Josep V. Marques
Cuando la gente os dice que se casa, podeís hacer dos cosas: o darles la enhorabuena, que es lo que esperan, o preguntarles "¿Y por qué?. En el segundo caso, os encontrareis con dos tipos de respuesta. Primero silencio azorado, perplejidad. "porque tengo novio/a", "porque nos queremos". Segundo: largas explicaciones relativas a que "lo mismo da", o a los delicados estados anímicos o físicos de los padres, alguna argumentación pragmática, etc.
Cuando la gente os dice que se casa, podeís hacer dos cosas: o darles la enhorabuena, que es lo que esperan, o preguntarles "¿Y por qué?. En el segundo caso, os encontrareis con dos tipos de respuesta. Primero silencio azorado, perplejidad. "porque tengo novio/a", "porque nos queremos". Segundo: largas explicaciones relativas a que "lo mismo da", o a los delicados estados anímicos o físicos de los padres, alguna argumentación pragmática, etc.
[Tomado de la revista Retorno a Utopia # 7, Buenos Aires, 1987.]
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