Elena Martínez
En estos días que escribo, acabo de plantar mi pequeña huerta
y observo las matitas de los tomates, los pimientos, los calabacines y las
acelgas, un poco mustias en los planteros, cómo se estiran y reverdecen ya en
la tierra cuando las riego. Se me vienen a la cabeza conceptos como soberanía
alimentaria, ecofeminismo, Rojava. Son días extraños y observar este huertito
pequeño y verlo crecer, me ayuda también a soportar mejor esta situación que parece
que nunca se acaba. Es como pegarse a la vida, como si esta pequeña experiencia
me hiciera sentir más intensamente ese vínculo tan importante con la tierra y
con el resto de la humanidad.
Hace ya 44 años que surgió el término Ecofeminismo. Y lo
acuñó una mujer que además era anarquista: Françoise d’Eaubonne, hija de madre
aragonesa y padre anarcosindicalista francés, que en 1974 relaciona la
preocupación por el medio ambiente y la igualdad entre hombres y mujeres como
base de una nueva sociedad. Escritora y pensadora francesa que en su libro El
feminismo o la muerte introduce también el término Falocracia. «La
Falocracia está en la base misma de un orden que no puede sino asesinar a la
Naturaleza en nombre del beneficio, si es capitalista, y en nombre del
progreso, si es socialista». Ni más ni menos.
El Ecofeminismo es un movimiento global que vincula
ecologismo y feminismo, denunciando la opresión hacia las mujeres y la explotación
de la naturaleza y de los demás animales como parte de la misma lógica de dominación
patriarcal.
Ecología y feminismo cobran sentido en el marco del
devenir actual con una fuerza arrolladora. La Revolución Social de Rojava fundamenta
su ideario en estos principios. Ya no es tanto la cuestión de tomar los modos
de
producción, sino de cambiarlos radicalmente. En Rojava,
son las mujeres las que organizan la vida. Crecen cooperativas, huertas comunales,
experiencias educativas, formas de organización nuevas. Siempre desde el respeto
a la naturaleza y el medio ambiente. Desarrollan el pensamiento colectivo en
Jineology, la ciencia de las mujeres.
Ynestra King, compañera de instituto de Murray Bookchin
fue quién le sugirió la idea de esa particular posición histórica de las
mujeres dentro de esta forma de dominación del hombre por el hombre. Desarrolla
las ideas de Bookckin en un sentido ecofeminista. Organizó la primera
conferencia ecofeminista en marzo de 1980 «Mujeres y vida en la Tierra» donde
se examinaron las conexiones entre el feminismo, la militarización, el arte de
sanar y la ecología.
También la activista india Vandana Shiva, en ¿Quién
alimenta realmente el mundo?, aborda el concepto de «soberanía alimentaria»
y apuesta por explorar un modelo de justicia y sostenibilidad agrícola.
El derecho de los pueblos a alimentarse y a decidir lo que
quieren producir, choca radicalmente con las políticas neoliberales que priorizan
el comercio internacional. El sistema agrícola no busca alimentar a las
personas, sino producir más. No han contribuido en absoluto a la erradicación
del hambre en el mundo. Al contrario, han incrementado la dependencia de los
pueblos de las importaciones agrícolas, y han reforzado la industrialización de
la agricultura, peligrando así el patrimonio genético, cultural y
medioambiental del planeta, así como nuestra salud.
El papel de las mujeres en defensa del medio ambiente en
lugares tan emblemáticos como Latinoamérica ha sido fundamental. Podría incluso
decirse que en este lado del mundo se ha producido una feminización de las
luchas sociales. El movimiento feminista en Argentina, o nombres como el de
Bertha Cáceres, feminista y ambientalista hondureña, apuntan alto en el
importante papel del Ecofeminismo para organizarse frente al nuevo orden
mundial que viene.
Los principios de la economía social tienen el propósito
de aumentar los recursos de las sociedades en lugar de explotarlos, y los
principios de igualdad aseguran que la revolución será feminista o no será.
Sin embargo esto no significa convertirnos en salvadoras
del mundo, ni volver al concepto primitivo de la vuelta al hogar de la mujer,
ni a una mística de la maternidad. Todo lo contrario. Queremos participar en igualdad
construyendo paz. Es la socialización actual la que nos inunda de roles de
género: las tareas domésticas, los cuidados. No hay nada que impida que los
hombres desarrollen capacidades para estas tareas con tanto o más acierto y
cariño que cualquiera de nosotras. Es tan sólo el discurso del poder quién
adapta los géneros a su capricho y en función de sus intereses. Se pretende
poner el acento en lo individual frente a lo colectivo, en competir en lugar de
compartir y de cooperar, pero ese no es el camino.
El calentamiento global y sus consecuencias deberían
hacernos reaccionar y ponernos manos a la obra. Buscamos una vacuna que nos
proteja del COVID-19, pero estamos acabando con la biodiversidad, derritiendo
los polos, perdiendo especies animales y semillas, quemando nuestros bosques y
selvas, fumigando con pesticidas, aniquilando todas las protecciones naturales.
Aún abocados a nuevos virus y a catástrofes de todo tipo, se impone el dominio patriarcal
y el capitalismo de consumo que explotan sin medida los recursos naturales, los
animales y las personas.
Si caminamos hacia el colapso, más tarde o más temprano
estaremos en él. O abandonamos este modelo de dominio y explotación o estaremos
abocados al desastre. Observemos por ejemplo las tareas en las que ocupamos
nuestro tiempo. Desplazamientos largos e innecesarios que implican mayores
niveles de estrés, elevada contaminación y agotamiento de recursos, obsolescencia
programada, dependencia tecnológica, consumo exacerbado.
El Ecofeminismo propone una reformulación de todo lo que
entendemos por trabajo y vida. Los trabajos cotidianos de hoy en día no sirven
para mantenernos vivas ni con mejor calidad de vida, más bien al contrario, asistimos
a la degradación de la vida.
No podemos quedarnos impasibles. Lxs anarquistas sabemos
muy bien que si nos organizamos podemos conquistar imposibles. No tenemos que
demostrar nada, sólo mostrarlo. Las colectividades surgidas en el 36 son un
ejemplo de Revolución Social que emocionó al mundo. Ahora nuestra mirada se
tiñe de morado y se alimenta de vida. Por eso entre nuestros mensajes, entre
nuestras líneas, también se cuela esa palabra que, como tantas otras, se ha
puesto el Eco delante. Ecofeminismo. Ecología y Feminismo. Dos ingredientes que
nos enseñan un horizonte nuevo. Como en Rojava. Sólo tenemos que pasar a la
acción.
[Artículo publicado originalmente en el periódico CNT # 424, Valladolid, julio-septiembre 2020. Número completo accesible en https://www.cnt.es/noticias/periodico-cnt-no-424-julio-a-septiembre-2020-dosier-ecologia-social.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.