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domingo, 15 de noviembre de 2020

En torno al debate sobre la Revolución Rusa. El testimonio de sus contemporáneos

 

Julián Vadillo

 

Uno de los pilares fundamentales de cualquier investigación histórica es ir a las fuentes directas del acontecimiento. Y estas no solo se localizan en los archivos y la prensa, sino que conocer el testimonio de sus protagonis-tas es fundamental para poder ensamblar muchas piezas de ese puzzle que es la historia. Sin embargo, estas memorias siempre hay que tomar-las con cautela, pues no dejan de ser las justificaciones de cada personaje ante el acontecimiento. La visión y la memoria personal de cada uno no son la historia en sí, sino un aspecto importante para ver el mosaico com-pleto. La Revolución rusa fue rica en estas cuestiones y, aprovechando el centenario del proceso histórico, muchas de esas memorias se han vuelto a publicar, algunas con interesantes estudios previos.

Si partimos de la idea inicial de que la Revolución rusa es un proceso que hunde sus raíces en el siglo XIX, es importante valorar la visión que  algunos revolucionarios dieron de aquellos acontecimientos. Rescatar movimientos como el nihilismo, el populismo u organizaciones como Narodnaïa Volia (La Voluntad del Pueblo) se convierte en parada obliga-toria para ir viendo cómo se configuran los bloques políticos y sociales a comienzos del siglo xx. No hemos tenido la suerte de que obras como ¿Qué hacer? de Nicolai Chernyshevsky [6]o la rica obra de Alexander Herzen se reeditasen en el centenario de la revolución. De Herzen contamos con algunas obras reeditadas más recientemente como Crónica de un drama familiar [7] o Doctor Krupov [8] pero poco más.

 

Una de las memorias más interesantes que nos acercan a la historia de un grupo tan importante como Narodnaïa Volia son las de Vera Figner: Rusia en las tinieblas. Memorias de una nihilista. Las memorias de Figner son un perfecto anticipo de lo que supondrá, posteriormente, la Revolución de 1905 y la de 1917, y sitúan a la perfección los antecedentes del proceso. Además, la figura de Figner se convirtió en todo un símbolo para los revolucionarios rusos, ya que sobrevivió a todas las revoluciones y a la propia política represiva posterior a la revolución —falleció por causas naturales en 1942 en Moscú a los 89 años de edad—. Se vinculó a proyectos culturales como el Museo Kropotkin hasta su clausura en 1938, como ella misma explica:

«Hoy, cuando las olas de la Revolución han vuelto a su cauce, trato de ser útil en el dominio cultural. Aparte de trabajos literarios y ayuda a las víctimas de nuestra guerra civil, actúo desde hace varios años como presidenta del Comité Kropotkin, que, a pesar de las desfavorables circunstancias, ha logrado fundar un bello Museo Kropotkin. Al mismo tiempo me esfuerzo por apoyar y desarrollar establecimientos de instrucción y centros culturales en el campo. [9]

 

Las memorias de Figner —que fueron traducidas al castellano en la década de 1930 por el polifacético, políglota y anarquista Valeriano Orobón Fernández—, cuentan la historia de esta interesante narodniki desde su nacimiento hasta inicios del siglo xx, dando especial importancia a todo lo relacionado con la organización Narodnaïa Volia así como al atentado que acabó con la vida del zar Alejandro II. A pesar de que posteriormente Figner ingresó en el Partido de los Socialistas Revolucionarios, su vinculación fue cada vez más modesta, aunque siempre fue un referente para los revolucionarios posteriores.

 

