Leoncio Barrios
El maestro Freud definió los llamados mecanismos de defensa como recursos psicológicos inconscientes de los que nos valemos para “resolver“ conflictos o reducir sentimientos incómodos hasta hacerlos soportables. Aunque la definición de estos mecanismos fue a nivel individual también funcionan a nivel social.
Un mecanismo de defensa de frecuente uso a todo nivel es el de la negación: creer que porque uno niegue la ocurrencia de algo, lo negado no ocurre. Por tanto, se actúa sobre una base falsa que no permite solucionar el o los problemas; al contrario, de allí emerge el problema.
El maestro Freud definió los llamados mecanismos de defensa como recursos psicológicos inconscientes de los que nos valemos para “resolver“ conflictos o reducir sentimientos incómodos hasta hacerlos soportables. Aunque la definición de estos mecanismos fue a nivel individual también funcionan a nivel social.
Un mecanismo de defensa de frecuente uso a todo nivel es el de la negación: creer que porque uno niegue la ocurrencia de algo, lo negado no ocurre. Por tanto, se actúa sobre una base falsa que no permite solucionar el o los problemas; al contrario, de allí emerge el problema.
La negación individual
La negación es un recurso inconsciente que usamos en situaciones que se nos presentan insoportables, como la pérdida de un ser querido (“no, no puede ser“); un diagnóstico médico preocupante (“esos resultados están equivocados“ o “son de otra persona“); un fracaso en algo que hacemos (“eso no ha pasado“); y hasta una situación que atemoriza (“el coronavirus no existe“).
La negación como mecanismo de defensa puede acompañarse de otros mecanismos también “útiles“ para soportar lo insoportable, como el desplazamiento (ante una responsabilidad fallida: la culpa es de …) o la racionalización (ante un fracaso: eso no importa, hay cosas mejores). Esto último es semejante a la resignación religiosa (otro día será, el tiempo de dios es perfecto).
Los mecanismos de defensa, como decía, son útiles porque ayudan a hacer soportable una situación insoportable, pero también son peligrosos porque no permiten ver la realidad y, por tanto, nos llevan a actuar en forma irreal. Al negar el problema, no se puede solucionar. Esto, en términos sociales, suele tener graves consecuencias negativas.
Mecanismos de defensa en la política
Una forma de entender y ejercer la política es falseando la realidad. No solo a través de manipulaciones, de ocultar o edulcorar la información de forma consciente, si no, lo que es peor: creerse sus propias mentiras, asumir como “verdad“ lo que el político cree. Lo hemos escuchado, leído en los discursos y declaraciones de representantes de cualquier bando o tendencia con miras a evadir responsabilidades.
En el terreno político, además de la negación, como mecanismo de defensa ante evidentes fracasos, también aparece el desplazamiento: cuando los lideres, llámese presidente o líder opositor, no logra cumplir sus objetivos y culpa a terceros de su fracaso.
En política, la evasión de responsabilidades es una respuesta muy común. Se asume que ser político es poder mentir, ser deshonesto, manipulador en cuanto al manejo de la información. Hay sus excepciones, claro. Una forma alternativa de ejercer la política es asumir la responsabilidad de un fracaso pero, por lo general, les da miedo por no mostrarse como fracasados. Contrario a lo que se teme, hasta en la política, ser sincero suele dar buenos resultado.
En el campo político, otro mecanismo de defensa de frecuente uso es la disociación. Se olvidan, por completo, eventos o hechos que pudieran perjudicar acciones actuales o se borran la conexiones que un hecho pudiera tener con otro, si es que no convienen.
La negación del coronavirus
La politización de la epidemia del coronavirus ha llevado a que en varios lugares, reales y virtuales, gobernantes, grupos e individuos de características ideológicas semejantes, jueguen a la negación. Lo hacen sin ser mecanismos de defensa. En este caso, son mecanismos de ataque.
De manera consciente, con intenciones predeterminadas y por tanto, no como mecanismo de defensa, sino ideológico, hay grupos que niegan la existencia del coronavirus, la eficiencia de las medidas preventivas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, la eficacia de decisiones gubernamentales de sus países, las cifras de infectados y fallecidos. Niegan o acomodan cualquier información sobre la pandemia de acuerdo a sus intereses económicos y/o políticos.
