Gianni Sarno
Este escrito quiere ser solo una
aproximación al pensamiento anarquista de Colin Ward. Por este motivo, no discurriré sobre su visión del
urbanismo ni sobre sus ideas de desescolarización, sino que intentaré explicar brevemente su visión de
una sociedad libre o, por decirlo con sus palabras: una sociedad más anarquista.
Colin Ward nació el 14 de agosto
de 1924, cerca de Londres y
murió en 2010. Era hijo de un maestro laborista y de una estenógrafa.
Dejó la escuela a los 15 años y
empezó a trabajar en un estudio de arquitectos. Ahí entró en contacto con el «arts and crafts movements», entre cuyos antepasados estaba
William Morris. En 1942 es
alistado en el ejército y enviado a Glasgow, donde entra en contacto con
las ideas anarquistas y empieza su colaboración con la revista
anarquista War
Commentary. Entre sus
redactores se encontraban Vernon
Richards, Maria Louise Berneri, George Woodkoc, Alex
Comfort y también Herbert Reed.
En esa época visitó a un
anarquista escocés en la cárcel, que estaba en huelga de hambre, sin
otra ropa que la única que
tenía: el uniforme militar. Como castigo por este
acto es enviado a las islas Orcadas. En 1947 acabó el servicio militar y empezó su colaboración
con la revista anarquista Freedom, antigua War Commentary.
Trabajó como técnico arquitecto y
urbanista, y durante una
temporada fue profesor también en la London School.
En 1961 fundó Anarchy, una revista moderna, publicada hasta 1970, que supo afrontar con una
mirada libertaria todos los
temas de actualidad. Escribió más de 30 libros y
solo dos sobre anarquismo en un sentido más estricto.
Colaboró con numerosos periódicos
y revistas en distintos países del mundo, no solo anarquistas. Escribió centenares de artículos, caracterizados por
una escritura poco
ideologizada y muy pragmáticos. Siempre tuvo en cuenta
ejemplos reales y concretos: «Su esfuerzo metodológico fue el de buscar
en la realidad ejemplos y testimonios que mostrasen que las soluciones
libertarias son mejores y más
eficaces que las autoritarias» (F. Codello, Il
seme sotto la neve, p. 72). Debemos buscar y dar respuestas
libertarias a los problemas concretos que vivimos y que viven las personas, afirmaba. Para
difundir el método anarquista
es necesario basarse en la experiencia de las redes
de relaciones informales, temporales, autogestio-nadas,
que de hecho hacen posible la comunidad humana (C.
Ward, La pratica della
libertà). En resumidas
cuentas, debemos transformar
en realidad las potencialidades que ya
existen en esta sociedad.
Al igual que el pensador
anarquista Kropotkin, creía en la
necesidad de identificar nuevas formas de organizaciones que sustituyan
las funciones que el Estado realiza mediante
la burocracia.
Los temas que más le interesaron
fueron la ocupación de tierras
y casas abandonadas o utilizadas para la especulación, el problema de la
vivienda y el control por parte de
sus arrendatarios (fue favorable a la autoconstrucción popular y propuso el sistema de
cooperativas de arrendatarios como alternativa al de las casas
populares, con un control
colectivo en lugar de uno individual, porque esto garantiza una mayor responsabilidad). Otros
focos de su interés fueron los
squatters en la Inglaterra de los años 40 y 50, la escuela (en particular la
desescolarización, con una
fuerte influencia de Paul Goodman), el control obrero (sobre todo de unidades de trabajo), el
sistema penal y la ecología. De
hecho, a partir de los años 60 empezó a interesarse y a estudiar este
tema, influenciado por la ecología social de Murray Bookchin, y con un
ojo muy crítico hacia la
ecología profunda.
Y para acabar esta primera parte,
quiero señalar que Ward se
interesó siempre por las acciones directas, aquí y ahora, en las formas que «liberan la gran
red de la cooperación entre los seres humanos» (D. Goodway, Conversazioni con Colin Ward. Lo
sguardo anarchico, p. 25).
Su anarquismo o la anarquía como una realidad que ya existe
Podríamos empezar afirmando que
para Ward el anarquismo es una teoría de la organización caracterizada por un acto de libre voluntad y una ética
libertaria, que se basa en la autodeterminación individual y en la norma de reciprocidad: haz lo que quisieras que
te hicieran (F. Codello, Il seme sotto la neve, p.72).
Para Ward, una sociedad
anarquista, una sociedad que se
organiza sin autoridad, existe desde siempre como una semilla bajo la nieve, enterrada bajo el
peso del estado y de la
burocracia, del capitalismo y sus despilfarros, del privilegio y sus
injusticias, del nacionalismo y su lealtad suicida, de las religiones y
sus supersticiones y separaciones.