En la misma línea, y siguiendo un trazado cronológico, habría que des-tacar la obra de Boris Sávinkov Memorias de un terrorista [10] donde cuenta de primera mano la estructuración y las actividades de la Organización de Combate del Partido Socialista Revolucionario (PSR). Las memorias de Sávinkov son importantes por varias razones. Por una parte, como protagonista de los acontecimientos, teje toda la tela de araña que significaba la organización revolucionaria durante las jornadas previas y posteriores a la Revolución de 1905 y remarca su complejidad: el PSR tenía una rama política y una rama armada que se complementaban en su combate emprendido contra el zarismo. Por otra parte, reconstruye la propia complejidad del lenguaje: la palabra “terrorista” no se entiende como algo peyorativo, sino como una forma de plasmar la ideología. Además, el propio Sávinkov nos lleva a vuela pluma por un periodo complejo en que el combate frontal contra el zarismo provocaba una reacción de este; asimismo, el autor refleja la enorme debilidad que en ocasiones tenía la Organización de Combate, ya que los infiltrados policiales hacían estragos en sus estructuras. Un elenco de nombres de primera línea como Víctor Chernov, Tatarov, Azev, etc., pululan por todo el libro. También se describen las importantes acciones que acabaron con la vida de alguno de los símbolos más importantes del zarismo, una contribución de sangre de gente muy joven y con formación, lo que indicaba también la composición social de estos grupos. Además, quien escribe las impresiones no era un personaje cualquiera, pues Sávinkov fue uno de los más destacados socialistas revolucionarios de primera hora, que con el paso del tiempo fue moderando su pensamiento hasta acabar participando en el gobierno de Kerensky. Sin embargo, no dejó nunca su faceta de conspirador, ya que se le considera implicado en el atentado contra Lenin en 1918 al facilitar la pistola a Fanny Kaplan. Detenido y juzgado por las autoridades comunistas, fue condenado a muerte, pero se le conmutó la pena por todo lo que había representado en el pasado; en 1925 se suicidó o fue arrojado por una de las ventanas de la Lubianka, sede de la policía política. Lo cierto es que la importancia de Sávinkov fue tal que Albert Camus le dedicó una obra de teatro titulada Los justos. La obra de Sávinkov se conoció en España en 1931, cuando la editorial Cenit la publicó gracias a la traducción que realizó el dirigente comunista y periodista Andrés Nin.

 

Aunque estas memorias nos sirven para situar el contexto previo, es interesante acercarnos a la producción bibliográfica que dio la propia Revolución de 1917 de la mano de sus protagonistas o espectadores. Muchos fueron los protagonistas que escribieron sobre el acontecimiento, aunque destacaremos solo alguno de ellos, como León Trotsky, quien combina en Historia de la Revolución rusa [11] la historia y la visión personal del protagonista de un proceso. Esta obra ha conocido numerosas ediciones y, aunque concebida en tres tomos, recientemente se ha podido resumir en uno. Es una de las historias más completas del acontecimiento y tiene la característica de que Trotsky la comenzó a redactar apenas unas semanas después de la Revolución de Octubre de 1917. En la obra de Trotsky se pueden distinguir dos partes diferenciadas. La primera comprende hasta octubre de 1917, donde el autor que ha confraternizado con la propia masa revolucionaria muestra una imagen del momento histórico en conexión con los protagonistas anónimos de la revolución. Sin ir más lejos, Trotsky fue uno de los impulsores del primer soviet en San Petersburgo en las jornadas de 1905, así como uno de los posteriores dinamizadores de la misma estructura en el Petrogrado de 1917 a su regreso del exilio. Trotsky se marchó de Rusia siendo un marxista convencido, pero en la línea de un menchevismo revolucionario (mencheviques internacionalistas), y acabó uniéndose a las filas bolcheviques que habían adoptado gran parte del ideario que el propio Trotsky venía defendiendo en su periodo de exilio.

 

En la segunda parte de la obra, Trotsky ofrece, tras la Revolución de Octubre de 1917, el relato del gobernante, de quien se ha hecho con las estructuras del poder e intenta justificar las acciones que se están llevando a cabo. No fue una tarea fácil para un Trotsky como Comisario de Asuntos Exteriores, que le tocó negociar y firmar la Paz de Brest-Litovsk, que marcó el devenir de la división entre la izquierda revolucionaria; tampoco para el Trotsky creador del Ejército Rojo, que tuvo que emprender la acciones militares contra los opositores al gobierno soviético, pero también contra aquellos que no aceptaron el modelo revolucionario de los comunistas. La obra de Trotsky adquiere aún más importancia con el paso de los años, cuando en su disputa por el control del poder sale perdiendo frente a Stalin, lo que hizo que su historia de la revolución fuese proscrita en el interior de la URSS.

 

León Trotsky aúna en su obra la faceta del historiador y la memoria del protagonista siguiendo una tradición muy desarrollada en el movimiento obrero, si bien su Historia de la Revolución rusa tiene mucho componente autobiográfico. Algo que completó posteriormente con sus memorias tituladas Mi vida [12] donde hace un repaso más general y no tan centrado en la Revolución de 1917 y sus consecuencias. A pesar de ello, el principal seguidor del trotskismo a la muerte del líder, Isaac Deutscher, decía lo siguiente sobre la labor de Trotsky como historiador:

«No sería del todo correcto decir que, como historiador, Trotsky combinó el partidarismo extremo con la objetividad rigurosa. No le hacía falta combinarlos: ambas cosas eran el calor y la luz en su obra, y al igual que el calor y la luz estaban indisolublemente ligados. Él se mofó de la ‘imparcialidad’ y de la ‘justicia conciliadora’ del erudito que pretende subir a la muralla de una ciudad amenazada y hacerse oír al mismo tiempo por ‘los sitiadores y los sitiados’. [....] Para el buen soldado nada es más importante que obtener una visión realista del ‘otro lado de la línea’, una visión exenta de optimismo infundado y de emoción. Trotsky, el comandante de la insurrección de octubre, actuó sobre la base de este principio; y Trotsky el historiador hace lo mismo. Logra en su imagen de la revolución la unidad de los elementos objetivos y subjetivos. [13]

 

A pesar de todos los inconvenientes, la visión de Trotsky acerca de la Revolución rusa es parada obligatoria para todos los estudios que se precien sobre el proceso.

 

Casi con el mismo nivel de datos, pero más crítico con la actuación de los bolcheviques, situaríamos la obra de Nikolai Nikolaevich Sukhanov La revolución rusa (1917) [14] —no ha tenido reciente reedición en español y la que tenemos no es del todo fiable—. Fue escrita en seis tomos por este revolucionario menchevique de la rama internacionalista. Aunque Sukhanov fue crítico con el régimen comunista, no fue hasta 1930 que se le detuvo por las críticas que profirió contra la política agraria de Stalin, viéndose inmerso en un juicio contra mencheviques que le costó el destierro, el exilio y la proscripción de su obra. Fuera de Rusia tuvo bastantes ediciones, si bien no es tan conocida como la anterior de Trotsky.

 

Un poco más modesto, al ser un análisis más político que histórico, fue el libro que publicó otra protagonista de los acontecimientos, aunque no estuviese en la misma Rusia. Nos referimos al libro de Rosa Luxemburg La revolución rusa [15]. El libro, publicado a título póstumo en 1921, son unas interesantes reflexiones de la revolucionaria alemana sobre el proceso ruso, fundamentalmente por dos cuestiones. La primera es que está escrito desde una perspectiva marxista, por lo que la crítica se ejerce desde la misma ideología que defendía a los triunfadores bolcheviques. La segunda es que el texto es un claro ejemplo de las luchas que existirán en el interior de la futura Komintern y los puntos centrales de la ruptura de las distintas tendencias dentro del marxismo. No hay que olvidar que este texto lo escribió Rosa Luxemburg tras el tratado de Brest-Litovsk, que marcó a nivel interior y exterior en Rusia un antes y un después. Lu xemburg fue muy crítica con esa decisión de los bolcheviques y también con otras relacionadas, por ejemplo, con la cuestión nacional, tema que separaba los pensamientos de Luxemburg y Lenin [16].

 

Luxemburg, con una visión puramente marxista para analizar la Re-volución rusa, a lo largo del libro afirma que los bolcheviques son una evolución natural de los revolucionarios de otras épocas. Fija una división entre la revolución democrático-burguesa de febrero y la socialista de octubre como evolución natural del propio proceso, haciendo una comparación con la revolución inglesa de 1688 y la francesa de 1789. Establece también una concepción dual de la revolución entre la posición reformista, que vincula a Kerensky, y la puramente revolucionaria, representada por los bolcheviques [17].


Sin embargo, Rosa Luxemburg no concibió el libro para hacer una defensa a ultranza de un proceso, sino para plantear algunas contradicciones o errores que se estaban dando. Para Luxemburg la política agraria de Lenin fue escasa en relación con la que llevó a cabo en industrias, lo que provocó que los campesinos fueran más reacios a unirse a la revolución, de lo que infiere que fue campo abonado para otras tendencias revolucionarias o aun contrarrevolucionarias. Por otra parte, la cuestión nacional era nodal para Luxemburg. Mientras Lenin optó por una política de apoyo a las cuestiones nacionales como pilar fundamental del avance revolucionario, Luxemburg sacó la lectura contraria. Todas aquellas naciones que se independizaron, con el apoyo expreso de los bolcheviques, se pasaron al campo contrarrevolucionario, poniendo como ejemplo la Polonia de Josef Pilsudski o la Ucrania dividida entre proalemanes y nacionalistas de Petliura. Apuntaba también al error de los bolcheviques con la Asamblea Constituyente y al giro dictatorial que se había dado en Rusia, donde los derechos básicos habían sido cercenados para, incluso, las tendencias revolucionarias:

