puede suponerse ante la paradoja de trabajar en las casas de la oligarquía y ser agitadoras anarquistas al mismo tiempo. “La Peta” en una ocasión contó la anécdota de cuando ella trabajaba para el prefecto de la ciudad, con quien muchas veces desde el sindicato se enfrentaron, cayó presa y fue el mismo prefecto que fue a sacarla de prisión porque sin ella, él no comía.
Al año siguiente de la fundación del Sindicato de las Culinarias se formó la Unión Femenina de Floristas a raíz del desborde del río Choqueyapu en La Paz que mató a varias mujeres floristas y dejó sin puestos de venta a otras. Las floristas en colaboración con las culinarias iniciaron el proceso de formación de otros sindicatos femeninos organizados por gremios que luchaban contra los abusos y la discriminación apremiante a partir de demandas concretas que respondían a sus propias realidades, se les reconocen victorias como: el reconocimiento del arte culinario como profesión, la creación de guarderías gratuitas, el derecho al descanso los domingos, el derecho al divorcio, la igualdad entre hijos legítimos e hijos naturales, la destitución de autoridades municipales que abusaban de las vendedoras a través de la policía y la abolición de la obligatoriedad de carnet de identidad y “carnet de sanidad”, una política de las elites, apoyada por el Gobierno, que bajo el temor a la propagación de las enfermedades venéreas obligaban a las cocineras y sirvientas a un chequeo médico en la “Policía de la Higiene”, encargada también de la revisión médica de prostitutas, solamente por su condición de obreras y cholas. El Sindicato de Culinarias se movilizó en contra de esa exigencia y también contra el requisito de carnet de identidad debido a sus convicciones ácratas contra el control estatal y los cobros solicitados.
Las luchas autónomas de las cholas organizadas en sindicatos, que fueron aglutinados en lo que se conoció como Federación Obrera Femenina, mejoraron efectivamente la calidad de vida de sus integrantes, partiendo desde sus necesidades básicas, inmediatas y cotidianas lograron frenar abusos policiales y discriminación. Conquistaron en su tiempo, un lugar económico y social para las trabajadoras y visibilizaron la importancia del rol de estas mujeres en la sociedad que constante y sistemáticamente las invisibilizaba y sometía, conquista que para algunos autores no fue vista ni antes ni después en la historia del sindicalismo femenino boliviano.
Termino citando a Petronila Infantes: “… la organización de las mujeres es, pues, así: nosotras mismas defendernos, nosotras mismas manejarnos.”
[Tomado de https://cronistaslatinoamericanos.com/trenzando-dignidad-las-luchas-y-conquistas-de-las-cholas-anarquistas.]
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