Relaciones igualitarias,
solidarias y libres ya existen —afirmaba
Ward—, y hay que estimularlas y desarrollarlas para construir desde
ahora sociedades distintas. Se
deben ampliar los espacios de autonomía hasta que ocupen gran parte de la vida social. Se
deben construir muchas
sociedades experimentales, y no una sola. De la misma
manera que Paul Goodman creía que «una sociedad libre
no puede ser la sustitución del viejo orden por un ‘nuevo orden’; ella debe ser la extensión
de la esfera del libre actuar,
hasta que haya cambiado la mayor parte de la
vida social».(C. Ward ¿Qué
significado tendrá mañana el anarquismo?, p. 4) De hecho, creía que las alternativas
ya están presentes en los
intersticios de las estructuras de poder.(C.
Ward, La pratica della
libertà).
En lugar de un anarquismo
apocalíptico que miraba a «todo
o nada» él empezó a desarrollar -a partir de los años
40 y 50- la idea de un anarquismo «pragmático», «radicada
en el presente, que utilizara el difícil material de nuestra vida cotidiana»; y que diera
vida a comunidades nuevas (S. White, L’anarchismo
pragmatico di Colin Ward). Es importante remarcar que empezó a
elaborar este pensamiento a
partir de los años 40. Hoy en día hay
muchos más colectivos y movimientos libertarios y
antiautoritarios de acuerdo con esta reflexión. Pero en los años 40 la mayor parte de la
izquierda revolucionaria influenciada por los bolcheviques aún optaba por la toma del poder, mientras que la
mayor parte del movimiento
anarquista aún consideraba la insurrección como
el momento para que empezara la revolución. Creo que
esto no quiere decir que no vaya a haber más insurrecciones, sino sólo
que estas son una parte del proceso revolucionario, y que hay que
empezar a construir las alternativas
desde aquí y ahora.
Ward siempre fue escéptico con la
concepción insurreccional, consideraba que un cambio social debería nacer de anteriores cambios de la
personalidad y de las relaciones
sociales. La libertad hay que conquistarla centímetro a centímetro.
Antes de que podamos actuar como seres
responsables es necesario quitarnos las cadenas que
nos autoimponemos. Igual que el filósofo alemán Gustav
Laundauer, creía que «el Estado no es algo que se
pueda destruir con una revolución; el Estado es una condición, una cierta relación entre seres
humanos, una forma de
comportamiento humano; que destruimos estableciendo otras relaciones,
comportándonos de manera diferente, con uno y con el otro» (S. White, L’anarchismo pragmatico
di Colin Ward, p. 6).
Ward consideraba que el
anarquismo -en todas sus formas- es una afirmación de la dignidad y de
la responsabilidad de los seres humanos. No es un programa de cambios políticos, sino un acto de
autodeterminación social (C. Ward,
La pratica della libertà).
Otros elementos de su anarquismo
son la acción directa individual que se hace cargo de la vida de uno
mismo y de su alrededor y el
apoyo mutuo que, como Kropotkin, consideraba
connatural en los seres humanos.
Ward tiene con el autor ruso
otros dos puntos en común:
- La descentralización
político-económica, con la creación de consejos de barrios, federaciones
de consejos, federaciones de
ciudades. Y, dentro de un mismo barrio, la
creación de huertos urbanos comunitarios, talleres comunitarios... «Se podría decir que el anarquismo es una descentralización extrema. Yo creo en una
sociedad descentralizada. Lo que deseo realizar es cambiar una sociedad
de masa por una masa de sociedad» (F. Codello, Il seme sotto
la neve, p. 71).
- La fusión entre la producción
agrícola y la industrial, para superar así la división entre el trabajo
intelectual y el manual. Además, como él era partidario de un anarco-comunismo, creía que la propiedad
de la tierra, de los recursos naturales y de los medios de producción
deberían estar bajo el control mutuo de comunidades federadas.
Pero a diferencia de Kropotkin,
nunca habló de una economía
post-monetaria. Podríamos decir que su anarquismo es una aproximación
imperfecta a la sociedad del otro.
Ward individua el cambio anarquista en la acción de los grupos cooperativos y en la instauración
de nuevas formas de
agregaciones, así como en la secesión continua (S.
White l’anachismo pragmatico).
Como todo el movimiento
anarquista, fue contrario a la
participación estatal, porque entendía la anarquía como una mutualidad autogestionada. Por ese
motivo sostenía la necesidad
de crear unos servicios sociales cooperativos y autogestionados. El aumento de
organizaciones de apoyo mutuo entre las personas paradas, enfermas, y en todas las categorías de
marginación representa la
palanca más potente para transformar el
estado asistencial en una sociedad que se dedica a la asistencia mutua; la palanca para construir
la asistencia comunitaria en
una comunidad responsable (C. Ward, La
pratica della libertà). Así, consideraba que las organizaciones
libertarias deberían ser voluntarias, funcionales, temporales y pequeñas.