«Pero la cuestión no se agota con la Asamblea Constituyente y el derecho electoral; no hemos considerado aún la abolición de las garantías democráticas más importantes para una vida pública sana y para la actividad política de las masas trabajadoras: libertad de prensa, de asociación y de reunión, que han sido denegadas para todos los adversarios del gobierno soviético.» [18]

 

La crítica a los decretos y al poder del terror es para Rosa Luxemburg el asunto que puede derrotar a la Revolución rusa. Para la revolucionaria alemana, nacida en realidad en la ciudad de Zamosc (Polonia), el error de Lenin y Trotsky fue el mismo que el de Kautsky: confundir democracia con dictadura. Y hacerlo en un momento en que el bolchevismo tenía que encabezar y dinamizar un proceso revolucionario internacional. La vía que abrió Rosa Luxemburg fue la de la crítica a la Revolución rusa desde una concepción marxista.

 

La crítica a los decretos y al poder del terror es para Rosa Luxemburg el asunto que puede derrotar a la Revolución rusa. Para la revolucionaria alemana, nacida en realidad en la ciudad de Zamosc (Polonia), el error de Lenin y Trotsky fue el mismo que el de Kautsky: confundir democracia con dictadura. Y hacerlo en un momento en que el bolchevismo tenía que encabezar y dinamizar un proceso revolucionario internacional. La vía que abrió Rosa Luxemburg fue la de la crítica a la Revolución rusa desde una concepción marxista.

 

Menos conocidas, pero no por ello menos interesantes, son las memorias que nos dejó Maria Leontievna Botchkareva, conocida como Yashka. Fue una de las mujeres que se unió a los batallones militares rusos durante la Primera Guerra Mundial y que formó parte del famoso Batallón de la Muerte, integrado por mujeres. [19] Botchkareva, que durante la Guerra Ci-vil primero se exilió y luego prestó ayuda a las tropas blancas de Kornilov y de Kolchak, fue finalmente detenida y ejecutada por la Cheká en 1920. Escribió unas memorias con el título Yashka. My life as peasant, exile and soldier, y recientemente se han publicado en castellano sus memorias sobre la participación en el Batallón de la Muerte con el título El batallón de mujeres de la muerte [20]. En estas memorias se muestra una Botchkareva entre dos mundos: uno que se derrumba y del que ha formado parte y otro que nace y en el que no encaja. Aunque Botchkareva no vio con malos ojos el paso a una sociedad más liberal y democrática, tampoco era partidaria de la ruptura socialista y eso, unido a su mentalidad como militar, le llevó a unirse a las filas blancas durante la Guerra Civil rusa hasta el momento de su ejecución. Las memorias de Botchkareva son interesantes porque nos muestran la participación de la mujer en la Revolución rusa, algo que podemos completar en esta línea de investigación con las obras de revolucionarias como Alexandra Mijailovna Kollontai, Nadezhda Konstantínovna Krúspkaia o Emma Goldman, que sí participaron en el proceso revolucionario socialista. Se trata de una línea de investigación que, desgraciadamente, no se ha tenido tan presente.

 

Sin ser estrictamente política y también escrita por una mujer, destacaríamos la obra de la poetisa Marina Tsvietáieva Diarios de la Revolución de 1917 [21]. Es una obra apenas conocida, de una poetisa también poco conocida, que ofrece una visión intimista y literaria de la atmósfera que se vivía en Rusia en las jornadas de 1917. Un libro ignoto que rescata la figura de Tsvietáieva, que se tuvo que exiliar en 1922, aunque regresó a Rusia en 1939 junto a su marido, que trabajaba entonces para el contraespionaje soviético de la NKVD. Con la ocupación nazi y la ejecución de su marido por la NKVD, la autora del libro acabó suicidándose en 1941. A pesar de que su poesía estaba proscrita en Rusia, fue rehabilitada como autora en 1955 durante el proceso de desestalinización.

 

Del mismo modo que la Revolución rusa desató en el momento histórico un análisis de sus protagonistas y fue, junto con la Comuna de París de 1871, uno de los primeros ejemplos de participación de la mujer en las transformaciones revolucionarias, también generó un extremado interés por parte de los extranjeros que estaban ya en Rusia o que acudieron allí llamados por el movimiento revolucionario, para verlo in situ o, incluso, unirse a sus filas. Y aunque fueron muchos los extranjeros que dejaron su impronta sobre la revolución, hay dos autores cuyas obras han tenido una mayor trascendencia: el norteamericano John Reed y el francés Jacques Sadoul, ambos partidarios y defensores de los bolcheviques.

