Pascual González
La palabra ateneo, como la mayoría ya sabéis, viene de Atenea, diosa griega protectora de las artes y de las ciencias. Así, los ateneos son -principalmente- centros culturales y los hay de diversos tipos e influencias.
Los ateneos, para los anarquistas, tienen algunas connotaciones específicas, en cuanto a su estructura, propias de su "apellido": libertarios.
-Se estructuran horizontalmente, de manera que todos sus componentes tienen las mismas posibilidades de participar y contribuir a su desarrollo. Esto incluye, por supuesto, a los cargos de gestión (si se viera necesidad de tenerlos), que no disfrutarían de privilegios ni de capacidad para tomar decisiones al margen de las acordadas en las asambleas y que serían cambiados cuando se viera necesario por parte de los ateneístas.
-Se gestionan por sus propios integrantes. Es decir, se autogestionan sin ingerencias externas, se organizan como mejor consideren en cada momento y, en la medida de lo posible, se autofinancian para no depender de ningún "mecenas" que pueda influir en su capacidad de decisión.
La palabra ateneo, como la mayoría ya sabéis, viene de Atenea, diosa griega protectora de las artes y de las ciencias. Así, los ateneos son -principalmente- centros culturales y los hay de diversos tipos e influencias.
Los ateneos, para los anarquistas, tienen algunas connotaciones específicas, en cuanto a su estructura, propias de su "apellido": libertarios.
-Se estructuran horizontalmente, de manera que todos sus componentes tienen las mismas posibilidades de participar y contribuir a su desarrollo. Esto incluye, por supuesto, a los cargos de gestión (si se viera necesidad de tenerlos), que no disfrutarían de privilegios ni de capacidad para tomar decisiones al margen de las acordadas en las asambleas y que serían cambiados cuando se viera necesario por parte de los ateneístas.
-Se gestionan por sus propios integrantes. Es decir, se autogestionan sin ingerencias externas, se organizan como mejor consideren en cada momento y, en la medida de lo posible, se autofinancian para no depender de ningún "mecenas" que pueda influir en su capacidad de decisión.
Estas sencillas bases ya marcan, claramente, una diferencia con otros ateneos (burgueses, republicanos, etc.), que suelen tener una junta directiva que marca el ritmo y decide sobre la mayoría de las cuestiones que afectan a quienes les eligieron, y apuntan hacia el modelo de participación directa y sin jerarquías, que les coloca entre las organizaciones que sirven de herramienta para avanzar hacia un modelo social antiautoritario, prefigurándolo, con una práctica lo más cercana, lo menos contradictoria posible, al modelo que se persigue. Se pretende así, como ocurre con el resto de organizaciones anarquistas, que los medios y los fines no choquen con demasiadas contradicciones.
Cada ateneísta tiene, probablemente, algún matiz que añadir o cambiar. Sin embargo, grosso modo, suele haber dos modelos diferentes (aunque no contradictorios) de organizarse:
-El ateneo está constituido por todos sus componentes a nivel individual.
-El ateneo está constituido por una serie de colectivos.
En el primer caso, suele haber una asamblea general donde se tratan todos los temas: gestión, organización, problemas, actividades de todo tipo, una caja y cuentas comunes, etc. y, por lo general, tienen una trayectoria más homogénea como organización. Además, los actos acostumbran a organizarlos de manera colectiva. En el segundo, cada colectivo puede tener sus propias asambleas donde, igualmente, se tratan todos los asuntos, pero muy especialmente las actividades a desarrollar por dichos colectivos que suelen ser específicas (antimilitaristas, ecologistas, antirrepresivas, radio, revistas, etc.) e independientes del resto de los colectivos; incluso pueden llevar una tesorería particular. La manera de coordinarse con el resto de los grupos suele ser a través de asambleas de colectivos, donde normalmente asistirán delegados, para compartir información, propuestas, tareas y actividades, para resolver problemas, etc. Cada colectivo aportará, además, una cuota para contribuir a los gastos comunes del ateneo.