Su visión organizativa era
distinta de la del anarcosindicalismo. Creía que se había dado demasiada
importancia a las grandes industrias como palanca de cambio, minusvalorando los pequeños talleres y su
importancia en el ámbito
económico. Tampoco creía que los grandes sindicatos,
que a menudo reproducen el mismo esquema organizativo
de las grandes industrias, fueran las organizaciones capaces de crear
comunidades cooperativas, libres
y basadas en la libre voluntad. Unas organizaciones que tuvieran los
elementos que hemos visto más arriba,
que para él son necesarios para no transformarse en una herramienta
vacía y arraigadas a un pasado mítico,
que ya no existe. Es por ese motivo que hablaba de
organizaciones temporales, una vez que las condiciones cambian o que se
han alcanzado los objetivos, la
organización tiene que desaparecer o ser sustituida por una nueva, más adaptada a las nuevas
circunstancias. La característica de pequeñez que puede parecer un inconveniente, permite el control por
parte de sus miembros, unas
relaciones más informales y, sobretodo, menos
burocráticas.
Siguiendo la huella de otros
pensadores/as anarquistas, consideraba que en la historia humana siempre
hubo luchas entre tendencias
libertarias y autoritarias, entre federalismo y centralismo, entre populares
e imperiales. Pero también creía que no existe una lucha final entre solución libertaria y
autoritaria, sino una serie de
combates que se han dado y que siguen dándose
en la sociedad humana (C. Ward, La
pratica della libertà). Por ese motivo era escéptico en cuanto a la posibilidad de realizar una sociedad
anarquista, no porque no sea
factible la anarquía, sino porque en la sociedad
siempre ha existido y existe una mezcla de distintas tendencias, a veces
en contradicción entre ellas. «Y
nosotros, los anarquistas, no podemos imponer con la fuerza nuestra visión; sería un
contrasentido. Pero si no es
posible una sociedad anarquista, seguramente es
posible una sociedad más anarquista.» (F. Codello, Il seme
sotto la neve)
Y no se trata sólo de una
liberación individual de los seres
humanos, sino también de cambiar las estructuras y
las actividades sociales. Se deben construir sociedades más libres. Como diría él mismo, «puede
parecer poca cosa, pero, sea
como sea, es una etapa importante del camino
que hay que cumplir».
Me gustaría acabar esta breve
presentación de Colin Ward con
unas reflexiones que su pensamiento me ha suscitado. Considero que sus
propuestas y su recorrido son los
más acertados para construir sociedades más justas y libres; de hecho, una parte del
movimiento y del pensamiento anarquistas se mueven en esta dirección.
Pero, si el Estado y el
sistema capitalista han desarrollado la capacidad de asimilar, vaciar de
contenido e institucionalizar las
alternativas, ¿cómo podemos evitar que se den estas situaciones? ¿Qué podemos hacer para que
las comunidades más anarquistas que construimos no se integren en el sistema y pierdan totalmente su contenido? Y,
sobretodo, ¿hasta cuándo el
Estado nos permitirá ampliar nuestros espacios
de autonomía y autogestión antes de intervenir con
sus medios: la violencia y la represión?
Bibliografía
- C. Ward, L’anarquia. Un aprocc io essenziale, elèuthera, Milano, 2000;
- C. Ward, Il bambino e la città. Crescere in un
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- C. Ward, Ciudades ideales, Etcetera, Barcelona, 2016;
- C. Ward, La libertad de circular, en Anarquismo en PDF, edición original:
VV.AA., Contra el automóvil.
Sobre la libertad de circular,
Virus, Barcelona, 1996;
- D. Goodway, Conversazioni
con Colin Ward. Lo sguardo anarchico, Eléuthera, Milano,
2003;
- P. Kropotkin, Campi, fabbriche, officine, a cargo de Colin Ward, Eléuthera, Milano, 2015, primera edición
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- C. Ward, “il ruolo dello Stato”, en A
rivista anarchica, anno 43, n.385, deciembre 2013-
enero 2014;
- C. Ward, ¿Qué significado tendrá mañana el
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anarquista a Anti-Copyright, 2008.
- C. Ward, Anarquismo como teoría de organización, Biblioteca anarquista a Anti-Copyright, 1966;
- C. Ward, “Di chi è la terra?” A rivista anarchica, anno 44, n.389, mayo
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- C. Ward, “Rivoluzioni silenziose”, A rivista
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- F. Codello , “Il seme sotto la neve”, Libertaria,
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- G. Ciarallo, “Anarchia
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CSL bollettino n.35, 2010.
- S. White, “L’a
n a r c h i s m o p r a g m a t i c o d i C o l i n W a r d , Bollettino
n.30, Archivio G. Pinelli.
- S. White, “The
increment anarchist. Colin Ward, 1924-2010”,
Radical Philosophy, n.161, may- june 2010.
[Artículo aparecido originalmente
en la revista Libre Pensamiento #
101, Madrid, invierno 2020. Número completo accesible en http://librepensamiento.org/wp-content/uploads/2020/05/LP%20N%C2%BA%20101.pdf#new_tab.]
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