 

Quizá la obra más importante es la de John Reed y sus Diez días que estremecieron el mundo [22], parada obligatoria para analizar la Revolución rusa de 1917. El periodista Reed no llegaba de nuevas a Rusia, pues ya te-nía un bagaje importante de participación política y sindical en EEUU, y había sido testigo de la Revolución mexicana de 1910. Integrante del Partido Socialista de EEUU y amigo de revolucionarias como Emma Gold-man, con la que participó en el interior de la IWW (Industries Workers of the World), cuando comenzó el movimiento revolucionario en Rusia se trasladó a Petrogrado; poco después se unieron su compañera senti-mental Louise Bryant y el también periodista y socialista Albert Rhys Wi-lliam. El libro de Reed —que fue llevado al cine por Warren Beaty en la película Rojos— son sus impresiones personales y el análisis del momento histórico que le tocó vivir. Pero lejos de una visión del periodismo equi-distante, Reed se vinculó con las masas, visitó las fábricas, participó de las manifestaciones y de los mítines, conoció a los principales dirigentes revolucionarios y plasmó con realismo la atmósfera que él mismo vivió, hasta unirse sinceramente a las filas comunistas. Los cuadros que Reed nos ofrece en su libro respecto a lo que se vivía en Petrogrado mostraban la realidad de esa dualidad de poderes que se vivía en Rusia. La efervescencia revolucionaria la plasmaba así Reed en su libro: «¡Qué asombroso espectáculo ofrece la fábrica Putilov cuando de sus muros salen en compacto torrente cuarenta mil obreros para oír a los socialdemócratas, eseristas, anarquistas, a quien sea, hable de lo que hable y por mucho tiempo que hable!» [23]. Además, Reed, que venía de la experiencia americana donde el movimiento anarquista también tenía mucha fuerza, concedió en su obra mucha importancia a la diversidad de grupos políticos que dinamizaron la Revolución de 1917, aunque mostrase un mayor interés hacia los bolcheviques. John Reed no solo se unió a las filas comunistas, sino que fue el primer extranjero enterrado en los muros del Kremlim a su fallecimiento el 17 de octubre de 1920. Su figura trascendió a la propia revolución y sus escritos se han convertido en un clásico mundial sobre la Revolución rusa de 1917

 

Por otro lado, destacamos las impresiones que el francés Jacques Sadoul puso por escrito en pleno proceso revolucionario, menos conocidas, pero no por ello menos importantes. Sadoul, en el momento de la revolución, era un oficial del ejército francés establecido en Rusia, que, debido al contacto que mantuvo con los bolcheviques, adquirió sus ideas y defendió su causa. No venía de vacío de Francia, pues Sadoul pertenecía a la SFIO y es taba vinculado al movimiento obrero socialista francés, seguidor del ideario de Jean Jaurès. A Sadoul le unía una gran amistad y compañerismo con Albert Thomas, una de las figuras más representativas del socialismo del momento, que llegó a ser ministro de Armamento y que nombró a Sadoul adjunto de Estado de Artillería. Cuando en 1917 los socialistas franceses salen del gobierno, Sadoul consigue que el nuevo ministro, Louis Loucher, lo destine en misión militar francesa a Petrogrado.

 

El libro Cartas desde la revolución bolchevique [24] es la recopilación de la correspondencia que Sadoul enviaba a Albert Thomas para ponerle al día de los sucesos de Rusia. Poco a poco, Sadoul se iba convirtiendo en una referencia para los bolcheviques rusos, se entrevistaba con sus principales líderes, tomaba amistad con muchos de ellos, sobre todo con Trotsky, e iba adoptando el ideario que defendían. Estamos ante el momento del paso del Sadoul socialista al Sadoul comunista. La importancia de este epistolario la marca Constantino Bértolo, compilador de la obra y autor del prólogo:

«Sobre su condición de libro indispensable para entender muchas de las claves de la revolución soviética, no cabe sino señalar que frente a la inmensa canti-dad de publicaciones que informan, juzgan e interpretan, desde fuera, lo que sucedió, las notas de Sadoul informan, juzgan e interpretan, desde dentro, lo que está sucediendo. Los escritos de Sadoul no son Historia, están escritos por la Historia.» [25]

 

El volumen no solo recopila las epístolas que mantuvo Sadoul con Thomas, sino que también rescata la correspondencia que mantuvo con escritores de la época comprometidos con las causas sociales como fueron Henri Barbusse o Romain Rolland. Lo que se extrae de las cartas es que Sadoul defendió las políticas bolcheviques frente a los representantes de su propio gobierno, así como que los bolcheviques vieron en Sadoul un aliado y alguien con el que seguir teniendo un contacto, en medio de la Guerra Civil, con las fuerzas aliadas. El texto de Sadoul nos abre las pueras a cuestiones como el cordón sanitario que se formó alrededor de la Rusia revolucionaria, las actividades de las fuerzas aliadas contra el avance del comunismo y el interés que despertó todo el proceso revolucionario.