A nivel individual y en conversaciones de grupos también se pueden escuchar la negación del riesgo y de la crisis sanitaria que vive el mundo. Los argumentos que usan, por lo general, no pasan de lo irracional: “a mí me parece“, “es un invento de un enemigo“. También se escuchan razones mágico-religiosas: “es un castigo de dios“, “el Apocalipsis“.
Cualquier razón vale para justificar la defensa de sus intereses comerciales o políticos. Aún poniendo en riesgo la salud y vida de centenares de miles, de sus coterráneos.
[Tomado de https://efectococuyo.com/opinion/la-negacion-como-salvacion.]
La negación es un recurso inconsciente que usamos en situaciones que se nos presentan insoportables, como la pérdida de un ser querido (“no, no puede ser“); un diagnóstico médico preocupante (“esos resultados están equivocados“ o “son de otra persona“); un fracaso en algo que hacemos (“eso no ha pasado“); y hasta una situación que atemoriza (“el coronavirus no existe“).
La negación como mecanismo de defensa puede acompañarse de otros mecanismos también “útiles“ para soportar lo insoportable, como el desplazamiento (ante una responsabilidad fallida: la culpa es de …) o la racionalización (ante un fracaso: eso no importa, hay cosas mejores). Esto último es semejante a la resignación religiosa (otro día será, el tiempo de dios es perfecto).
Los mecanismos de defensa, como decía, son útiles porque ayudan a hacer soportable una situación insoportable, pero también son peligrosos porque no permiten ver la realidad y, por tanto, nos llevan a actuar en forma irreal. Al negar el problema, no se puede solucionar. Esto, en términos sociales, suele tener graves consecuencias negativas.
Mecanismos de defensa en la política
Una forma de entender y ejercer la política es falseando la realidad. No solo a través de manipulaciones, de ocultar o edulcorar la información de forma consciente, si no, lo que es peor: creerse sus propias mentiras, asumir como “verdad“ lo que el político cree. Lo hemos escuchado, leído en los discursos y declaraciones de representantes de cualquier bando o tendencia con miras a evadir responsabilidades.
En el terreno político, además de la negación, como mecanismo de defensa ante evidentes fracasos, también aparece el desplazamiento: cuando los lideres, llámese presidente o líder opositor, no logra cumplir sus objetivos y culpa a terceros de su fracaso.
En política, la evasión de responsabilidades es una respuesta muy común. Se asume que ser político es poder mentir, ser deshonesto, manipulador en cuanto al manejo de la información. Hay sus excepciones, claro. Una forma alternativa de ejercer la política es asumir la responsabilidad de un fracaso pero, por lo general, les da miedo por no mostrarse como fracasados. Contrario a lo que se teme, hasta en la política, ser sincero suele dar buenos resultado.
En el campo político, otro mecanismo de defensa de frecuente uso es la disociación. Se olvidan, por completo, eventos o hechos que pudieran perjudicar acciones actuales o se borran la conexiones que un hecho pudiera tener con otro, si es que no convienen.
La negación del coronavirus
La politización de la epidemia del coronavirus ha llevado a que en varios lugares, reales y virtuales, gobernantes, grupos e individuos de características ideológicas semejantes, jueguen a la negación. Lo hacen sin ser mecanismos de defensa. En este caso, son mecanismos de ataque.
De manera consciente, con intenciones predeterminadas y por tanto, no como mecanismo de defensa, sino ideológico, hay grupos que niegan la existencia del coronavirus, la eficiencia de las medidas preventivas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, la eficacia de decisiones gubernamentales de sus países, las cifras de infectados y fallecidos. Niegan o acomodan cualquier información sobre la pandemia de acuerdo a sus intereses económicos y/o políticos.
A nivel individual y en conversaciones de grupos también se pueden escuchar la negación del riesgo y de la crisis sanitaria que vive el mundo. Los argumentos que usan, por lo general, no pasan de lo irracional: “a mí me parece“, “es un invento de un enemigo“. También se escuchan razones mágico-religiosas: “es un castigo de dios“, “el Apocalipsis“.
Cualquier razón vale para justificar la defensa de sus intereses comerciales o políticos. Aún poniendo en riesgo la salud y vida de centenares de miles, de sus coterráneos.
[Tomado de https://efectococuyo.com/opinion/la-negacion-como-salvacion.]
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