Solo esta manera de organizarse y funcionar, ya convierte a los ateneos libertarios en una buena escuela de aprendizaje anárquico para sus componentes. Habrá que acostumbrarse a participar (al menos en las tareas comunes), a expresarse (para defender mejor las ideas y propuestas que uno tenga), a gestionar (el espacio o las áreas que se nos encomienden en cada momento), a compartir, a escuchar y opinar, a ser -en definitiva- protagonista y no decorado de la sociedad donde vivimos. Es decir, utilizando la democracia directa, participativa, y no la delegación.
En cuanto al contenido, los ateneos libertarios acostumbran a "no poner puertas al campo" y tienen un amplio registro de actividades. Desde las más "cultas" a las más populares, desde las más personales a las más sociales, desde las más cercanas a las más generales. Así, aprender cualquier disciplina "elevada" de los mejores "expertos" no estará reñido con compartir saberes cotidianos y prácticos que nos hagan más fácil la vida y menos dependientes. Participar en las luchas del barrio o el pueblo para hacerlo más habitable, podemos añadirlo a nuestra solidaridad con lejanos pueblos, grupos o personas oprimidas, y barrer, arreglar la cisterna o hacer permanencias cuando menos nos apetece, es solo la otra cara de la moneda de la satisfacción cuando hemos conseguido actividades bien hechas y exitosas, cuando hemos aprendido con las conferencias y debates o hemos disfrutado de una excursión, de una película o de una tertulia con otros compañeros y compañeras.
Los ateneos libertarios suelen acentuar el contenido social en la mayoría de sus proyectos. La biblioteca, por ejemplo, habitual en todos ellos ya no es la única ni la más voluminosa en su zona de influencia, de modo que se especializa en historia (principalmente de los movimientos obreros), sociología, pedagogía, filosofía, etc. y, por supuesto, no faltan los autores anarquistas o que tratan sobre anarquismo. Tampoco existe hoy día la misma necesidad de hacer escuelas para enseñar a leer a los hijos de los obreros, de manera que -las que se hacen- serán, igualmente, especializadas, sea de ayuda a personas mayores que no pudieron estudiar, a inmigrantes que desconocen las costumbres y el idioma, o para darles un contenido y unas formas más acordes con los anhelos de una sociedad más libre y humana. Si se trata de sacar a la luz los problemas de barrio o pueblo, se tendrá muy en cuenta el racismo, la represión, los parados, etc., aunque no faltará preocupación por el urbanismo, las zonas verdes o las equipaciones socioculturales. Incluso si se proyecta un concierto, una exposición o una obra de teatro, se procura no quedarse en la pura estética musical, visual o del lenguaje y se busca que contenga, además, una propuesta, una denuncia o un grito que remueva las conciencias y despierte expectativas.
Los ateneos son, también, espacios de encuentro. Para quienes comparten ideas y proyectos, desde luego, pero igual con otros colectivos, con vecinos que desconocen su idiosincrasia, para los trabajadores o estudiantes que necesitan un lugar adecuado para reunirse, para polemizar entre diferentes posturas en los más variados temas. Espacios donde se puede reflexionar y debatir sin las prisas de lo inmediato o tomar decisiones urgentes frente a problemas que las precisen. Espacios, en fin, para la experimentación, para la lucha, para la difusión ideológica, para el aprendizaje, para la confraternización, para la solidaridad, para compartir, para leer, para escribir, para vivir… para soñar.
A veces, los ateneos surgen de luchas que condicionan bastante su propia actividad y desarrollo. Por ejemplo, las ocupaciones que ya de por sí conllevan un mensaje contra la propiedad privada y la especulación, pero tienen que utilizar gran parte de su tiempo y energías en acondicionar y proteger el espacio, sabiendo que puede ser por un periodo muy limitado y vuelta a empezar. Por lo demás, la forma de funcionar (por asambleas), la autogestión y autofinanciación o las actividades de formación y apoyo a causas que se acuerden, son las mismas, a pesar de que, en muchas ocasiones, prefieren llamar a estos espacios centros sociales.
En resumen, los ateneos cubren dos vertientes igualmente importantes: nos sirven para aprender en multitud de facetas personales, intelectuales y prácticas, para crecer como personas, y también para difundir y poner en acción las ideas con las que construiremos la sociedad anárquica. Así pues, una buena red de ateneos libertarios se impone para nuestra salud mental y militante.
[Tomado de https://www.nodo50.org/tierraylibertad/257.html#articulo6.]
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