 

Para cerrar esta parte —que sería inabarcable en caso de tocar todas las obras—, cabe hablar, siguiendo un poco la línea marcada por Rosa Lu-xemburg, de personajes como Víctor Serge o de los anarquistas Vsevolod Mijailovich Eichembaum “Volin” y Piotr Andreievich Archinov.

 

El caso de Víctor Serge —cuyo nombre real era Víctor Lvovich Kibálchich— es interesante por ser uno de los protagonistas de la revolución, formar parte del aparato del poder bolchevique y pasar luego al exilio por oponerse a la dictadura estalinista. Nacido en el exilio, sus inicios políticos se sitúan primero en el populismo ruso y posteriormente en el anarquismo, con el que siempre tuvo mucha vinculación, formándose como tal en grupos franceses y visitando España, lo que le convirtió también en un referente para los españoles. Condenado por su vinculación a la Banda de Bonnot, estuvo un tiempo en cárcel, viajó a Rusia, se unió a las filas bolcheviques y trabajó en el interior de la Komintern junto a Zinoviev. Aunque defendió los postulados bolcheviques, fue muy crítico con ellos en aspectos como la represión contra el anarquismo ruso. Partidario de la oposición de izquierdas de Trotsky, Serge se enfrentó a Stalin y eso le valió su purga y exilio, primero a Francia y posteriormente a México, donde falleció en 1947.

 

La producción literaria de Serge es amplia y parte de ella se sitúa en el mismo momento de la revolución. Habría que destacar obras como -moires d’un révolutionnaire [26], donde hace un repaso a su vida personal y su evolución ideológica, con un lenguaje con mucha soltura y un elenco de personajes que marcan la historia del movimiento obrero internacional. Además, el hecho de que Serge estuviese en varios grupos hace de su obra un acercamiento a una realidad de amplios horizontes, pues mantuvo buenas relaciones con antiguos compañeros suyos. Con El año I de la Revolución rusa [27], nos encontramos ante un texto clásico, escrito y editado ya en España en la década de 1930, y que pasa por ser uno de los relatos más pormenorizados del inicio de la revolución y del desarrollo de las ideas leninistas. En esta misma línea cabría citar El destino de una revolución [28]. Sin embargo, la importancia de Serge radica en que no solo utilizó la historia para hacer sus análisis o denuncias, pues también lo hizo a través de la novela. El terror rojo que se produce durante la Guerra Civil y que llevó a numerosos revolucionarios a ser ejecutados se plantea en su novela Ciudad conquistada [29], mientras que el terror estalinista lo aborda en textos como Medianoche en el siglo [30] o El caso Tulayev [31]. Serge introduce muchas temáticas y vías de investigación posteriores, como la deriva represiva de los bolcheviques o las purgas que se produjeron dentro del partido con el ascenso del estalinismo. Pero lo interesante de Serge es que él mismo es una vía de investigación por lo que representa para el desarrollo y la lectura de la Revolución rusa

 

Por último, habría que destacar la visión de los protagonistas de la revolución que salieron derrotados del proceso revolucionario, aunque muchos de estos escritos tienen ediciones muy antiguas y son casi desconocidos o ni siquiera están publicados. Cabría aquí citar la obra de Boris Fiodorovich Sokolov, diputado de la Asamblea Constituyente, titulada Los bolchevikes juzgados por ellos mismos. Documentos de los soviets de 1919 [32], donde realiza una crítica como eserista al poder ejercido por los bolcheviques. Un texto de época que no se volvió a reeditar posteriormente.

 

Algo más de suerte tuvieron los anarquistas Volin y Archinov, que con sus obras mostraron la participación anarquista en la Revolución rusa. Ambos personajes, aunque protagonistas de la revolución, escribieron sus reflexiones tiempo después, cuando ya estaban exiliados. En La revolución desconocida [33], Volin hace un repaso a la formación y el desarrollo de los movimientos revolucionarios rusos desde el siglo xix hasta la participación de los anarquistas en la Revolución de 1905 y en la de 1917. El libro de Volin, aun siendo justificativo para sus principios, aporta algunas cuestiones de verdadero interés. Cercano a las filas de los socialistas revolucionarios en 1905, Volin cuenta cómo surgió el primer soviet durante la Revolución de 1905, en un ambiente íntimo y del que él mismo fue testigo. Fue en su propia casa y con Nossar presente [34]. Este dato novedoso viene a engrosar el debate que se establece sobre el nacimiento del soviet y que tan bien estudió en la década de 1970 Oskar Anweiler [35]. Pero Volin no solo recupera debates y documentos del momento, en los que él mismo participó, sino que hace un análisis del carácter autoritario del Estado soviético desde una perspectiva anarquista, y habla de dos acontecimientos nodales para la historia del propio anarquismo ruso como fueron el majnovismo en Ucrania o la revuelta de los marinos de Kronstadt en 1921. Un clásico en toda regla de la historia del anarquismo ruso que ha sido reimpreso en muchas ocasiones, pero que no dispone de una edición nueva y crítica.

 

El otro libro que queremos destacar es Historia  del  movimiento majnovista [35], donde Piotr Archinov estudia el movimiento campesino de Néstor Majnó en Ucrania. Archinov, que había empezado en las filas bolcheviques, se pasó al anarquismo tras la Revolución de 1905 y se unió desde muy pronto a la guerrilla majnovista, a la que historió in situ; perdió en varias ocasiones el manuscrito y lo rehizo para finalmente publicarlo en el exilio. Tras los debates que se dieron en el anarquismo ruso exiliado, en los que Archinov quedó en minoría en su intento de articular una plataforma de anarquistas, se volvió a retractar de sus principios libertarios y regresó a la URSS donde se unió al Partido Comunista y desapareció en la represión estalinista. En este libro, Archinov repasa de forma pormenorizada, y en ocasiones en forma de epopeya, la lucha del majnovismo contra todos aquellos que se opusieron a su modelo revolucionario y que finalmente fueron aniquilados por el gobierno bolchevique. Este libro, a caballo entre la historia y la memoria, se podría completar con las memorias escritas por el protagonista del movimiento, Néstor Ivánovich Majnó, que no han sido traducidas al castellano, como tampoco las de su lugarteniente Víctor Belash, ambas disponibles en ruso. Las obras de Volin y Archinov —así como las otras citadas aunque no estén traducidas— marcan la pauta de investigación del anarquismo en la Revolución rusa a partir de sus protagonistas, un fenómeno apenas co-nocido en la historia.

 

Notas:

 

[6] Nicolai Chernyshevsky, ¿Qué hacer? (Barcelona: Júcar, 1984).

 

[7] Alexander Herzen, Crónica de un drama familiar (Barcelona: Alba, 2006).

 

[8] Alexander Herzen, Doctor Krupov (Madrid: Ardicia, 2014).

 

[9] Vera Figner, Rusia en las tinieblas. Memorias de una nihilista (Madrid: Zeus, s/a), 14. Existe una edición reciente de la obra en la editorial Antipersona del año 2016.

 

[10] Boris Sávinkov, Memorias de un terrorista (Barcelona: Dirección Única y La Cotali, 2017).

 

[11] León Trotsky, Historia de la revolución rusa, 3 vol. (Madrid: Sarpe, 1985). Recientemente ha sido publicada en un solo tomo por la editorial El Capitán Swing.

 

[12] León Trotsky, Mi vida (Madrid: Tebas, 1978).

 

[13] Véase  la  conferencia  de  Manuel  Aguilar  Mora  en  la  Universidad  de  Guanajuato  el  29  de  octubre de 2017: Trostky  y  su  Historia  de  la  revolución rusa, http://www.sinpermiso.info/textos/trotsky-y-su-historia-de-la-revolucion-rusa.

 

[14] Nikolai Nikolaevich Sukhanov, La revolución rusa (1917) (Barcelona: Luis de Caralt, 1970).

 

[15] Rosa Luxemburg, La Revolución rusa (Barcelona: Anagrama, 1975). Existe una reedición reciente en la editorial Akal de 2017

 

[16] Ibídem, 17–25.

 

[17] Ibídem, 39–40.

 

[18] Ibídem, 73.

 

[19] No hay que confundirlo con el Primer Batallón de Mujeres de Petrogrado, que fue quien defendió el Palacio de Invierno en el momento de producirse la Revolución de Octubre de 1917.

 

[20] Maria Botchkareva, El Batallón de Mujeres de la Muerte (Madrid / Barcelona / Buenos Aires: Mundo Latino, 1930). Hay una edición reciente basada en esta, publicada por la editorial El Desvelo en 2016.

 

[21] Marina Tsvietáieva, Diarios de la Revolución de 1917 (Barcelona: Acantilado, 2015).

 

[22] John Reed, Diez días que estremecieron el mundo (Barcelona: Akal, 1998). Han aparecido recientes ediciones en 2017 en las editoriales Arpegio, Renacimiento o Txalaparta.

 

[23] Reed, Diez días que estremecieron el mundo, 43.

 

[24] Jacques Sadoul, Cartas desde la revolución bolchevique (Madrid: Turner, 2016).

 

[25] Ibídem, 9.

 

[26] Víctor Serge, Mémoires d’un révolutionnaire (París: Seuil, 1978). Existe una edición reciente en castellano en la editorial Veintisiete Letras del año 2011.

 

[27] Víctor Serge, El año I de la Revolución rusa (Buenos Aires: RYR, 2011). Existe una edición reciente en la editorial Traficantes de Sueños de 2017.

 

[28] Víctor Serge, El destino de una revolución (Barcelona: Libros de la Frontera, 2011).

 

[29] Víctor Serge, Ciudad conquistada (Barcelona: Página Indómita, 2017).

 

[30] Víctor Serge, Medianoche en el siglo (Madrid: Alianza, 2016).

 

[31] Víctor Serge, El caso Tulayev (Madrid: Capitán Swing, 2013). La editorial Alfaguara tiene una edición de 2007.

 

[32] Boris Sokolov, Los bolchevikes juzgados por ellos mismo. Documentos de los soviets de 1919 (Madrid: Juan Pueyo, 1920).

 

[33] Volin, La revolución desconocida (19171921). Documentación inédita sobre la revolución rusa, 2 vol. Madrid: Campo Abierto, 1977). Existe una edición en un volumen, del mismo año, en la editorial Proyección.

 

[34] Ibídem, 5863.

 

[35] Oskar Anweiler, Los soviets en Rusia (Bilbao: Zero ZYX, 1975).

 

[36] Piotr Archinov, Historia del movimiento macknovista (Barcelona: Tusquets, 1975). Hay una edición más reciente de la editorial LaMalastesta de 2012.

 

[Texto extraído del trabajo más extenso titulado “Una revolución en permanente debate. Acercamiento a los estudios de la Revolución rusa”, que en versión original integral es accesible en https://www.researchgate.net/publication/330096991_Una_revolucion_en_permanente_debate_Acercamiento_a_los_estudios_de_la_Revolucion_rusa.]

 


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@kRata (comic) `Sabino Romero 10deLuluncoto 18 años El Libertario 1º de Mayo 27 de febrero 4 de febrero Aana Wainjirawa abajo los muros de las prisiones Abdicación del rey de España abolicionismo Aborto abstencion Abstención abstención electoral abuso militar en Venezuela abuso policial abuso sexual niños Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat acampada Acampadas acción directa anarquista Acción Directa Autogestiva Accion directa no violenta Acción Ecológica Acción Libertaria actividades activismo actualidad del anarquismo Acuerdo Venezuela China adecos chavistas agresiones en Venezuela agresiones a sindicalistas en Venezuela agroecología Agustín García Calvo Alan Furth Alan Moore Albert Camus Alberto Acosta Alcedo Mora Alejandro Álvarez Alentuy Alexander Luzardo Alfonso "el Set@" Alfredo Bonanno Alfredo Vallota Alí Moshiri Alí Primera Alí Rodríguez Araque alternativa Alternativa Antimilitarista Alto costo de la vida Alvaro García Linera Amador Fernández-Savater América Latina Américo Alejandro Balbuena Aministía Internacional Amnistía Internacional Amnistía Internacional Venezuela Amor amor libre Amor y Rabia análisis análisis anarquista sobre Venezuela análisis asamblea nacional análisis conflicto con Colombia análisis de izquierda Venezuela análisis de la revolución bolivariana análisis económico análisis reformas en Cuba análisis sobre Venezuela anarchico anarchism anarchism kurdistan anarchism venezuela anarcofeminismo anarcopunk venezuela anarquismo a la venezolana anarquismo básico anarquismo caracas Anarquismo en América Latina anarquismo en Argentina anarquismo en barquisimeto anarquismo en Francia Anarquismo en México anarquismo en Perú anarquismo en rusia anarquismo en Uruguay Anarquismo en Venezuela Anarquismo es movimiento anarquismo hoy anarquismo ilegalista Anarquismo social anarquismo suiza anarquismo venezuela anarquismo vs. Estado anarquismo y cárceles anarquismo y comunicación anarquismo y derecho anarquismo y ecología anarquismo y 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